Pablo Waisberg
Alfombras Meller, uno de los emblemas de la producción de tapices nacionales, cambió su razón social, mandó 80 telegramas de despidos y cerró sus puertas. Así lo decidió Sergio Meller, tercera generación de empresarios que cosechó amigos y ganó licitaciones públicas en los gobiernos de Carlos Menem y Fernando De la Rúa, durante los noventa, y de Mauricio Macri, en el último lustro.
Los trabajadores empezaron a notar maniobras desde el 2010. Fue el año en el que Meller S.A. logró la concesión de las fotomultas, que le llegó acompañada por un aumento en el cargo que le cobraba a la Ciudad de Buenos Aires. Pero lo que parecía una mejora para los negocios del grupo se convirtió en el inicio del problema de la fábrica de alfombras, que cambió su razón social y se convirtió en Alfombras del Sur S.A.
La nueva empresa no tiene página web y comparte la dirección de la planta y todos los teléfonos de contacto con Meller S.A. Y pese al conflicto denunciado ante el Ministerio de Trabajo, en los teléfonos del Departamento de Ventas seguían tomando pedidos hasta el viernes pasado, como si nada ocurriera.
Según la página web de Meller, ambas empresas funcionan en Carlos Pellegrini 3750, en Valentín Alsina, Lanús. Hasta allí marcharon el viernes los trabajadores despedidos porque después de comunicarles el cambio de firma comenzó un proceso en el que mencionan aspectos llamativos: pasaron de utilizar 115.000 a 35.000 kilos de hilado anual. A eso se sumaron las demoras en los pagos de haberes y luego los telegramas, que llegaron el 28 de febrero cuando la empresa adeudaba dos quincenas de enero y las vacaciones.
La matriz
“Ellos inventaron una crisis. Ganaron un juicio de 30 millones y después quisieron cobrar otros 400 millones de pesos-dólares (ver recuadro). A partir de ahí empezaron a deshacerse de las empresas. La última era esta, la casa matriz”, asegura Félix Medina, que trabajó 14 años en la empresa y se sorprendió cuando se hizo el cambio de marca y Orlando Mario Bianchi quedó al frente de la nueva firma.
Según los cálculos que hicieron en estos días sin cobrar el sueldo y con los telegramas de despido en la mano, la masa salarial era de unos $500.000 mensuales, pero la empresa “venía teniendo ventas por un millón y medio de pesos y eso le alcanzaba sin problemas para sostenerse”.
“Pero ahora, de pronto aparece que Meller S.A. no tiene bie-nes”, dice Medina, uno de los dos obreros que están explicando la situación. El otro es José Gaundri, un oficial maquinista de la sección Hilandería, que hasta diciembre pasado cobraba unos 4.000 pesos por mes y tenía uno de los salarios “más o menos buenos” de la planta.
Otra de las cosas que sorprendió a los trabajadores es que la planta de Valentín Alsina vendía con “doble facturación”, una por Meller y otra por Alfombras del Sur, según detalla Gaundri, quien hasta el cambio de nombre de la firma hacía turnos de 12 horas y a la semana del cambio empezaron los rumores de despidos.
Hijo de Jaime
El grupo fue fundado en 1923 por Moisés Meller. Sus dos hijos, Jaime y Máximo, y también sus nietos continuaron el negocio familiar. La empresa se expandió en varios frentes pero la mayoría de la gente la conoce por sus alfombras. Sin embargo, el Grupo Meller se desarrolló en distintos rubros y cosechó relaciones con los distintos gobiernos, democráticos o de facto. “Los compañeros más viejos recuerdan cuando aquí venían los militares o María Julia de visita”, dice Medina.
Sergio Meller es hijo de Jaime y participó del negocio familiar de venderle ropa a las fuerzas de seguridad, aun cuando se habían dividido las empresas. Según la contratación denunciada por Página 12 a fines de 1992, la licitación para hacer camisas a la Policía Federal la habían ganado aun cuando cada una de ellas costaba más caro que comprarlas en cualquier casa de renombre de Buenos Aires.
En su carrera expansiva, el Grupo Meller también se asoció con Sociedad Comercial del Plata, donde conocieron a Santiago Soldati, que con el tiempo se convirtió en una figura clave para destrabar la construcción de la mina de oro y plata de Pascua Lama, que conecta San Juan y la Tercera Región de Chile. Esa sociedad le permitió participar de Aguas Argentinas, Aguas del Illimani de Bolivia, Aguas Provinciales de Santa Fe y Aguas Cordobesas. También hicieron negocios conjuntos en Transcogas Inversora y Discogas Inversora.
El “negocio” de la privatización de Obras Sanitarias estuvo ligado a la desregulación posterior: el contrato de concesión decía que recibirían los bienes del Estado pero que no podían aumentar las tarifas y que la ganancia llegaría por optimización y extensión de la red. Pero nada de eso ocurrió y la secretaria de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable, María Julia Alsogaray, garantizó la flexibilización de la norma: la tarifa se duplicó y dolarizó.
Varios años después de aquellos negocios con el Estado, Sergio Meller está buscando una salida para el grupo que empezó a construir su abuelo. Pero este camino no está ligado a fundaciones sino a telegramas y sociedades anónimas de reemplazo. “El otro día, un compañero consiguió su teléfono y lo llamó. Sergio lo terminó puteando y le dijo: ‘Si querés plata andá a hacer juicio’. El padre de Sergio se debe estar revolcando en la tumba” cree Medina.
Un caso de la mayoría automática
El reclamo judicial del grupo que encabeza Sergio Meller por la impresión de las guías telefónica a través de su empresa Páginas Doradas se convirtió en la bala de plata de la “mayoría automática” de la Corte Suprema de Justicia, que encabezó Julio Nazareno y que incluyó a Adolfo Vázquez, Eduardo Moliné O’Connor, Guillermo López y Antonio Boggiano.
Aquel planteo, que tuvo el aval de la Corte Suprema en 2002, habilitó al grupo a cobrar una indemnización por la publicidad de las guías telefónicas que pasó de los casi $29 millones concedidos en un trámite veloz a casi $400 millones. Esa multiplicación implicaba obviar las posiciones del Estado y la renuncia expresa a cualquier reclamo que había realizado antes el grupo empresario. En esa trama no sólo estaban implicados los entonces funcionarios María Julia Alsogaray y Rodolfo Barra y el abogado Juan Carlos Cassagne.
Pero poco después, el presidente Néstor Kirchner firmó un decreto que anulaba el pago, que había sido trabado por un pedido de la Oficina Anticorrupción. Más tarde llegó el juicio político para los magistrados de la Corte, y la causa Meller fue el emblema de la caída del grupo de magistrados que respondió a los intereses del menemismo.
Salvo Moliné O’Connor, enjuiciado y destituido, los otros jueces renunciaron. Pero al llamado “cerebro de la mayoría automática”, el Senado lo encontró culpable en dos de los nueve cargos por los que se lo acusaba. Eran los referidos a la causa Meller y 45 legisladores votaron su destitución, más de los dos tercios presentes en el recinto.
LAS CIFRAS
115.000 kilos de hilado de producción anual
80 despedidos
$1.500.000 de facturación mensual
$4.000 mensuales de salario de bolsillo de un operario maquinista
Alfombras Meller, uno de los emblemas de la producción de tapices nacionales, cambió su razón social, mandó 80 telegramas de despidos y cerró sus puertas. Así lo decidió Sergio Meller, tercera generación de empresarios que cosechó amigos y ganó licitaciones públicas en los gobiernos de Carlos Menem y Fernando De la Rúa, durante los noventa, y de Mauricio Macri, en el último lustro.
Los trabajadores empezaron a notar maniobras desde el 2010. Fue el año en el que Meller S.A. logró la concesión de las fotomultas, que le llegó acompañada por un aumento en el cargo que le cobraba a la Ciudad de Buenos Aires. Pero lo que parecía una mejora para los negocios del grupo se convirtió en el inicio del problema de la fábrica de alfombras, que cambió su razón social y se convirtió en Alfombras del Sur S.A.
La nueva empresa no tiene página web y comparte la dirección de la planta y todos los teléfonos de contacto con Meller S.A. Y pese al conflicto denunciado ante el Ministerio de Trabajo, en los teléfonos del Departamento de Ventas seguían tomando pedidos hasta el viernes pasado, como si nada ocurriera.
Según la página web de Meller, ambas empresas funcionan en Carlos Pellegrini 3750, en Valentín Alsina, Lanús. Hasta allí marcharon el viernes los trabajadores despedidos porque después de comunicarles el cambio de firma comenzó un proceso en el que mencionan aspectos llamativos: pasaron de utilizar 115.000 a 35.000 kilos de hilado anual. A eso se sumaron las demoras en los pagos de haberes y luego los telegramas, que llegaron el 28 de febrero cuando la empresa adeudaba dos quincenas de enero y las vacaciones.
La matriz
“Ellos inventaron una crisis. Ganaron un juicio de 30 millones y después quisieron cobrar otros 400 millones de pesos-dólares (ver recuadro). A partir de ahí empezaron a deshacerse de las empresas. La última era esta, la casa matriz”, asegura Félix Medina, que trabajó 14 años en la empresa y se sorprendió cuando se hizo el cambio de marca y Orlando Mario Bianchi quedó al frente de la nueva firma.
Según los cálculos que hicieron en estos días sin cobrar el sueldo y con los telegramas de despido en la mano, la masa salarial era de unos $500.000 mensuales, pero la empresa “venía teniendo ventas por un millón y medio de pesos y eso le alcanzaba sin problemas para sostenerse”.
“Pero ahora, de pronto aparece que Meller S.A. no tiene bie-nes”, dice Medina, uno de los dos obreros que están explicando la situación. El otro es José Gaundri, un oficial maquinista de la sección Hilandería, que hasta diciembre pasado cobraba unos 4.000 pesos por mes y tenía uno de los salarios “más o menos buenos” de la planta.
Otra de las cosas que sorprendió a los trabajadores es que la planta de Valentín Alsina vendía con “doble facturación”, una por Meller y otra por Alfombras del Sur, según detalla Gaundri, quien hasta el cambio de nombre de la firma hacía turnos de 12 horas y a la semana del cambio empezaron los rumores de despidos.
Hijo de Jaime
El grupo fue fundado en 1923 por Moisés Meller. Sus dos hijos, Jaime y Máximo, y también sus nietos continuaron el negocio familiar. La empresa se expandió en varios frentes pero la mayoría de la gente la conoce por sus alfombras. Sin embargo, el Grupo Meller se desarrolló en distintos rubros y cosechó relaciones con los distintos gobiernos, democráticos o de facto. “Los compañeros más viejos recuerdan cuando aquí venían los militares o María Julia de visita”, dice Medina.
Sergio Meller es hijo de Jaime y participó del negocio familiar de venderle ropa a las fuerzas de seguridad, aun cuando se habían dividido las empresas. Según la contratación denunciada por Página 12 a fines de 1992, la licitación para hacer camisas a la Policía Federal la habían ganado aun cuando cada una de ellas costaba más caro que comprarlas en cualquier casa de renombre de Buenos Aires.
En su carrera expansiva, el Grupo Meller también se asoció con Sociedad Comercial del Plata, donde conocieron a Santiago Soldati, que con el tiempo se convirtió en una figura clave para destrabar la construcción de la mina de oro y plata de Pascua Lama, que conecta San Juan y la Tercera Región de Chile. Esa sociedad le permitió participar de Aguas Argentinas, Aguas del Illimani de Bolivia, Aguas Provinciales de Santa Fe y Aguas Cordobesas. También hicieron negocios conjuntos en Transcogas Inversora y Discogas Inversora.
El “negocio” de la privatización de Obras Sanitarias estuvo ligado a la desregulación posterior: el contrato de concesión decía que recibirían los bienes del Estado pero que no podían aumentar las tarifas y que la ganancia llegaría por optimización y extensión de la red. Pero nada de eso ocurrió y la secretaria de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable, María Julia Alsogaray, garantizó la flexibilización de la norma: la tarifa se duplicó y dolarizó.
Varios años después de aquellos negocios con el Estado, Sergio Meller está buscando una salida para el grupo que empezó a construir su abuelo. Pero este camino no está ligado a fundaciones sino a telegramas y sociedades anónimas de reemplazo. “El otro día, un compañero consiguió su teléfono y lo llamó. Sergio lo terminó puteando y le dijo: ‘Si querés plata andá a hacer juicio’. El padre de Sergio se debe estar revolcando en la tumba” cree Medina.
Un caso de la mayoría automática
El reclamo judicial del grupo que encabeza Sergio Meller por la impresión de las guías telefónica a través de su empresa Páginas Doradas se convirtió en la bala de plata de la “mayoría automática” de la Corte Suprema de Justicia, que encabezó Julio Nazareno y que incluyó a Adolfo Vázquez, Eduardo Moliné O’Connor, Guillermo López y Antonio Boggiano.
Aquel planteo, que tuvo el aval de la Corte Suprema en 2002, habilitó al grupo a cobrar una indemnización por la publicidad de las guías telefónicas que pasó de los casi $29 millones concedidos en un trámite veloz a casi $400 millones. Esa multiplicación implicaba obviar las posiciones del Estado y la renuncia expresa a cualquier reclamo que había realizado antes el grupo empresario. En esa trama no sólo estaban implicados los entonces funcionarios María Julia Alsogaray y Rodolfo Barra y el abogado Juan Carlos Cassagne.
Pero poco después, el presidente Néstor Kirchner firmó un decreto que anulaba el pago, que había sido trabado por un pedido de la Oficina Anticorrupción. Más tarde llegó el juicio político para los magistrados de la Corte, y la causa Meller fue el emblema de la caída del grupo de magistrados que respondió a los intereses del menemismo.
Salvo Moliné O’Connor, enjuiciado y destituido, los otros jueces renunciaron. Pero al llamado “cerebro de la mayoría automática”, el Senado lo encontró culpable en dos de los nueve cargos por los que se lo acusaba. Eran los referidos a la causa Meller y 45 legisladores votaron su destitución, más de los dos tercios presentes en el recinto.
LAS CIFRAS
115.000 kilos de hilado de producción anual
80 despedidos
$1.500.000 de facturación mensual
$4.000 mensuales de salario de bolsillo de un operario maquinista