¿Si gana Cristina, qué? Si gana Cristina no pasa nada: se sentará en el Senado a tratar de reconstruir el kirchnerismo residual y deberá prepararse a una batalla por el peronismo con los gobernadores que todavía llevan ese nombre.
El gobierno lleva meses construyendo su propia trampa: sostener que una elección de medio término es un plebiscito. No lo es: en el tablero se dispondrán tres diputados acá, un senador allá, y poco más. El día después Macri seguirá siendo presidente. Como durante su primer año de gobierno, el presidente intenta construir su poder en base al miedo. No alcanza. Una derrota del oficialismo expresaría el descontento publico frente a la economía.¿Y si el gobierno tratara de escuchar ese reclamo? ¿Y si la gente tuviera razón?
Al gobernar “by the book” el gobierno permite que se creen situaciones artificiales que se le vuelven en contra; construye sus propias trampas: los sacudones del dólar, por ejemplo. Tienen reservas de sobra como para dejar al dólar por abajo del peso guatemalteco. No lo hacen: priorizan la macroeconomía por sobre la vida cotidiana. El problema en este juego es que todas las piezas juegan: mientras Macri busca cimentar su poder para llevar adelante un cambio cultural, Cristina hace una maratón religiosa de cinismo en su campaña y Massa se relame pensando en que el voto descontento terminara en la avenida del medio. ¿Y si el gobierno abandona el manual y hace política?
Si buscaran en los clasificados un ministro de Economía y anunciaran, ahora, algunas medidas para recomponer los salarios, el descontento que camina a las urnas podría aminorarse. Después de la elección seguirá la vida real, en la que Cambiemos gobierna y el resto a veces pone palos en la rueda y a veces no. Eso es todo. La semana próxima, a instancias de Schiaretti, se reunirán catorce gobernadores peronistas sin los dos K. Quieren discutir el reparto del presupuesto, que lleva años distorsionado. En esa discusión, de poder real, Cristina no tiene ni un banquito. Cada gobernador, a su vez, tiene para negociar varias Cristinas en el Senado.
¿Lo que se está discutiendo es el poder? ¿O se trata, simplemente de una opinión del público respecto a como van las cosas? ¿Porque las cosas, después de todo, están de puta madre?
El gobierno lleva meses construyendo su propia trampa: sostener que una elección de medio término es un plebiscito. No lo es: en el tablero se dispondrán tres diputados acá, un senador allá, y poco más. El día después Macri seguirá siendo presidente. Como durante su primer año de gobierno, el presidente intenta construir su poder en base al miedo. No alcanza. Una derrota del oficialismo expresaría el descontento publico frente a la economía.¿Y si el gobierno tratara de escuchar ese reclamo? ¿Y si la gente tuviera razón?
Al gobernar “by the book” el gobierno permite que se creen situaciones artificiales que se le vuelven en contra; construye sus propias trampas: los sacudones del dólar, por ejemplo. Tienen reservas de sobra como para dejar al dólar por abajo del peso guatemalteco. No lo hacen: priorizan la macroeconomía por sobre la vida cotidiana. El problema en este juego es que todas las piezas juegan: mientras Macri busca cimentar su poder para llevar adelante un cambio cultural, Cristina hace una maratón religiosa de cinismo en su campaña y Massa se relame pensando en que el voto descontento terminara en la avenida del medio. ¿Y si el gobierno abandona el manual y hace política?
Si buscaran en los clasificados un ministro de Economía y anunciaran, ahora, algunas medidas para recomponer los salarios, el descontento que camina a las urnas podría aminorarse. Después de la elección seguirá la vida real, en la que Cambiemos gobierna y el resto a veces pone palos en la rueda y a veces no. Eso es todo. La semana próxima, a instancias de Schiaretti, se reunirán catorce gobernadores peronistas sin los dos K. Quieren discutir el reparto del presupuesto, que lleva años distorsionado. En esa discusión, de poder real, Cristina no tiene ni un banquito. Cada gobernador, a su vez, tiene para negociar varias Cristinas en el Senado.
¿Lo que se está discutiendo es el poder? ¿O se trata, simplemente de una opinión del público respecto a como van las cosas? ¿Porque las cosas, después de todo, están de puta madre?