La futura unificación de la CGT será un factor de poder crítico en la puja distributiva
Quien avisa no traiciona. Con el dirigente sindical a la cabeza o la cabeza del dirigente. Si somos muchos somos más. Las tres frases básicas del poder sindical, que termina uniendo en una misma CGT a sectores del gremialismo completamente antagónicos.
Los enfrentamientos no solo son estratégicos y conceptuales, también tratan de dejar atrás viejos y recientes enfrentamientos ligados al favoritismo de la política, a las alianzas con los gobiernos de turno desde la década de los 80 hasta la fecha, y a los beneficios logrados por algunos sindicatos en desmedro de los sindicatos de sus amigos y de sus pares.
Para lograr la unificación tuvo mucha importancia el rol que coincidentemente comparten los tres grandes sectores, que es el de la confrontación con un gobierno, que no tiene ninguna intención populista, aún cuando le cueste abandonar algunas herencias del kischnerismo.
Pero el desafío no es menor, ya que muchos de los dirigentes sindicales piensan en ser candidatos a presidente de la Nación, al estilo de lo que ocurrió con Lula Da Silva en Brasil, y como fue en algún momento la vocación de Hugo Moyano, cuando estaba en el zenit de su hegemonía durante la era K.
En rigor, su vocación por el poder lo lleva a analizar sin ninguna duda, la necesidad de recomponer desde el ala sindical la crisis y decadencia del Partido Justicialista, que hoy se debate internamente entre los que fracasaron y los que tratan de fijar un nuevo liderazgo. Los dirigentes sindicales tradicionales saben que el camino está ligado a la reivindicación de las banderas de Perón con un nuevo aggiornamento, inspirado en una remozada visión de la política social basado en la restauración del Estado de Derecho en democracia, con claras inclinaciones sociales, priorizando a los que más necesitan.
Sergio Massa con su propio movimiento interno, la renovación con lo que queda de los políticos justicialistas llamados independientes, y los esbirros del kirchnerismo, también se debaten dentro de la CGT como referentes en la política.
Para algunos que dejan la primera fila del escenario, no lo hacen para retirarse, sino para retomar envión en la puja que seguramente habrá al finalizar el primer mandato del presidente Macri, donde otra vez se debatirá qué país deseamos, tanto en el plano sindical, como en el social y en el económico.
Su Santidad el Papa Francisco juega un papel importante en este plano a nivel global, con su claro foco en la paz, y mucha atención sobre las necesidades de los pobres, los enfermos, los perseguidos, los refugiados, y sobre los que más necesitan. Algunos de los dirigentes sindicales con más futuro tienen el apoyo y hasta el incentivo del Papa Francisco, en un recorrido nada sencillo en procura de una doctrina política más social y con mayor énfasis en contemplar las necesidades de los más vulnerables y los más postergados en los planos social, económico y laboral, y en especial sobre los pobres e indigentes de la Argentina.
La nueva CGT, si logra consolidarse, es la síntesis de cinco grandes grupos de gremios, que tienen muchas cuentas pendientes, y como en otras agrupaciones ocasionales, no los une el amor sino el espanto. Unos piensan en el diálogo con el Poder Ejecutivo, otras en influir social y políticamente sobre los errores oficiales, y la tercera solo piensa en una nueva estrategia en materia de conflictos, que no necesariamente se debería apoyar en los paros generales.
La duda que nos asalta es si el Poder Ejecutivo, el ministerio de Trabajo, el Gabinete en pleno, si han pergeniado y establecido una estrategia integral de suficiente complejidad y prevención como para enfrentar la nueva etapa confrontativa que presenta la Nueva CGT, con un cuestionamiento general a la política económica si no se logra estabilidad y crecimiento, y que además tiene importantes responsabilidades en la reconstrucción del Partido Justicialista, antes de que se desintegre.
Quien avisa no traiciona. Con el dirigente sindical a la cabeza o la cabeza del dirigente. Si somos muchos somos más. Las tres frases básicas del poder sindical, que termina uniendo en una misma CGT a sectores del gremialismo completamente antagónicos.
Los enfrentamientos no solo son estratégicos y conceptuales, también tratan de dejar atrás viejos y recientes enfrentamientos ligados al favoritismo de la política, a las alianzas con los gobiernos de turno desde la década de los 80 hasta la fecha, y a los beneficios logrados por algunos sindicatos en desmedro de los sindicatos de sus amigos y de sus pares.
Para lograr la unificación tuvo mucha importancia el rol que coincidentemente comparten los tres grandes sectores, que es el de la confrontación con un gobierno, que no tiene ninguna intención populista, aún cuando le cueste abandonar algunas herencias del kischnerismo.
Pero el desafío no es menor, ya que muchos de los dirigentes sindicales piensan en ser candidatos a presidente de la Nación, al estilo de lo que ocurrió con Lula Da Silva en Brasil, y como fue en algún momento la vocación de Hugo Moyano, cuando estaba en el zenit de su hegemonía durante la era K.
En rigor, su vocación por el poder lo lleva a analizar sin ninguna duda, la necesidad de recomponer desde el ala sindical la crisis y decadencia del Partido Justicialista, que hoy se debate internamente entre los que fracasaron y los que tratan de fijar un nuevo liderazgo. Los dirigentes sindicales tradicionales saben que el camino está ligado a la reivindicación de las banderas de Perón con un nuevo aggiornamento, inspirado en una remozada visión de la política social basado en la restauración del Estado de Derecho en democracia, con claras inclinaciones sociales, priorizando a los que más necesitan.
Sergio Massa con su propio movimiento interno, la renovación con lo que queda de los políticos justicialistas llamados independientes, y los esbirros del kirchnerismo, también se debaten dentro de la CGT como referentes en la política.
Para algunos que dejan la primera fila del escenario, no lo hacen para retirarse, sino para retomar envión en la puja que seguramente habrá al finalizar el primer mandato del presidente Macri, donde otra vez se debatirá qué país deseamos, tanto en el plano sindical, como en el social y en el económico.
Su Santidad el Papa Francisco juega un papel importante en este plano a nivel global, con su claro foco en la paz, y mucha atención sobre las necesidades de los pobres, los enfermos, los perseguidos, los refugiados, y sobre los que más necesitan. Algunos de los dirigentes sindicales con más futuro tienen el apoyo y hasta el incentivo del Papa Francisco, en un recorrido nada sencillo en procura de una doctrina política más social y con mayor énfasis en contemplar las necesidades de los más vulnerables y los más postergados en los planos social, económico y laboral, y en especial sobre los pobres e indigentes de la Argentina.
La nueva CGT, si logra consolidarse, es la síntesis de cinco grandes grupos de gremios, que tienen muchas cuentas pendientes, y como en otras agrupaciones ocasionales, no los une el amor sino el espanto. Unos piensan en el diálogo con el Poder Ejecutivo, otras en influir social y políticamente sobre los errores oficiales, y la tercera solo piensa en una nueva estrategia en materia de conflictos, que no necesariamente se debería apoyar en los paros generales.
La duda que nos asalta es si el Poder Ejecutivo, el ministerio de Trabajo, el Gabinete en pleno, si han pergeniado y establecido una estrategia integral de suficiente complejidad y prevención como para enfrentar la nueva etapa confrontativa que presenta la Nueva CGT, con un cuestionamiento general a la política económica si no se logra estabilidad y crecimiento, y que además tiene importantes responsabilidades en la reconstrucción del Partido Justicialista, antes de que se desintegre.