Argentina
La rentabilidad de las empresas es 50% más que en la convertibilidad
La devaluación llevó la tasa de ganancia del 24,8 al 37,2%.
La ganancia subió considerablemente.
Por Pablo Waisberg
La tasa de ganancia sobre la inversión total de las empresas alcanzó niveles “extraordinariamente elevados” durante la posconvertibilidad, que la ubicaron en el 37,2% entre 2003 y 2010. Ese salto en la rentabilidad, que fue del 50% respecto del decenio anterior, estuvo impulsado por la abrupta caída del costo laboral tras la devaluación del 2002 y la compensación de la suba salarial vía la productividad del trabajo, que morigeró la recuperación de los salarios. Así lo detalló un trabajo elaborado en la en la relación entre Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
El paper elaborado por Pablo Manzanelli, “La tasa de ganancia durante la posconvertibilidad. Un balance preliminar”, aborda la discusión sobre la distribución de la riqueza pero abriendo el foco y analizando de manera global las utilidades generales de las empresas, que superan la visión de salarios y productividad. “Lo que interesa a cualquier empresario no es cuánto gana respecto de los salarios que paga sino cuál es el beneficio que obtiene en función de todo el capital invertido”, argumentó ante BAE.
Por eso, relevó el comportamiento de la tasa de ganancia general desde 1993, que tuvo un corte con la salida de la paridad cambiaria que idearon Domingo Cavallo y Carlos Menem: allí, apenas rota esa ficción, trepó más de un 50 por ciento.
Ese salto implicó que el promedio pasara del 24,8% –entre 1993 y 2001– al 37,2% –entre 2002 y 2010–. Ese “salto de nivel” –como se detalló en el estudio publicado en la revista digital Apuntes para el cambio– tuvo al menos tres elementos: “La abrupta caída del costo laboral tras la maxidevaluación de 2002 y la consiguiente alza en la participación de los beneficios en el producto neto en niveles extraordinarios; los rendimientos de la productividad del trabajo que compensaron la limitada recuperación del costo salarial, y el ascenso de la relación entre el producto neto y el stockde capital fijo, sobre todo entre 2003 y 2007, período en que la reactivación de la demanda impulso la puesta en marcha de la capacidad instalada ociosa”.
Pero una vez alcanzada la plena utilización de las capacidades instaladas, “la contribución de la relación producto-capital fue decreciente en el tiempo, registrándose en el año 2007 un punto de inflexión en este sentido”, agregó Manzanelli y aclaró los términos de su análisis: “En una economía concentrada hay una heterogeneidad muy grande. No sólo por tamaño de las empresas sino por sector. Por ejemplo, en la minería la relación es mucho mayor. Lo que se puede inferir, aunque en el trabajo no está abordado, es que las mayores empresas se quedan con la mayor parte de la ganancia”. (Ver recuadro.)
Al evaluar el comportamiento de la tasa de ganancia general desde 2010 al 2012 –que no forma parte de su estudio–, Manzanelli consideró que “puede haber una desaceleración pero después de una acumulación muy grande y por eso no sería esperable una crisis fronteras adentro, porque la tasa se mantiene alta”.
Subrayó, además, que la contracara de esta extraordinaria la tasa de ganancia es una “fuerte dependencia de la rentabilidad del capital de los bajos costos laborales” y sostuvo que la forma de revertir esa situación es la “intervención estatal para encarar un adecuado redireccionamiento sectorial de los proyectos de inversión”. Y aclaró: “Esa iniciativa no puede dejarse librada a las ‘fuerzas del mercado’”.
La rentabilidad de las empresas es 50% más que en la convertibilidad
La devaluación llevó la tasa de ganancia del 24,8 al 37,2%.
La ganancia subió considerablemente.
Por Pablo Waisberg
La tasa de ganancia sobre la inversión total de las empresas alcanzó niveles “extraordinariamente elevados” durante la posconvertibilidad, que la ubicaron en el 37,2% entre 2003 y 2010. Ese salto en la rentabilidad, que fue del 50% respecto del decenio anterior, estuvo impulsado por la abrupta caída del costo laboral tras la devaluación del 2002 y la compensación de la suba salarial vía la productividad del trabajo, que morigeró la recuperación de los salarios. Así lo detalló un trabajo elaborado en la en la relación entre Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
El paper elaborado por Pablo Manzanelli, “La tasa de ganancia durante la posconvertibilidad. Un balance preliminar”, aborda la discusión sobre la distribución de la riqueza pero abriendo el foco y analizando de manera global las utilidades generales de las empresas, que superan la visión de salarios y productividad. “Lo que interesa a cualquier empresario no es cuánto gana respecto de los salarios que paga sino cuál es el beneficio que obtiene en función de todo el capital invertido”, argumentó ante BAE.
Por eso, relevó el comportamiento de la tasa de ganancia general desde 1993, que tuvo un corte con la salida de la paridad cambiaria que idearon Domingo Cavallo y Carlos Menem: allí, apenas rota esa ficción, trepó más de un 50 por ciento.
Ese salto implicó que el promedio pasara del 24,8% –entre 1993 y 2001– al 37,2% –entre 2002 y 2010–. Ese “salto de nivel” –como se detalló en el estudio publicado en la revista digital Apuntes para el cambio– tuvo al menos tres elementos: “La abrupta caída del costo laboral tras la maxidevaluación de 2002 y la consiguiente alza en la participación de los beneficios en el producto neto en niveles extraordinarios; los rendimientos de la productividad del trabajo que compensaron la limitada recuperación del costo salarial, y el ascenso de la relación entre el producto neto y el stockde capital fijo, sobre todo entre 2003 y 2007, período en que la reactivación de la demanda impulso la puesta en marcha de la capacidad instalada ociosa”.
Pero una vez alcanzada la plena utilización de las capacidades instaladas, “la contribución de la relación producto-capital fue decreciente en el tiempo, registrándose en el año 2007 un punto de inflexión en este sentido”, agregó Manzanelli y aclaró los términos de su análisis: “En una economía concentrada hay una heterogeneidad muy grande. No sólo por tamaño de las empresas sino por sector. Por ejemplo, en la minería la relación es mucho mayor. Lo que se puede inferir, aunque en el trabajo no está abordado, es que las mayores empresas se quedan con la mayor parte de la ganancia”. (Ver recuadro.)
Al evaluar el comportamiento de la tasa de ganancia general desde 2010 al 2012 –que no forma parte de su estudio–, Manzanelli consideró que “puede haber una desaceleración pero después de una acumulación muy grande y por eso no sería esperable una crisis fronteras adentro, porque la tasa se mantiene alta”.
Subrayó, además, que la contracara de esta extraordinaria la tasa de ganancia es una “fuerte dependencia de la rentabilidad del capital de los bajos costos laborales” y sostuvo que la forma de revertir esa situación es la “intervención estatal para encarar un adecuado redireccionamiento sectorial de los proyectos de inversión”. Y aclaró: “Esa iniciativa no puede dejarse librada a las ‘fuerzas del mercado’”.