El sagrado concepto ‘neutralidad de la Red’, que el martes aprobó el senado brasileño, dos días después no aparece en el documento final de la NET que ha reunido en Brasil a 800 representantes de 85 países.
El documento condena la llamada “vigilancia masiva” en Internet y también hace un llamamiento a que esta sea perseguida según la legislación internacional, en alusión al escándalo Snowden. Pero no incluyó ni una sola mención a la NSA (Agencia Nacional de Seguridad estadounidense), encargada de espiar a Gobiernos aliados, empresas privadas y ciudadanos anónimos, entre ellos, la propia presidenta brasileña Dilma Rousseff.
La inclusión del concepto de ‘neutralidad’ (que todos los servicios de Internet tengan el mismo acceso y a la misma velocidad, sin preferencias) atrasó el consenso en torno a la llamada Declaración de Sao Paulo. El documento, de apenas 10 páginas, es un pálido reflejo de la que para muchos era una cumbre histórica, celebrada en un país —Brasil— que acababa de aprobar la primera Constitución de Internet. En la llamada Ley de Marco Civil, precisamente, la neutralidad era uno de los caballos de batalla del Gobierno brasileño.
Este movimiento se producía justo 24 horas después de que la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), el organismo independiente encargado de la regulación de la web en Estados Unidos, anunciara que revisaría la normativa actual para facilitar que los proveedores de Internet ofrezcan servicios a diferentes velocidades. Las divergencias de opiniones entre Brasilia y Estados Unidos y la Unión Europea impidieron sacar adelante un texto más ambicioso.
En declaraciones a la prensa, Paulo Bernardo, el ministro brasileño de Comunicaciones, admitió estas diferencias y aseguró que confiaba en obtener más adelante el derecho a que todos tengan acceso a los mismos contenidos y con la misma velocidad. “Hay países que no lo quieren. Estados Unidos. Tampoco la Unión Europea”, dijo y se remitió a la reunión que se celebrará en Estambul (Turquía) del Foro Global de Internet (GIF). “Hay diferentes opiniones”, aseguró la vicepresidenta de la Comisión Europea, Neelie Kroes.
Para ciertos especialistas, como Sergio Amadeu, sociólogo que participó en la redacción del Marco Civil, lo que se ha producido es una gran victoria de las grandes empresas de telecomunicaciones (operadoras telefónicas y del cable) sobre las de Internet (Google, Facebook, Twitter…). “Todo esto es un absurdo”, aseguró Amadeus. “Los lobbies de las empresas de telecomunicaciones dominaron y presionaron durante los debates finales y consiguieron debilitar el texto y sacar la palabra neutralidad de la redacción. Tampoco se ponen los medios para combatir ese espionaje masivo ya que las grandes empresas seguirán dominando el tráfico”.
Los representantes de Cuba, India y Rusia (cuyo presidente, Vladímir Putin, acaba de comparar a Internet con un instrumento de la CIA) mostraron su disconformidad con el acuerdo. “Las decisiones fueron tomadas por un comité ya determinado y no conseguimos entender los criterios para la redacción del documento. Se ignoraron nuestras aportaciones y lo único que va a pasar es que se va a fomentar la desigualdad entre los países”.
Pese a ello, muchos de los participantes, incluido uno de los padres de Internet, Vinton Cerf, saludaron la cumbre como “un gran logro y un paso adelante en la gobernanza global de la Red”. La reunión de Sao Paulo intentaba sacar adelante lo que no logró la última cumbre de la ITU, la organización internacional de telecomunicaciones: un acuerdo entre Estados partidarios de mantener el actual status quo y emergentes como China, Rusia o India que prefieren tener mando y dominio en la gobernanza de Internet.
Brasil firmó a principios de 2012 un acuerdo con Pekín y Moscú en este sentido, pero ahora parece haberse aliado con Washington, aprovechando el mea culpa de la Administración Obama. El Ejecutivo estadounidense ya ha anunciado su disposición a renunciar a la prerrogativa que ejercen sobre la atribución de dominios en Internet a través del ICANN, una organización sin ánimo de lucro con sede en Londres, y a una reestructuración de la NSA. Esa buena voluntad fue elogiada en el documento.
La apuesta por el multilateralismo sí quedó patente en el texto final que propone una web abierta, participativa, transparente e integradora y también por cerrar la brecha digital entre quienes tienen acceso a la red y quienes no. Para muchos, esos puntos, incluso el último, son los que hacen ganadores a las grandes corporaciones de Internet. Como dijo Ross LaJeunesse, director de relaciones públicas de Google, “nuestro negocio es que Internet se expanda cada vez más y a más gente”.
Coincidiendo con la clausura, varias organizaciones civiles organizaron un evento alternativo, el Arena Net Mundial. Los asistentes pudieron debatir vía Skype con Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, refugiado en la embajada de Ecuador en Londres.
El documento condena la llamada “vigilancia masiva” en Internet y también hace un llamamiento a que esta sea perseguida según la legislación internacional, en alusión al escándalo Snowden. Pero no incluyó ni una sola mención a la NSA (Agencia Nacional de Seguridad estadounidense), encargada de espiar a Gobiernos aliados, empresas privadas y ciudadanos anónimos, entre ellos, la propia presidenta brasileña Dilma Rousseff.
La inclusión del concepto de ‘neutralidad’ (que todos los servicios de Internet tengan el mismo acceso y a la misma velocidad, sin preferencias) atrasó el consenso en torno a la llamada Declaración de Sao Paulo. El documento, de apenas 10 páginas, es un pálido reflejo de la que para muchos era una cumbre histórica, celebrada en un país —Brasil— que acababa de aprobar la primera Constitución de Internet. En la llamada Ley de Marco Civil, precisamente, la neutralidad era uno de los caballos de batalla del Gobierno brasileño.
Este movimiento se producía justo 24 horas después de que la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), el organismo independiente encargado de la regulación de la web en Estados Unidos, anunciara que revisaría la normativa actual para facilitar que los proveedores de Internet ofrezcan servicios a diferentes velocidades. Las divergencias de opiniones entre Brasilia y Estados Unidos y la Unión Europea impidieron sacar adelante un texto más ambicioso.
En declaraciones a la prensa, Paulo Bernardo, el ministro brasileño de Comunicaciones, admitió estas diferencias y aseguró que confiaba en obtener más adelante el derecho a que todos tengan acceso a los mismos contenidos y con la misma velocidad. “Hay países que no lo quieren. Estados Unidos. Tampoco la Unión Europea”, dijo y se remitió a la reunión que se celebrará en Estambul (Turquía) del Foro Global de Internet (GIF). “Hay diferentes opiniones”, aseguró la vicepresidenta de la Comisión Europea, Neelie Kroes.
Para ciertos especialistas, como Sergio Amadeu, sociólogo que participó en la redacción del Marco Civil, lo que se ha producido es una gran victoria de las grandes empresas de telecomunicaciones (operadoras telefónicas y del cable) sobre las de Internet (Google, Facebook, Twitter…). “Todo esto es un absurdo”, aseguró Amadeus. “Los lobbies de las empresas de telecomunicaciones dominaron y presionaron durante los debates finales y consiguieron debilitar el texto y sacar la palabra neutralidad de la redacción. Tampoco se ponen los medios para combatir ese espionaje masivo ya que las grandes empresas seguirán dominando el tráfico”.
Los representantes de Cuba, India y Rusia (cuyo presidente, Vladímir Putin, acaba de comparar a Internet con un instrumento de la CIA) mostraron su disconformidad con el acuerdo. “Las decisiones fueron tomadas por un comité ya determinado y no conseguimos entender los criterios para la redacción del documento. Se ignoraron nuestras aportaciones y lo único que va a pasar es que se va a fomentar la desigualdad entre los países”.
Pese a ello, muchos de los participantes, incluido uno de los padres de Internet, Vinton Cerf, saludaron la cumbre como “un gran logro y un paso adelante en la gobernanza global de la Red”. La reunión de Sao Paulo intentaba sacar adelante lo que no logró la última cumbre de la ITU, la organización internacional de telecomunicaciones: un acuerdo entre Estados partidarios de mantener el actual status quo y emergentes como China, Rusia o India que prefieren tener mando y dominio en la gobernanza de Internet.
Brasil firmó a principios de 2012 un acuerdo con Pekín y Moscú en este sentido, pero ahora parece haberse aliado con Washington, aprovechando el mea culpa de la Administración Obama. El Ejecutivo estadounidense ya ha anunciado su disposición a renunciar a la prerrogativa que ejercen sobre la atribución de dominios en Internet a través del ICANN, una organización sin ánimo de lucro con sede en Londres, y a una reestructuración de la NSA. Esa buena voluntad fue elogiada en el documento.
La apuesta por el multilateralismo sí quedó patente en el texto final que propone una web abierta, participativa, transparente e integradora y también por cerrar la brecha digital entre quienes tienen acceso a la red y quienes no. Para muchos, esos puntos, incluso el último, son los que hacen ganadores a las grandes corporaciones de Internet. Como dijo Ross LaJeunesse, director de relaciones públicas de Google, “nuestro negocio es que Internet se expanda cada vez más y a más gente”.
Coincidiendo con la clausura, varias organizaciones civiles organizaron un evento alternativo, el Arena Net Mundial. Los asistentes pudieron debatir vía Skype con Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, refugiado en la embajada de Ecuador en Londres.