Además de la reforma impositiva, los cambios en las leyes laborales están en las prioridades de los hombres de negocios. Así quedó claro en las conversaciones con los ejecutivos que asistieron al Council of The Americas. La conclusión es que la rigidez y los altos costos del mercado laboral conspira contra la posibilidad de las empresas a la hora de competir con el resto del mundo.
Pero la flexibilidad laboral que quieren poner sobre la mesa el Gobierno tiene sus limitaciones, como reconoció Daniel Funes de Rioja, uno de los principales abogados laboralistas de la Argentina y titular de la Copal: «No podemos ir a una reforma a la brasileña. Los argentinos tenemos otra idiosincrasia y la mayoría de los cambios que se aprobaron allí no sería factible introducirlos aquí».
De esta forma, se alineó a los dichos del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, horas después de la marcha de la CGT del último martes. El funcionario había señalado que los cambios introducidos en Brasil «no deben ser vistos como un espejo de lo que se quiere hacer en la Argentina».
El Congreso brasileño aprobó hace menos de un mes una serie de flexiblizaciones para el mercado laboral que son percibidas como muy agresivas desde la Argentina. Entre otros aspectos, se resolvió que todo acuerdo hecho entre el empleador y el empleado prevalece más allá de lo definido por la ley. Además, restringe el acceso a la justicia laboral, se reduce en dos tercios el adicional a ser pago por la reducción del tiempo de almuerzo y descanso, permite a las empresas aumentar la jornada laboral sin acuerdo previo y se restringen las condiciones para la elección de representantes en las empresas.
Más allá de las diferencias, Funes de Rioja reconoció que resulta imprescindible avanzar con la agenda del mercado laboral para poder crecer en los próximos años: «Hay algunos temas urgentes que deben ser abordados. Una rebaja en serio de los aportes patronales para bajar el costo laboral. Flexibilizar las condiciones de contratación y despido, porque si no será imposible generar empleo. Y descentralizar las negociaciones colectivas, para discutir por empresa o por sector».
Cristiano Rattazzi, titular de Fiat, festejaba por la recuperación de la industria aunque al mismo tiempo también enfatizaba sobre los desafíos de competitividad: «El dólar a 18 pesos es mucho más lógico, más allá de que a mí me pueda gustar un nivel más alto, pero estamos mucho mejor que antes. Claro que aparecen temas como la reforma laboral en Brasil y te plantea un gran desafío en la búsqueda de mayor competitividad». También advertía que la industria automotriz no será la gran generadora de empleo que precisa la Argentina: «La robotización es cada vez más grande en nuestro sector. Está claro que los puestos de trabajo vienen mucho más por el lado de los servicios que de la industria».
Juan Vasco Martínez, presidente de la Cámara Argentina de Supermercados, graficaba el problema laboral que enfrenta el país: «Un cajero de un super gana en la Argentina 250 dólares más en la Argentina que en España. Después no nos sorprendamos que las cosas sean más caras acá que en Europa». Al mismo tiempo, manifestaba su expectativa de que el Gobierno «tome el toro por las astas» en relación a los sindicatos, a solo 48 horas de la última marcha de la CGT.
En la agenda ejecutiva también aparece el costo del financiamiento. Y en ese sentido uno de los más optimistas en el evento fue Gabriel Martino, presidente del HSBC Argentina: «Estoy recibiendo todos los días pedidos de compañías extranjeras para que los ayudemos en los planes de inversión que quieren desarrollar en la Argentina. El año que viene, una vez que hayan pasado las elecciones, tendríamos que ver un riesgo país en niveles similares a los de Brasil».
Pero la flexibilidad laboral que quieren poner sobre la mesa el Gobierno tiene sus limitaciones, como reconoció Daniel Funes de Rioja, uno de los principales abogados laboralistas de la Argentina y titular de la Copal: «No podemos ir a una reforma a la brasileña. Los argentinos tenemos otra idiosincrasia y la mayoría de los cambios que se aprobaron allí no sería factible introducirlos aquí».
De esta forma, se alineó a los dichos del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, horas después de la marcha de la CGT del último martes. El funcionario había señalado que los cambios introducidos en Brasil «no deben ser vistos como un espejo de lo que se quiere hacer en la Argentina».
El Congreso brasileño aprobó hace menos de un mes una serie de flexiblizaciones para el mercado laboral que son percibidas como muy agresivas desde la Argentina. Entre otros aspectos, se resolvió que todo acuerdo hecho entre el empleador y el empleado prevalece más allá de lo definido por la ley. Además, restringe el acceso a la justicia laboral, se reduce en dos tercios el adicional a ser pago por la reducción del tiempo de almuerzo y descanso, permite a las empresas aumentar la jornada laboral sin acuerdo previo y se restringen las condiciones para la elección de representantes en las empresas.
Más allá de las diferencias, Funes de Rioja reconoció que resulta imprescindible avanzar con la agenda del mercado laboral para poder crecer en los próximos años: «Hay algunos temas urgentes que deben ser abordados. Una rebaja en serio de los aportes patronales para bajar el costo laboral. Flexibilizar las condiciones de contratación y despido, porque si no será imposible generar empleo. Y descentralizar las negociaciones colectivas, para discutir por empresa o por sector».
Cristiano Rattazzi, titular de Fiat, festejaba por la recuperación de la industria aunque al mismo tiempo también enfatizaba sobre los desafíos de competitividad: «El dólar a 18 pesos es mucho más lógico, más allá de que a mí me pueda gustar un nivel más alto, pero estamos mucho mejor que antes. Claro que aparecen temas como la reforma laboral en Brasil y te plantea un gran desafío en la búsqueda de mayor competitividad». También advertía que la industria automotriz no será la gran generadora de empleo que precisa la Argentina: «La robotización es cada vez más grande en nuestro sector. Está claro que los puestos de trabajo vienen mucho más por el lado de los servicios que de la industria».
Juan Vasco Martínez, presidente de la Cámara Argentina de Supermercados, graficaba el problema laboral que enfrenta el país: «Un cajero de un super gana en la Argentina 250 dólares más en la Argentina que en España. Después no nos sorprendamos que las cosas sean más caras acá que en Europa». Al mismo tiempo, manifestaba su expectativa de que el Gobierno «tome el toro por las astas» en relación a los sindicatos, a solo 48 horas de la última marcha de la CGT.
En la agenda ejecutiva también aparece el costo del financiamiento. Y en ese sentido uno de los más optimistas en el evento fue Gabriel Martino, presidente del HSBC Argentina: «Estoy recibiendo todos los días pedidos de compañías extranjeras para que los ayudemos en los planes de inversión que quieren desarrollar en la Argentina. El año que viene, una vez que hayan pasado las elecciones, tendríamos que ver un riesgo país en niveles similares a los de Brasil».