La última carta de la ortodoxia kirchnerista

J orge Rodríguez, el empresario que será recordado por la cantidad de rosas amarillas con que conquistó a Susana Giménez, por poco saltaba de mesa en mesa. Era casi la medianoche del martes en el restaurant del Sofitel de Los Cardales, donde se desarrolló la 18a Conferencia Industrial. «El Corcho», como se lo conoce en el mundo del espectáculo, es también uno de los hombres de mejor relación con la constructora brasileña Odebrecht y en ese momento cumplía un encargo regional: organizar, para el 30 de marzo, un megaencuentro corporativo en Salvador, Bahía -sede de los negocios de esa compañía-, muy similar al de esta semana, con asistencia de ejecutivos y funcionarios de ambos países.
La idea surgió a propósito de un comentario de Marco Aurelio García, uno de los principales asesores de Dilma Rousseff. «Aquí se ha creado un espíritu que hay que mantener», dijo esa noche. Lo escuchaban José Ignacio de Mendiguren, Marcelo Odebrecht, Luis Betnaza, Federico Nicholson, Miguel Acevedo, Adrián Kaufmann, Juan Carlos Sacco y Guillermo Moretti; Robson Braga de Andrade, líder de la Confederación Nacional de Industria de Brasil, y los ministros Julio De Vido, Débora Giorgi y sus pares brasileños Fernando Pimentel y Antonio Patriota. Al día siguiente, en el cierre de la conferencia, delante de Dilma, Mendiguren se lo comentó a Cristina y obtuvo su aprobación.
De ahí el entusiasmo de «el Corcho», hombre entrador cuyo destino ha venido últimamente coincidiendo con este universo. Fue, por ejemplo, el productor de Infierno a la carta , el último disco de Pista 2, la banda de rock de Facundo De Vido, el hijo mayor del ministro de Planificación. Aunque la mención del parentesco incomoda bastante al vocalista y guitarrista. «Me molesta que me lo pregunten. Hablemos de mi música», contestó en una reciente entrevista que le hizo el suplemento No, de Página 12. «Por un momento, el ambiente se corta con cuchillo», describió el cronista, José Totah, para explicar el malestar que la referencia suscitaba en el músico, de 38 años, que contó además que Pista 2 había nacido de lo que considera una «escuela de rock»: el bar La Roca que «el Corcho» tiene en Florida Oeste, provincia de Buenos Aires.
Sin flores ni guitarra, Rodríguez tiene esta vez una misión más ambiciosa. Si todo sale como se espera, Bahía será el segundo paso hacia un anhelo industrial más o menos reciente: que Cristina se acerque a Dilma, se integren las economías de ambos países, y la Argentina vaya olvidando, poco a poco, esa versión más radicalizada y fundacional que envalentonó en febrero, en un acto en Rosario, a militantes que lo leían en labios de la propia jefa: «Vamos por todo… Por todo». Lo que José Pablo Feinmann llama «densidad histórica de la América latina del siglo XXI».
Los empresarios no están solos en este antojo. Por lo pronto, coinciden con el padre del cantautor: Julio De Vido es, desde hace años, el único funcionario por el que se sienten interpretados. Y los asiste ahora una novedad: el ministro viene recuperando influencia en el Gobierno.
La mejor prueba de todo es el último aumento en el gas en boca de pozo que la Presidenta anunció esta semana para YPF. Ni De Vido podría haber imaginado semejante victoria sobre Axel Kicillof, viceministro de Economía y su adversario interno. El arquitecto ya había intercedido para que Miguel Galuccio, CEO de la petrolera, consiguiera por fin tener acceso directo a Cristina Kirchner, sin intermediarios.
Quedó bien claro anteayer, en el encuentro que los tres tuvieron con el presidente de la petrolera alemana Wintershall, Rainer Seele, sin Kicillof. Casi la misma mesa del martes, cuando se terminó de acordar un esquema regulatorio que, si se cumple la proyección de Galuccio, cambiará el rumbo de YPF hasta convertirla en líder indiscutida de extracción de gas y petróleo.
No es que Kicillof haya perdido para siempre su prédica en el modelo. Su ensayo Fundamentos de la teoría general: consecuencias teóricas de Lord Keynes sigue en la mesa de recomendados del local de Av. Rivadavia de Eudeba, la editorial de la UBA, a 149 pesos. Pero en la constelación cristinista proliferan las estrellas fugaces. Es el único modo de entender el nuevo precio del gas, que subió de 2,30 a 7,50 dólares y no conformaba al economista, acaso porque supera los 6 dólares que en YPF juzgan como el punto de equilibrio de Vaca Muerta.
El esquema tiene una particularidad. Como funciona mediante acuerdos para el gas nuevo y con el compromiso de cumplir con volumen e inversiones, será más apropiado para la empresa estatal que para cualquier otra. YPF tiene ya el descubrimiento, sólo falta sacarlo. En general, la regulación del mundo funciona a la inversa: una vez que se tiene el precio, se analiza si se explora.
Si se extrae lo que se cree que hay, el nuevo precio triplicará el valor de la compañía. Una mejora no trasladable proporcionalmente a los balances, porque faltan todavía dos condiciones: libre disponibilidad de volumen y divisas, y capacidad de transporte. Será la segunda batalla de Galuccio.
Mientras, habrá que recomponer caja con otra estrategia que también aceptó Cristina: los precios de los combustibles seguirán subiendo, como durante la gestión de los Eskenazi, por sobre la inflación. Todo un problema para la macroeconomía, pero también un cierto alivio para el abastecimiento en los surtidores, porque contendrá la demanda. Tal vez alcance para erradicar las sospechas que la Presidenta expuso en la UIA sobre las colas de años anteriores en estaciones de servicio, que atribuyó a «decisiones empresariales que querían empujar a no se sabe qué cosa a la Argentina».
Ese día, frente a Dilma, su conclusión fue que, aunque a Galuccio pudieran decirle «el Mago», no lo era tanto como para tapar un agujero en tan poco tiempo. «Tal vez sea una hipótesis demasiado arriesgada de esta presidenta -sonrió-, pero, bueno, me han pasado tantas cosas en estos años de gestión que me he vuelto muy susceptible cuando pasan algunos hechos que no tienen la suficiente explicación racional por parte del empresariado y, lo que es peor, luego de que es retomado por el Estado, vuelven a funcionar las cosas correctamente. A las cosas por su nombre, aunque duelan o molesten.»
El párrafo volvió a recibir el aplauso de los industriales. Aunque se hubieran pasado por alto tres razones valederas para el fin de las colas: este año no hubo paradas técnicas de refinerías ni paros petroleros como en 2011 y, principalmente, cayó la demanda de los combustibles. Según la Secretaría de Energía, si se suman la nafta y el gasoil, el consumo bajó 2,10% en agosto; 5,66%, en septiembre, y 2,1%, en octubre. «Nada de picardías: se enfrió la economía y se vende menos», explicó a LA NACION Rosario Sica, presidenta de la Federación de Expendedores.
De tan envalentonada, la ortodoxia kirchnerista o industrial podría aprovechar la ocasión para incluir en la agenda este tipo de reparos. Las cifras suelen explicar mejor que las brujas los secretos de la economía o la física.
© LA NACION.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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