A continuación, los principales conceptos:
Los analistas del mercado dicen que el problema es que la Argentina perdió el financiamiento. Aparentemente con el FMI no alcanzaba. El Gobierno daba por sentado que con el Fondo se cubría.
Hay un problema estructural que tiene que ver con la inversión.
La Argentina estaba metida en una trampa muy compleja, el problema estaba disimulado porque podíamos endeudarnos y nos regalaban la plata, ahora ya no viene con tanta facilidad.
Estos problemas estructurales se corrigen con mucho dolor.
Hasta que no haya una recesión, el mercado no se va a convencer que los ajustes se realizaron.
El tema no es el déficit fiscal solamente; hay un déficit de cuenta corriente y carencia general de dólares en la economía argentina.
La recesión será por esa falta de dólares. Una mala política del Banco Central, con tasas altísimas y atraso cambiario, produjo que falten dólares.
El mercado internacional se enrareció y empezó a ver cuáles eran los países que necesitaban muchos dólares. Eran dos: Turquía y la Argentina.
La Argentina es un país extremadamente vulnerable por la herencia recibida y la mala praxis en política monetaria.
Esta crisis no solo le impide al Gobierno cumplir con bajar la inflación y relanzar el crecimiento, sino que existe otro problema: la modificación del tipo de cambio. Al sector importador se le cambió la ecuación.
Al modificar el tipo de cambio se está modificando una variable central en mercados importantísimos para este gobierno, como por ejemplo, el mercado energético.
Es un cañonazo para el mercado energético la devaluación de la moneda. Porque la Argentina importa petróleo, su precio se traslada a los combustibles y eso pega directamente en la inflación.
La corrección de precios relativos vuelve a cero. Como el gobierno no puede subsidiar y no se puede pasar la suba del petróleo al consumidor, el costo lo deben pagar los empresarios.
El costo del ajuste lo tendrán que pagar los empresarios, esto explica la caída de la acciones de empresas energéticas en la bolsa.
Esta crisis retrotrajo a cero dos promesas del Gobierno: normalizar los precios relativos y fijar relaciones impersonales confiables de largo plazo.
El inversor que pensaba traer la plata, tal vez no venga.
El mercado puede tener la ilusión de que el Gobierno haga un ajuste salvaje y estalle políticamente; si incorporan la variable política, necesitan que le expliquen con claridad cuánto durará esta anomalía.
Necesitan conocer la estrategia monetaria, cambiaria, fiscal y de tarifas. Para tener una estrategia tiene que haber una persona que coordine todo eso. El Gobierno tendrá que encontrar una figura que sintetice todo.
Se hizo un acuerdo con el Fondo que implica un ajuste fiscal, pero el ajuste energético aún no se sabe cómo se hará.
No está escriturada la reelección, se necesita a la oposición en la estrategia de salida.
En el mercado sostienen que la situación se podría aliviar con dos condiciones: que el mundo se normalice o que aparezcan datos de que Macri tiene combustible político.
Si el peronismo advierte que el Gobierno no tiene futuro político, el mercado acelera más su quita de apoyo.
Hay que mirar el índice de empleo y el precio del boleto, crucial para la clase media baja, para ver el calado de la recesión. El poder aún no incorpora esa mirada que pegará en la competitividad electoral de cada uno.
Los analistas del mercado dicen que el problema es que la Argentina perdió el financiamiento. Aparentemente con el FMI no alcanzaba. El Gobierno daba por sentado que con el Fondo se cubría.
Hay un problema estructural que tiene que ver con la inversión.
La Argentina estaba metida en una trampa muy compleja, el problema estaba disimulado porque podíamos endeudarnos y nos regalaban la plata, ahora ya no viene con tanta facilidad.
Estos problemas estructurales se corrigen con mucho dolor.
Hasta que no haya una recesión, el mercado no se va a convencer que los ajustes se realizaron.
El tema no es el déficit fiscal solamente; hay un déficit de cuenta corriente y carencia general de dólares en la economía argentina.
La recesión será por esa falta de dólares. Una mala política del Banco Central, con tasas altísimas y atraso cambiario, produjo que falten dólares.
El mercado internacional se enrareció y empezó a ver cuáles eran los países que necesitaban muchos dólares. Eran dos: Turquía y la Argentina.
La Argentina es un país extremadamente vulnerable por la herencia recibida y la mala praxis en política monetaria.
Esta crisis no solo le impide al Gobierno cumplir con bajar la inflación y relanzar el crecimiento, sino que existe otro problema: la modificación del tipo de cambio. Al sector importador se le cambió la ecuación.
Al modificar el tipo de cambio se está modificando una variable central en mercados importantísimos para este gobierno, como por ejemplo, el mercado energético.
Es un cañonazo para el mercado energético la devaluación de la moneda. Porque la Argentina importa petróleo, su precio se traslada a los combustibles y eso pega directamente en la inflación.
La corrección de precios relativos vuelve a cero. Como el gobierno no puede subsidiar y no se puede pasar la suba del petróleo al consumidor, el costo lo deben pagar los empresarios.
El costo del ajuste lo tendrán que pagar los empresarios, esto explica la caída de la acciones de empresas energéticas en la bolsa.
Esta crisis retrotrajo a cero dos promesas del Gobierno: normalizar los precios relativos y fijar relaciones impersonales confiables de largo plazo.
El inversor que pensaba traer la plata, tal vez no venga.
El mercado puede tener la ilusión de que el Gobierno haga un ajuste salvaje y estalle políticamente; si incorporan la variable política, necesitan que le expliquen con claridad cuánto durará esta anomalía.
Necesitan conocer la estrategia monetaria, cambiaria, fiscal y de tarifas. Para tener una estrategia tiene que haber una persona que coordine todo eso. El Gobierno tendrá que encontrar una figura que sintetice todo.
Se hizo un acuerdo con el Fondo que implica un ajuste fiscal, pero el ajuste energético aún no se sabe cómo se hará.
No está escriturada la reelección, se necesita a la oposición en la estrategia de salida.
En el mercado sostienen que la situación se podría aliviar con dos condiciones: que el mundo se normalice o que aparezcan datos de que Macri tiene combustible político.
Si el peronismo advierte que el Gobierno no tiene futuro político, el mercado acelera más su quita de apoyo.
Hay que mirar el índice de empleo y el precio del boleto, crucial para la clase media baja, para ver el calado de la recesión. El poder aún no incorpora esa mirada que pegará en la competitividad electoral de cada uno.