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Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)
"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).
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«El departamento General Roca, cuarto productor de maíz de la provincia, crecía anualmente 1,31 habitante cada mil en el período 1991-2001 (en términos estadísticos, cada año, por cada mil habitantes, se sumaba 1,31 persona más). En la etapa 2001-2010, ese crecimiento se aceleró a 7,53: 474 por ciento más.(…) Tanto en los pueblos, pero más en las cabeceras de departamento, se percibe el crecimiento con sólo observar los cambios del paisaje urbano. Se construye más y, a veces, en altura. Se ofrecen productos y servicios, impensados en otros tiempos, para los que había que viajar hasta la Capital.» Esto es importante.
Muy interesante, sobre todo teniendo en cuenta que el número de productores disminuye, y la superficie promedio se agranda.
Evidentemente hay un amplio efecto de la bonanza sojera sobre la comunidad. Incluso los que estan muy lejanamente vinculados con el tema, o nada vinculados pero en el área geográfica donde el dinero se gasta.
Y no parecen fundados, entonces, los postulados de los que clamaban que la soja expulsaba gente hacia las villas miseria.
Me parece que el tema de la expulsión a las villas tiene que ver con dos «momentos» diferentes del desarrollo de las fuerzas productivas (ando medio vintage, hoy). En la pampa húmeda, donde no hay, en el trazo grueso, un cambio importante en la distribución de la tierra (y cuando lo hay es pagado en dólares, muy bien, y todos felices) se da este efecto (notorio en Tandil, de lo que conozco, pero real en lugares mas chicos como Ayacucho y Rauch, que no son zonas sojeras, pero si hogar de sojeros, pymes familiares con maquinaria, etc.).
En el NEA y NOA, me parece, donde la soja y otros cultivos industrializados reemplazan la agricultura y ganadería familiar en pequeñísima escala, en buena medida de autoconsumo que precisa de emigración estacional a las cocechas para parar la olla, y emplazada no pocas veces en tierras con títulos llamemosolés «complicados» la situación es distinta. El boom de asentamientos precarios alrededor de Resistencia y otras ciudades del Chaco también es bien real.
Entiendo que deberían plantearse estrategias específicas en el segundo caso, que por cierto no pasan por destinar millones para sostener formas económicas inviables sino por conducir con los menores costos sociales posibles un proceso de modernización inevitable o, mejor dicho, un proceso que sería bastante idiota evitar. La regularización dominial de una vez por todas es clave en esto.
Hay que ser idiota para escribir «mini boom».