El ex director de la comisión económica para América Latina y el Caribe de la CEPAL, Bernardo Kosacoff, destacó en una entrevista con Tiempo Argentino la solidez “de la microeconomía y la macroeconomía argentina”.
–¿Qué lectura hace de la situación actual de la economía Argentina?
–Hoy el contexto económico de la Argentina tiene dos pilares fundamentales y positivos: el primero, que el escenario internacional sigue siendo muy favorable; el segundo es una microeconomía y macroeconomía afianzadas. Estos factores combinados permiten pensar en un futuro sólido. Estas condiciones se dieron después de un notable período de generación de riqueza, aunque todavía quedan un conjunto de dilemas de la política económica y de nuevos desafíos que nos van a permitir la sustentabilidad de este proceso en el largo plazo.
–¿Cualés son esos desafíos?
–El primero es el de seguir trabajando en la inclusión social. Sabemos que venimos de 30 años anteriores al cambio económico que han generado un proceso de exclusión muy grande, del que todavía quedan algunas asignaturas pendientes como para poder revertirlas del todo en tan poco tiempo. El segundo aspecto es la necesidad de generar una dinámica de cambio estructural. La Argentina tiene que cambiar el patrón de especialización, generando más riqueza intensiva de conocimiento y calificación de recursos humanos, y obviamente esa mayor generación de riqueza distribuirla con pautas distintas de las que nos acostumbraron en el pasado. En este sentido, tenemos que tener como país una capacidad notable para avanzar en la generación de más valor. Eso significa aprovechar plenamente nuestros recursos naturales, pero también los insumos básicos, y sobre todo la capacidad para poner en marcha procesos productivos más complejos que nos van a permitir avanzar en tareas que no son de competitividad/precio. Esto no es tipo de cambio y bajos salarios, sino que es la de competitividad /no precio asociada por nuevas gestiones de calidad, por nuevos precios de inversión e innovación tecnológica.
–¿Cómo considera que se pueden atraer más inversiones?
–Claramente uno tiene la mitad del vaso lleno y la otra mitad vacía: la inversión pasó del 11% del producto a duplicarse, y en este sentido hubo inversión, si no en la Argentina no hubiera podido existir el crecimiento que hubo, aunque, es cierto, aún faltan las grandes inversiones, específicamente, lograr tres o cuatro puntos adicionales de inversión, orientadas a producir una dinámica de cambio estructural. En este sentido, la inversión es un fenómeno que necesita previsibilidad en el largo plazo y hoy vivimos todavía un proceso de transición. Ahí aparecen dos de los problemas que tenemos que resolver: el primero es la inflación, que pospone las decisiones de inversión, y el otro es la continuidad de la fuga de capitales. La Argentina ha tenido durante los últimos años una fuerte salida de capitales, y este es un fenómeno que debe requerir más atención: cómo podemos lograr internalizar ese ahorro hacia procesos de inversiones que permitan ampliar nuestra capacidad productiva, pero además de ampliarla, que nos sirva para cambiar el patrón de especialización, dando un giro hacia el conocimiento. <
–¿Qué lectura hace de la situación actual de la economía Argentina?
–Hoy el contexto económico de la Argentina tiene dos pilares fundamentales y positivos: el primero, que el escenario internacional sigue siendo muy favorable; el segundo es una microeconomía y macroeconomía afianzadas. Estos factores combinados permiten pensar en un futuro sólido. Estas condiciones se dieron después de un notable período de generación de riqueza, aunque todavía quedan un conjunto de dilemas de la política económica y de nuevos desafíos que nos van a permitir la sustentabilidad de este proceso en el largo plazo.
–¿Cualés son esos desafíos?
–El primero es el de seguir trabajando en la inclusión social. Sabemos que venimos de 30 años anteriores al cambio económico que han generado un proceso de exclusión muy grande, del que todavía quedan algunas asignaturas pendientes como para poder revertirlas del todo en tan poco tiempo. El segundo aspecto es la necesidad de generar una dinámica de cambio estructural. La Argentina tiene que cambiar el patrón de especialización, generando más riqueza intensiva de conocimiento y calificación de recursos humanos, y obviamente esa mayor generación de riqueza distribuirla con pautas distintas de las que nos acostumbraron en el pasado. En este sentido, tenemos que tener como país una capacidad notable para avanzar en la generación de más valor. Eso significa aprovechar plenamente nuestros recursos naturales, pero también los insumos básicos, y sobre todo la capacidad para poner en marcha procesos productivos más complejos que nos van a permitir avanzar en tareas que no son de competitividad/precio. Esto no es tipo de cambio y bajos salarios, sino que es la de competitividad /no precio asociada por nuevas gestiones de calidad, por nuevos precios de inversión e innovación tecnológica.
–¿Cómo considera que se pueden atraer más inversiones?
–Claramente uno tiene la mitad del vaso lleno y la otra mitad vacía: la inversión pasó del 11% del producto a duplicarse, y en este sentido hubo inversión, si no en la Argentina no hubiera podido existir el crecimiento que hubo, aunque, es cierto, aún faltan las grandes inversiones, específicamente, lograr tres o cuatro puntos adicionales de inversión, orientadas a producir una dinámica de cambio estructural. En este sentido, la inversión es un fenómeno que necesita previsibilidad en el largo plazo y hoy vivimos todavía un proceso de transición. Ahí aparecen dos de los problemas que tenemos que resolver: el primero es la inflación, que pospone las decisiones de inversión, y el otro es la continuidad de la fuga de capitales. La Argentina ha tenido durante los últimos años una fuerte salida de capitales, y este es un fenómeno que debe requerir más atención: cómo podemos lograr internalizar ese ahorro hacia procesos de inversiones que permitan ampliar nuestra capacidad productiva, pero además de ampliarla, que nos sirva para cambiar el patrón de especialización, dando un giro hacia el conocimiento. <