En la primera plana del diario La República del domingo pasado, el exministro de Defensa y actual senador del Frente Amplio, Luis Rosadilla, se despachó a gusto bajo el título: «Hay una prensa con estrategia opositora». Acusó que la principal oposición al gobierno no viene de los partidos políticos sino de «un muy bien ensamblado conjunto de estrategias que llevan adelante ciertos medios de comunicación».
Esta afirmación supone, pues, que existe una actitud organizada, unida, articulada, es decir, «bien ensañada» por cierta prensa opositora, a la que no identifica y que, según dice el senador, «se encarga de negar la evolución positiva (sic) que ha tenido el Uruguay en esos últimos 8 años».
No obstante esa dura crítica, y como para compensar el inmerecido agravio a los medios de prensa que no individualiza, también señala en su inefable reportaje que algunos ataques de estos sectores tienen «alto nivel conceptual y profundidad de análisis e incluyen críticas y propuestas».
MALOS Y BUENOS. O sea que, en su elemental maniqueísmo, el senador piensa que existen medios de prensa buenos y medios de prensa malos y que estos son los culpables de que «un titular de prensa repetido muchas veces se convierta en una verdad, inclusive para los frenteamplistas». O sea que hasta los frenteamplistas han caído en la trampa del Ministro de propaganda de las épocas nazis, de que una mentira repetida termina por creerse como una verdad.
Quizás los incautos frenteamplistas no hayan visto aún las bondades de una gestión municipal de 22 años que ha dejado a la ciudad inmersa en la basura, llena de carritos y despojada de una valiosa pinacoteca; o que la seguridad brilla por su ausencia, los sindicatos de la enseñanza le imponen el ritmo al gobierno y en la salud pública es tal el problema que hasta los médicos desafían la esencialidad declarada por el gobierno, el cual había firmado un acuerdo con los facultativos en 2008 y estos aún esperan el cumplimiento.
Y, como nos venimos acostumbrando, todas estas diferencias siempre termina pagándola Juan Pueblo y peor aun, aquellos que menos recursos tienen.
En la coalición gobernante hay nerviosismo por las marchas y contramarchas y los ruidosos proyectos que se anuncian siempre desde las alturas y luego pasan los días, semanas y meses, y nada se concreta. La prueba más evidente es fresca: se envió con bombos y platillos y ruidosa conferencia de prensa el paquete de proyectos para combatir la inseguridad ciudadana y a casi tres meses solo una de las iniciativas parece seguir adelante. Las demás llevan el acostumbrado camino de un olvidado descanso (en algún cajón oficial). Todos chocan en cuanto transitan por el camino que tendría que ser el más sencillo, el de la propia casa, el interno, y aparecen trabas o impedimentos para ver la luz bajo los argumentos de viejas tradiciones ideológicas. Y así corre el tiempo.
DURA INTERNA. Las luchas internas no dejan lugar a desmentidos o aclaraciones; son repetidos los choques del MPP contra el Frente Líber Seregni y en especial apuntando a Danilo Astori y también por las dudas al expresidente Tabaré Vázquez. Ahora se comenta en los corrillos internos que la puja es grande entre el equipo económico titular, que dirige Lorenzo y respalda como se sabe el vicepresidente Astori, y el equipo económico segundo o el de las sombras que dirige el ex subsecretario y hombre de confianza de Mujica, Buonomo, «trenzados en la reforma del IRAE».
Sin duda que las últimas encuestas están demostrando que la gente reacciona y que las disidencias internas del FA se multiplican. Salen planteos distintos, ya sea la creación del Partido de Montevideo (devaneos nocturnos del secretario Breccia), o la necesidad de reforzar la militancia -pérdida del poder de convocatoria de otras épocas no tan lejanas-.
Según Rosadilla, sin libertad para el debate interno no hay unidad, y se debe construir un conjunto de medios de comunicación que haga frente, porque «es necesario jugar en esa cancha y muy fuerte», apremia el legislador (la encuestadora Cifra en reciente y una muy divulgada compulsa difundió que el 42% de la sociedad rechaza la gestión del presidente José Mujica, el 36 la aprueba, mientras el 55 rechaza la labor de la intendenta Ana Olivera).
Parece que este gobierno seguiría la misma vía de Cristina Fernández de Kirchner y de Hugo Chávez tildando de malos a la prensa opositora, a los medios infames que no reconocen los logros y que multiplican las críticas.
LO QUE SUMA Y SUMA. Quizás el senador pretenda que se omita informar sobre el desastre de la actual situación de la seguridad, de la enseñanza, de la salud, o que se ignore el estrepitoso fracaso del remate de Pluna, que si bien es herencia del gobierno de Vázquez, Astori y Rossi, pretende solucionarse por un camino equivocado, disimulando las verdaderas y muy graves responsabilidades que hoy traban la justicia penal, y buscando que se pague por lo que no vale, una flota de aviones usados, inadecuados y que ya no se fabrican más. ¿Cómo no informar que altos gobernantes defienden el cumplimiento de la ley de liquidación de Pluna que ha determinado un segundo vaciamiento de la empresa (el primero fue el de Campiani) y que no va a lograr otra consecuencia que la de abrir una catarata de juicios contra el Estado en base a su responsabilidad por acto legislativo?
No es así señor senador, echándole la culpa a los medios, que se pueden disimular las carencias del gobierno, su negativa gestión y la frustración de las expectativas de sus votantes. Y si la oposición no la hacen los partidos políticos tradicionales es porque su grado de madurez antepone la estabilidad de las instituciones, en lugar de volcarse a la controversia sistemática y al antagonismo salvaje que usó como estrategia innegable el Frente Amplio para alcanzar el poder.
El País Digital
Esta afirmación supone, pues, que existe una actitud organizada, unida, articulada, es decir, «bien ensañada» por cierta prensa opositora, a la que no identifica y que, según dice el senador, «se encarga de negar la evolución positiva (sic) que ha tenido el Uruguay en esos últimos 8 años».
No obstante esa dura crítica, y como para compensar el inmerecido agravio a los medios de prensa que no individualiza, también señala en su inefable reportaje que algunos ataques de estos sectores tienen «alto nivel conceptual y profundidad de análisis e incluyen críticas y propuestas».
MALOS Y BUENOS. O sea que, en su elemental maniqueísmo, el senador piensa que existen medios de prensa buenos y medios de prensa malos y que estos son los culpables de que «un titular de prensa repetido muchas veces se convierta en una verdad, inclusive para los frenteamplistas». O sea que hasta los frenteamplistas han caído en la trampa del Ministro de propaganda de las épocas nazis, de que una mentira repetida termina por creerse como una verdad.
Quizás los incautos frenteamplistas no hayan visto aún las bondades de una gestión municipal de 22 años que ha dejado a la ciudad inmersa en la basura, llena de carritos y despojada de una valiosa pinacoteca; o que la seguridad brilla por su ausencia, los sindicatos de la enseñanza le imponen el ritmo al gobierno y en la salud pública es tal el problema que hasta los médicos desafían la esencialidad declarada por el gobierno, el cual había firmado un acuerdo con los facultativos en 2008 y estos aún esperan el cumplimiento.
Y, como nos venimos acostumbrando, todas estas diferencias siempre termina pagándola Juan Pueblo y peor aun, aquellos que menos recursos tienen.
En la coalición gobernante hay nerviosismo por las marchas y contramarchas y los ruidosos proyectos que se anuncian siempre desde las alturas y luego pasan los días, semanas y meses, y nada se concreta. La prueba más evidente es fresca: se envió con bombos y platillos y ruidosa conferencia de prensa el paquete de proyectos para combatir la inseguridad ciudadana y a casi tres meses solo una de las iniciativas parece seguir adelante. Las demás llevan el acostumbrado camino de un olvidado descanso (en algún cajón oficial). Todos chocan en cuanto transitan por el camino que tendría que ser el más sencillo, el de la propia casa, el interno, y aparecen trabas o impedimentos para ver la luz bajo los argumentos de viejas tradiciones ideológicas. Y así corre el tiempo.
DURA INTERNA. Las luchas internas no dejan lugar a desmentidos o aclaraciones; son repetidos los choques del MPP contra el Frente Líber Seregni y en especial apuntando a Danilo Astori y también por las dudas al expresidente Tabaré Vázquez. Ahora se comenta en los corrillos internos que la puja es grande entre el equipo económico titular, que dirige Lorenzo y respalda como se sabe el vicepresidente Astori, y el equipo económico segundo o el de las sombras que dirige el ex subsecretario y hombre de confianza de Mujica, Buonomo, «trenzados en la reforma del IRAE».
Sin duda que las últimas encuestas están demostrando que la gente reacciona y que las disidencias internas del FA se multiplican. Salen planteos distintos, ya sea la creación del Partido de Montevideo (devaneos nocturnos del secretario Breccia), o la necesidad de reforzar la militancia -pérdida del poder de convocatoria de otras épocas no tan lejanas-.
Según Rosadilla, sin libertad para el debate interno no hay unidad, y se debe construir un conjunto de medios de comunicación que haga frente, porque «es necesario jugar en esa cancha y muy fuerte», apremia el legislador (la encuestadora Cifra en reciente y una muy divulgada compulsa difundió que el 42% de la sociedad rechaza la gestión del presidente José Mujica, el 36 la aprueba, mientras el 55 rechaza la labor de la intendenta Ana Olivera).
Parece que este gobierno seguiría la misma vía de Cristina Fernández de Kirchner y de Hugo Chávez tildando de malos a la prensa opositora, a los medios infames que no reconocen los logros y que multiplican las críticas.
LO QUE SUMA Y SUMA. Quizás el senador pretenda que se omita informar sobre el desastre de la actual situación de la seguridad, de la enseñanza, de la salud, o que se ignore el estrepitoso fracaso del remate de Pluna, que si bien es herencia del gobierno de Vázquez, Astori y Rossi, pretende solucionarse por un camino equivocado, disimulando las verdaderas y muy graves responsabilidades que hoy traban la justicia penal, y buscando que se pague por lo que no vale, una flota de aviones usados, inadecuados y que ya no se fabrican más. ¿Cómo no informar que altos gobernantes defienden el cumplimiento de la ley de liquidación de Pluna que ha determinado un segundo vaciamiento de la empresa (el primero fue el de Campiani) y que no va a lograr otra consecuencia que la de abrir una catarata de juicios contra el Estado en base a su responsabilidad por acto legislativo?
No es así señor senador, echándole la culpa a los medios, que se pueden disimular las carencias del gobierno, su negativa gestión y la frustración de las expectativas de sus votantes. Y si la oposición no la hacen los partidos políticos tradicionales es porque su grado de madurez antepone la estabilidad de las instituciones, en lugar de volcarse a la controversia sistemática y al antagonismo salvaje que usó como estrategia innegable el Frente Amplio para alcanzar el poder.
El País Digital