Parecía una entrevista normal la que el presidente chileno, Sebastián Piñera, mantuvo con BBC Mundo en Río de Janeiro esta semana. Pero como muestra el video tuvo un final inusitado.
El mandatario que llegaba desde México -donde asistió como invitado a la reunión del G-20- y vino a Río para participar de la conferencia sobre desarrollo sostenible de Naciones Unidas (ONU), había accedido a dar una entrevista a BBC Mundo en un hotel del barrio carioca de Leme.
Ya había respondido los temas centrales de la misma, desde los problemas de la economía internacional y los retos de la cumbre de la ONU, a asuntos sobre la actualidad chilena, como la polémica por el impacto ambiental de un proyecto energético, la desigualdad social y las protestas estudiantiles, que Piñera contestó con calma.
Pero entonces surgió la pregunta con la que acabó la entrevista.
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clic Lea la entrevista
¿Libertad de expresión?
La interrogante estaba relacionada con el homenaje a Augusto Pinochet realizado el domingo 10 en un teatro céntrico de Santiago.
El acto, que incluía un documental reivindicativo del gobierno militar de Pinochet (1973-1990), provocó la protesta callejera de detractores del general que chocaron con la policía, con varios heridos y detenidos.
El episodio mostró cómo la figura de Pinochet aún causa divisiones en la sociedad chilena casi cuatro décadas después del golpe de Estado que lideró contra el presidente Salvador Allende.
También generó un debate sobre la libertad de expresión.
«Una última pregunta»
Grupos de derechos humanos y familiares de desaparecidos durante el gobierno de Pinochet pidieron al presidente que prohibiera el homenaje.
Y la pregunta que BBC Mundo quiso plantear a Piñera era precisamente si ese tipo de actos deben permitirse en nombre de la libertad de expresión, pese a que reivindiquen un gobierno que, según estimaciones oficiales, mató unas 3.000 personas.
Pero cuando la interrogante era planteada, una funcionaria de comunicación de la presidencia chilena intervino frente a la cámara declarando cerrada la entrevista y Piñera comenzó a retirarse.
En ese momento, ni Piñera ni sus asesores rechazaron que se formulara lo que se anunció como «una última pregunta muy puntual». Las objeciones sólo surgieron cuando se supo de qué se trataba la inquietud.
El mandatario que llegaba desde México -donde asistió como invitado a la reunión del G-20- y vino a Río para participar de la conferencia sobre desarrollo sostenible de Naciones Unidas (ONU), había accedido a dar una entrevista a BBC Mundo en un hotel del barrio carioca de Leme.
Ya había respondido los temas centrales de la misma, desde los problemas de la economía internacional y los retos de la cumbre de la ONU, a asuntos sobre la actualidad chilena, como la polémica por el impacto ambiental de un proyecto energético, la desigualdad social y las protestas estudiantiles, que Piñera contestó con calma.
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La interrogante estaba relacionada con el homenaje a Augusto Pinochet realizado el domingo 10 en un teatro céntrico de Santiago.
El acto, que incluía un documental reivindicativo del gobierno militar de Pinochet (1973-1990), provocó la protesta callejera de detractores del general que chocaron con la policía, con varios heridos y detenidos.
El episodio mostró cómo la figura de Pinochet aún causa divisiones en la sociedad chilena casi cuatro décadas después del golpe de Estado que lideró contra el presidente Salvador Allende.
También generó un debate sobre la libertad de expresión.
«Una última pregunta»
Grupos de derechos humanos y familiares de desaparecidos durante el gobierno de Pinochet pidieron al presidente que prohibiera el homenaje.
Y la pregunta que BBC Mundo quiso plantear a Piñera era precisamente si ese tipo de actos deben permitirse en nombre de la libertad de expresión, pese a que reivindiquen un gobierno que, según estimaciones oficiales, mató unas 3.000 personas.
Pero cuando la interrogante era planteada, una funcionaria de comunicación de la presidencia chilena intervino frente a la cámara declarando cerrada la entrevista y Piñera comenzó a retirarse.
En ese momento, ni Piñera ni sus asesores rechazaron que se formulara lo que se anunció como «una última pregunta muy puntual». Las objeciones sólo surgieron cuando se supo de qué se trataba la inquietud.