Continuamos con la lectura de los documentos desclasificados por la CIA hace pocas semanas. En este caso, los agentes analizan el recorrido de la joven democracia argentina en 1986 y sacan algunas conclusiones.
Autor: Alejandro Garvie
En el segundo caso, la CIA reconocía el poder de irradiación de la democracia argentina en los países vecinos como Chile y Paraguay que aún eran dictaduras.
“La Argentina ha hecho un considerable progreso hacia el desarrollo de la democracia desde que el Presidente Alfonsín asumió hace tres años”. Así abre el informe secreto ALA 86-10038 de agosto de 1986 que resume los primeros tres años de gobierno de la UCR. Para los agentes norteamericanos el afianzamiento de la democracia en el país traería estabilidad política interna y regional, en el primer caso, “reduciendo el impacto de los extremos políticos de izquierda y derecha, ambos antinorteamericanos”. El afianzamiento democrático proveería, además, una solución pacífica para el conflicto de Malvinas –obviamente Falklands en el original– mantendría al país enrolado en Occidente y evitaría soluciones “radicales” al problema de la deuda externa que no sólo aquejaban a la Argentina sino a todos los países, del Río Colorado hacia el sur. En el segundo caso, la CIA reconocía el poder de irradiación de la democracia argentina en los países vecinos como Chile y Paraguay que aún eran dictaduras.
El informe hace especial mención a la firme voluntad personal de Alfonsín para enjuiciar a los oficiales militares acusados de violar los derechos humanos durante el gobierno que le precediera, reformar las FF.AA. y los servicios de inteligencia, como así también de impulsar una reforma constitucional.
En general, resalta la percepción del surgimiento de un nuevo ethos caracterizado por el apego a las normas y a la regla democrática, alejando al país de su pasado conflictivo y radicalizado: “Los líderes del partido gobernante, el radicalismo, y en menor grado del peronismo muestran su voluntad de aceptar las reglas de juego democrático, el veredicto de las urnas, ser colaborativos y, en general, abandonar el obstruccionismo que imperó en la política argentina del pasado reciente”.
No obstante estos avances importantes, la CIA aún veía a algunas instituciones clave y grupos de interés débiles o demasiado imbuidos aún de un carácter autoritario y señalaba cuatro debilidades: 1) La falta de un sistema de partidos competitivo: “Los peronistas están desorganizados y los demás partidos son demasiado débiles o pequeños para competir de forma efectiva. A largo plazo, la UC podría convertirse en un partido hegemónico”. 2) Los militares: “A pesar de las reformas aplicadas por Alfonsín, esta institución aún se percibe como combatiente de la subversión y vigilante de los gobiernos civiles incompetentes, más que como protectora de amenazas externas”. 3) Las organizaciones del trabajo: “Los sindicatos han retenido sus prácticas confrontativas, negándose a negociar con el gobierno y resistiendo los intentos de Alfonsín por democratizar sus estructuras internas”. El congreso: “El Poder Legislativo está desorganizado y carece de prestigio en la sociedad, a la vez que está ensombrecido por el vigor del Poder Ejecutivo”. A pesar de estos factores preocupantes, el informe vaticina que Alfonsín –con un 50% de imagen positiva en las encuestas– seguiría progresando en sus objetivos y cumpliría su mandato, situación que no se daba en el país desde la primera presidencia de Juan D. Perón.
“Creemos que Alfonsín evitará las recomendaciones estrictas del FMI en cuanto a reducción del déficit y medidas de austeridad que amenazarían su poder político. Las habilidades políticas del presidente deberían permitirle afrontar con éxito los desafíos planteados por los militares, los sindicatos y los partidos de oposición”.
Luego de estas consideraciones auspiciosas, aunque no exentas de su Némesis, el informe advierte: “A pesar del gran esfuerzo que ha realizado Alfonsín con el objeto de introducir reglas democráticas, cambiar el carácter fundamental del sistema social y político del país es una tarea de largo aliento. La Argentina, en nuestra visión, deberá experimentar una década de democracia para que sus instituciones maduren. Creemos que muchos desarrollos en marcha –la reducción del poder militar, el surgimiento de un sector peronista reformista y los panes para una reforma constitucional– podrán dar sus frutos en ese período, asegurando la continuidad democrática… Sin embargo, no podemos descartar la posibilidad de que la frágil democracia argentina colapse bajo presión. Si la hiperinflación y la recesión severa retornasen, la popularidad del presidente podría caer, trayendo consigo la agitación sindical, el desorden social y aún, la violencia. El descontento militar surgido de los juicios por violación a los derechos humanos también podrían amenazar a Alfonsín”.
El informe también reseña dos aspectos muy recordados del gobierno radical: el Plan Austral y la creación del Consejo para la Consolidación de la Democracia. El primero –un programa de estabilización que sucedió al “esquema populista inicial”– “le permitió ganar a Alfonsín un amplio apoyo popular al estabilizar las variables económicas rápidamente… redujo la inflación del 25 al 3% y redujo el déficit debido al esquema de ‘ahorro forzoso’ por el cual individuos y empresas financiaron al gobierno”. Esto ocurrió en la segunda mitad de 1985. Sin embargo, “el paso del tiempo ha revelado que el Plan Austral era un plan de contingencia destinado a derrotar la hiperinflación y ganar estabilidad política, más que un plan de largo plazo para reformar la economía argentina. Creemos que Alfonsín está perdiendo su luna de miel política que le siguió a la implementación del plan, ‘dilapidando una oportunidad histórica’ –tal como lo ha definido la embajada norteamericana– de introducir reformas estructurales que podrían haber educido el rol del Estado en la economía y creando un clima más favorable para las inversiones.” Por último, el informe arriesga: “Alfonsín podría refinar el Plan Austral durante el año venidero, pero es improbable que aplique reformas estructurales. En cambio, la expectativa es que los logros del plan se diluyan y Argentina persista con sus dificultades de pago y emerja la tirantez con los acreedores financieros internacionales”.
Con respecto al Consejo, el informe lo define como un ámbito institucional creado por el gobierno en diciembre de 1985 para diseñar políticas de largo aliento que aseguren la regla democrática para el futuro. “El Consejo está dividido en seis comisiones que estudian temas tan diversos como la modernización de las instituciones políticas y el desarrollo regional. En nuestra visión, uno de los tópicos más importantes en la agenda del Consejo es la reforma constitucional; la embajada norteamericana ha reportado que se han creado cinco subcomisiones para estudiar este tema. La reforma en estudio incluye la elección directa de senadores federales, reducción del mandato presidencial de seis a cuatro años, ir hacia un sistema político más parlamentario y darle al Congreso la facultad de convocar a sesiones. El grupo también estudia las iniciativas del presidente expresadas en su discurso de abril pasado, denominado de la Segunda República, en donde sobresale el traslado de la Capital Federal a la ciudad de Viedma”.
El informe expresa que el Consejo era la expresión de la agenda más ambiciosa de Alfonsín para la democracia argentina, y que había puesto su prestigio y autoridad a su servicio, según informaba la embajada norteamericana, y las opiniones de la prensa coincidían que la población apoyaba estos cambios sustanciales de las instituciones políticas y refuerza esto con una serie de resultados de encuestas en los que sobresale la alta imagen del gobierno en ese momento y el apoyo irrestricto a la democracia como sistema.
Autor: Alejandro Garvie
En el segundo caso, la CIA reconocía el poder de irradiación de la democracia argentina en los países vecinos como Chile y Paraguay que aún eran dictaduras.
“La Argentina ha hecho un considerable progreso hacia el desarrollo de la democracia desde que el Presidente Alfonsín asumió hace tres años”. Así abre el informe secreto ALA 86-10038 de agosto de 1986 que resume los primeros tres años de gobierno de la UCR. Para los agentes norteamericanos el afianzamiento de la democracia en el país traería estabilidad política interna y regional, en el primer caso, “reduciendo el impacto de los extremos políticos de izquierda y derecha, ambos antinorteamericanos”. El afianzamiento democrático proveería, además, una solución pacífica para el conflicto de Malvinas –obviamente Falklands en el original– mantendría al país enrolado en Occidente y evitaría soluciones “radicales” al problema de la deuda externa que no sólo aquejaban a la Argentina sino a todos los países, del Río Colorado hacia el sur. En el segundo caso, la CIA reconocía el poder de irradiación de la democracia argentina en los países vecinos como Chile y Paraguay que aún eran dictaduras.
El informe hace especial mención a la firme voluntad personal de Alfonsín para enjuiciar a los oficiales militares acusados de violar los derechos humanos durante el gobierno que le precediera, reformar las FF.AA. y los servicios de inteligencia, como así también de impulsar una reforma constitucional.
En general, resalta la percepción del surgimiento de un nuevo ethos caracterizado por el apego a las normas y a la regla democrática, alejando al país de su pasado conflictivo y radicalizado: “Los líderes del partido gobernante, el radicalismo, y en menor grado del peronismo muestran su voluntad de aceptar las reglas de juego democrático, el veredicto de las urnas, ser colaborativos y, en general, abandonar el obstruccionismo que imperó en la política argentina del pasado reciente”.
No obstante estos avances importantes, la CIA aún veía a algunas instituciones clave y grupos de interés débiles o demasiado imbuidos aún de un carácter autoritario y señalaba cuatro debilidades: 1) La falta de un sistema de partidos competitivo: “Los peronistas están desorganizados y los demás partidos son demasiado débiles o pequeños para competir de forma efectiva. A largo plazo, la UC podría convertirse en un partido hegemónico”. 2) Los militares: “A pesar de las reformas aplicadas por Alfonsín, esta institución aún se percibe como combatiente de la subversión y vigilante de los gobiernos civiles incompetentes, más que como protectora de amenazas externas”. 3) Las organizaciones del trabajo: “Los sindicatos han retenido sus prácticas confrontativas, negándose a negociar con el gobierno y resistiendo los intentos de Alfonsín por democratizar sus estructuras internas”. El congreso: “El Poder Legislativo está desorganizado y carece de prestigio en la sociedad, a la vez que está ensombrecido por el vigor del Poder Ejecutivo”. A pesar de estos factores preocupantes, el informe vaticina que Alfonsín –con un 50% de imagen positiva en las encuestas– seguiría progresando en sus objetivos y cumpliría su mandato, situación que no se daba en el país desde la primera presidencia de Juan D. Perón.
“Creemos que Alfonsín evitará las recomendaciones estrictas del FMI en cuanto a reducción del déficit y medidas de austeridad que amenazarían su poder político. Las habilidades políticas del presidente deberían permitirle afrontar con éxito los desafíos planteados por los militares, los sindicatos y los partidos de oposición”.
Luego de estas consideraciones auspiciosas, aunque no exentas de su Némesis, el informe advierte: “A pesar del gran esfuerzo que ha realizado Alfonsín con el objeto de introducir reglas democráticas, cambiar el carácter fundamental del sistema social y político del país es una tarea de largo aliento. La Argentina, en nuestra visión, deberá experimentar una década de democracia para que sus instituciones maduren. Creemos que muchos desarrollos en marcha –la reducción del poder militar, el surgimiento de un sector peronista reformista y los panes para una reforma constitucional– podrán dar sus frutos en ese período, asegurando la continuidad democrática… Sin embargo, no podemos descartar la posibilidad de que la frágil democracia argentina colapse bajo presión. Si la hiperinflación y la recesión severa retornasen, la popularidad del presidente podría caer, trayendo consigo la agitación sindical, el desorden social y aún, la violencia. El descontento militar surgido de los juicios por violación a los derechos humanos también podrían amenazar a Alfonsín”.
El informe también reseña dos aspectos muy recordados del gobierno radical: el Plan Austral y la creación del Consejo para la Consolidación de la Democracia. El primero –un programa de estabilización que sucedió al “esquema populista inicial”– “le permitió ganar a Alfonsín un amplio apoyo popular al estabilizar las variables económicas rápidamente… redujo la inflación del 25 al 3% y redujo el déficit debido al esquema de ‘ahorro forzoso’ por el cual individuos y empresas financiaron al gobierno”. Esto ocurrió en la segunda mitad de 1985. Sin embargo, “el paso del tiempo ha revelado que el Plan Austral era un plan de contingencia destinado a derrotar la hiperinflación y ganar estabilidad política, más que un plan de largo plazo para reformar la economía argentina. Creemos que Alfonsín está perdiendo su luna de miel política que le siguió a la implementación del plan, ‘dilapidando una oportunidad histórica’ –tal como lo ha definido la embajada norteamericana– de introducir reformas estructurales que podrían haber educido el rol del Estado en la economía y creando un clima más favorable para las inversiones.” Por último, el informe arriesga: “Alfonsín podría refinar el Plan Austral durante el año venidero, pero es improbable que aplique reformas estructurales. En cambio, la expectativa es que los logros del plan se diluyan y Argentina persista con sus dificultades de pago y emerja la tirantez con los acreedores financieros internacionales”.
Con respecto al Consejo, el informe lo define como un ámbito institucional creado por el gobierno en diciembre de 1985 para diseñar políticas de largo aliento que aseguren la regla democrática para el futuro. “El Consejo está dividido en seis comisiones que estudian temas tan diversos como la modernización de las instituciones políticas y el desarrollo regional. En nuestra visión, uno de los tópicos más importantes en la agenda del Consejo es la reforma constitucional; la embajada norteamericana ha reportado que se han creado cinco subcomisiones para estudiar este tema. La reforma en estudio incluye la elección directa de senadores federales, reducción del mandato presidencial de seis a cuatro años, ir hacia un sistema político más parlamentario y darle al Congreso la facultad de convocar a sesiones. El grupo también estudia las iniciativas del presidente expresadas en su discurso de abril pasado, denominado de la Segunda República, en donde sobresale el traslado de la Capital Federal a la ciudad de Viedma”.
El informe expresa que el Consejo era la expresión de la agenda más ambiciosa de Alfonsín para la democracia argentina, y que había puesto su prestigio y autoridad a su servicio, según informaba la embajada norteamericana, y las opiniones de la prensa coincidían que la población apoyaba estos cambios sustanciales de las instituciones políticas y refuerza esto con una serie de resultados de encuestas en los que sobresale la alta imagen del gobierno en ese momento y el apoyo irrestricto a la democracia como sistema.