Por Diego Reynoso
Profesor Universidad de San Andrés – CONICET, director del ISPI. @dgreynoso
«Los meses de febrero y marzo fueron sin duda los de mayor fricción entre el Gobierno y diferentes sectores del trabajo. Las negociaciones sobre salario y empleo, entre otros frentes, marcaron la agenda de inicio de 2017. El Gobierno se mostró intransigente y apostó a la polarización, los sindicatos respondieron con diferentes acciones de protesta y fuerza que derivaron el pasado 6 de abril en el primer paro general en el gobierno de Cambiemos. En consecuencia, el termómetro de nuestros índices de satisfacción ponderada política e institucional- ISPI, que realizamos en la Universidad de San Andrés junto a Ipsos, registraban ya un desgaste en el apoyo de la opinión pública al Gobierno.
Los resultados son elocuentes al respecto. El mes pasado por primera vez la aprobación caía e igualaba las proporciones desaprobación que aumentaron. De este modo, este mes, nuevamente el Gobierno presenta un empate entre aprobación y desaprobación, ambos del 45%, lo que expresa una opinión pública partida en dos mitades con una “muy angosta avenida del medio”.
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El Indice de satisfacción acerca de “cómo están las cosas en el país” arroja un valor de 41.3, dos puntos por debajo de los meses anteriores, a la vez que el Indice de Satisfacción con el desempeño de poder ejecutivo cae a 37 puntos (la medición más baja de todo el mandato del Presidente Mauricio Macri). La satisfacción con el Congreso y el Poder Judicial son aun más bajas (35 y 33,2 puntos respectivamente).
Macri y Cristina en la Catedral, por la homilía por el 25 de mayo de 2014. Las dos puntas de la polarización.
Considerando que el índice de satisfacción puede arrojar valores comprendidos entre 0 y 100, los resultados indican que los niveles de satisfacción en general, siguen siendo muy bajos.
Desde luego las percepciones y las preferencias varían según diferentes segmentos de la población. Así en el segmento ABC1 (los más ricos) el nivel de aprobación y de satisfacción son más altos que en los estratos medios (C2 y C3) y bajos (D/E). Para tener una idea precisa, mientras en los sectores ABC1 el nivel de aprobación trepa al 54%, en los estratos más bajos es apenas del 39%. Este respaldo de clase, de algún modo, parece coincidir con la imagen que sus adversarios tienen del Gobierno.
En términos territoriales, los peores indicadores provienen del Gran Buenos Aires en donde la aprobación este mes cayó al 37%, superada por una creciente desaprobación del 58%. Junto al GBA, la Ciudad de Buenos Aires, cuna y bastión electoral del PRO, es el otro distrito que más crítico se manifiesta al Gobierno: con un 39% de aprobación y un 48% de desaprobación.
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En todas las demás regiones, la opinión pública es más favorable al Gobierno, si bien en descenso en algunas. El NOA (53%) y el NEA (52%) son las regiones en los que el Gobierno recoge sus mayores niveles de aprobación, seguido de la región Centro y el interior de la provincia de Buenos Aires, en ambos casos con 51%. Ni la edad ni el sexo presentan diferencias en la valoración del Gobierno, de modo que todo parecería indicar que la polarización tiene un corte socioeconómico y territorial.
Más dura y unánime es la percepción en relación a la economía: el 74% considera la situación económica actual como mala y tan sólo un 20% como buena, sin mayores diferencias entre las diferentes regiones o sectores sociales. En cuanto a las perspectivas futuras domina el pesimismo. La opinión se divide en cuasi tercios: un 39% considera que el país estará mejor en los próximos 12 meses, mientras que un 31% considera que estará peor y un 25% que estará igual.
Obviamente, entre los que aprueban al Gobierno el 67% considera que en 12 meses la economía estará mejor, mientras que los que lo desaprueban tan solo un 13% tiene optimismo».
Profesor Universidad de San Andrés – CONICET, director del ISPI. @dgreynoso
«Los meses de febrero y marzo fueron sin duda los de mayor fricción entre el Gobierno y diferentes sectores del trabajo. Las negociaciones sobre salario y empleo, entre otros frentes, marcaron la agenda de inicio de 2017. El Gobierno se mostró intransigente y apostó a la polarización, los sindicatos respondieron con diferentes acciones de protesta y fuerza que derivaron el pasado 6 de abril en el primer paro general en el gobierno de Cambiemos. En consecuencia, el termómetro de nuestros índices de satisfacción ponderada política e institucional- ISPI, que realizamos en la Universidad de San Andrés junto a Ipsos, registraban ya un desgaste en el apoyo de la opinión pública al Gobierno.
Los resultados son elocuentes al respecto. El mes pasado por primera vez la aprobación caía e igualaba las proporciones desaprobación que aumentaron. De este modo, este mes, nuevamente el Gobierno presenta un empate entre aprobación y desaprobación, ambos del 45%, lo que expresa una opinión pública partida en dos mitades con una “muy angosta avenida del medio”.
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Obviamente, entre los que aprueban al Gobierno el 67% considera que en 12 meses la economía estará mejor, mientras que los que lo desaprueban tan solo un 13% tiene optimismo».