La exclusión duele más en Navidad

Si usted es una persona con dificultades visuales, navegue el sitio desde aquí
Sábado 22 de diciembre de 2012 | Publicado en edición impresa
Por Eduardo Fidanza | Para LA NACION
He escuchado a muchas personas -tal vez demasiadas- decir en estos días: «Uf, cuándo pasarán las Fiestas». La gente que expresa esta urgencia no desdeña las costumbres, pero se siente agobiada ante la dificultad de responder adecuadamente a una celebración social que enfatiza el amor y la paz. Quizá pocas fechas provoquen en los individuos sentimientos tan contradictorios como la Navidad. Y acaso la fuerza de esa contradicción provenga del modo en que el capitalismo de consumo y cierta religiosidad banal configuraron el 24 de diciembre.
Sin negar la alegría que pueda experimentarse, pareciera que el ícono de la familia sonriente reunida en torno a una mesa, con el arbolito cargado de regalos y el pesebre, cada día se compadece menos con las tensiones familiares, las desigualdades sociales, las diversas opciones de la sexualidad, la pérdida o inexistencia de la fe religiosa. Sin embargo, la presión del hecho social termina imponiéndose: el brindis y el intercambio de regalos, la amable foto de parientes, los fogonazos de la pirotecnia encuentran a la gente reunida más allá de su voluntad e intenciones. En esa escena algunos sienten gozo, otros padecen las incomodidades de la obligada impostura.
En cierta forma, la Navidad patentiza un problema cada vez más arduo: el del lugar y los vínculos. Resolver dónde y con quiénes pasaremos la fecha nos obliga a examinar nuestras coordenadas sociales y familiares, el estado civil, la calidad de la relación con los demás, el domicilio donde vivimos, las creencias que profesamos, cuánto nos acercamos o nos alejamos del ideal convencional de familia y del estatus socioeconómico que nos inculcó la educación. La Navidad moderna es la celebración de un nacimiento pobre, a la que no se puede ingresar sin tarjeta de crédito y aguinaldo. Es también la confrontación con una noción de familia ya desmentida por el censo. La cuestión del lugar y los lazos es omnipresente a estas horas. Detrás de las preguntas «¿Dónde lo pasarás?», «¿Con quién?», se tejen infinidad de historias y tensiones que es inevitable atravesar.
La cara oculta de la Navidad, la del desencanto y la secreta desesperación, la del deseo de que pase cuanto antes, la del encuentro forzado, obliga a pensar. ¿Será posible que un lugar por excelencia, histórico y cargado de sentido como la Navidad se esté convirtiendo en un «no lugar»? El antropólogo francés Marc Augé hizo célebre esta expresión, contraponiendo los sitios relacionales e históricos que proveen identidad con aquellos espacios anónimos de tránsito y contacto momentáneo, puntos de intersección de los flujos masivos de individuos que consumen bienes y se trasladan en el espacio. Aeropuertos, estaciones ferroviarias, hoteles, supermercados representan los «no lugares» emblemáticos de Augé. No somos allí únicamente personajes extraños en contacto involuntario con los demás. Estamos solos.
Se dirá, tal vez con razón, que comparar la Navidad con un «no lugar» es exagerado. Puede ser, pero no deja de representar una vía fructífera para pensar. Porque el anonimato y el extrañamiento ante las Fiestas tiene otra faceta, que excede las tribulaciones de la clase media: la desigualdad social, la inequidad distributiva, la explotación. Los saqueos en Bariloche y otras ciudades, más allá de si fueron organizados o no, muestran a los marginados reclamando un lugar del que la economía y la estigmatización social los despoja. Se ha dicho, con superficialidad, que no se tomaron alimentos, sino electrodomésticos, sin reparar en que la exclusión no sólo es de comida, sino de consideración social. Y en Navidad duele más.
¿Puede acortarse la distancia entre la Navidad banalizada y comercial y la Navidad histórica, sustantiva? ¿Es posible aliviar las tensiones, disminuir las diferencias emocionales y sociales? Humanizar las Fiestas será un efecto de humanizar la sociedad. Tarea colosal, que se nos escapa. Mientras tanto, cualquier mediación puede ayudar. Los que trabajan por la justicia social, los que son abiertos a las nuevas costumbres, los que no juzgan ni discriminan, los que perdonan, los que se alegran porque los niños disfrutan, los que sienten nostalgia por ese paraíso perdido que es la Navidad acaso la reconfiguren y humanicen.
Después de todo, Jesús nació en un «no lugar». Y quizá la asignatura pendiente de las religiones históricas, en las que nos educamos, consista en convertir aquel pesebre pobre y oculto en un lugar de encuentro e identidad.
© LA NACION.
últimas notas de Navidad
Guías con los descuentos para las compras de Navidad
El detalle de las promociones banco por banco; las rebajas dependiendo la tarjeta y la entidad llegan al 45%
Una Navidad austera en el Vaticano
Este año la Santa Sede se ajusta el cinturón y gasta una «pequeña» cifra en el tradicional pesebre; años anteriores llegaron a gastarse más de US$ 700.000
Boom por los descuentos navideños
Tiempo de compras
En las vísperas de las fiestas, una visita obligada al shopping con la lista en mano y sin desesperar en el intento
Ideas para agasajar
Un recorrido por siete propuestas de los que más saben de decoración. La mesa está vestida
NOTAS MÁS LEÍDAS
REDES SOCIALES
TEMAS DE HOY SaqueosEl cepo cambiarioMasacre en ConnecticutLa Rural
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales. Aquel usuario que incluya en sus mensajes algun comentario violatorio del reglamento sera eliminado e inhabilitado para volver a comentar.Enviar un comentario implica la aceptacion del Reglamento
Comentarios DestacadosComentarios recientes
0 comentarios Recientes y 0 respuestas
Copyright 2012 SA LA NACION | Todos los derechos reservados. Miembro de GDA. Grupo de Diarios América

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

Ver todas las entradas de Nicolás Tereschuk (Escriba) →

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *