Castro, con su libro La visión estratégica de Juan Domingo Perón. Foto: Graciela Calabrese
«Desde octubre de 2011, cuando la Argentina puso en marcha medidas que frenan el ingreso de productos de otros países, incluidos los del bloque y, ante todo, los de Brasil, el Mercosur modificó su naturaleza», aseveró Jorge Castro, tras reafirmar el carácter político del ingreso de Venezuela en el bloque.
El presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico cree que el control de cambios tiene como subproducto el control de las importaciones. «El objetivo es frenar la salida de dólares. Por eso la Argentina tiene una situación de conflicto en términos de comercio con el conjunto del sistema internacional.»
Según Castro, lo que ocurre con Brasil es sólo un ejemplo de algo más amplio por lo que la Argentina fue sancionada por Estados Unidos, que la excluyó del acceso a su mercado con arancel preferencial, y «denunciada ante la OMC por los 27 países de la UE, más Japón, Colombia, México y Panamá. Esas medidas terminaron con el primer sistema institucional que constituye el Mercosur: la zona de libre comercio».
-Dice que la incorporación de Venezuela es política, sin embargo, las presidentas Fernández y Rousseff hicieron anuncios relacionados con YPF y Embraer?
-Es lo que dijeron, pero conviene mirar los hechos. El acuerdo de Venezuela con Embraer es por US$ 207 millones, que se pueden extender en un plazo de 2 a 5 años a US$ 900 millones. Económicamente es casi insignificante. Lo mismo ocurre con el acuerdo entre YPF y Pdvsa. El gobierno venezolano firmó en los últimos 13 años -gestión de Chávez- más de 16.000 acuerdos internacionales. Prácticamente no se cumplió ninguno, son de carácter esencialmente declarativo.
-¿Qué es hoy el Mercosur?
-Es el vínculo, sobre todo político, entre la Argentina y Brasil. Para Brasil siempre fue un proyecto político y, subsidiariamente, comercial y económico. Eso se manifiesta en que el total de sus exportaciones al bloque es el 9% del total de sus ventas. Gira alrededor del liderazgo de Brasil en la región. América del Sur es la plataforma desde la que despliega su condición de actor global político y económico.
-¿Le hacemos el juego a Brasil a cambio de nada?
-A cambio, como el resto de la región, del acceso a su mercado.
-¿Qué suma Venezuela?
-Habría que preguntarse cuál es el interés de Brasil para hacerlo. Esencialmente político: ubicar definitivamente a la Venezuela de Chávez en el marco de la acción política de América del Sur, del gobierno brasileño.
-¿Mostrar que «controla» a Chávez?
-No es un problema de control sino de hegemonía. Así, el grupo de países bolivarianos -Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua- se incorporan también siguiendo a Chávez a esta constelación de poder político cuyo eje es Brasil y que tiene dos manifestaciones: Mercosur y Unasur. Para Brasil, esto significa que Venezuela deja de ser una opción a su hegemonía en América del Sur.
-¿Qué lectura hace el mundo de esto? ¿Qué repercusiones tendrá en las negociaciones como la que tenemos con la UE?
-Para el sistema internacional, en América del Sur -y en el Mercosur aún más- el país relevante es Brasil. Pero no por una visión puramente ideológica, sino profundamente práctica: como país es el 72% o 74% del producto bruto regional. Además, en América del Sur es el único actor global tanto económica como políticamente. Por eso, todo lo que pasa en el Mercosur está limitado para el sistema internacional a lo que Brasil haga o deje de hacer.
-¿Qué tipo de relación deberíamos plantearnos con Brasil para no quedar como mera herramienta de su estrategia?
-La Argentina es un país profundamente aislado internacionalmente, incluso dentro del Mercosur, y eso es resultado directo de la estrategia de control de cambios e importaciones. Las opciones se han limitado drásticamente y sus intereses están claramente subordinados a la decisión del conjunto, sobre todo de Brasil.
-¿Hasta cuándo es sustentable una política de este tipo?
-Esto responde a una característica estructural del sistema de poder vigente desde 2003: las decisiones en materia de política exterior se subordinan a las necesidades de la política doméstica. No creo que haya un modelo, hay un sistema de poder político cuya prioridad es la acumulación de poder interno. No hay ni estrategia económica ni política de inserción internacional. Esa es la característica del sistema de poder de los Kirchner. Medidas como el control de cambios y de las importaciones se toman para responder a una crisis interna que es el resultado de la fuga masiva de capitales, que alcanzó un punto de crisis en octubre de 2011. Entonces, según cifras del Banco Central, salieron de la Argentina US$ 3400 millones. Entre julio y octubre de 2011, el Banco Central perdió US$ 7500 millones de reservas. Y esto pasó esencialmente porque no hay confianza en la Argentina, sobre todo de aquellos que disponen de ahorros en el país.
-El país creció a tasas chinas, el Gobierno fue reelecto, ¿qué provoca la fuga de capitales y la caída de la inversión?
-El 54% de los votos que logró Cristina fue una semana antes de que se viera obligada a establecer el control de cambios.
-¿Si las elecciones hubieran sido después de eso no hubiera ganado igual?
-No. Quiere decir que entre el 30 y el 40% de sus votantes la eligió el domingo y el lunes salió a comprar dólares. Son argentinos cabales. El problema del voto a Cristina no es una opción ideológica sino si había alternativa en términos de estructura del poder, de gobiernos fuertes. Venimos de una situación de vacío de poder, de cinco presidentes constitucionales en seis meses. Eso pasó hace menos de 10 años.
-¿Cómo ve a la Argentina en los próximos dos años?
-Hay que mirar dos indicadores. Uno, el precio de la tonelada de soja. Otro, la demanda china, que en los primeros seis meses de 2012 aumentó sus importaciones de granos 284% respecto del mismo período de 2011.
-¿Mientras la soja siga en US$ 600 estará todo tranquilo?
-Hay un cambio de las condiciones mundiales. Alejaría el término tranquilo del vocabulario argentino. Los datos son esos, además de que la tasa de interés en los países avanzados es entre 0 y 1% anual. Nunca hubo un grado semejante de hiperliquidez en el sistema financiero internacional ni de IED para los países emergentes, y en primer lugar los de América del Sur. ¿Cuáles son las perspectivas de la Argentina en 10 o 20 años? No creo que haya que hacer pronósticos sino identificar tendencias.
La Argentina es uno de los tres grandes productores/exportadores mundiales de alimentos, pero a diferencia de los otros, no coloca en el mercado mundial el saldo que le queda después de satisfacer un gigantesco mercado interno sino la masa de lo que produce. Por eso su importancia en el mercado mundial es mayor que la de Brasil.
Con el aumento del precio de los granos de los últimos seis meses el ingreso de dólares genuinos de la Argentina asciende a US$ 7000 millones. Con el aumento del precio de los granos provocados por la sequía en Estados Unidos, lo que la Argentina vende al mundo vale US$ 7600 millones más. No sé lo que pasará en el futuro. Digo lo que está favoreciendo ahora..
«Desde octubre de 2011, cuando la Argentina puso en marcha medidas que frenan el ingreso de productos de otros países, incluidos los del bloque y, ante todo, los de Brasil, el Mercosur modificó su naturaleza», aseveró Jorge Castro, tras reafirmar el carácter político del ingreso de Venezuela en el bloque.
El presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico cree que el control de cambios tiene como subproducto el control de las importaciones. «El objetivo es frenar la salida de dólares. Por eso la Argentina tiene una situación de conflicto en términos de comercio con el conjunto del sistema internacional.»
Según Castro, lo que ocurre con Brasil es sólo un ejemplo de algo más amplio por lo que la Argentina fue sancionada por Estados Unidos, que la excluyó del acceso a su mercado con arancel preferencial, y «denunciada ante la OMC por los 27 países de la UE, más Japón, Colombia, México y Panamá. Esas medidas terminaron con el primer sistema institucional que constituye el Mercosur: la zona de libre comercio».
-Dice que la incorporación de Venezuela es política, sin embargo, las presidentas Fernández y Rousseff hicieron anuncios relacionados con YPF y Embraer?
-Es lo que dijeron, pero conviene mirar los hechos. El acuerdo de Venezuela con Embraer es por US$ 207 millones, que se pueden extender en un plazo de 2 a 5 años a US$ 900 millones. Económicamente es casi insignificante. Lo mismo ocurre con el acuerdo entre YPF y Pdvsa. El gobierno venezolano firmó en los últimos 13 años -gestión de Chávez- más de 16.000 acuerdos internacionales. Prácticamente no se cumplió ninguno, son de carácter esencialmente declarativo.
-¿Qué es hoy el Mercosur?
-Es el vínculo, sobre todo político, entre la Argentina y Brasil. Para Brasil siempre fue un proyecto político y, subsidiariamente, comercial y económico. Eso se manifiesta en que el total de sus exportaciones al bloque es el 9% del total de sus ventas. Gira alrededor del liderazgo de Brasil en la región. América del Sur es la plataforma desde la que despliega su condición de actor global político y económico.
-¿Le hacemos el juego a Brasil a cambio de nada?
-A cambio, como el resto de la región, del acceso a su mercado.
-¿Qué suma Venezuela?
-Habría que preguntarse cuál es el interés de Brasil para hacerlo. Esencialmente político: ubicar definitivamente a la Venezuela de Chávez en el marco de la acción política de América del Sur, del gobierno brasileño.
-¿Mostrar que «controla» a Chávez?
-No es un problema de control sino de hegemonía. Así, el grupo de países bolivarianos -Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua- se incorporan también siguiendo a Chávez a esta constelación de poder político cuyo eje es Brasil y que tiene dos manifestaciones: Mercosur y Unasur. Para Brasil, esto significa que Venezuela deja de ser una opción a su hegemonía en América del Sur.
-¿Qué lectura hace el mundo de esto? ¿Qué repercusiones tendrá en las negociaciones como la que tenemos con la UE?
-Para el sistema internacional, en América del Sur -y en el Mercosur aún más- el país relevante es Brasil. Pero no por una visión puramente ideológica, sino profundamente práctica: como país es el 72% o 74% del producto bruto regional. Además, en América del Sur es el único actor global tanto económica como políticamente. Por eso, todo lo que pasa en el Mercosur está limitado para el sistema internacional a lo que Brasil haga o deje de hacer.
-¿Qué tipo de relación deberíamos plantearnos con Brasil para no quedar como mera herramienta de su estrategia?
-La Argentina es un país profundamente aislado internacionalmente, incluso dentro del Mercosur, y eso es resultado directo de la estrategia de control de cambios e importaciones. Las opciones se han limitado drásticamente y sus intereses están claramente subordinados a la decisión del conjunto, sobre todo de Brasil.
-¿Hasta cuándo es sustentable una política de este tipo?
-Esto responde a una característica estructural del sistema de poder vigente desde 2003: las decisiones en materia de política exterior se subordinan a las necesidades de la política doméstica. No creo que haya un modelo, hay un sistema de poder político cuya prioridad es la acumulación de poder interno. No hay ni estrategia económica ni política de inserción internacional. Esa es la característica del sistema de poder de los Kirchner. Medidas como el control de cambios y de las importaciones se toman para responder a una crisis interna que es el resultado de la fuga masiva de capitales, que alcanzó un punto de crisis en octubre de 2011. Entonces, según cifras del Banco Central, salieron de la Argentina US$ 3400 millones. Entre julio y octubre de 2011, el Banco Central perdió US$ 7500 millones de reservas. Y esto pasó esencialmente porque no hay confianza en la Argentina, sobre todo de aquellos que disponen de ahorros en el país.
-El país creció a tasas chinas, el Gobierno fue reelecto, ¿qué provoca la fuga de capitales y la caída de la inversión?
-El 54% de los votos que logró Cristina fue una semana antes de que se viera obligada a establecer el control de cambios.
-¿Si las elecciones hubieran sido después de eso no hubiera ganado igual?
-No. Quiere decir que entre el 30 y el 40% de sus votantes la eligió el domingo y el lunes salió a comprar dólares. Son argentinos cabales. El problema del voto a Cristina no es una opción ideológica sino si había alternativa en términos de estructura del poder, de gobiernos fuertes. Venimos de una situación de vacío de poder, de cinco presidentes constitucionales en seis meses. Eso pasó hace menos de 10 años.
-¿Cómo ve a la Argentina en los próximos dos años?
-Hay que mirar dos indicadores. Uno, el precio de la tonelada de soja. Otro, la demanda china, que en los primeros seis meses de 2012 aumentó sus importaciones de granos 284% respecto del mismo período de 2011.
-¿Mientras la soja siga en US$ 600 estará todo tranquilo?
-Hay un cambio de las condiciones mundiales. Alejaría el término tranquilo del vocabulario argentino. Los datos son esos, además de que la tasa de interés en los países avanzados es entre 0 y 1% anual. Nunca hubo un grado semejante de hiperliquidez en el sistema financiero internacional ni de IED para los países emergentes, y en primer lugar los de América del Sur. ¿Cuáles son las perspectivas de la Argentina en 10 o 20 años? No creo que haya que hacer pronósticos sino identificar tendencias.
La Argentina es uno de los tres grandes productores/exportadores mundiales de alimentos, pero a diferencia de los otros, no coloca en el mercado mundial el saldo que le queda después de satisfacer un gigantesco mercado interno sino la masa de lo que produce. Por eso su importancia en el mercado mundial es mayor que la de Brasil.
Con el aumento del precio de los granos de los últimos seis meses el ingreso de dólares genuinos de la Argentina asciende a US$ 7000 millones. Con el aumento del precio de los granos provocados por la sequía en Estados Unidos, lo que la Argentina vende al mundo vale US$ 7600 millones más. No sé lo que pasará en el futuro. Digo lo que está favoreciendo ahora..