Afirmar que en economía la confianza es un valor estratégico es un lugar común. Pero el Gobierno parece tener dificultades para advertir las cosas más obvias. La demanda de dólares y la fuga de capitales –que en los primeros 10 meses alcanzó la suma de 22 mil millones de dólares– no es sino una manifestación de desconfianza.
Se equivoca el Gobierno si cree que con las medidas de estos días podrá detener la demanda de la divisa norteamericana. Dichas medidas no enfrentan la causa básica de la fuga de capitales, esto es, la desconfianza que generan ciertas inconsistencias en las políticas económicas.
La decisión de movilizar a la Prefectura y a la Gendarmería a la City no tiene otro efecto que castigar a los pequeños ahorristas que procuran proteger sus pesos de los efectos negativos de la inflación.
Los grandes inversores –mientras subsistan las causas que producen la desconfianza– continuarán enviando capitales al exterior.
¿Cómo recuperar la confianza que detenga la fuga de divisas? La mejor manera de hacerlo es corrigiendo los errores de gestión que origina dicha desconfianza.
Entre otras cosas, es necesario admitir la existencia de la inflación. Si la inflación genera incertidumbre, su negación no hace más que profundizarla.
Se impone una pronta regularización del INDEC y un combate decidido contra la inflación.
Por otra parte, hay que ordenar las cuentas públicas . Es necesario terminar con el engaño contable que supone utilizar los recursos del Banco Central y la ANSeS para disimular el déficit fiscal. Esta estrategia es insostenible y tampoco contribuye a generar clima de confianza.
Además de hacernos perder la soberanía y el autoabastecimiento energético, las desatinadas políticas para el sector han generado un balance comercial negativo.
De un superavit en el 2010 de 2.000 millones de dólares, hemos pasado a un déficit en el 2011 de 4 mil millones de la misma moneda. Para el 2012 se estima que el déficit alcanzará la suma de 8.000 millones de dólares.
No agotan estas cuestiones el inventario de los errores cometidos.
Podríamos continuar mencionando otros de importancia equivalente, pero queremos referirnos ahora a una cuestión sobre la que hemos insistido en la campaña electoral: la institucional.
En varias ocasiones hemos dicho que el destrato institucional tiene impacto negativo en la economía . Es una causa más de desconfianza.
En este sentido, el Gobierno debería mostrarse dispuesto a aprobar leyes que terminen con la actual reglamentación de los DNU, con la actual integración del Consejo de la Magistratura, a derogar los superpoderes, a discutir en base a información real el Presupuesto … El abordaje por parte del oficialismo de las cuestiones económicas aludidas y la referida disposición a ordenar el funcionamiento de las instituciones, al atacar sus causas, enfrentarían con mucha más eficacia los problemas cambiarios.
Se equivoca el Gobierno si cree que con las medidas de estos días podrá detener la demanda de la divisa norteamericana. Dichas medidas no enfrentan la causa básica de la fuga de capitales, esto es, la desconfianza que generan ciertas inconsistencias en las políticas económicas.
La decisión de movilizar a la Prefectura y a la Gendarmería a la City no tiene otro efecto que castigar a los pequeños ahorristas que procuran proteger sus pesos de los efectos negativos de la inflación.
Los grandes inversores –mientras subsistan las causas que producen la desconfianza– continuarán enviando capitales al exterior.
¿Cómo recuperar la confianza que detenga la fuga de divisas? La mejor manera de hacerlo es corrigiendo los errores de gestión que origina dicha desconfianza.
Entre otras cosas, es necesario admitir la existencia de la inflación. Si la inflación genera incertidumbre, su negación no hace más que profundizarla.
Se impone una pronta regularización del INDEC y un combate decidido contra la inflación.
Por otra parte, hay que ordenar las cuentas públicas . Es necesario terminar con el engaño contable que supone utilizar los recursos del Banco Central y la ANSeS para disimular el déficit fiscal. Esta estrategia es insostenible y tampoco contribuye a generar clima de confianza.
Además de hacernos perder la soberanía y el autoabastecimiento energético, las desatinadas políticas para el sector han generado un balance comercial negativo.
De un superavit en el 2010 de 2.000 millones de dólares, hemos pasado a un déficit en el 2011 de 4 mil millones de la misma moneda. Para el 2012 se estima que el déficit alcanzará la suma de 8.000 millones de dólares.
No agotan estas cuestiones el inventario de los errores cometidos.
Podríamos continuar mencionando otros de importancia equivalente, pero queremos referirnos ahora a una cuestión sobre la que hemos insistido en la campaña electoral: la institucional.
En varias ocasiones hemos dicho que el destrato institucional tiene impacto negativo en la economía . Es una causa más de desconfianza.
En este sentido, el Gobierno debería mostrarse dispuesto a aprobar leyes que terminen con la actual reglamentación de los DNU, con la actual integración del Consejo de la Magistratura, a derogar los superpoderes, a discutir en base a información real el Presupuesto … El abordaje por parte del oficialismo de las cuestiones económicas aludidas y la referida disposición a ordenar el funcionamiento de las instituciones, al atacar sus causas, enfrentarían con mucha más eficacia los problemas cambiarios.