Las precipitaciones de los últimos días tienen una enorme significación para el agro y para la economía nacional. Llegaron demasiado tarde como para asegurar la cosecha de 110 millones de toneladas, como se había presupuestado para el 2012. Pero los granos se corrieron del borde del abismo.
Los dos cultivos fundamentales son la soja y el maíz , en ese orden de importancia. La sequía le había pegado fuerte a este último, pero también amenazaba a la soja. Esta tiene tiempo de recuperarse, y por el momento se pueden mantener las esperanzas de una cosecha interesante.
Hay dos fechas de siembra para la soja: la “de primera”, que se siembra en octubre, y la “de segunda”, que se implanta sobre el cultivo invernal anterior, básicamente trigo. Las de primera se venían defendiendo, frenando su desarrollo antes de entrar en la fase crítica de la floración.
Se cuenta con una genética que permite la recuperación después de las lluvias. Si de aquí en más el clima acompaña con un milimetraje normal, se puede apuntar a un rendimiento razonable.
Es prematuro hablar de pérdidas , porque hay tiempo para una compensación, sobre todo ahora que finalizó la etapa de “La Niña” (anomalía climática a la que se atribuye la sequía).
Pero sí habrá menor rinde en las “de segunda”, porque no se pudieron sembrar y ya es demasiado tarde como para garantizar rindes de tendencia. Es el 20% de la superficie, casi 4 millones de hectáreas.
Se sabe que cada dos días de atraso, a partir del 10 de diciembre en la zona núcleo, se pierden 100 kg de rinde. Teóricamente, la afectación sería de 6 millones de toneladas. Se esperaban 55, así que ahora una cifra prudente rondaría las 49 millones.
Es un 10% menos que lo que se esperaba , pero casi lo mismo de los últimos años (25.000 millones de dólares).
La soja vuelve a sacar las papas del fuego, a pesar de lo que sufrió. Es una buena noticia para todos, menos para los sojifóbicos de distinto calibre que abundan en esta extraña pampa argentina.
El panorama es más complicada para el maíz. Se sembraron con buena humedad, y tuvieron una evolución razonable en el arranque. Pero luego las lluvias se cortaron, y la mayor parte de los cultivos atravesaron el momento crítico de la floración en plena sequía. Encima, fueron alcanzados a principios de enero por una ola de calor deletérea para los órganos reproductivos del cereal. En esas condiciones, la “polinización” se ve afectada, con una fuerte caída en la cantidad de granos por choclo . Si bien las lluvias pueden dar lugar a un buen llenado de los granos, lo que define el rinde es la cantidad. Los chacareros saben que cuando el maíz florece con seca, habrá “media cosecha”. Es decir, pérdidas del 50%.
No es lo que esperan los mercados, al menos el de Chicago. En los últimos días, esta Meca de los agricultores se agitó al compás del clima pampeano. Los precios subían sin cesar y solo aflojaron cuando se supo que se había cortado la sequía.
Encima, llegó ayer un informe del departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) en el que se marcaron stocks más grandes que los esperados.
Los mercados se hicieron trizas: el maíz marcó límite de baja. Pero surgieron grandes dudas: para la Argentina, el USDA habló de 26 millones de toneladas, contra las 29 de la estimación anterior (previa a la sequía).
Aquí, los informes privados hablan de 22. Y los más avezados aseguran que no se llegará a las 20, una pérdida de 2.500 millones de dólares. Si esto se confirma, el mercado debiera rebotar, y quizá compensar en alguna medida la caída de la producción.
Los dos cultivos fundamentales son la soja y el maíz , en ese orden de importancia. La sequía le había pegado fuerte a este último, pero también amenazaba a la soja. Esta tiene tiempo de recuperarse, y por el momento se pueden mantener las esperanzas de una cosecha interesante.
Hay dos fechas de siembra para la soja: la “de primera”, que se siembra en octubre, y la “de segunda”, que se implanta sobre el cultivo invernal anterior, básicamente trigo. Las de primera se venían defendiendo, frenando su desarrollo antes de entrar en la fase crítica de la floración.
Se cuenta con una genética que permite la recuperación después de las lluvias. Si de aquí en más el clima acompaña con un milimetraje normal, se puede apuntar a un rendimiento razonable.
Es prematuro hablar de pérdidas , porque hay tiempo para una compensación, sobre todo ahora que finalizó la etapa de “La Niña” (anomalía climática a la que se atribuye la sequía).
Pero sí habrá menor rinde en las “de segunda”, porque no se pudieron sembrar y ya es demasiado tarde como para garantizar rindes de tendencia. Es el 20% de la superficie, casi 4 millones de hectáreas.
Se sabe que cada dos días de atraso, a partir del 10 de diciembre en la zona núcleo, se pierden 100 kg de rinde. Teóricamente, la afectación sería de 6 millones de toneladas. Se esperaban 55, así que ahora una cifra prudente rondaría las 49 millones.
Es un 10% menos que lo que se esperaba , pero casi lo mismo de los últimos años (25.000 millones de dólares).
La soja vuelve a sacar las papas del fuego, a pesar de lo que sufrió. Es una buena noticia para todos, menos para los sojifóbicos de distinto calibre que abundan en esta extraña pampa argentina.
El panorama es más complicada para el maíz. Se sembraron con buena humedad, y tuvieron una evolución razonable en el arranque. Pero luego las lluvias se cortaron, y la mayor parte de los cultivos atravesaron el momento crítico de la floración en plena sequía. Encima, fueron alcanzados a principios de enero por una ola de calor deletérea para los órganos reproductivos del cereal. En esas condiciones, la “polinización” se ve afectada, con una fuerte caída en la cantidad de granos por choclo . Si bien las lluvias pueden dar lugar a un buen llenado de los granos, lo que define el rinde es la cantidad. Los chacareros saben que cuando el maíz florece con seca, habrá “media cosecha”. Es decir, pérdidas del 50%.
No es lo que esperan los mercados, al menos el de Chicago. En los últimos días, esta Meca de los agricultores se agitó al compás del clima pampeano. Los precios subían sin cesar y solo aflojaron cuando se supo que se había cortado la sequía.
Encima, llegó ayer un informe del departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) en el que se marcaron stocks más grandes que los esperados.
Los mercados se hicieron trizas: el maíz marcó límite de baja. Pero surgieron grandes dudas: para la Argentina, el USDA habló de 26 millones de toneladas, contra las 29 de la estimación anterior (previa a la sequía).
Aquí, los informes privados hablan de 22. Y los más avezados aseguran que no se llegará a las 20, una pérdida de 2.500 millones de dólares. Si esto se confirma, el mercado debiera rebotar, y quizá compensar en alguna medida la caída de la producción.