El autor propone una alternativa a la fuerte posibilidad que el gobernador Daniel Scioli represente al kirchnerismo en las venideras elecciones presidenciales.
Por Pablo Ferreyra*
El miércoles pasado, marché con los docentes al Ministerio de Educación de la Nación. Fui el único legislador que integra el interbloque kirchnerista que se hizo presente en la masiva manifestación. Esto me valió la reprimenda de algunos medios digitales.
No tengo intenciones de discutir la legitimidad del paro ni de problematizar la tarea de los dirigentes sindicales. Dejemos de lado que los últimos dos aumentos de mínimos se dieron por decreto, violando la ley de paritarias. No consideremos el impacto de la inflación (7% bimestral) e ignoremos la masiva legitimidad de la protesta, que congregó a decenas de miles de docentes en dos oportunidades: primero a la Plaza San Martín de la ciudad de La Plata y luego al Palacio Pizzurno en la Capital Federal. Mi intención es analizar el paro en sus aristas político-electorales.
Corre un creciente sentido común sobre muchos sectores kirchneristas que hay que resignarse a que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, sea el candidato presidencial K en las presidenciales de 2015 y que, en ese sentido, el paro docente atentaba contra las chances electorales de este “mal menor”.
Pero el kirchnerismo no es resignación. Las banderas que se levantaron desde 2003 no fueron las de naturalizar a una sociedad que sigue siendo injusta o las de aceptar que siga habiendo chicos comiendo en los basurales. El kirchnerismo nos ha enseñado a ir siempre por más.
Debemos comprender que no se acaba todo en el manejo del Estado y que, si es necesario, tenemos que prepararnos para la resistencia. Es nuestra responsabilidad reconstruir el vínculo con el movimiento obrero organizado, que en su base (y en mucho de su dirigencia) sigue siendo profundamente agradecido de las conquistas alcanzadas. También es nuestra la tarea de reformular y potenciar a las organizaciones sociales y de continuar empoderando a las juventudes, como actor más audaz de todo proceso.
Los docentes marcaron el camino. Una presidencia de Scioli descargará los costos sociales de mantener la rentabilidad empresaria sobre los trabajadores. No debemos temer a prepararnos para resistir. De esos capítulos provienen las gestas más épicas de nuestro Pueblo.
*Diputado porteño por Izquierda Popular y dirigente de Seamos Libres.
Por Pablo Ferreyra*
El miércoles pasado, marché con los docentes al Ministerio de Educación de la Nación. Fui el único legislador que integra el interbloque kirchnerista que se hizo presente en la masiva manifestación. Esto me valió la reprimenda de algunos medios digitales.
No tengo intenciones de discutir la legitimidad del paro ni de problematizar la tarea de los dirigentes sindicales. Dejemos de lado que los últimos dos aumentos de mínimos se dieron por decreto, violando la ley de paritarias. No consideremos el impacto de la inflación (7% bimestral) e ignoremos la masiva legitimidad de la protesta, que congregó a decenas de miles de docentes en dos oportunidades: primero a la Plaza San Martín de la ciudad de La Plata y luego al Palacio Pizzurno en la Capital Federal. Mi intención es analizar el paro en sus aristas político-electorales.
Corre un creciente sentido común sobre muchos sectores kirchneristas que hay que resignarse a que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, sea el candidato presidencial K en las presidenciales de 2015 y que, en ese sentido, el paro docente atentaba contra las chances electorales de este “mal menor”.
Pero el kirchnerismo no es resignación. Las banderas que se levantaron desde 2003 no fueron las de naturalizar a una sociedad que sigue siendo injusta o las de aceptar que siga habiendo chicos comiendo en los basurales. El kirchnerismo nos ha enseñado a ir siempre por más.
Debemos comprender que no se acaba todo en el manejo del Estado y que, si es necesario, tenemos que prepararnos para la resistencia. Es nuestra responsabilidad reconstruir el vínculo con el movimiento obrero organizado, que en su base (y en mucho de su dirigencia) sigue siendo profundamente agradecido de las conquistas alcanzadas. También es nuestra la tarea de reformular y potenciar a las organizaciones sociales y de continuar empoderando a las juventudes, como actor más audaz de todo proceso.
Los docentes marcaron el camino. Una presidencia de Scioli descargará los costos sociales de mantener la rentabilidad empresaria sobre los trabajadores. No debemos temer a prepararnos para resistir. De esos capítulos provienen las gestas más épicas de nuestro Pueblo.
*Diputado porteño por Izquierda Popular y dirigente de Seamos Libres.