La extensión del mandato presidencial, eje del debate

Massa y Cobos prefieren un período más largo, pero sin reelección; Duhalde defiende el acortamiento a cuatro años; críticas de De la Rúa
Aún hoy, después de 20 años, no hay acuerdo para uno de los temas que más polémica despertó de la reforma constitucional de 1994: la reelección por un solo período y reducción del mandato presidencial de seis a cuatro años.
Convocados por LA NACION, dos ex presidentes de la Nación, Eduardo Duhalde y Fernando de la Rúa; los precandidatos a suceder a Cristina Kirchner: Sergio Massa y Julio Cobos, y los abogados constitucionalistas Daniel Sabsay y Gregorio Badeni aportaron distintas visiones sobre el pasado y futuro.
El vilipendiado Pacto de Olivos, que partió de un entendimiento entre el presidente Carlos Menem y el líder radical Raúl Alfonsín, fue el soporte para avanzar con la reforma en la que trabajaron durante tres meses 329 convencionales constituyentes, que se instalaron en Santa Fe y Paraná. Pero en el ideario del peronismo de la época, sólo una idea tenía fuerza de precepto: la reelección presidencial.
Después de 20 años, ¿es el mandato de cuatro años con reelección la mejor opción? ¿Fue una decisión correcta? ¿Habría que cambiar la norma?
«Con la mirada puesta en el presente, considero que la opción de seis años y a la casa es la mejor», dijo Massa. «El desgaste del poder sucede. La continuidad le impide a quien gobierna mantener el ancla en la realidad y la cotidianeidad. Mucho tiempo en el poder distorsiona», argumentó el diputado y líder del Frente Renovador, espacio que promovió la iniciativa que busca ponerle un freno a la reelección indefinida de los intendentes en Buenos Aires.
El ex vicepresidente Cobos también se manifestó contra el actual mandato. «Fue un error el cambio; incluso cinco años sería mejor. Un solo mandato te obliga a concentrarte en la gestión y no en una próxima elección», sostuvo el ex gobernador mendocino.
Cobos, precandidato a presidente por UNEN, usó como ejemplo a dos provincias. «Mendoza y Santa Fe fueron las únicas provincias que nunca modificaron sus sistemas; son ejemplos a seguir. Igualmente no es tiempo de dar este debate. Lo que haré es gobernar sólo un período.»
Eran tiempos de enorme tensión política en los que la obsesión de uno se transformó en el botín de guerra para el otro. El acuerdo entre Menem y Alfonsín dio vía libre al riojano en su sueño reeleccionista. Pero no fue toda ganancia para Menem. Alfonsín impuso la designación de un jefe de Gabinete y un tercer senador por la minoría -pensado como un equilibrio de poder que terminó potenciando la hegemonía del PJ-, entre otras propuestas.
Los ex presidentes
Eduardo Duhalde no tiene dudas. «Estoy convencido de que cuatro años con una reelección es el mejor sistema», expresó el ex mandatario, que gobernó el país entre 2002 y 2003.
El elogio al cambio en el tiempo del período contrasta con las falencias que, a gusto de Duhalde, dejó el cambio de la Constitución.
«Fracasó en un aspecto central: limitar el hiperpresidencialismo; y la figura del jefe de Gabinete no sirvió para nada. No necesitamos más presidentes fuertes, sino democracias fuertes. Tenemos que lograr que el próximo no logre ser autoritario», dijo el ex gobernador bonaerense.
Fernando de la Rúa fue uno de los pocos radicales que objetaron el acuerdo entre Menem y Alfonsín. «Estuve en contra del Pacto y de la reforma cuyo motivo era la reelección de Menem. Esto sólo trajo complicaciones políticas», recordó De la Rúa, que sucedió a Menem junto a Carlos Chacho Álvarez en 1999.
«El período de cuatro años con reelección fue la forma de hacer reelegible a Menem esa vez; y quiso intentar la tercera. Si hay reelección está bien cuatro años. Seis años con reelección, como en 1949 para eternizar a Perón, era demasiado. El saldo no es positivo. Pero ahora hay que cumplirla», explicó el ex dirigente radical, quien renunció su cargo tras dos años de mandato en medio de numerosas protestas sociales.
Tanto Badeni, como Sabsay, analizaron la aplicación de la norma.
«Desde 1995 el sistema funcionó sin reparos con Menem, Kirchner y Fernández. Una visión pragmática disipó los temores sobre la presunta imposibilidad de culminar un mandato de seis años. Quedó demostrado que el cumplimiento de la Constitución requiere de una voluntad dispuesta a acatarla. Si se extendiera a otras áreas tendríamos instituciones sólidas», manifestó Badeni.
Sabsay, en tanto, alertó sobre los intentos que hubo para modificar la norma. «El matrimonio Kirchner descubrió que la sucesión entre esposos sería el mejor vehículo para asegurarse la reelección indefinida. El presidencialismo en su versión latinoamericana se tiñe de dictadura cuando pueden ser reelectos indefinidamente.».

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