La producción de celulares en el país, un debate que se reaviva

Infografía: La travesía del celular
Con el anuncio de que la empresa china TCL producirá teléfonos móviles en Tierra del Fuego se reavivó la polémica sobre qué se hace en la isla cuanto a la fabricación de equipos con sello nacional, ya que salvo Apple y HTC, el resto de los grandes fabricantes de móviles ya se instaló en la isla.
Lo hacen obligados por las licencias no automáticas y el esquema impositivo que desde 2010 rige la importación de productos electrónicos, y que promociona el Area Aduanera Especial de Tierra del Fuego como un polo productivo.
Para entender qué se hace en Tierra del Fuego La Nacion entrevistó a Sebastián Campa, director general de Sony Ericsson Argentina; a Ramiro Gómez D’Hers (cuando se hizo la entrevista era gerente de ventas de móviles de LG Argentina; hoy está en otra empresa); a Fernado Verrúa, gerente general de Alcatel para la Argentina y Uruguay, y a Marcelo Vogel, gerente de producción para el Cono Sur de Alcatel. También acercaron información Luis Kovalsky, gerente de marketing de Nokia; Germán Greco, director de producto de Motorola Mobility, y otros referentes del sector.
«No hay que mirar a Tierra del Fuego sólo desde la lógica industrial o económica -afirma Mario Roitter, investigador del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES), que analizó la industrialización de Tierra del Fuego en la década del 70 y del 80-. La zona nació en 1972 con una consideración geopolítica de poblar la isla, pero no es algo único a la Argentina. Manaos, en Brasil, tiene un origen similar; Tierra del Fuego está a 3000 kilómetros de Buenos Aires, pero Manaos lo está a 4700 de Río de Janeiro. Son las decisiones que se han ido creando a lo largo del tiempo las que crearon la realidad de la zona, y hay que pensar su futuro en base a eso.»
«Hace 50 años la producción industrial en el mundo estaba fuertemente integrada a escala nacional, con los proveedores de partes en un mismo territorio. En los últimos 20 años esto cambió, y ahora se habla de cadenas globales de valor. Esto abarca desde la producción de partes hasta los servicios; una empresa puede hacer su contabilidad en Irlanda y manejar los recursos humanos desde Costa Rica -explica Andrés López, director del Centro de Investigaciones para la Transformación (CENIT)-. Pero discutir si es ensamblado no tiene sentido, la idea de fabricación no está tabulada. En Tierra del Fuego el valor agregado es bajo porque no hay innovación ni diseño, no hay transferencia de tecnología ni provisión de componentes. Falta generar una industria que vaya más allá del empleo.»
«Hay gente que dice que esto es sólo ensamblado y no fabricación, pero cuando compran ropa hecha con tela extranjera no se lo plantean -dice Adrián Lamandía, de Novatech, una empresa que fabrica memoria RAM en el país con maquinaria compleja, que requiere soldaduras robotizadas (el denominado montaje en superficie)-. Sería genial producir semiconductores. Pero lo de la isla es un primer paso, sin el que no podríamos hacer nada más. Hace 30 años Taiwán era como Tierra del Fuego: no había diseño ni innovación, era sólo fabricación por contrato».
El proceso que se usa en la isla para abastecer de celulares al mercado local es idéntico al que se aplica en Brasil, México, Hungría, Vietnam o Corea, con los mismos componentes y el mismo proceso de producción. Casi todo el hardware se fabrica en China, Japón o Corea del Sur. Y la mayoría de los fabricantes de celulares no lo son en el sentido tradicional del término (ver recuadro): usan componentes hechos por otras compañías (en muchos casos, comunes a diversas marcas y modelos) y tercerizan el ensamblado de equipos, un esquema que también se aplica en el resto del mundo informático.
La forma más común de fabricación fuera de China es a través de los SKD, o kits semi desarmados: las piezas prefabricadas se envían juntas desde esos países y se arman en destino. Y existen los CKD (kits completamente desarmados), pero estos requieren maquinaria adicional para ser terminados. Estos métodos también se usan en la industria automotriz. CKD es lo que usa Novatech, que desde 2005 fabrica memorias RAM, llaves USB y otros dispositivos en la Argentina. El montaje en superficie (SMT, según sus siglas en inglés) también se usa en Tierra del Fuego, pero para producir notebooks. De hecho, la ley que define la fabricación nacional de computadoras portátiles exige el montaje en superficie de componentes en el motherboard y usar RAM de origen local.
Para tener una fábrica en Tierra del Fuego es obligatorio un socio local. Brightstar hace equipos para Samsung, LG, Motorola y RIM. Motorola, que produce en la isla de 2000, también tiene acuerdos con BGH y Samsung con Digital Fueguina. Alcatel se asoció con Newsan (que en el país ya maneja las marcas Sanyo, Noblex y Philco); para Nokia fabrica Iatec, y para Sony Ericsson y ZTE lo hace BGH. Y TCL entra al mercado móvil de la mano de Radio Victoria.
Cada fabricante tiene su edificio, con una línea de producción aprobada por ingenieros de la casa matriz de la compañía de celulares. No hay modificaciones en los componentes de un teléfono nacional y otro extranjero.»Lo único que cambia entre un teléfono de Tierra del Fuego y otro de Brasil o de México es la nacionalidad del operario», enfatizó un ejecutivo.
Desde que se hace el pedido hasta que el teléfono está listo pasan entre 8 y 10 semanas. Los pedidos se hacen a la casa matriz y a China, donde están las fábricas de los componentes, y se envían por barco o avión. Se suelen usar aviones para los teléfonos y barcos para cables USB, cargadores y auriculares. De China llegan a la Aduana de Buenos Aires, donde se verifica que el SKD importado cumpla con la ley.
No alcanza con que el equipo esté desarmado; debe cumplir lo que exige el proceso productivo, que define el estado inicial del móvil antes de pasar a Tierra del Fuego. Por ejemplo, los auriculares y los micrófonos no pueden estar soldados a la placa base, la pantalla debe estar suelta, etcétera.
De Buenos Aires viaja a Ushuaia o Río Grande, por avión o en camiones, lo que supone una logística aparte. La erupción del volcán Puyehue en junio último, por ejemplo, obligó a usar únicamente camiones para sortear los 3000 kilómetros que separan a Buenos Aires de Tierra del Fuego.
Hay dos modalidades para fabricar teléfonos. Una opción es el uso de islas, donde cada operario hace una parte y luego lleva una tanda al siguiente punto; la otra es una línea de montaje con una cinta transportadora de unos 30 a 40 metros. Los operarios van agregando piezas a medida que pasan los equipos. En una línea de producción pueden trabajar desde 10 hasta 50 personas.
Un celular tiene, en promedio, diez piezas. Algunas se sueldan, como el micrófono o el parlante; otras se conectan y atornillan. Y se usa un cuarto limpio (con aire ionizado) para evitar el polvo al colocar la pantalla y el vidrio.
A medida que se arma el equipo se testean sus funciones. Producir un smartphone es caro por el tiempo que toma verificar que el hardware funciona (el Wi-Fi, Bluetooth, audio, USB, 3G, cámara, memoria, etcétera). Algunas compañías terminan el proceso descargando el sistema operativo configurado para las operadoras en cada equipo; en otros casos esto ya viene de China.
Al final se pone el móvil en la caja junto a los manuales, el cargador y los cables. La papelería, el cartón y las etiquetas son lo único que la legislación exige que esté hecho en el país, y eso también tiene sus bemoles: a un proveedor le estuvo faltando la pasta que se usa para las cajas, lo que retrasó la producción.
La caja final se pesa para detectar un faltante (se nota la ausencia hasta de una sola hoja) y se carga con sus congéneres en un pallet. Varias compañías toman, además, muestras al azar de diferentes partidas para comprobar su calidad.
El cargamento de teléfonos terminados se envía de vuelta a Buenos Aires (por avión o camión), donde se redistribuye a las tiendas de todo el país y, eventualmente, llega a las manos de los usuarios.Según datos del Ministerio de Industria que comanda Débora Giorgi, este año la mitad de los móviles vendidos tendrá su origen en la isla; en ese organismo esperan que en 2012 la mitad de las computadoras vendidas en la Argentina sean de fabricación nacional. En Tierra del Fuego ya se hicieron inversiones por US$ 370 millones y trabajan 8700 personas en el sector, la mayoría abocada a la producción de celulares, televisores y computadoras portátiles. Varias empresas comenzarán también a fabricar tabletas en la isla.
La fabricación depende del encargo que hagan las operadoras locales. Para calcular el costo de un equipo se suman los componentes que usa y las horas hombre que requerirá su producción.
En Tierra del Fuego casi no se hacen equipos económicos, porque es muy difícil recuperar los márgenes exiguos de este segmento con el esquema productivo local. Los únicos que hacen equipos económicos en la isla son Alcatel (porque el costo inicial de su hardware lo admite) y Samsung, que prefiere hacer cálculos globales de ganancias. Algunos fabricantes negocian con el Ministerio de Industria excepciones temporales a ciertos modelos para completar su línea de productos. El resultado final es entre un 5 y un 7% más caro que lo que saldría importarlo sin el esquema arancelario que rige desde 2010..

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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