Cuando comenzó Tiempo Argentino se pensó en rendir homenaje a los “próceres” del periodismo argentino con una docena de enormes fotografías que decorarían la flamante redacción. Héctor Ricardo García fue uno de los “maestros” elegidos, en el que quizás haya sido uno de los más justos reconocimientos para el legendario fundador del diario Crónica. Porque “El Gallego” hoy puede ser elogiado por todo lo que hizo, pero lo más importante es que, a los 79 años, sigue siendo un laburante que se apasiona por una buena noticia como el primer día. Y eso no es poco.
Reacio a dar entrevistas, la excusa de esta charla “on the record” fue la publicación de La culpa la tuve yo, una suerte de autobiografía ampliada de su anterior libro Cien veces me quisieron matar. “Lo que pasa es que todavía tengo muchas cosas para decir”, se justifica García al explicar este nuevo repaso de su vida, en el que incluye datos inédicos sobre su histórico enfrentamiento con Clarín, la guerra que le hicieron desde Papel Prensa, el Operativo Cóndor y cómo lo golpearon los soldados ingleses en Malvinas, y el día que lo secuestró el ERP y tuvo que escapar de los militares por Santucho.
–¿Por qué te echás la culpa por todo lo que te pasó?
–El libro iba a llevar el nombre de lo que al final fue el subtítulo: Militares, ERP, López Rega y AFIP. A la AFIP la incluí por la causa que me inventaron hace siete años y en la que ahora terminé absuelto. Pero después le cambié el título porque quise explicar que me pasaron muchas cosas por no haber hecho nunca relaciones públicas, por no ser dócil con los militares, los gobiernos y el ERP. Es decir, la culpa la tuve yo porque siempre me cagué en todo y nunca me perdonaron que tuviera tanto éxito.
–Después de haber estado preso con los militares, ¿te sorprendió la detención de 2005 por el caso vinculado a la AFIP y al pago de impuestos?
–Fui el único periodista de la Argentina detenido por una causa así. Estuve ocho meses preso y la verdad es que no la pasé bien, a pesar de que me vinieron a visitar muchos políticos, amigos y gente del espectáculo. No sé por qué estuve detenido. Entre las mil versiones que circularon, una decía que fue un pedido de Clarín. No lo sé, pero si fue así sería la tercera vez que hicieron todo para perjudicarme.
–¿Cuáles fueron las anteriores?
–La pelea con Clarín es vieja. Empezó con el tema de Papel Prensa y siguió cuando Spadone (Carlos, ex dueño de La Razón) le vende el 75% de las acciones del diario a Héctor Magnetto para sacar 240 mil ejemplares gratis a la tarde. Vos estabas en el diario, así que te acordarás que eso nos mató porque en aquella época la 5ª y 6ª edición vendían muy bien. Y con La Razón gratis nos reventaron los vespertinos. Por eso, mi nuevo libro tiene un sentido: decirle a la gente cómo un diario puede matar a otro diario.
–Recién mencionaste Papel Prensa, ¿cómo hiciste para mantener Crónica en los kioscos cuando el papel, principal insumo de la prensa gráfica, era manejado por la competencia?
–Me acuerdo que a nosotros nos daban 2000 toneladas de papel por mes y, de repente, nos bajaron a 300. No nos alcanzaba para nada, teniendo en cuenta que en aquella época Crónica vendía un promedio de 500 mil ejemplares por día. Salimos a comprar Papel de Tucumán, pero el problema era que nos costaba un 50% más caro.
–¿Y el papel importado?
–Se traía de Chile y Brasil, pero no era como ahora que los precios son otros. En aquel momento era muchísimo más caro. Pero igual la cosa se complicó todavía más. Cuando los dueños de Clarín, La Nación y La Razón se dieron cuenta que igual sobrevivíamos, ordenaron que su empresa Papel Prensa nos cortara la cuenta corriente. Llegaban los camiones con las bobinas y antes de bajarlas nos exigían que les pagáramos al contado. Era muy difícil.
–¿Te sorprende que la justicia investigue hoy el caso Papel Prensa?
–Siempre hablé del tema, pero nadie me daba bola. Hace poco pasé por Crónica TV una nota que hice con el negro Hugo Guerrero Martinheitz hace varios años por Canal 9. Ahí explicaba y contaba todo lo que pasó. Mucho antes que los demás.
–¿Te presionaron para vender Crónica?
–Tuve ofertas. Uno de los que quería quedarse con el diario fue López Rega, después de haberme sacado Canal Once, que también era mío. López Rega clausuró Crónica durante un año, supuestamente por lo que habíamos hecho con el tema Malvinas (ver aparte).
–¿Alguna otra “oferta”?
–Tuve una de Clarín. Me vinieron a ver Pagliaro (Lucio Rafael) y Aranda (José Antonio) para pedirme que me asociara con ellos o que les vendiera una porción del diario. Pero les dije que no. Les dije que no a los militares, a López Rega y a Magnetto.
–¿Qué opinás sobre las críticas que hoy se dedican los medios?
–No, no quiero hablar de eso. No me gusta hacer periodismo de periodistas.
–Aunque muchos te hayan criticado por el estilo Crónica…
–Nunca me interesó lo que dijeran de mí. Cuando en el ’71, Roberto Galán casó a dos enanos en Canal Once se cansaron de putearme, pero hoy Marcelo (Tinelli) hace bailar a una enana y todos dicen que es una genialidad y lo repiten por todos los canales. No me afectaron las críticas, lo único importante fue que el famoso casamiento hizo 65 puntos de rating.
–Cuando eras el dueño de Crónica en tu oficina había una tapa enorme del diario español ABC. Hoy ese mismo cuadro te acompaña en el canal. ¿Por qué tanta fidelidad?
–Siempre me criticaron por los cadáveres que publicaba en Crónica. Decían que si exprimías el diario chorreaba sangre. Bueno, en un viaje que hice a Madrid me encontré con una tapa del ABC, que es un diario, muy católico, con una foto grande de dos militares muertos por la ETA. Me traje un ejemplar y mandé hacer un cuadro bien grande. Lo enmarqué y lo colgué detrás de mi escritorio. Para que no me jodan más.
–Bueno, pero esas críticas a Crónica siempre fueron un clásico.
–Con el tiempo todos terminaron haciendo lo que nos criticaban. El año pasado cuando se murió Khadafi, Clarín y La Nación, las revistas y los canales de televisión, se cansaron de mostrar en colores el cadáver. Y nadie dijo nada.
–Otro clásico fue vincularte al peronismo y a Boca.
–De Boca sí, pero no soy peronista.
–¿De dónde salió entonces el mito que lo eras?
–Empezó con la salida de la revista Así, 20 días después de la caída de Perón. En aquel momento toda la prensa era antiperonista, decían que Perón era un delincuente, un asesino, un criminal. Y yo decidí cambiar todo el enfoque sobre el tema y en el primer número de la revista publiqué una nota que la agencia internacional United Press le hizo en Paraguay. Mientras todos lo puteaban yo puse la nota y agotamos el primer número. El título era “Exclusivo: habla Perón desde Villa Rica”. Además, en enero de 1964 fui el primer periodista argentino que le hizo una nota a Perón en Madrid. A todo esto se sumó que en Crónica siempre publicamos todo lo que estaba vinculado al peronismo, a las huelgas de la CGT, a Ubaldini.
– Demasiados antecedentes para sostener que no sos peronista.
–Soy periodista.
–¿Cómo surgió la histórica tapa de la muerte de Perón, en la que sólo pusiste el título catástrofe “Murió”?
–No sé. Se me ocurrió como se me ocurren las placas de Crónica TV.
–Otro “producto García” que ya es un clásico.
–Con las placas rojas me terminé dando un gusto. Yo trabajé en el viejo Canal 7 y después manejé Canal Once y Teledos. En todos lados, los escenógrafos siempre me dijeron que el color rojo estaba prohibido en la televisión, porque era de mal gusto. Me decían que había que usar los tonos crema, azul, blanco. Pero yo siempre insistí con el rojo. Cuando hice Crónica TV me di el gusto.
–¿Quedó alguna cuenta pendiente con el periodismo?
–No, para nada. Fui el primero en armar un multimedios en la Argentina con el diario Crónica, Canal Once, las revistas Así y Así es Boca, radio Colonia y los teatros Astros y Estrellas. Hice de todo.
–¿No te agarra nostalgia por volver a sacar un diario?
–No, quiero estar tranquilo y tener tiempo para salir a comer con mis amigos. Además, hoy me divierte más la televisión. Ya está. En mi vida hice de todo y siempre con éxito. Crónica vendía un millón de ejemplares sólo en Capital y Gran Buenos Aires, porque no iba al interior del país. La revista Así vendía 500 mil ejemplares los martes, y otro tanto los jueves y los sábados; o sea, 1,5 millones por semana. A Colonia la agarre cuando era una radio de mierda y la puse primera. Canal Once no existía, estaba en quiebra y le ganaba hasta Canal 7, pero en cuatro meses lo puse primero. Con Teledos hice lo mismo. Nunca me fue mal porque mi idea siempre fue la misma, mi público siempre fue el mismo.
–“Firme junto al pueblo”, como el eslogan del diario.
–Claro, si todo el mundo leía Crónica. Los laburantes volvían del trabajo con el diario bajo el brazo. Gracias a Crónica recibí cartas de presidentes, gobernadores, senadores, gente de espectáculo, del deporte. Hace unos años el presidente de la AFA, Julio Grondona, me mandó una carta en la que me contaba que su mamá no podía irse a dormir si antes no leía la 6ª del diario. Ese fue siempre mi público.<
Una de piratas
Llamar piratas a los ingleses siempre fue una de las marcas registradas del diario Crónica. Y la reivindicación de la soberanía argentina en Malvinas, una de las declaradas obsesiones de su fundador Héctor Ricardo García. “El tema me apasionó desde el primer grado del colegio, cuando me enseñaron que eran nuestras y estaban usurpadas por los ingleses”, explica el periodista que en dos oportunidades viajó en forma clandestina a las islas.
Su primer acercamiento concreto con estos viajes fue en septiembre de 1964, cuando desde las páginas de Crónica le dio una amplia difusión a la aventura del piloto Miguel Fitzgerald, quien en un pequeño avión Cessna aterrizó en Malvinas para enarbolar una bandera argentina y entregar una proclama a los isleños.
Dos años más tarde, García sería convocado por Dardo Cabo para participar en lo que sería uno de sus mayores desafíos profesionales, el Operativo Cóndor. “Hasta que no estuve arriba del avión, no tenía la menor idea de cuál era su plan. Sólo sabía que tenía al alcance de la mano una buena noticia, y especulaba si podía tratarse del Che Guevara en la Argentina, el cadáver de Evita o el retorno de Perón. No sabía cuál era el tema, pero mi pasión por las noticias fue más fuerte y me sumé. En pleno vuelo, cuando la máquina ya había sido desviada y tomada por los 18 jóvenes integrantes del comando me enteré que el Operativo Cóndor había comenzado”, evoca el empresario periodístico.
“En Malvinas me tocó vivir –agrega– uno de los momentos más inciertos de mi vida periodística. Estaba paseando por las islas sacando fotos cuando fui parado por la policía y un soldado. Me invitaron a ir a la comisaría y a los pocos minutos, aparecieron dos hombres armados con ametralladoras. De repente, uno que se identificó como el jefe, se abalanzó sobre mí y me pegó una trompada que me dejó grogui. Yo le explicaba que era periodista, pero me sacaron todo lo que tenía en los bolsillos y me dejaron detenido en un calabozo mugriento.”
Finalmente, se reencontró con el comando de Dardo Cabo y después de algunos días abandonaron la isla a bordo de una vieja lancha carbonera. Al llegar al continente, la justicia condenó a los jóvenes a prisión por los delitos de tenencia de armas de guerra y privación ilegítima de la libertad.
La tercera parte de la historia personal de García con las Malvinas volvió a tener como protagonista a Fitzgerald. Dos años después del Operativo Cóndor, periodista y piloto viajaron juntos a Malvinas, en un vuelo que casi termina en tragedia. “Tuvimos que aterrizar en un camino muy peligroso porque las pistas estaban bloqueadas. Después de carretear unos 200 metros, a los saltos, el avión fue a parar a una zanja mientras un ala se incrustaba en la tierra. Tuvimos que salir por la puerta de emergencia”, explica.
El secuestro del ERP y la huida por Santucho
Durante la dictadura de Agustín Lanusse, se ordenó que los medios de comunicación no podían nombrar a Montoneros ni al Ejército Revolucionario del Pueblo. El acto de censura, similar al que Aramburu había dispuesto con Perón, impedía a una fracción del ERP difundir un comunicado en apoyo a la fórmula Cámpora-Solano Lima, que días antes había ganado las elecciones. “Fue entonces que planificaron mi secuestro –relata García en su libro– para exigirme su difusión en la portada de las tres ediciones del jueves 8 de marzo.”
A las 7:45 de aquel día, un grupo de jóvenes irrumpió en la casa del empresario periodístico para llevárselo como rehén y lograr que se publicara la solicitada. García convocó al director del diario y le dio instrucciones para que el extenso comunicado del ERP saliera en la tapa de la 5ª edición. Una vez cumplida la exigencia, los secuestradores le trajeron un ejemplar y le tomaron diez fotos en su lugar de cautiverio (una de las cuales ilustra este recuadro). Catorce horas después, García era liberado en el cruce de Panamericana y Thames, en San Isidro.
Pero esta no iba a ser su única historia vinculada con el ERP. En julio de 1976 se produjo la muerte de su líder Mario Roberto Santucho, una noticia que fue informada por Crónica con un gran despliegue de textos y fotografías. La cobertura del hecho, que naturalmente violaba todas las prohibiciones de aquellos años, derivó en las detenciones del director del matutino, Américo Barrios, y del vespertino, Ricardo Gangeme, en el allanamiento de la redacción y en la frenética búsqueda del dueño del diario, para volver a ponerlo entre rejas.
“Mi exilio duró veinte días. Después del forzado encierro, de no poder hacer ni recibir llamados telefónicos, una noche decidí arriesgarme y con una amiga aparecimos a las doce de la noche en Fechoría, cuya clientela conocía mi situación. Todos me miraron, sorprendidos. Esa noche quedé blanqueado y retomé mi vida normal”, recuerda García.
El aguante a la vieja Olivetti
El despacho de García en Crónica TV es una radiografía de su personalidad. Tiene diez televisores encendidos en todo momento y las paredes están cubiertas por decenas de cuadros y fotografías. En el medio hay una bandera argentina, como las que se usan en las escuelas, y apoyados sobre una mesita, están amontonados todos los premios Martín Fierro que ganó en los canales que dirigió. Pero, tal vez, el detalle que describe a esta leyenda del periodismo en su real dimensión sea la vieja máquina de escribir que tiene estratégicamente ubicada sobre un costado de su escritorio. Es la misma Olivetti que usaba en Crónica mientras el resto de la redacción ya tecleaba sobre computadoras. Es su joya personal. Es el símbolo que, quizás, mejor lo reivindique.
En vivo y en directo
García creó un estilo propio, lleno de expresiones y recursos que se convirtieron en verdaderos clásicos del periodismo. “Una de las cosas que inventé y tengo registrada –evoca– es la frase ‘en vivo y en directo’. Pero lo gracioso es que todo surgió a a partir de un error mío. Con Pinky hacíamos un programa de ocho horas en el viejo Canal 7 y un día armamos en exteriores un espectáculo con autos chocadores frente a la cancha de River. En medio de la transmisión se me ocurrió decir ‘en vivo y en directo’ y así quedó la famosa frase que ahora usan todos”.
El colmo – En casa de herrero, entrevista sin fotos
El único requisito para esta entrevista fue no hacer fotos, pedido sorprendente para un periodista, un fotógrafo, que explotó como pocos la fuerza de una imagen impactante.
–¿Por qué no querés fotos si estás como hace diez años?
–No quiero que me conozcan (se ríe).
-–Hacé memoria, ¿qué hubieras hecho si en Crónica te llevaba un reportaje, pero sin fotos del entrevistado?
–Te mataba. Pero igual, no me jodas más porque no quiero fotos.
La sorpresa – Mickey Mouse
García y el célebre personaje de Walt Disney tienen algo en común: nacieron un 18 de noviembre, de 1928 el dibujo animado y de 1932, el fundador de Crónica. Cuando descubrió la coincidencia, el periodista se convirtió en fanático del ratón y comenzó una colección de muñecos que ya supera los 2000. A manera de homenaje, le dedicó su nuevo libro.
Del día que hizo historia con una palabra a las placas rojas de Crónica TV
Héctor Ricardo García para todos los gustos: junto a una de las avionetas de Crónica, junto a sus amigos Palito Ortega y Leonardo Favio en Teleonce y en otro programa que conducía en el viejo Canal 7. El día de la muerte de Juan Domingo Perón, tituló el diario crónica con una sola palabra: Murió. Sin proponérselo, con esa tapa hizo historia. Como lo hace a diario con las desopilantes placas rojas de su canal de noticias.
El dato – Caballero
Héctor Ricardo García eligió cerrar el capítulo final de su libro con el editorial “Cien veces lo quisieron matar” de Roberto Caballero, publicado en Tiempo Argentino el 11 de febrero de 2011.
Una vida de éxitos y persecuciones
1950. Edita la revista Sucedió, su primer intento editorial. Sólo sacó cuatro números.
1954. Crea la revista Así esBoca.
1955. Edita la revista Así. En 1964 llegó a vender 1.500.000 ejemplares por semana.
1957. Lo detienen los militares durante once días. Jamás le informaron los motivos.
1963. Funda Crónica, único diario del país con tres ediciones diarias. En dos oportunidades superó el millón de ejemplares vendidos. El Caso Penjerek y un popular concurso de Pepsi Cola (García publicaba todas las respuestas sin nombrar la marca, para evitar juicios) fueron los dos temas que ayudaron a apuntalar su éxito.
1965. Compra Radio Colonia.
1966. Participa del Operativo Cóndor que, liderado por Dardo Cabo, concreta una ocupación simbólica de las Islas Malvinas.
1968. Realiza su segundo viaje a Malvinas, acompañado por el piloto Miguel Fitzgerald.
1970. Onganía clausura Así porque a su esposa no le gustaron las fotos de un accidente
1970. Onganía vuelve al ataque, pero contra Crónica. Clausura el diario por la información que se publica sobre el Cordobazo.
1970. Compra la licencia de Canal 11 (Teleonce) y arma el primer multimedios del país.
1972. Adquiere la sala del cine Astor para remodelarla y, un año después, reinaugurarla como el Teatro Astros.
1973. Es secuestrado por el ERP. Lo liberan tras acceder a publicar una solicitada en Crónica.
1974. López Rega clausura Crónica por un año, invocando “una campaña a favor de las Islas Malvinas”.
1974. López Rega interviene Canal 11.
1975. Inaugura el complejo teatral Estrellas. A finales de aquel año, quedó semidestruido por una bomba que colocaron para impedir el estreno de una obra de Nacha Guevara.
1976. Es detenido por los militares a raíz de una información difundida en Radio Colonia sobre el golpe militar contra Isabel Perón.
1978. Videla clausura Crónica por tres días, por publicar información sobre una supuesta apertura política del gobierno.
1979. Es presionado para vender Canal 11.
1979. Compra el diario El Atlántico, de Mar del Plata.
1987. Se hace cargo del Canal 2 de La Plata y lo convierte en Teledos. Un año después, estalla un conflicto judicial y se retira de la emisora.
1994. Funda Crónica TV, el primer canal de noticias en transmitir las 24 horas en vivo.
2005. Lo detienen ocho meses por una causa de evasión fiscal.
2005. Vende el diario Crónica al grupo Olmos.
2012. Después de siete años, es absuelto en la causa por evasión tributaria.
Reacio a dar entrevistas, la excusa de esta charla “on the record” fue la publicación de La culpa la tuve yo, una suerte de autobiografía ampliada de su anterior libro Cien veces me quisieron matar. “Lo que pasa es que todavía tengo muchas cosas para decir”, se justifica García al explicar este nuevo repaso de su vida, en el que incluye datos inédicos sobre su histórico enfrentamiento con Clarín, la guerra que le hicieron desde Papel Prensa, el Operativo Cóndor y cómo lo golpearon los soldados ingleses en Malvinas, y el día que lo secuestró el ERP y tuvo que escapar de los militares por Santucho.
–¿Por qué te echás la culpa por todo lo que te pasó?
–El libro iba a llevar el nombre de lo que al final fue el subtítulo: Militares, ERP, López Rega y AFIP. A la AFIP la incluí por la causa que me inventaron hace siete años y en la que ahora terminé absuelto. Pero después le cambié el título porque quise explicar que me pasaron muchas cosas por no haber hecho nunca relaciones públicas, por no ser dócil con los militares, los gobiernos y el ERP. Es decir, la culpa la tuve yo porque siempre me cagué en todo y nunca me perdonaron que tuviera tanto éxito.
–Después de haber estado preso con los militares, ¿te sorprendió la detención de 2005 por el caso vinculado a la AFIP y al pago de impuestos?
–Fui el único periodista de la Argentina detenido por una causa así. Estuve ocho meses preso y la verdad es que no la pasé bien, a pesar de que me vinieron a visitar muchos políticos, amigos y gente del espectáculo. No sé por qué estuve detenido. Entre las mil versiones que circularon, una decía que fue un pedido de Clarín. No lo sé, pero si fue así sería la tercera vez que hicieron todo para perjudicarme.
–¿Cuáles fueron las anteriores?
–La pelea con Clarín es vieja. Empezó con el tema de Papel Prensa y siguió cuando Spadone (Carlos, ex dueño de La Razón) le vende el 75% de las acciones del diario a Héctor Magnetto para sacar 240 mil ejemplares gratis a la tarde. Vos estabas en el diario, así que te acordarás que eso nos mató porque en aquella época la 5ª y 6ª edición vendían muy bien. Y con La Razón gratis nos reventaron los vespertinos. Por eso, mi nuevo libro tiene un sentido: decirle a la gente cómo un diario puede matar a otro diario.
–Recién mencionaste Papel Prensa, ¿cómo hiciste para mantener Crónica en los kioscos cuando el papel, principal insumo de la prensa gráfica, era manejado por la competencia?
–Me acuerdo que a nosotros nos daban 2000 toneladas de papel por mes y, de repente, nos bajaron a 300. No nos alcanzaba para nada, teniendo en cuenta que en aquella época Crónica vendía un promedio de 500 mil ejemplares por día. Salimos a comprar Papel de Tucumán, pero el problema era que nos costaba un 50% más caro.
–¿Y el papel importado?
–Se traía de Chile y Brasil, pero no era como ahora que los precios son otros. En aquel momento era muchísimo más caro. Pero igual la cosa se complicó todavía más. Cuando los dueños de Clarín, La Nación y La Razón se dieron cuenta que igual sobrevivíamos, ordenaron que su empresa Papel Prensa nos cortara la cuenta corriente. Llegaban los camiones con las bobinas y antes de bajarlas nos exigían que les pagáramos al contado. Era muy difícil.
–¿Te sorprende que la justicia investigue hoy el caso Papel Prensa?
–Siempre hablé del tema, pero nadie me daba bola. Hace poco pasé por Crónica TV una nota que hice con el negro Hugo Guerrero Martinheitz hace varios años por Canal 9. Ahí explicaba y contaba todo lo que pasó. Mucho antes que los demás.
–¿Te presionaron para vender Crónica?
–Tuve ofertas. Uno de los que quería quedarse con el diario fue López Rega, después de haberme sacado Canal Once, que también era mío. López Rega clausuró Crónica durante un año, supuestamente por lo que habíamos hecho con el tema Malvinas (ver aparte).
–¿Alguna otra “oferta”?
–Tuve una de Clarín. Me vinieron a ver Pagliaro (Lucio Rafael) y Aranda (José Antonio) para pedirme que me asociara con ellos o que les vendiera una porción del diario. Pero les dije que no. Les dije que no a los militares, a López Rega y a Magnetto.
–¿Qué opinás sobre las críticas que hoy se dedican los medios?
–No, no quiero hablar de eso. No me gusta hacer periodismo de periodistas.
–Aunque muchos te hayan criticado por el estilo Crónica…
–Nunca me interesó lo que dijeran de mí. Cuando en el ’71, Roberto Galán casó a dos enanos en Canal Once se cansaron de putearme, pero hoy Marcelo (Tinelli) hace bailar a una enana y todos dicen que es una genialidad y lo repiten por todos los canales. No me afectaron las críticas, lo único importante fue que el famoso casamiento hizo 65 puntos de rating.
–Cuando eras el dueño de Crónica en tu oficina había una tapa enorme del diario español ABC. Hoy ese mismo cuadro te acompaña en el canal. ¿Por qué tanta fidelidad?
–Siempre me criticaron por los cadáveres que publicaba en Crónica. Decían que si exprimías el diario chorreaba sangre. Bueno, en un viaje que hice a Madrid me encontré con una tapa del ABC, que es un diario, muy católico, con una foto grande de dos militares muertos por la ETA. Me traje un ejemplar y mandé hacer un cuadro bien grande. Lo enmarqué y lo colgué detrás de mi escritorio. Para que no me jodan más.
–Bueno, pero esas críticas a Crónica siempre fueron un clásico.
–Con el tiempo todos terminaron haciendo lo que nos criticaban. El año pasado cuando se murió Khadafi, Clarín y La Nación, las revistas y los canales de televisión, se cansaron de mostrar en colores el cadáver. Y nadie dijo nada.
–Otro clásico fue vincularte al peronismo y a Boca.
–De Boca sí, pero no soy peronista.
–¿De dónde salió entonces el mito que lo eras?
–Empezó con la salida de la revista Así, 20 días después de la caída de Perón. En aquel momento toda la prensa era antiperonista, decían que Perón era un delincuente, un asesino, un criminal. Y yo decidí cambiar todo el enfoque sobre el tema y en el primer número de la revista publiqué una nota que la agencia internacional United Press le hizo en Paraguay. Mientras todos lo puteaban yo puse la nota y agotamos el primer número. El título era “Exclusivo: habla Perón desde Villa Rica”. Además, en enero de 1964 fui el primer periodista argentino que le hizo una nota a Perón en Madrid. A todo esto se sumó que en Crónica siempre publicamos todo lo que estaba vinculado al peronismo, a las huelgas de la CGT, a Ubaldini.
– Demasiados antecedentes para sostener que no sos peronista.
–Soy periodista.
–¿Cómo surgió la histórica tapa de la muerte de Perón, en la que sólo pusiste el título catástrofe “Murió”?
–No sé. Se me ocurrió como se me ocurren las placas de Crónica TV.
–Otro “producto García” que ya es un clásico.
–Con las placas rojas me terminé dando un gusto. Yo trabajé en el viejo Canal 7 y después manejé Canal Once y Teledos. En todos lados, los escenógrafos siempre me dijeron que el color rojo estaba prohibido en la televisión, porque era de mal gusto. Me decían que había que usar los tonos crema, azul, blanco. Pero yo siempre insistí con el rojo. Cuando hice Crónica TV me di el gusto.
–¿Quedó alguna cuenta pendiente con el periodismo?
–No, para nada. Fui el primero en armar un multimedios en la Argentina con el diario Crónica, Canal Once, las revistas Así y Así es Boca, radio Colonia y los teatros Astros y Estrellas. Hice de todo.
–¿No te agarra nostalgia por volver a sacar un diario?
–No, quiero estar tranquilo y tener tiempo para salir a comer con mis amigos. Además, hoy me divierte más la televisión. Ya está. En mi vida hice de todo y siempre con éxito. Crónica vendía un millón de ejemplares sólo en Capital y Gran Buenos Aires, porque no iba al interior del país. La revista Así vendía 500 mil ejemplares los martes, y otro tanto los jueves y los sábados; o sea, 1,5 millones por semana. A Colonia la agarre cuando era una radio de mierda y la puse primera. Canal Once no existía, estaba en quiebra y le ganaba hasta Canal 7, pero en cuatro meses lo puse primero. Con Teledos hice lo mismo. Nunca me fue mal porque mi idea siempre fue la misma, mi público siempre fue el mismo.
–“Firme junto al pueblo”, como el eslogan del diario.
–Claro, si todo el mundo leía Crónica. Los laburantes volvían del trabajo con el diario bajo el brazo. Gracias a Crónica recibí cartas de presidentes, gobernadores, senadores, gente de espectáculo, del deporte. Hace unos años el presidente de la AFA, Julio Grondona, me mandó una carta en la que me contaba que su mamá no podía irse a dormir si antes no leía la 6ª del diario. Ese fue siempre mi público.<
Una de piratas
Llamar piratas a los ingleses siempre fue una de las marcas registradas del diario Crónica. Y la reivindicación de la soberanía argentina en Malvinas, una de las declaradas obsesiones de su fundador Héctor Ricardo García. “El tema me apasionó desde el primer grado del colegio, cuando me enseñaron que eran nuestras y estaban usurpadas por los ingleses”, explica el periodista que en dos oportunidades viajó en forma clandestina a las islas.
Su primer acercamiento concreto con estos viajes fue en septiembre de 1964, cuando desde las páginas de Crónica le dio una amplia difusión a la aventura del piloto Miguel Fitzgerald, quien en un pequeño avión Cessna aterrizó en Malvinas para enarbolar una bandera argentina y entregar una proclama a los isleños.
Dos años más tarde, García sería convocado por Dardo Cabo para participar en lo que sería uno de sus mayores desafíos profesionales, el Operativo Cóndor. “Hasta que no estuve arriba del avión, no tenía la menor idea de cuál era su plan. Sólo sabía que tenía al alcance de la mano una buena noticia, y especulaba si podía tratarse del Che Guevara en la Argentina, el cadáver de Evita o el retorno de Perón. No sabía cuál era el tema, pero mi pasión por las noticias fue más fuerte y me sumé. En pleno vuelo, cuando la máquina ya había sido desviada y tomada por los 18 jóvenes integrantes del comando me enteré que el Operativo Cóndor había comenzado”, evoca el empresario periodístico.
“En Malvinas me tocó vivir –agrega– uno de los momentos más inciertos de mi vida periodística. Estaba paseando por las islas sacando fotos cuando fui parado por la policía y un soldado. Me invitaron a ir a la comisaría y a los pocos minutos, aparecieron dos hombres armados con ametralladoras. De repente, uno que se identificó como el jefe, se abalanzó sobre mí y me pegó una trompada que me dejó grogui. Yo le explicaba que era periodista, pero me sacaron todo lo que tenía en los bolsillos y me dejaron detenido en un calabozo mugriento.”
Finalmente, se reencontró con el comando de Dardo Cabo y después de algunos días abandonaron la isla a bordo de una vieja lancha carbonera. Al llegar al continente, la justicia condenó a los jóvenes a prisión por los delitos de tenencia de armas de guerra y privación ilegítima de la libertad.
La tercera parte de la historia personal de García con las Malvinas volvió a tener como protagonista a Fitzgerald. Dos años después del Operativo Cóndor, periodista y piloto viajaron juntos a Malvinas, en un vuelo que casi termina en tragedia. “Tuvimos que aterrizar en un camino muy peligroso porque las pistas estaban bloqueadas. Después de carretear unos 200 metros, a los saltos, el avión fue a parar a una zanja mientras un ala se incrustaba en la tierra. Tuvimos que salir por la puerta de emergencia”, explica.
El secuestro del ERP y la huida por Santucho
Durante la dictadura de Agustín Lanusse, se ordenó que los medios de comunicación no podían nombrar a Montoneros ni al Ejército Revolucionario del Pueblo. El acto de censura, similar al que Aramburu había dispuesto con Perón, impedía a una fracción del ERP difundir un comunicado en apoyo a la fórmula Cámpora-Solano Lima, que días antes había ganado las elecciones. “Fue entonces que planificaron mi secuestro –relata García en su libro– para exigirme su difusión en la portada de las tres ediciones del jueves 8 de marzo.”
A las 7:45 de aquel día, un grupo de jóvenes irrumpió en la casa del empresario periodístico para llevárselo como rehén y lograr que se publicara la solicitada. García convocó al director del diario y le dio instrucciones para que el extenso comunicado del ERP saliera en la tapa de la 5ª edición. Una vez cumplida la exigencia, los secuestradores le trajeron un ejemplar y le tomaron diez fotos en su lugar de cautiverio (una de las cuales ilustra este recuadro). Catorce horas después, García era liberado en el cruce de Panamericana y Thames, en San Isidro.
Pero esta no iba a ser su única historia vinculada con el ERP. En julio de 1976 se produjo la muerte de su líder Mario Roberto Santucho, una noticia que fue informada por Crónica con un gran despliegue de textos y fotografías. La cobertura del hecho, que naturalmente violaba todas las prohibiciones de aquellos años, derivó en las detenciones del director del matutino, Américo Barrios, y del vespertino, Ricardo Gangeme, en el allanamiento de la redacción y en la frenética búsqueda del dueño del diario, para volver a ponerlo entre rejas.
“Mi exilio duró veinte días. Después del forzado encierro, de no poder hacer ni recibir llamados telefónicos, una noche decidí arriesgarme y con una amiga aparecimos a las doce de la noche en Fechoría, cuya clientela conocía mi situación. Todos me miraron, sorprendidos. Esa noche quedé blanqueado y retomé mi vida normal”, recuerda García.
El aguante a la vieja Olivetti
El despacho de García en Crónica TV es una radiografía de su personalidad. Tiene diez televisores encendidos en todo momento y las paredes están cubiertas por decenas de cuadros y fotografías. En el medio hay una bandera argentina, como las que se usan en las escuelas, y apoyados sobre una mesita, están amontonados todos los premios Martín Fierro que ganó en los canales que dirigió. Pero, tal vez, el detalle que describe a esta leyenda del periodismo en su real dimensión sea la vieja máquina de escribir que tiene estratégicamente ubicada sobre un costado de su escritorio. Es la misma Olivetti que usaba en Crónica mientras el resto de la redacción ya tecleaba sobre computadoras. Es su joya personal. Es el símbolo que, quizás, mejor lo reivindique.
En vivo y en directo
García creó un estilo propio, lleno de expresiones y recursos que se convirtieron en verdaderos clásicos del periodismo. “Una de las cosas que inventé y tengo registrada –evoca– es la frase ‘en vivo y en directo’. Pero lo gracioso es que todo surgió a a partir de un error mío. Con Pinky hacíamos un programa de ocho horas en el viejo Canal 7 y un día armamos en exteriores un espectáculo con autos chocadores frente a la cancha de River. En medio de la transmisión se me ocurrió decir ‘en vivo y en directo’ y así quedó la famosa frase que ahora usan todos”.
El colmo – En casa de herrero, entrevista sin fotos
El único requisito para esta entrevista fue no hacer fotos, pedido sorprendente para un periodista, un fotógrafo, que explotó como pocos la fuerza de una imagen impactante.
–¿Por qué no querés fotos si estás como hace diez años?
–No quiero que me conozcan (se ríe).
-–Hacé memoria, ¿qué hubieras hecho si en Crónica te llevaba un reportaje, pero sin fotos del entrevistado?
–Te mataba. Pero igual, no me jodas más porque no quiero fotos.
La sorpresa – Mickey Mouse
García y el célebre personaje de Walt Disney tienen algo en común: nacieron un 18 de noviembre, de 1928 el dibujo animado y de 1932, el fundador de Crónica. Cuando descubrió la coincidencia, el periodista se convirtió en fanático del ratón y comenzó una colección de muñecos que ya supera los 2000. A manera de homenaje, le dedicó su nuevo libro.
Del día que hizo historia con una palabra a las placas rojas de Crónica TV
Héctor Ricardo García para todos los gustos: junto a una de las avionetas de Crónica, junto a sus amigos Palito Ortega y Leonardo Favio en Teleonce y en otro programa que conducía en el viejo Canal 7. El día de la muerte de Juan Domingo Perón, tituló el diario crónica con una sola palabra: Murió. Sin proponérselo, con esa tapa hizo historia. Como lo hace a diario con las desopilantes placas rojas de su canal de noticias.
El dato – Caballero
Héctor Ricardo García eligió cerrar el capítulo final de su libro con el editorial “Cien veces lo quisieron matar” de Roberto Caballero, publicado en Tiempo Argentino el 11 de febrero de 2011.
Una vida de éxitos y persecuciones
1950. Edita la revista Sucedió, su primer intento editorial. Sólo sacó cuatro números.
1954. Crea la revista Así esBoca.
1955. Edita la revista Así. En 1964 llegó a vender 1.500.000 ejemplares por semana.
1957. Lo detienen los militares durante once días. Jamás le informaron los motivos.
1963. Funda Crónica, único diario del país con tres ediciones diarias. En dos oportunidades superó el millón de ejemplares vendidos. El Caso Penjerek y un popular concurso de Pepsi Cola (García publicaba todas las respuestas sin nombrar la marca, para evitar juicios) fueron los dos temas que ayudaron a apuntalar su éxito.
1965. Compra Radio Colonia.
1966. Participa del Operativo Cóndor que, liderado por Dardo Cabo, concreta una ocupación simbólica de las Islas Malvinas.
1968. Realiza su segundo viaje a Malvinas, acompañado por el piloto Miguel Fitzgerald.
1970. Onganía clausura Así porque a su esposa no le gustaron las fotos de un accidente
1970. Onganía vuelve al ataque, pero contra Crónica. Clausura el diario por la información que se publica sobre el Cordobazo.
1970. Compra la licencia de Canal 11 (Teleonce) y arma el primer multimedios del país.
1972. Adquiere la sala del cine Astor para remodelarla y, un año después, reinaugurarla como el Teatro Astros.
1973. Es secuestrado por el ERP. Lo liberan tras acceder a publicar una solicitada en Crónica.
1974. López Rega clausura Crónica por un año, invocando “una campaña a favor de las Islas Malvinas”.
1974. López Rega interviene Canal 11.
1975. Inaugura el complejo teatral Estrellas. A finales de aquel año, quedó semidestruido por una bomba que colocaron para impedir el estreno de una obra de Nacha Guevara.
1976. Es detenido por los militares a raíz de una información difundida en Radio Colonia sobre el golpe militar contra Isabel Perón.
1978. Videla clausura Crónica por tres días, por publicar información sobre una supuesta apertura política del gobierno.
1979. Es presionado para vender Canal 11.
1979. Compra el diario El Atlántico, de Mar del Plata.
1987. Se hace cargo del Canal 2 de La Plata y lo convierte en Teledos. Un año después, estalla un conflicto judicial y se retira de la emisora.
1994. Funda Crónica TV, el primer canal de noticias en transmitir las 24 horas en vivo.
2005. Lo detienen ocho meses por una causa de evasión fiscal.
2005. Vende el diario Crónica al grupo Olmos.
2012. Después de siete años, es absuelto en la causa por evasión tributaria.