Solapada, subterránea, la primera crisis electoral ha comenzado a desarrollarse en las filas kirchneristas. Los reproches y las recriminaciones sobrevienen siempre después de un revés. El revés del domingo en Capital frente a Mauricio Macri, más que un revés se asemejó a una paliza . Aquellas culpas, como era de esperar, se derramaron sobre el más débil, el senador Daniel Filmus. Se habló de una campaña pobre, de una personalidad sin agallas , de otras yerbas. El kirchnerismo no reparó en que los principales obstáculos que tuvo el candidato los plantó siempre el propio Gobierno nacional.
Esa discusión previsible, sin embargo, no alcanzaría a ocultar las consecuencias políticas más graves que se advierten en la derrota. Consecuencias que podrían permitir traspolar –en ciertos planos– la elección del domingo al orden nacional. Y sembrar dudas sobre su desemboque.
Lo que ha quedado en tela de juicio, luego de la tormenta porteña, sería la eficacia del diseño electoral urdido por Cristina Fernández y su mesa de acólitos.
Ese diseño se podría observar desde dos ángulos: el extremo personalismo que impuso la Presidenta; la decisión de un aparente remozamiento que significó el protagonismo de La Cámpora en detrimento de sectores peronistas y sindicales clásicos.
Veamos lo sucedido. El primer candidato a diputado, el camporista Juan Cabandié, cosechó sólo la mitad de votos del casi 28% que obtuvo Filmus. La otra mitad fluyó en dos colectoras que encabezaron el ex intendente Aníbal Ibarra y la legisladora Gabriela Cerrutti.
Es decir, el cristinismo en Capital se quedó apenas con un 14%.
Porcentaje magro. Un fenómeno similar ocurrió con la votación en las comunas, experimentada por primera vez en la Ciudad. Los comuneros del FPV fueron digitados por Cristina y salieron también de la cantera camporista.
Perdieron a manos del macrismo en las quince zonas . Y por diferencias holgadas, con excepción de la 8, que incluye a Villa Lugano y Soldati.
Cristina, con más y con menos, ha repetido ese esquema en el resto del país . Quiso mostrar una faceta remozada de la política pero, quizás con exceso de arrogancia, soslayó puntales históricos. Néstor Kirchner hubiera sido, sin dudas, mucho más cuidadoso.
Los interrogantes que se instalan de cara al tránsito electoral hasta octubre serían varios. ¿Es La Cámpora, de verdad, una nueva expresión de la política? ¿O se trata de una organización corporativa, financiada con dineros estatales, que escaló por su incondicionalidad con los Kirchner? ¿Es tan numerosa y representativa como dice el poder? De nuevo un repaso sobre la votación en Capital. Tal vez los jóvenes camporistas tengan un encomiable afán militante. Siempre dijeron que su bastión era el territorio porteño. Pero una de las evidencias que dejó la elección del domingo fue que un punto fuerte en el 47% que obtuvo Macri estuvo en los ciudadanos de entre 18 y 29 años . El mito kirchnerista parecería debilitarse.
El sindicalista Julio Piumato, que no obtuvo ningún lugar en las listas, descargó ayer algunas dudas sobre el acierto del tramado electoral K. Hugo Moyano cenó la semana pasada con una docena de importantes empresarios, a quienes confesó: “Todo es muy difícil con Cristina” .
Un malestar similar fue posible recoger, en las horas posteriores a la derrota, entre intendentes del conurbano cuyas listas fueron armadas en la Casa Rosada también con impronta camporista. Empezó a prevalecer en ellos el temor a la posibilidad del corte de boleta en favor de listas colectoras. Esos hombres ya se abocaron al estudio de alternativas.
Otro presupuesto con pies de barro sería aquel que pregonaba que la buena imagen de Cristina alcanzaba para todo . Es cierto que su visibilidad en la campaña fue nula. Pero su impulso implícito ni siquiera sirvió para que Filmus aliente alguna esperanza en la segunda vuelta del 31 de julio.
El tercer aspecto de la derrota que podría proyectarse en el plano nacional refiere a las encuestas. Sólo dos consultoras ( Poliarquía y Managment & Fit ) se aproximaron al resultado final. Las restantes plantearon un escenario de ballotaje potable para el kirchnerismo ¿Podrían considerarse válidas, a la luz de los hechos, las encuestas de esas mismas consultoras que vaticinan, sin dobleces, una victoria de Cristina en primera vuelta?.
Hay derecho a la duda . Mucho más, cuando un encuestador K le disparó a uno de los que acertaron el domingo: “Vos ganaste en prestigio pero yo gané en facturación” .
El kirchnerismo no tuvo un reflejo diferente en la derrota al que siempre tiene. Tal vez Filmus haya intentado otra cosa, pero no le fue bien. Mientras hacía una convocatoria para la segunda vuelta a todas las fuerzas que no votaron a Macri, los jóvenes de La Cámpora lo entorpecían con el estribillo de la marcha peronista.
El candidato tampoco estaba en condiciones de pronunciar un discurso que no contemplara, al menos, alguno de los dictados de Cristina. Esa dependencia conspiró contra su crecimiento político y su campaña.
Por esa razón justificó la derrota afirmando que el kirchnerismo no maneja los grandes medios de comunicación. Otro baldón para su imagen y su historia.
El kichnerismo se endurece con los adversarios a medida que se acercan nuevos desafíos. Días pasados hubo una embestida contra Hermes Binner, el gobernador de Santa Fe y candidato a presidente, por un supuesto acuerdo con el Grupo Clarín. El aspirante a gobernador por el socialismo, Antonio Bonfatti, denunció que gendarmes fueron retirados de la provincia para trasladarlos a la Capital. La Secretaría de Transporte se niega a renovar a la empresa aérea LAN el permiso para el vuelo directo de Rosario a Lima, que suele ser operativamente útil para la provincia y la región. Santa Fe realiza la elección el domingo 24.
Aníbal Fernández fue la voz solitaria del Gobierno que habló sobre la rotunda derrota en Capital. Recurrió, como sabe hacerlo, a la descalificación de Macri y de sus votantes.
“Los pueblos tienen los gobiernos a los que se parecen” , despachó.
El jefe de Gabinete está prestando sus últimos servicios. Será primer candidato a senador por Buenos Aires en octubre. Celebró la novedad con pizza y champagne y un centenar de amigos. Confesó que es un momento oportuno para salir del Gobierno, buscar protección y un plácido refugio en el Congreso.
Las palabras y los gestos de Aníbal Fernández estarían denotando, con fidelidad, el estado más degradado de la política K.
Esa discusión previsible, sin embargo, no alcanzaría a ocultar las consecuencias políticas más graves que se advierten en la derrota. Consecuencias que podrían permitir traspolar –en ciertos planos– la elección del domingo al orden nacional. Y sembrar dudas sobre su desemboque.
Lo que ha quedado en tela de juicio, luego de la tormenta porteña, sería la eficacia del diseño electoral urdido por Cristina Fernández y su mesa de acólitos.
Ese diseño se podría observar desde dos ángulos: el extremo personalismo que impuso la Presidenta; la decisión de un aparente remozamiento que significó el protagonismo de La Cámpora en detrimento de sectores peronistas y sindicales clásicos.
Veamos lo sucedido. El primer candidato a diputado, el camporista Juan Cabandié, cosechó sólo la mitad de votos del casi 28% que obtuvo Filmus. La otra mitad fluyó en dos colectoras que encabezaron el ex intendente Aníbal Ibarra y la legisladora Gabriela Cerrutti.
Es decir, el cristinismo en Capital se quedó apenas con un 14%.
Porcentaje magro. Un fenómeno similar ocurrió con la votación en las comunas, experimentada por primera vez en la Ciudad. Los comuneros del FPV fueron digitados por Cristina y salieron también de la cantera camporista.
Perdieron a manos del macrismo en las quince zonas . Y por diferencias holgadas, con excepción de la 8, que incluye a Villa Lugano y Soldati.
Cristina, con más y con menos, ha repetido ese esquema en el resto del país . Quiso mostrar una faceta remozada de la política pero, quizás con exceso de arrogancia, soslayó puntales históricos. Néstor Kirchner hubiera sido, sin dudas, mucho más cuidadoso.
Los interrogantes que se instalan de cara al tránsito electoral hasta octubre serían varios. ¿Es La Cámpora, de verdad, una nueva expresión de la política? ¿O se trata de una organización corporativa, financiada con dineros estatales, que escaló por su incondicionalidad con los Kirchner? ¿Es tan numerosa y representativa como dice el poder? De nuevo un repaso sobre la votación en Capital. Tal vez los jóvenes camporistas tengan un encomiable afán militante. Siempre dijeron que su bastión era el territorio porteño. Pero una de las evidencias que dejó la elección del domingo fue que un punto fuerte en el 47% que obtuvo Macri estuvo en los ciudadanos de entre 18 y 29 años . El mito kirchnerista parecería debilitarse.
El sindicalista Julio Piumato, que no obtuvo ningún lugar en las listas, descargó ayer algunas dudas sobre el acierto del tramado electoral K. Hugo Moyano cenó la semana pasada con una docena de importantes empresarios, a quienes confesó: “Todo es muy difícil con Cristina” .
Un malestar similar fue posible recoger, en las horas posteriores a la derrota, entre intendentes del conurbano cuyas listas fueron armadas en la Casa Rosada también con impronta camporista. Empezó a prevalecer en ellos el temor a la posibilidad del corte de boleta en favor de listas colectoras. Esos hombres ya se abocaron al estudio de alternativas.
Otro presupuesto con pies de barro sería aquel que pregonaba que la buena imagen de Cristina alcanzaba para todo . Es cierto que su visibilidad en la campaña fue nula. Pero su impulso implícito ni siquiera sirvió para que Filmus aliente alguna esperanza en la segunda vuelta del 31 de julio.
El tercer aspecto de la derrota que podría proyectarse en el plano nacional refiere a las encuestas. Sólo dos consultoras ( Poliarquía y Managment & Fit ) se aproximaron al resultado final. Las restantes plantearon un escenario de ballotaje potable para el kirchnerismo ¿Podrían considerarse válidas, a la luz de los hechos, las encuestas de esas mismas consultoras que vaticinan, sin dobleces, una victoria de Cristina en primera vuelta?.
Hay derecho a la duda . Mucho más, cuando un encuestador K le disparó a uno de los que acertaron el domingo: “Vos ganaste en prestigio pero yo gané en facturación” .
El kirchnerismo no tuvo un reflejo diferente en la derrota al que siempre tiene. Tal vez Filmus haya intentado otra cosa, pero no le fue bien. Mientras hacía una convocatoria para la segunda vuelta a todas las fuerzas que no votaron a Macri, los jóvenes de La Cámpora lo entorpecían con el estribillo de la marcha peronista.
El candidato tampoco estaba en condiciones de pronunciar un discurso que no contemplara, al menos, alguno de los dictados de Cristina. Esa dependencia conspiró contra su crecimiento político y su campaña.
Por esa razón justificó la derrota afirmando que el kirchnerismo no maneja los grandes medios de comunicación. Otro baldón para su imagen y su historia.
El kichnerismo se endurece con los adversarios a medida que se acercan nuevos desafíos. Días pasados hubo una embestida contra Hermes Binner, el gobernador de Santa Fe y candidato a presidente, por un supuesto acuerdo con el Grupo Clarín. El aspirante a gobernador por el socialismo, Antonio Bonfatti, denunció que gendarmes fueron retirados de la provincia para trasladarlos a la Capital. La Secretaría de Transporte se niega a renovar a la empresa aérea LAN el permiso para el vuelo directo de Rosario a Lima, que suele ser operativamente útil para la provincia y la región. Santa Fe realiza la elección el domingo 24.
Aníbal Fernández fue la voz solitaria del Gobierno que habló sobre la rotunda derrota en Capital. Recurrió, como sabe hacerlo, a la descalificación de Macri y de sus votantes.
“Los pueblos tienen los gobiernos a los que se parecen” , despachó.
El jefe de Gabinete está prestando sus últimos servicios. Será primer candidato a senador por Buenos Aires en octubre. Celebró la novedad con pizza y champagne y un centenar de amigos. Confesó que es un momento oportuno para salir del Gobierno, buscar protección y un plácido refugio en el Congreso.
Las palabras y los gestos de Aníbal Fernández estarían denotando, con fidelidad, el estado más degradado de la política K.