En un supuesto barrio llamado 27 de abril vive Pablo Aldo Perotti, conocido como “El Gitano”, un querido dirigente popular con 30 años de militancia, que convoca a más de 10 mil votantes. Un caudillo de vocación, un puntero consciente de su fuerza electoral, que tiene aspiraciones a intendente pero que al iniciar el recorrido para alcanzar su candidatura deberá enfrentarse a enemigos e intereses políticos que nada tienen que ver con su auténtica preocupación de atender las necesidades de sus vecinos.
“El puntero político es una figura que puede tener muchas caras y diferentes ocupaciones y actitudes, este que me toca hacer a mí es un hombre que sigue una ideología basada en la fe de llevar adelante un proyecto barrial”, define Julio Chávez, que en su proceso para convertirse en “El Gitano”, leyó a Armando Discépolo y a Sarmiento. “El primero que habla de un puntero en una obra de teatro es Discépolo, que en los años 20 escribió El chueco Pintos, y de alguna manera Quiroga, en Facundo, también lo es.”
El Puntero versión 2011 inicia hoy su campaña. Julio Chávez junto a Gabriela Toscano, Luis Luque y Rodrigo de la Serna encabezan el elenco. Con libro de Mario Segade (Verdad Consecuencia, Vulnerables y Resistiré), dirección de Daniel Barone (Para vestir Santos, Tratame Bien, Mujeres Asesinas), la nueva producción de Pol-ka se emitirá domingos y miércoles a las 23 hs, por El Trece.
–¿Por qué Perotti quiere ser intendente? ¿Qué lo moviliza?
–No va con ánimo de colgarse el cartelito de intendente sino que él cree que desde la intendencia podrá ejecutar con mucha más libertad aquellas cosas que su barrio necesita. De todas maneras es uno de esos seres que creen que entrando en la rosca va a poder resolver problemas que no podría solucionar estando afuera. Es uno de los tantos ciudadanos –creo que somos millones– de los que pensamos que cuando podamos vamos a hacer las cosas que creemos que hay que hacer, pero mientras tanto, intentamos ocupar un lugar que nos permita más o menos hacerlas. Es esto de despertarse con una constitución de valores en la cabeza y acostarse dándose cuenta que varios de esos valores no se pusieron en práctica, pero uno se dice “cuando pueda lo voy a hacer, mañana o en algún momento lo voy a hacer”.
–Mientras tanto ¿“El gitano” cómo se autoconvence de que está haciendo las cosas bien?
–Su conflicto aparece cuando advierte que en muchos momentos no es tan sencillo el camino que quiere transitar. Va pasando el tiempo y él no logra correrse, no logra entrar en una actividad 100% lícita, piensa: “Si no coimeo no sale el proyecto… Bueno, vamos a coimear.”
–¿Para él el fin justifica los medios?
–De alguna manera, sí, pero no porque es un puntero sino porque es un ciudadano. Me interesa ubicar al puntero dentro de algo muy reconocible en nosotros. El puntero no es un ser que se despierta a la mañana y su proyecto es ser corrupto. El puntero no solamente tiene una participación electoral, es una persona que está constantemente en contacto con los vecinos, es un nexo importante entre el barrio y la intendencia, es la persona que puede conseguir un remedio o solucionar el problema de un caño. Vive de las necesidades de los otros, pero en ese sentido, no vamos a señalar al puntero como un caso fuera de lo común, todos vivimos de las necesidades del otro.
–¿Qué ideología política tiene?
–Es un nombre formado en los ’70 y ’80 con una ideología determinada que el programa se ocupa de no enunciar, elección que creo realmente muy certera, porque no importa a qué partido pertenece. Quien cree que es peronista está equivocado porque el puntero es una figura sin color político, es un rol que ha atravesado la historia con diferentes ideologías, de hecho en un momento el puntero era una persona que iba cambiando, era una suerte de mercenario o de colaborador que podía participar de diferentes partidos.
–Graban en barrios precarios en Tigre, Castelar, Ciudadela, Ezeiza y Liniers. ¿Es la primera vez que trabajás en ese contexto?
–Es una experiencia nueva, nunca había entrado en una villa. No es tan fácil entrar, en realidad uno está muy respetuosamente pidiendo permiso y son lugares que tienen una disponibilidad muy generosa, pero hay que estar atentos, porque ellos pueden interpretar que somos husmeadores y no somos eso. Hay un equipo respetuoso y creamos un vínculo muy bueno con la gente que vive allí.
–Más allá de la situación laboral, ¿qué te provocó haber entrado por primera vez a una villa?
–Me siento en jaque. De golpe esta experiencia, por lo menos a mí que no soy una persona formada en el interior del pensamiento político, me deja bastante huérfano de capacidad de pensar.
–¿Cómo es eso?
–Porque decir ‘¡Qué terrible!’ ‘¡Qué horrible!’ ‘¡Qué feo!’ o ‘¡Uy, pobres!’, nada de eso es pensar. Entonces, siento una deuda que tiene que ver con que si en algún momento me interesara interiorizarme debería meterme en el pensamiento político, aprender a pensar, hoy por hoy es una deuda que siento grave porque no he elegido ese espacio para pensar, sino que elijo el espacio del arte. Pero cuando lo veo, reconozco que acá no alcanza con expresar ‘¡uh, esos chiquitos, qué terrible!’, porque esas son razones burguesas de ver la situación, a la manera del afiche de Benetton, eso no resuelve ningún problema, ni tampoco es pensar. Así que me siento agradecido porque esta experiencia, que para mí es absolutamente artística, me ha acercado ciertas preguntas que no son sólo artísticas sino también sociales.
–¿Cuáles son esas preguntas?
–¿Qué significa esto? ¿Qué significa el progreso? ¿Qué deseo yo para la raza humana? ¿Cómo se resuelve? Y para resolverlo ¿cuál entiendo yo que es el problema? Son muchas preguntas que me hago y llegado el caso de que quisiera empezar a pensar acerca de esas preguntas, debería empezar a ocuparme, debería empezar a alimentarme por esos lados.
–¿Cuál fue el alimento para componer a Pablo Aldo Perotti?
–En estos meses he leído bastante Historia argentina, leí Facundo y, verdaderamente, me sentí muy conmovido, porque el problema que plantea Sarmiento hoy sigue vigente, ¿Civilización o barbarie? ¿Y qué entendemos por civilización y qué entendemos por barbarie? Las dos situaciones no contienen en sí misma, aspectos positivos, ni negativos, entonces hoy me pregunto si ¿Facundo es pasado o Sarmiento nos vuelve a plantear un problema actual? Pero no es que todo esto me haya provocado un gran pensamiento, aunque sí inquietud.
–¿Militaste alguna vez?
–No, nunca.
–¿Tampoco en alguna agrupación que no fuera política?
–La verdad que no. A veces miro el mundo y advierto que todavía es un espacio que no inauguré, sigue siendo una selva negra para mí, pero eso no me aleja de nada porque me ocupo de otras cuestiones que sí pertenecen a lo humano. Tengo mi militancia en el interior del problema de la actuación, tengo mi militancia en el interior del pensamiento del teatro, del pensamiento de la expresión en el arte, soy en ese sentido un militante extremo de cuestiones profesionales, de lo que es la disciplina, de muchos otros asuntos que tiene que ver con mi elección con el arte.
–El programa dos veces por semana, ¿dejan de ser unitario para pasar a ser qué?
–No sé cómo es. ¿Se reuniría toda gente en traje y decidirá? ¿Ves? Ahí hay otra cosa más que no sé.<
“El puntero político es una figura que puede tener muchas caras y diferentes ocupaciones y actitudes, este que me toca hacer a mí es un hombre que sigue una ideología basada en la fe de llevar adelante un proyecto barrial”, define Julio Chávez, que en su proceso para convertirse en “El Gitano”, leyó a Armando Discépolo y a Sarmiento. “El primero que habla de un puntero en una obra de teatro es Discépolo, que en los años 20 escribió El chueco Pintos, y de alguna manera Quiroga, en Facundo, también lo es.”
El Puntero versión 2011 inicia hoy su campaña. Julio Chávez junto a Gabriela Toscano, Luis Luque y Rodrigo de la Serna encabezan el elenco. Con libro de Mario Segade (Verdad Consecuencia, Vulnerables y Resistiré), dirección de Daniel Barone (Para vestir Santos, Tratame Bien, Mujeres Asesinas), la nueva producción de Pol-ka se emitirá domingos y miércoles a las 23 hs, por El Trece.
–¿Por qué Perotti quiere ser intendente? ¿Qué lo moviliza?
–No va con ánimo de colgarse el cartelito de intendente sino que él cree que desde la intendencia podrá ejecutar con mucha más libertad aquellas cosas que su barrio necesita. De todas maneras es uno de esos seres que creen que entrando en la rosca va a poder resolver problemas que no podría solucionar estando afuera. Es uno de los tantos ciudadanos –creo que somos millones– de los que pensamos que cuando podamos vamos a hacer las cosas que creemos que hay que hacer, pero mientras tanto, intentamos ocupar un lugar que nos permita más o menos hacerlas. Es esto de despertarse con una constitución de valores en la cabeza y acostarse dándose cuenta que varios de esos valores no se pusieron en práctica, pero uno se dice “cuando pueda lo voy a hacer, mañana o en algún momento lo voy a hacer”.
–Mientras tanto ¿“El gitano” cómo se autoconvence de que está haciendo las cosas bien?
–Su conflicto aparece cuando advierte que en muchos momentos no es tan sencillo el camino que quiere transitar. Va pasando el tiempo y él no logra correrse, no logra entrar en una actividad 100% lícita, piensa: “Si no coimeo no sale el proyecto… Bueno, vamos a coimear.”
–¿Para él el fin justifica los medios?
–De alguna manera, sí, pero no porque es un puntero sino porque es un ciudadano. Me interesa ubicar al puntero dentro de algo muy reconocible en nosotros. El puntero no es un ser que se despierta a la mañana y su proyecto es ser corrupto. El puntero no solamente tiene una participación electoral, es una persona que está constantemente en contacto con los vecinos, es un nexo importante entre el barrio y la intendencia, es la persona que puede conseguir un remedio o solucionar el problema de un caño. Vive de las necesidades de los otros, pero en ese sentido, no vamos a señalar al puntero como un caso fuera de lo común, todos vivimos de las necesidades del otro.
–¿Qué ideología política tiene?
–Es un nombre formado en los ’70 y ’80 con una ideología determinada que el programa se ocupa de no enunciar, elección que creo realmente muy certera, porque no importa a qué partido pertenece. Quien cree que es peronista está equivocado porque el puntero es una figura sin color político, es un rol que ha atravesado la historia con diferentes ideologías, de hecho en un momento el puntero era una persona que iba cambiando, era una suerte de mercenario o de colaborador que podía participar de diferentes partidos.
–Graban en barrios precarios en Tigre, Castelar, Ciudadela, Ezeiza y Liniers. ¿Es la primera vez que trabajás en ese contexto?
–Es una experiencia nueva, nunca había entrado en una villa. No es tan fácil entrar, en realidad uno está muy respetuosamente pidiendo permiso y son lugares que tienen una disponibilidad muy generosa, pero hay que estar atentos, porque ellos pueden interpretar que somos husmeadores y no somos eso. Hay un equipo respetuoso y creamos un vínculo muy bueno con la gente que vive allí.
–Más allá de la situación laboral, ¿qué te provocó haber entrado por primera vez a una villa?
–Me siento en jaque. De golpe esta experiencia, por lo menos a mí que no soy una persona formada en el interior del pensamiento político, me deja bastante huérfano de capacidad de pensar.
–¿Cómo es eso?
–Porque decir ‘¡Qué terrible!’ ‘¡Qué horrible!’ ‘¡Qué feo!’ o ‘¡Uy, pobres!’, nada de eso es pensar. Entonces, siento una deuda que tiene que ver con que si en algún momento me interesara interiorizarme debería meterme en el pensamiento político, aprender a pensar, hoy por hoy es una deuda que siento grave porque no he elegido ese espacio para pensar, sino que elijo el espacio del arte. Pero cuando lo veo, reconozco que acá no alcanza con expresar ‘¡uh, esos chiquitos, qué terrible!’, porque esas son razones burguesas de ver la situación, a la manera del afiche de Benetton, eso no resuelve ningún problema, ni tampoco es pensar. Así que me siento agradecido porque esta experiencia, que para mí es absolutamente artística, me ha acercado ciertas preguntas que no son sólo artísticas sino también sociales.
–¿Cuáles son esas preguntas?
–¿Qué significa esto? ¿Qué significa el progreso? ¿Qué deseo yo para la raza humana? ¿Cómo se resuelve? Y para resolverlo ¿cuál entiendo yo que es el problema? Son muchas preguntas que me hago y llegado el caso de que quisiera empezar a pensar acerca de esas preguntas, debería empezar a ocuparme, debería empezar a alimentarme por esos lados.
–¿Cuál fue el alimento para componer a Pablo Aldo Perotti?
–En estos meses he leído bastante Historia argentina, leí Facundo y, verdaderamente, me sentí muy conmovido, porque el problema que plantea Sarmiento hoy sigue vigente, ¿Civilización o barbarie? ¿Y qué entendemos por civilización y qué entendemos por barbarie? Las dos situaciones no contienen en sí misma, aspectos positivos, ni negativos, entonces hoy me pregunto si ¿Facundo es pasado o Sarmiento nos vuelve a plantear un problema actual? Pero no es que todo esto me haya provocado un gran pensamiento, aunque sí inquietud.
–¿Militaste alguna vez?
–No, nunca.
–¿Tampoco en alguna agrupación que no fuera política?
–La verdad que no. A veces miro el mundo y advierto que todavía es un espacio que no inauguré, sigue siendo una selva negra para mí, pero eso no me aleja de nada porque me ocupo de otras cuestiones que sí pertenecen a lo humano. Tengo mi militancia en el interior del problema de la actuación, tengo mi militancia en el interior del pensamiento del teatro, del pensamiento de la expresión en el arte, soy en ese sentido un militante extremo de cuestiones profesionales, de lo que es la disciplina, de muchos otros asuntos que tiene que ver con mi elección con el arte.
–El programa dos veces por semana, ¿dejan de ser unitario para pasar a ser qué?
–No sé cómo es. ¿Se reuniría toda gente en traje y decidirá? ¿Ves? Ahí hay otra cosa más que no sé.<