Las subas de tarifas acumuladas, algunas con porcentajes de tres cifras, fueron transformando la estructura de los gastos familiares. Como resultado, el presupuesto de los hogares porteños muestra ya una composición muy diferente a la que supo tener hace sólo cuatro años. Una configuración donde los servicios básicos recobraron peso y el pago de «las cuentas» se volvió decisivo para llegar (o no) a fin de mes.
El fenómeno quedó en evidencia esta semana, al conocerse los nuevos precios de las «Canastas de Consumo» que releva mensualmente la Dirección de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires para definir las líneas de pobreza e indigencia, así como las que delimitan las distintas clases sociales. Al comparar esos registros con los de años anteriores, aparecen cambios muy notorios.
Según el «Indec porteño», un matrimonio joven con dos hijos chicos necesitó en febrero al menos $ 10.647 para cubrir la llamada Canasta de Servicios del Hogar, que incluye las grandes «cuentas» de comienzos del mes: el alquiler de un departamento chico, las expensas, las boletas de gas, luz, agua y comunicaciones, más el gasto en transporte. Deja afuera, en tanto, rubros como los seguros de salud y las cuotas de colegios.
Ese monto, calculó Clarín, representa ya un 37,5% de los $ 28.365 que necesita esa familia tipo inquilina para ser considerada de clase media baja o «frágil». Es la proporción más alta de los cinco años que lleva el estudio. En febrero del año pasado aún era del 35%, en 2016 había sido del 32,3% y en 2014, del 31,4%.
Así, para el hogar de referencia, la Canasta de Servicios cuesta ahora un 15% más que la de alimentos y bebidas ($ 9.285). Hace cuatro años, en cambio, alimentarse resultaba 20% más caro que pagar las principales «cuentas» del mes y moverse por la ciudad.
Si la familia tipo es propietaria, y se ahorra los $ 6.076 del alquiler (se toma un dos ambientes), la Canasta de Servicios les lleva $ 4.571. Es decir, un 20,5% de los $ 22.288 que necesita ese hogar para comprar la Canasta Total y ser de clase media baja. La incidencia en este caso es menor, pero también creció: hace un año era del 18,7% y a inicios del 2016, 15,5%, siempre según los datos oficiales.
Para una pareja de jubilados dueña de su vivienda, en tanto, el impacto de los servicios básicos también se disparó. Si esa canasta les llevaba un 18,3% del gasto en 2014, en 2016 ya era el 19,4%, el año pasado saltó al 23,8% y ahora superó el 26%: $ 3.044 sobre una canasta total de $ 11.552 mensuales.
Un dato llamativo es que hace cuatro años el gasto de este hogar en remedios y servicios de salud cuadruplicaba al de sus cuentas de agua, gas y luz juntas. Esto se invirtió: hoy gastan en esas boletas un 13% más que en mantenerse sanos, o un 8% de todos sus gastos básicos (contra el 1,8% anterior).
¿Qué sucede con una pareja joven e inquilina sin hijos? Para ellos, según la información oficial, la Canasta de Servicios pasó de ser el 40,8% de su Canasta Total en 2014 a ser ahora el 47,7%: unos $ 8.507 al mes sobre un presupuesto de $ 17.836.
La gran clave de estos cambios estuvo en los aumentos de tarifas. Sólo desde febrero de 2016, en la Canasta de Consumo porteña, el gasto en gas casi se quintuplicó (subió 373%), igual que la boleta de agua y cloacas (371%). Las facturas de luz se encarecieron 222% (y 1.037% desde 2015). Y el transporte, un 106%.
Son subas mucho mayores que las que tuvo en igual período, en la Ciudad, la Canasta Total (68%) y la Canasta Básica de Alimentos (54,9%). Además, según el organismo, en los últimos dos años el costo de las expensas se duplicó: para una familia tipo, saltaron de $ 888 a $ 1.778 (100% más). Y 35% en el último año.
«En parte fue por el alza de tarifas, porque la quita de subsidios fue indiscriminada y a los consorcios se les factura muchas veces como a empresas. Además, las subas salariales a encargados fueron muy por encima de la inflación, y el gobierno porteño siguió sumando costosas obligaciones», explicó Adrián Hilarza, secretario de Prensa de la Asociación de Administradores de Consorcio.
Los alquileres, por su parte, se encarecieron 35% en un año y 81% en los últimos dos. «Fue por el límite a las comisiones inmobiliarias en la Ciudad y por la media sanción de la Ley de Alquileres, que convenció a muchos propietarios de sacar sus unidades del mercado para ponerlas en venta», indicó Alejandro Juan Bennazar, titular de la Cámara Inmobiliaria Argentina.
Por las fuertes subas de tarifas en agenda para este año (ver abajo), se espera que el gasto en los servicios básicos siga ganando peso en el presupuesto.
Nuevos aumentos en las boletas prometen profundizar la tendencia
Lejos quedó la época en que las facturas de los servicios públicos, para muchos porteños, podían costar menos que una pizza, o incluso que un café. Parte de los subsidios que sostenían esa situación ya fueron quitados, de manera escalonada, y los montos se multiplicaron.
Aun así, boletas y boletos siguen aún con distintos grados de subvención y el plan oficial es continuar este año retirando esos beneficios. ¿El efecto? Nuevos incrementos tarifarios que le ganarán, por lejos, a la inflación general. Y que le exigirán al bolsillo de la población un mayor esfuerzo.
El ajuste más próximo es el que se aplicaría, desde abril, en las facturas del gas. Como ya se informó, el ente regulador Enargas confirmaría en los próximos días la magnitud del incremento. Las tarifas ya habían subido un 45% en promedio en diciembre, pero las empresas pidieron en audiencia pública que suban otro 35 a 45% en Buenos Aires.
A esto se suma que, al mismo tiempo, entrará en vigencia el segundo tramo de la suba en los boletos de trenes y colectivos del área metropolitana. El primero había sido el mes pasado y el tercero llegará en junio.
Así, por ejemplo, el boleto mínimo de colectivo quedará un 66% más caro que a principio de año, aunque con el beneficio de la «tarifa multimodal». Y queda pendiente la suba del subte, que se demoró por una medida judicial, pero esperan poder aplicarlo en los próximos meses. Para este servicio, estaba previsto que el viaje pasara a costar $ 12,50 en junio.
En el caso del servicio de aguas y cloacas, la empresa prestadora (AySA) ya propuso en audiencia pública una suba del 26% en promedio en sus tarifas a partir de mayo. Pero para más de un millón de hogares también planean una quita de subsidios, de manera escalonada y a partir de julio, haciendo que para esos bolsillos el aumento llegue al 68% a fin de año.
Los que viven en edificios, en tanto, también tendrán que prepararse para otro duro aumento en breve. Es por el aumento salarial otorgado a los encargados de edificios, cuya primera cuota (8%) rige desde abril y empieza a pagarse desde mayo, mientras que la segunda cuota (4%) impactará desde septiembre.
En la Asociación de Administradores de Consorcio estiman en un 7% la incidencia de esta medida sobre las expensas. «Con estas medidas, las expensas seguirán encareciéndose por encima de la inflación general. Además, aumentan los deudores y eso obliga a subir todavía más las expensas para compensarlo», advierten.
El fenómeno quedó en evidencia esta semana, al conocerse los nuevos precios de las «Canastas de Consumo» que releva mensualmente la Dirección de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires para definir las líneas de pobreza e indigencia, así como las que delimitan las distintas clases sociales. Al comparar esos registros con los de años anteriores, aparecen cambios muy notorios.
Según el «Indec porteño», un matrimonio joven con dos hijos chicos necesitó en febrero al menos $ 10.647 para cubrir la llamada Canasta de Servicios del Hogar, que incluye las grandes «cuentas» de comienzos del mes: el alquiler de un departamento chico, las expensas, las boletas de gas, luz, agua y comunicaciones, más el gasto en transporte. Deja afuera, en tanto, rubros como los seguros de salud y las cuotas de colegios.
Ese monto, calculó Clarín, representa ya un 37,5% de los $ 28.365 que necesita esa familia tipo inquilina para ser considerada de clase media baja o «frágil». Es la proporción más alta de los cinco años que lleva el estudio. En febrero del año pasado aún era del 35%, en 2016 había sido del 32,3% y en 2014, del 31,4%.
Así, para el hogar de referencia, la Canasta de Servicios cuesta ahora un 15% más que la de alimentos y bebidas ($ 9.285). Hace cuatro años, en cambio, alimentarse resultaba 20% más caro que pagar las principales «cuentas» del mes y moverse por la ciudad.
Si la familia tipo es propietaria, y se ahorra los $ 6.076 del alquiler (se toma un dos ambientes), la Canasta de Servicios les lleva $ 4.571. Es decir, un 20,5% de los $ 22.288 que necesita ese hogar para comprar la Canasta Total y ser de clase media baja. La incidencia en este caso es menor, pero también creció: hace un año era del 18,7% y a inicios del 2016, 15,5%, siempre según los datos oficiales.
Para una pareja de jubilados dueña de su vivienda, en tanto, el impacto de los servicios básicos también se disparó. Si esa canasta les llevaba un 18,3% del gasto en 2014, en 2016 ya era el 19,4%, el año pasado saltó al 23,8% y ahora superó el 26%: $ 3.044 sobre una canasta total de $ 11.552 mensuales.
Un dato llamativo es que hace cuatro años el gasto de este hogar en remedios y servicios de salud cuadruplicaba al de sus cuentas de agua, gas y luz juntas. Esto se invirtió: hoy gastan en esas boletas un 13% más que en mantenerse sanos, o un 8% de todos sus gastos básicos (contra el 1,8% anterior).
¿Qué sucede con una pareja joven e inquilina sin hijos? Para ellos, según la información oficial, la Canasta de Servicios pasó de ser el 40,8% de su Canasta Total en 2014 a ser ahora el 47,7%: unos $ 8.507 al mes sobre un presupuesto de $ 17.836.
La gran clave de estos cambios estuvo en los aumentos de tarifas. Sólo desde febrero de 2016, en la Canasta de Consumo porteña, el gasto en gas casi se quintuplicó (subió 373%), igual que la boleta de agua y cloacas (371%). Las facturas de luz se encarecieron 222% (y 1.037% desde 2015). Y el transporte, un 106%.
Son subas mucho mayores que las que tuvo en igual período, en la Ciudad, la Canasta Total (68%) y la Canasta Básica de Alimentos (54,9%). Además, según el organismo, en los últimos dos años el costo de las expensas se duplicó: para una familia tipo, saltaron de $ 888 a $ 1.778 (100% más). Y 35% en el último año.
«En parte fue por el alza de tarifas, porque la quita de subsidios fue indiscriminada y a los consorcios se les factura muchas veces como a empresas. Además, las subas salariales a encargados fueron muy por encima de la inflación, y el gobierno porteño siguió sumando costosas obligaciones», explicó Adrián Hilarza, secretario de Prensa de la Asociación de Administradores de Consorcio.
Los alquileres, por su parte, se encarecieron 35% en un año y 81% en los últimos dos. «Fue por el límite a las comisiones inmobiliarias en la Ciudad y por la media sanción de la Ley de Alquileres, que convenció a muchos propietarios de sacar sus unidades del mercado para ponerlas en venta», indicó Alejandro Juan Bennazar, titular de la Cámara Inmobiliaria Argentina.
Por las fuertes subas de tarifas en agenda para este año (ver abajo), se espera que el gasto en los servicios básicos siga ganando peso en el presupuesto.
Nuevos aumentos en las boletas prometen profundizar la tendencia
Lejos quedó la época en que las facturas de los servicios públicos, para muchos porteños, podían costar menos que una pizza, o incluso que un café. Parte de los subsidios que sostenían esa situación ya fueron quitados, de manera escalonada, y los montos se multiplicaron.
Aun así, boletas y boletos siguen aún con distintos grados de subvención y el plan oficial es continuar este año retirando esos beneficios. ¿El efecto? Nuevos incrementos tarifarios que le ganarán, por lejos, a la inflación general. Y que le exigirán al bolsillo de la población un mayor esfuerzo.
El ajuste más próximo es el que se aplicaría, desde abril, en las facturas del gas. Como ya se informó, el ente regulador Enargas confirmaría en los próximos días la magnitud del incremento. Las tarifas ya habían subido un 45% en promedio en diciembre, pero las empresas pidieron en audiencia pública que suban otro 35 a 45% en Buenos Aires.
A esto se suma que, al mismo tiempo, entrará en vigencia el segundo tramo de la suba en los boletos de trenes y colectivos del área metropolitana. El primero había sido el mes pasado y el tercero llegará en junio.
Así, por ejemplo, el boleto mínimo de colectivo quedará un 66% más caro que a principio de año, aunque con el beneficio de la «tarifa multimodal». Y queda pendiente la suba del subte, que se demoró por una medida judicial, pero esperan poder aplicarlo en los próximos meses. Para este servicio, estaba previsto que el viaje pasara a costar $ 12,50 en junio.
En el caso del servicio de aguas y cloacas, la empresa prestadora (AySA) ya propuso en audiencia pública una suba del 26% en promedio en sus tarifas a partir de mayo. Pero para más de un millón de hogares también planean una quita de subsidios, de manera escalonada y a partir de julio, haciendo que para esos bolsillos el aumento llegue al 68% a fin de año.
Los que viven en edificios, en tanto, también tendrán que prepararse para otro duro aumento en breve. Es por el aumento salarial otorgado a los encargados de edificios, cuya primera cuota (8%) rige desde abril y empieza a pagarse desde mayo, mientras que la segunda cuota (4%) impactará desde septiembre.
En la Asociación de Administradores de Consorcio estiman en un 7% la incidencia de esta medida sobre las expensas. «Con estas medidas, las expensas seguirán encareciéndose por encima de la inflación general. Además, aumentan los deudores y eso obliga a subir todavía más las expensas para compensarlo», advierten.