El alcalde de San Pablo, posible candidato del PSDB para las elecciones de 2018, advirtió que el rechazo al ex presidente es alto
SAN PABLO.- Todavía falta más de un año para las elecciones presidenciales de octubre de 2018 en Brasil, pero el actual alcalde de la ciudad de San Pablo, João Doria, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), es uno de los nombres insoslayables entre los potenciales candidatos.
En apenas ocho meses al frente de la mayor metrópolis de América del Sur, este ex empresario puso en marcha programas innovadores y muy vistosos, con ejes en la salud pública, la educación y el embellecimiento de la ciudad. Pero, por ahora, el alcalde paulista, de 59 años, evita confirmar si se lanzará o no al Palacio del Planalto.
Todavía debe demostrar que su «fenómeno» es un proyecto sólido y también tendrá que sortear algunos obstáculos dentro de su partido, sobre todo las aspiraciones presidenciales de su mentor político, el gobernador del estado de San Pablo, Geraldo Alckmin, cuya figura está a la baja después de ser salpicado por algunas denuncias de corrupción. En una entrevista exclusiva en la alcaldía, Doria habló sobre estos temas con LA NACION.
-¿Se presentará como candidato a presidente en 2018?
-No es momento de hacer ese debate. Es momento de hacer gestión, invertir en el trabajo en la ciudad en mi caso, o en el Estado, como es el caso del gobernador Alckmin. Antes de que me pregunte, aclaro que tengo gran estima y profunda admiración por Alckmin, que es mi amigo. No hay ninguna pelea con él, como se dice, ni la habrá en el futuro. Sólo hay pelea cuando dos quieren pelear, y ni él ni yo queremos eso. Es saludable para el PSDB tener buenos nombres, figuras bien colocadas en las encuestas, aun en caso de que yo no me presente a candidato a presidente. Alckmin sí ya tomó esa decisión: es precandidato del PSDB.
-Pero los sondeos lo muestran a usted como el candidato socialdemócrata con mayores chances de ganar las elecciones del año próximo. ¿Le gustaría ser presidente?
-¿A quién no le gustaría presidir su país? Cualquier brasileño se sentiría honrado con esa función. Pero yo no me enfoco en eso, me enfoco ahora en ser un buen gestor. Siendo administrador de la mayor ciudad del país, con 12 millones de habitantes, ya estoy haciendo mi aporte al país. Eso sí, no voy a callarme frente a cuestiones nacionales, como el desastre que fue la gestión del Partido de los Trabajadores (PT) en la administración de Brasil; 13 años que casi destruyeron al país y la esperanza del pueblo.
-En las últimas semanas hizo varios viajes al Nordeste, bastión político del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que también ya está en campaña por esa región. ¿Es un intento de nacionalizar su nombre?
-Puede ser, pero lo que estoy haciendo es aceptar invitaciones que recibí en estados del Nordeste. Al mismo tiempo, soy vicepresidente del Frente Nacional de Alcaldes, por lo que es mi obligación conocer las realidades de otros municipios. Aclaro que para esos viajes utilizo mi propio avión, no uso dinero público.
-Usted se diferencia mucho de su partido en la postura frente a Lula. Dijo que es importante que él sea candidato del PT en las elecciones de 2018, a pesar de las causas por corrupción que enfrenta en la justicia. ¿Por qué motivo?
-Porque hay que enterrar el mito Lula. Es derrotable en las elecciones, y es importante que lo haga el pueblo brasileño. La mayoría silenciosa del pueblo brasileño no quiere a Lula de vuelta, sabe el desastre que fue la gestión de Lula y de Dilma Rousseff para Brasil. A Lula no le gusta ser juzgado por nadie, se siente Dios, por encima del bien y del mal. Critica al Poder Judicial, a los fiscales, a la prensa y a cualquiera que le haga objeciones. Es un totalitario. En el fondo, Lula es un dictador disfrazado de obrero. Usó ese criterio durante 13 años para imponer a Brasil los equívocos que dejó como legado a Brasil. Es mejor que sea derrotado como Lula y juzgado como Luiz Inácio, que pierda las elecciones y luego sufra el juicio de la justicia, que ya lo condenó en primera instancia en la primera de seis causas de corrupción que enfrenta.
-¿No rescata nada de positivo en esos 13 años de gobierno?
-Lo bueno que hicieron fue borrado por el desastre que promovieron en el asalto al dinero público, en la generación de 14 millones de desempleados, en la creación de la peor recesión económica del país. Cualquier acierto que pueda haber habido quedó en segundo plano por el tamaño del desastre que dejaron.
-¿Se considera de derecha?
-No, la mía es una línea de centro, del equilibrio, del sentido común. Soy muy pragmático, para mí la cuestión ideológica no tiene importancia. Para la izquierda, en cambio, la ideología es su alma, es todo. Yo prefiero concentrarme en la acción, en hacer cosas que funcionen para la población. Y viajar es parte de la búsqueda de soluciones. Los viajes que hicimos al exterior fueron para buscar inversiones para el programa de privatizaciones que es el mayor que ha tenido una ciudad en Brasil y en septiembre empezará con las licitaciones, tanto de ventas puras como de concesiones y asociaciones público-privadas.
-El PSDB integra la coalición gubernamental con cuatro ministerios. ¿Continúa apoyando al presidente Michel Temer?
-Yo apoyo a Brasil. Apoyo que tengamos estabilidad para mantener la política económica, que para mí es la correcta. Bajo el liderazgo del ministro [de Economía] Henrique Meirelles se viene haciendo un buen trabajo, generando credibilidad con sus políticas fiscal, monetaria y de desarrollo.
-¿Cree que la denuncia por corrupción contra Temer, que la Cámara de Diputados rechazó el mes pasado, tendría que haber continuado para ser analizada por la Corte Suprema?
-No me cabe a mí hacer ese análisis. Quien debía hacerlo, el Congreso, lo hizo. Yo confío en los poderes Legislativo y Judicial. En lo personal, creo que nadie debe estar por encima de la ley, ni el presidente de la República, ni ex presidentes, ni grandes empresarios, ni sacerdotes.
-El diputado derechista Jair Bolsonaro se perfila también como uno de los grandes nombres para las elecciones de 2018, y también es considerado un outsider por su discurso antisistema?
-Bolsonaro no es tan outsider porque en realidad ya está en política como diputado desde hace un buen tiempo. Pero sí representa un hecho nuevo en la disputa presidencial. Respeto su intención de disputar la presidencia, pero no conjugo con sus ideas ni apoyo sus propuestas.
-Los dos abogan por una férrea lucha contra la corrupción, defienden la operación Lava Jato, y son de los pocos políticos que no han sido manchados por acusaciones de corrupción. ¿Podría acercarse entonces a Bolsonaro?
-No estoy en desacuerdo con esas posiciones, estoy a favor del Lava Jato, creo que es saludable para el país, en eso tenemos el mismo pensamiento. La valorización de actitudes éticas, de transparencia, también la considero positiva. En aspectos que somos coincidentes no lo voy a objetar.
-Por su pasado como empresario, y también presentador del programa televisivo El aprendiz, se lo ha comparado con Donald Trump. ¿Qué piensa de él hoy?
-Respeto la elección del presidente Trump, que fue elegido por el voto, aunque no tenga mi apoyo. La mayor parte de las iniciativas de Trump no se corresponden con mis ideales de vida ni con mis prácticas.
-¿Y cómo ve a Mauricio Macri?
-Es un buen presidente, con él me identifico. Lo considero un hombre moderno en sus propuestas, transformador. Creo que está haciendo un trabajo eficiente, difícil, en una Argentina que viene de pasar por un gobierno también bolivariano, totalitario, con fuerte tendencia dictatorial. No es fácil recuperar un país después de un período tan largo de un régimen que fue nocivo para la Argentina. Macri es un presidente innovador, un transformador, un buen ejemplo a ser seguido.
-¿Se considera un político ya?
-No, soy un gestor, un administrador. Yo estoy en la política, no soy de la política; es diferente. Y ni quiero ser de la política. Quiero estar en la política para hacer gestión, pero no quiero ser un político. Tengo respeto por los políticos, pero creo que si resguardo mi condición de gestor puedo hacer una mejor administración de la ciudad de San Pablo.
El perfil
Ascenso
Doria (del PSDB) irrumpió de lleno en el escenario político en las elecciones de octubre pasado, cuando ganó la alcaldía de San Pablo en primera vuelta, con el 53% de los votos
Origen
A pesar de su discurso de outsider, su padre fue un diputado federal perseguido por la dictadura, lo que lo llevó a un largo exilio, en Francia y la Argentina
Fortuna
En el ámbito privado amasó una fortuna de US$ 55 millones; graduado en comunicación social, fue publicista, periodista y creador de un gran grupo de marketing
Fama
Ganó notoriedad a través de sus programas de entrevistas y como presentador de la versión brasileña del reality El aprendiz, que en EE.UU. conducía Trump
SAN PABLO.- Todavía falta más de un año para las elecciones presidenciales de octubre de 2018 en Brasil, pero el actual alcalde de la ciudad de San Pablo, João Doria, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), es uno de los nombres insoslayables entre los potenciales candidatos.
En apenas ocho meses al frente de la mayor metrópolis de América del Sur, este ex empresario puso en marcha programas innovadores y muy vistosos, con ejes en la salud pública, la educación y el embellecimiento de la ciudad. Pero, por ahora, el alcalde paulista, de 59 años, evita confirmar si se lanzará o no al Palacio del Planalto.
Todavía debe demostrar que su «fenómeno» es un proyecto sólido y también tendrá que sortear algunos obstáculos dentro de su partido, sobre todo las aspiraciones presidenciales de su mentor político, el gobernador del estado de San Pablo, Geraldo Alckmin, cuya figura está a la baja después de ser salpicado por algunas denuncias de corrupción. En una entrevista exclusiva en la alcaldía, Doria habló sobre estos temas con LA NACION.
-¿Se presentará como candidato a presidente en 2018?
-No es momento de hacer ese debate. Es momento de hacer gestión, invertir en el trabajo en la ciudad en mi caso, o en el Estado, como es el caso del gobernador Alckmin. Antes de que me pregunte, aclaro que tengo gran estima y profunda admiración por Alckmin, que es mi amigo. No hay ninguna pelea con él, como se dice, ni la habrá en el futuro. Sólo hay pelea cuando dos quieren pelear, y ni él ni yo queremos eso. Es saludable para el PSDB tener buenos nombres, figuras bien colocadas en las encuestas, aun en caso de que yo no me presente a candidato a presidente. Alckmin sí ya tomó esa decisión: es precandidato del PSDB.
-Pero los sondeos lo muestran a usted como el candidato socialdemócrata con mayores chances de ganar las elecciones del año próximo. ¿Le gustaría ser presidente?
-¿A quién no le gustaría presidir su país? Cualquier brasileño se sentiría honrado con esa función. Pero yo no me enfoco en eso, me enfoco ahora en ser un buen gestor. Siendo administrador de la mayor ciudad del país, con 12 millones de habitantes, ya estoy haciendo mi aporte al país. Eso sí, no voy a callarme frente a cuestiones nacionales, como el desastre que fue la gestión del Partido de los Trabajadores (PT) en la administración de Brasil; 13 años que casi destruyeron al país y la esperanza del pueblo.
-En las últimas semanas hizo varios viajes al Nordeste, bastión político del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que también ya está en campaña por esa región. ¿Es un intento de nacionalizar su nombre?
-Puede ser, pero lo que estoy haciendo es aceptar invitaciones que recibí en estados del Nordeste. Al mismo tiempo, soy vicepresidente del Frente Nacional de Alcaldes, por lo que es mi obligación conocer las realidades de otros municipios. Aclaro que para esos viajes utilizo mi propio avión, no uso dinero público.
-Usted se diferencia mucho de su partido en la postura frente a Lula. Dijo que es importante que él sea candidato del PT en las elecciones de 2018, a pesar de las causas por corrupción que enfrenta en la justicia. ¿Por qué motivo?
-Porque hay que enterrar el mito Lula. Es derrotable en las elecciones, y es importante que lo haga el pueblo brasileño. La mayoría silenciosa del pueblo brasileño no quiere a Lula de vuelta, sabe el desastre que fue la gestión de Lula y de Dilma Rousseff para Brasil. A Lula no le gusta ser juzgado por nadie, se siente Dios, por encima del bien y del mal. Critica al Poder Judicial, a los fiscales, a la prensa y a cualquiera que le haga objeciones. Es un totalitario. En el fondo, Lula es un dictador disfrazado de obrero. Usó ese criterio durante 13 años para imponer a Brasil los equívocos que dejó como legado a Brasil. Es mejor que sea derrotado como Lula y juzgado como Luiz Inácio, que pierda las elecciones y luego sufra el juicio de la justicia, que ya lo condenó en primera instancia en la primera de seis causas de corrupción que enfrenta.
-¿No rescata nada de positivo en esos 13 años de gobierno?
-Lo bueno que hicieron fue borrado por el desastre que promovieron en el asalto al dinero público, en la generación de 14 millones de desempleados, en la creación de la peor recesión económica del país. Cualquier acierto que pueda haber habido quedó en segundo plano por el tamaño del desastre que dejaron.
-¿Se considera de derecha?
-No, la mía es una línea de centro, del equilibrio, del sentido común. Soy muy pragmático, para mí la cuestión ideológica no tiene importancia. Para la izquierda, en cambio, la ideología es su alma, es todo. Yo prefiero concentrarme en la acción, en hacer cosas que funcionen para la población. Y viajar es parte de la búsqueda de soluciones. Los viajes que hicimos al exterior fueron para buscar inversiones para el programa de privatizaciones que es el mayor que ha tenido una ciudad en Brasil y en septiembre empezará con las licitaciones, tanto de ventas puras como de concesiones y asociaciones público-privadas.
-El PSDB integra la coalición gubernamental con cuatro ministerios. ¿Continúa apoyando al presidente Michel Temer?
-Yo apoyo a Brasil. Apoyo que tengamos estabilidad para mantener la política económica, que para mí es la correcta. Bajo el liderazgo del ministro [de Economía] Henrique Meirelles se viene haciendo un buen trabajo, generando credibilidad con sus políticas fiscal, monetaria y de desarrollo.
-¿Cree que la denuncia por corrupción contra Temer, que la Cámara de Diputados rechazó el mes pasado, tendría que haber continuado para ser analizada por la Corte Suprema?
-No me cabe a mí hacer ese análisis. Quien debía hacerlo, el Congreso, lo hizo. Yo confío en los poderes Legislativo y Judicial. En lo personal, creo que nadie debe estar por encima de la ley, ni el presidente de la República, ni ex presidentes, ni grandes empresarios, ni sacerdotes.
-El diputado derechista Jair Bolsonaro se perfila también como uno de los grandes nombres para las elecciones de 2018, y también es considerado un outsider por su discurso antisistema?
-Bolsonaro no es tan outsider porque en realidad ya está en política como diputado desde hace un buen tiempo. Pero sí representa un hecho nuevo en la disputa presidencial. Respeto su intención de disputar la presidencia, pero no conjugo con sus ideas ni apoyo sus propuestas.
-Los dos abogan por una férrea lucha contra la corrupción, defienden la operación Lava Jato, y son de los pocos políticos que no han sido manchados por acusaciones de corrupción. ¿Podría acercarse entonces a Bolsonaro?
-No estoy en desacuerdo con esas posiciones, estoy a favor del Lava Jato, creo que es saludable para el país, en eso tenemos el mismo pensamiento. La valorización de actitudes éticas, de transparencia, también la considero positiva. En aspectos que somos coincidentes no lo voy a objetar.
-Por su pasado como empresario, y también presentador del programa televisivo El aprendiz, se lo ha comparado con Donald Trump. ¿Qué piensa de él hoy?
-Respeto la elección del presidente Trump, que fue elegido por el voto, aunque no tenga mi apoyo. La mayor parte de las iniciativas de Trump no se corresponden con mis ideales de vida ni con mis prácticas.
-¿Y cómo ve a Mauricio Macri?
-Es un buen presidente, con él me identifico. Lo considero un hombre moderno en sus propuestas, transformador. Creo que está haciendo un trabajo eficiente, difícil, en una Argentina que viene de pasar por un gobierno también bolivariano, totalitario, con fuerte tendencia dictatorial. No es fácil recuperar un país después de un período tan largo de un régimen que fue nocivo para la Argentina. Macri es un presidente innovador, un transformador, un buen ejemplo a ser seguido.
-¿Se considera un político ya?
-No, soy un gestor, un administrador. Yo estoy en la política, no soy de la política; es diferente. Y ni quiero ser de la política. Quiero estar en la política para hacer gestión, pero no quiero ser un político. Tengo respeto por los políticos, pero creo que si resguardo mi condición de gestor puedo hacer una mejor administración de la ciudad de San Pablo.
El perfil
Ascenso
Doria (del PSDB) irrumpió de lleno en el escenario político en las elecciones de octubre pasado, cuando ganó la alcaldía de San Pablo en primera vuelta, con el 53% de los votos
Origen
A pesar de su discurso de outsider, su padre fue un diputado federal perseguido por la dictadura, lo que lo llevó a un largo exilio, en Francia y la Argentina
Fortuna
En el ámbito privado amasó una fortuna de US$ 55 millones; graduado en comunicación social, fue publicista, periodista y creador de un gran grupo de marketing
Fama
Ganó notoriedad a través de sus programas de entrevistas y como presentador de la versión brasileña del reality El aprendiz, que en EE.UU. conducía Trump