El semanario británico tacha al país galo de «bomba de relojería en el corazón de Europa»
F. pérez, b. bergareche / madrid, londres
Día 19/11/2012 – 08.22h
Primero fue Grecia, después España, ahora es el turno de Francia. El intermediario cambia, pero el destinatario último de los golpes es siempre el euro. Con ingenio y fijación implacables, las impactantes portadas del semanario británico de «The Economist» sobre la deriva de la moneda única se han multiplicado en los últimos meses. La última carga de profundidad apunta directamente a un pez gordo de la zona euro, Francia, a cuya economía dedica un «informe especial» de 14 páginas bajo un brutal titular: «Una bomba de relojería en el corazón de Europa». Para ilustrarlo, siete «baguettes» envueltas en la bandera tricolor con una mecha ardiendo pegada. Explosivo.
Es solo el último botón de esos trajes que «The Economist» gusta hacer de cuando en cuando a la Eurozona, en especial a sus países más castigados por los mercados. Tan ingeniosa como dañina fue aquella de noviembre de 2011 en la que las tres letras «e» de la palabra «Greece» volaban en caída libre y con forma de euro hacia el Partenón. Ruina sobre ruinas. En la misma línea, en mayo de este año, un relevista olímpico con el chandal griego incendiaba a su paso con su antorcha un billete de 20 euros. Más madera en las rotativas. Con España, la publicación británica tampoco se ha caracterizado nunca por su timidez. La última andanada, en agosto de este mismo año, la protagonizaba un toro castigado por las banderillas al que está a punto de la caerle la letra «S» de Spain. Spain («España») es «pain» («dolor»).
Tampoco se apaga la chispa a la hora de ilustrar el naufragio de la zona euro en general, como demostró esa portada que recreaba «La balsa de la Medusa», el célebre cuadro de Géricault, repleta de naúfragos con las banderas de los países rescatados (más por supuesto una española) y con Merkel acudiendo al rescate en helicóptero.
«Vulnerable»
Pero ahora el peligro es Francia, apunta «The Economist». «La presión para las reformas y los recortes presupuestarios se centra en Grecia, Portugal, España e Italia, pero en el horizonte amenaza un problema más grave que puede dejar pequeños a los demás: Francia», asegura el semanario, que repasa a continuación una situación económica que hace al país galo «crecientemente vulnerable». «La crisis podría desatarse el año que viene» y «solo se puede desafiar a las leyes económicas por un tiempo limitado», añade el rotativo anglosajón.
Entre las debilidades gala, destacan cómo el peso del Estado en la economía «ha crecido en Francia hasta consumir el 57% del PIB, la cifra más alta en la eurozona». Además, recuerdan que «desde 1981 la deuda pública ha subido del 22% del PIB a superar el 90%». «Las compañías francesas sufren el peso de un mercado laboral demasiado rígido, regulación del mercado de productos, impuestos excepcionalmente altos y las contribuciones sociales más elevadas de la zona euro», apunta además el artículo.
El semanario advierte directamente a Hollande de que «los mercados han sido indulgentes con Francia hasta ahora, un país que sigue siendo el sexto exportador del mundo, pero que solo produce algo menos del 3% de los bienes exportados, frente al 6% de hace solo unos años. «The Economist», editado en Londres, se reserva además un pequeño golpe bajo al alma de sus vecinos. «París está perdiendo su chispa», dicen. «Para una escapada de fin de semana, los jóvenes europeos prefieren Barcelona, Praga o Tallín a los elevados precios y al mal servicio de París».
«Absurdo e injustificado»
Mientras, el Gobierno galo intenta disipar las dudas y los dedos que señalan. «Francia no es el enfermo de Europa», aseguraba el miércoles en su despacho el ministro de Finanzas galo, Pierre Moscovici. En su entrevista con «The Financial Times», publicada hoy por el diario financiero, el político socialista se encontró en la misma tesitura a la que ha hecho frente Luis de Guindos en sus numerosos encuentros con la prensa económica anglosajona en los útimos meses. «Cargar contra Francia es absurdo e injustificado», defiende Moscovici, que recuerda que su país -«la quinta economía mundial»- ha logrado mantener un mínimo crecimiento del 0,2% en el tercer trimestre del año, mientras la zona euro entraba en recesión.
En un acto en Madrid, el gobernador del Banco de Francia, Christian Noyer, también se refería ayer con ironía a la explosiva portada de «The Economist» asegurando que esta publicación «nunca» se pregunta por la situación económica de Reino Unido.
F. pérez, b. bergareche / madrid, londres
Día 19/11/2012 – 08.22h
Primero fue Grecia, después España, ahora es el turno de Francia. El intermediario cambia, pero el destinatario último de los golpes es siempre el euro. Con ingenio y fijación implacables, las impactantes portadas del semanario británico de «The Economist» sobre la deriva de la moneda única se han multiplicado en los últimos meses. La última carga de profundidad apunta directamente a un pez gordo de la zona euro, Francia, a cuya economía dedica un «informe especial» de 14 páginas bajo un brutal titular: «Una bomba de relojería en el corazón de Europa». Para ilustrarlo, siete «baguettes» envueltas en la bandera tricolor con una mecha ardiendo pegada. Explosivo.
Es solo el último botón de esos trajes que «The Economist» gusta hacer de cuando en cuando a la Eurozona, en especial a sus países más castigados por los mercados. Tan ingeniosa como dañina fue aquella de noviembre de 2011 en la que las tres letras «e» de la palabra «Greece» volaban en caída libre y con forma de euro hacia el Partenón. Ruina sobre ruinas. En la misma línea, en mayo de este año, un relevista olímpico con el chandal griego incendiaba a su paso con su antorcha un billete de 20 euros. Más madera en las rotativas. Con España, la publicación británica tampoco se ha caracterizado nunca por su timidez. La última andanada, en agosto de este mismo año, la protagonizaba un toro castigado por las banderillas al que está a punto de la caerle la letra «S» de Spain. Spain («España») es «pain» («dolor»).
Tampoco se apaga la chispa a la hora de ilustrar el naufragio de la zona euro en general, como demostró esa portada que recreaba «La balsa de la Medusa», el célebre cuadro de Géricault, repleta de naúfragos con las banderas de los países rescatados (más por supuesto una española) y con Merkel acudiendo al rescate en helicóptero.
«Vulnerable»
Pero ahora el peligro es Francia, apunta «The Economist». «La presión para las reformas y los recortes presupuestarios se centra en Grecia, Portugal, España e Italia, pero en el horizonte amenaza un problema más grave que puede dejar pequeños a los demás: Francia», asegura el semanario, que repasa a continuación una situación económica que hace al país galo «crecientemente vulnerable». «La crisis podría desatarse el año que viene» y «solo se puede desafiar a las leyes económicas por un tiempo limitado», añade el rotativo anglosajón.
Entre las debilidades gala, destacan cómo el peso del Estado en la economía «ha crecido en Francia hasta consumir el 57% del PIB, la cifra más alta en la eurozona». Además, recuerdan que «desde 1981 la deuda pública ha subido del 22% del PIB a superar el 90%». «Las compañías francesas sufren el peso de un mercado laboral demasiado rígido, regulación del mercado de productos, impuestos excepcionalmente altos y las contribuciones sociales más elevadas de la zona euro», apunta además el artículo.
El semanario advierte directamente a Hollande de que «los mercados han sido indulgentes con Francia hasta ahora, un país que sigue siendo el sexto exportador del mundo, pero que solo produce algo menos del 3% de los bienes exportados, frente al 6% de hace solo unos años. «The Economist», editado en Londres, se reserva además un pequeño golpe bajo al alma de sus vecinos. «París está perdiendo su chispa», dicen. «Para una escapada de fin de semana, los jóvenes europeos prefieren Barcelona, Praga o Tallín a los elevados precios y al mal servicio de París».
«Absurdo e injustificado»
Mientras, el Gobierno galo intenta disipar las dudas y los dedos que señalan. «Francia no es el enfermo de Europa», aseguraba el miércoles en su despacho el ministro de Finanzas galo, Pierre Moscovici. En su entrevista con «The Financial Times», publicada hoy por el diario financiero, el político socialista se encontró en la misma tesitura a la que ha hecho frente Luis de Guindos en sus numerosos encuentros con la prensa económica anglosajona en los útimos meses. «Cargar contra Francia es absurdo e injustificado», defiende Moscovici, que recuerda que su país -«la quinta economía mundial»- ha logrado mantener un mínimo crecimiento del 0,2% en el tercer trimestre del año, mientras la zona euro entraba en recesión.
En un acto en Madrid, el gobernador del Banco de Francia, Christian Noyer, también se refería ayer con ironía a la explosiva portada de «The Economist» asegurando que esta publicación «nunca» se pregunta por la situación económica de Reino Unido.