Entrevistar a Ernesto Laclau y a Chantal Mouffe, a los dos juntos, no es algo habitual. Eso no significa que ambos, reconocidos intelectuales, especializados en Ciencia Política, no compartan actividades a lo largo del año. De hecho comparten mucho más que la elaboración teórica, que es lo suyo, porque los dos son pareja. Él argentino, ella belga; llevan mucho tiempo juntos en una sociedad conyugal que también es académica. Juntos escribieron un libro que terminó siendo fundamental para el surgimiento de la corriente filosófica llamada postmarxista, Hegemonía y Estrategia Socialista (1985). Otro libro determinante fue La Razón Populista, publicado en 2005, aunque en este caso sólo lleva la firma de Laclau. Ese ensayo resultó clave para el debate, muy actual, en torno al populismo y la (discutida) concepción del movimiento popular –que articula múltiples demandas sociales– como un factor que permite ampliar y enriquecer la democracia. En las últimas dos semanas, el concepto de populismo –que suele ser entendido de distintas formas– volvió a ingresar a la agenda política de la mano de un ex funcionario del oficialismo, el ex secretario de Cultura, José Nun. “El populismo destruye las instituciones. No nos quejemos si avanza el populismo si pensamos desde un extremo individualismo”, advirtió Nun ante el foro empresario del coloquio de IDEA.
Laclau y Mouffe, obviamente, no tienen una lectura crítica del populismo. Consideran que el conflicto es esencial a la vida democrática, y que el institucionalismo –lo opuesto al populismo– puede derivar en democracias subordinadas al establishment financiero, donde la alternancia de centroderecha y centroizquierda no implica modificaciones significativas porque ambos partidos llevan adelante el mismo proyecto económico. “Eso produce una pérdida de interés en la política representativa”, suele decir Mouffe. Aunque residen la mayor parte del año en Europa (Laclau dirigió por muchos años la cátedra de Teoría Política de la Universidad de Essex, Gran Bretaña), el argentino y la belga suelen pasar dos períodos de dos o tres meses en Buenos Aires. En la última visita ambos formaron parte de la organización del ciclo de Conferencias “Debates y Combates”, creado por la Secretaría de Cultura de la Nación. El ciclo se realizó hace 15 días en el pabellón de la Secretaría en Tecnópolis. Entre los panelistas estuvieron el rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), Eduardo Rinesi, y la politóloga brasileña Sonia Fleury. En esta entrevista con Tiempo Argentino, Laclau y Mouffe relativizaron el riesgo de que que en la Argentina de hoy, en sintonía con el humor social que buscan instalar algunos medios, pueda surgir un “populismo de derecha” que logre revertir los cambios sociales y económicos producidos en los últimos diez años.
–A partir de la autoridad intelectual que tienen ustedes para hablar sobre populismo, ¿creen que existe en Argentina el riesgo de que aparezca un “populismo de derecha” que, en contraste con un supuesto populismo de izquierda, intente capitalizar políticamente las demandas insatisfechas y también ciertos resentimientos producidos por la ampliación de derechos?
CM: –En realidad yo quisiera, en respuesta a la pregunta, darte un ejemplo interesante donde hay justamente una lucha entre un populismo de izquierda y un populismo de derecha, que es el caso de Francia. Acá evidentemente sería un poco al revés, porque en América Latina existen populismos de izquierda. Tú me consultas acerca del peligro de que pueda desarrollarse un populismo de derecha. Por eso, hay un ejemplo interesante en Francia, pero al revés, porque en Francia lo que hay es un populismo de derecha fuerte, el de Marie Le Pen, y en realidad ese populismo de derecha estaba empezando a tener éxito porque no había en contra de eso una articulación populista de izquierda. Porque los partidos democráticos tradicionales, de centroderecha y centroizquierda, simplemente no se interesaban por esas demandas insatisfechas. Eso explica, en su origen, el suceso, el éxito, de Marie Le Pen. Pero afortunadamente, con Mélenchon, y su aparición, es una cosa nueva pero muy positiva en Francia, existe un partido de características populistas. Evidentemente, Mélenchon está atacado en Francia por ser populista, usan el concepto como una crítica. Pero a mí me parece muy bien lo que Mélenchon, justamente, está tratando de hacer: una articulación popular a la izquierda, en respuesta a las demandas que Marie Le Pen había logrado de manera bastante exitosa. Porque el discurso de Marie Le Pen, reciente, a diferencia del discurso que tenía su padre, ha tomado grandes temas que históricamente confluían para articular demandas socialistas. Yo he escuchado algunos de sus discursos y Marie Le Pen parecía Olivier Besancenot, del Nuevo Partido Anticapitalista. Está muy bien que en Francia exista esta contraofensiva del populismo de izquierda. Pero volviendo a América Latina, aquí evidentemente también hay un peligro de que surja un populismo de derecha en respuesta al populismo de izquierda.
EL: –En Grecia, por ejemplo, tú tienes los dos casos de populismo. Está el partido neonazi (Amanecer Dorado, NdR), que tiene un discurso fuertemente populista y que ha crecido ahora. Y, por el otro lado, está el partido de (Alexis) Tsipras (Syriza, que significa Coalición de la Izquierda Radical, NdR), que es un populismo de izquierda y que ahí está ganando la partida. Es mucho más mayoritario que el otro.
CM: –En Grecia además tienes, como en Francia, los dos partidos tradicionales, centroizquierda y centroderecha, Samaras y el PASOK, que son partidos que, hoy por hoy, no expresan ninguna alternativa al modelo neoliberal. Es como que expresan una resignación al modelo neoliberal.
EL: –Ese es un fenómeno que es muy general. Por ejemplo, en Alemania, después de la crisis económica mundial, de la depresión de comienzos de los años ’30, dos fuerzas políticas comienzan a crecer paralelamente: el Partido Comunista y los nazis. La socialdemocracia, que había sido el consenso de centro durante los años ’20, empieza progresivamente a perder terreno y a desintegrarse. En ese caso ganó el populismo de derecha, pero ese resultado es consecuencia muchas veces de lo que (Antonio) Gramsci llamaba una guerra de posiciones. Y, volviendo a la Argentina, y en relación al peligro que tú señalabas, yo no creo que sea un peligro demasiado grave en la Argentina. Porque aquí la posibilidad de que surja con fuerza un populismo de derecha es muy limitada. Si la derecha va a organizarse alrededor de su discurso, no va a ser bajo formas populistas, va a ser bajo formas de un institucionalismo liberal desteñido que va a tratar de restaurar el viejo Estado. Yo no veo que haya bases para un populismo radical de ellos.
–Es cierto que entre la derecha lo que más se escucha es el discurso institucionalista de restauración republicana. Pero también es verdad que hay sectores de la clase trabajadora, y pienso en uno de los secretarios generales de la CGT, Hugo Moyano, que ahora pareciera empezar a coordinar fuerzas con la derecha.
EL: –Moyano está entrando en eso. Moyano no es la fuente de ningún populismo alternativo. Él está, al contrario, tratando de formar un frente de fuerzas conservadoras con otros sectores similares. Yo no veo en la Argentina el impulso populista de derecha. Yo no lo veo en ninguna parte del continente americano en este momento. (Álvaro) Uribe puede haber intentado encabezar una alternativa en ese sentido. Teóricamente ese populismo de derecha podría existir. Pero culturalmente sí, el peligro está siempre allí. Todo gobierno que dirige un proceso de cambio desde el aparato del Estado tiene que mantener un equilibrio entre el radicalismo del propio proyecto y lo que la sociedad puede absorber. Si se va mucho más allá de lo que la sociedad puede absorber, evidentemente va a quedar completamente descolocado. Pero no me parece lo que está ocurriendo.
–Eduardo Rinesi suele decir que el kirchnerismo, en sus años de gobierno, estuvo muchas veces a la izquierda de la sociedad. Lo llama su composición “jacobina”. Y dice que esa característica, que permitió ejecutar medidas que parecían imposibles, amplió los niveles de reconocimiento social hacia el Estado. ¿Cómo relacionan esas reflexiones con la teoría sobre populismo que ustedes esgrimen?
EL: –Para que haya populismo tiene que haber una acumulación de demandas insatisfechas y una incapacidad del aparato institucional para vehiculizarlas. Ahora, que ellas cristalicen alrededor de un polo popular progresivo es el resultado de una lucha. En primer lugar, no hay ninguna garantía de que un conjunto de demandas democráticas vayan a cohesionarse alrededor de un polo popular progresista. El polo popular progresivo tiene que ser una construcción. Y esa construcción política puede ir también en direcciones diversas. No es un resultado automático. Eso es lo que diferencia a nuestra posición, por ejemplo, de las de (Toni) Negri y (Michael) Hardt. Para ellos, es mucho más automático ese proceso de convergencia popular. Para nosotros no es automático. Por el contrario, el momento de la mediación hegemónica es decisivo. Y ahí es donde se puede enlazar con lo que dice Eduardo Rinesi sobre el populismo del Estado. Creo que en los últimos años se viene dando esa transición por la cual el Estado empieza a tener mucha mejor prensa en los sectores progresistas que la que tenía hace diez años. El Estado empieza a ser visto como una sede de derechos, y muchas veces el esfuerzo estatal es el que va creando movilizaciones en la dirección adecuada.
–Rinesi decía que el kirchnerismo avanza con medidas que, hasta su puesta en funcionamiento, no parecían estar en la lista de prioridades de las mayorías. Pero esas medidas luego logran un importante reconocimiento social. Sin embargo, ¿no puede ser un riesgo este estilo vertical, que consiste en impulsar iniciativas desde el Estado sin consultar demasiado a la sociedad y sin dar un mayor protagonismo a los sectores que conforman su propia base social? ¿Esto no puede poner en riesgo al propio gobierno a la hora que necesite ser defendido?
CM: –Creo que Rinesi exagera un poco. A mí lo que me parece interesante del kirchnerismo es precisamente la sinergia entre iniciativas que vienen de parte del Estado y la convocatoria que hizo él (por Néstor Kirchner, NdR) desde el poder, como por ejemplo cuando llamó a ciertos sectores de los piqueteros y les dijo: “Vengan a trabajar conmigo”. Algunos no aceptaron pero otros sí. Y se dio entonces una sinergia, por lo menos, tal como yo veo la cosa, interesante, entre las iniciativas del gobierno y las políticas que, como la Ley de Medios, fueron el resultado de campañas previas, que venían de abajo. Aunque, con el ejemplo del matrimonio igualitario, Rinesi tiene razón (según las encuestas, antes de la sanción de la ley de matrimonio igualitario, una mayoría de la sociedad se oponía a establecer el casamiento entre parejas del mismo sexo. Tras la aprobación de la ley, esa mayoría se invirtió a favor de la igualdad de derechos, NdR). Algo parecido sucedió en Francia cuando François Mitterrand llegó al poder y suprimió por ley la pena de muerte. También es cierto que si en Francia se hubiera hecho un plebiscito, es muy probable que la eliminación de la pena de muerte no hubiera ganado. A veces sí es importante avanzar desde el Estado…
–¿Es el componente voluntarista del kirchnerismo?
EL: –Yo no interpreté que Rinesi niegue la sinergia. Él reconoce la sinergia. Lo que dice que es nuevo es que el Estado empieza a ser fuente de la construcción política de derechos. Que no es un proceso que venga totalmente de abajo, tampoco creo que estuviera pensando que viene totalmente de arriba. Tiene que haber, justamente, una correlación entre los dos momentos. Ese equilibrio muchas veces es difícil de lograr. «
Laclau y Mouffe, obviamente, no tienen una lectura crítica del populismo. Consideran que el conflicto es esencial a la vida democrática, y que el institucionalismo –lo opuesto al populismo– puede derivar en democracias subordinadas al establishment financiero, donde la alternancia de centroderecha y centroizquierda no implica modificaciones significativas porque ambos partidos llevan adelante el mismo proyecto económico. “Eso produce una pérdida de interés en la política representativa”, suele decir Mouffe. Aunque residen la mayor parte del año en Europa (Laclau dirigió por muchos años la cátedra de Teoría Política de la Universidad de Essex, Gran Bretaña), el argentino y la belga suelen pasar dos períodos de dos o tres meses en Buenos Aires. En la última visita ambos formaron parte de la organización del ciclo de Conferencias “Debates y Combates”, creado por la Secretaría de Cultura de la Nación. El ciclo se realizó hace 15 días en el pabellón de la Secretaría en Tecnópolis. Entre los panelistas estuvieron el rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), Eduardo Rinesi, y la politóloga brasileña Sonia Fleury. En esta entrevista con Tiempo Argentino, Laclau y Mouffe relativizaron el riesgo de que que en la Argentina de hoy, en sintonía con el humor social que buscan instalar algunos medios, pueda surgir un “populismo de derecha” que logre revertir los cambios sociales y económicos producidos en los últimos diez años.
–A partir de la autoridad intelectual que tienen ustedes para hablar sobre populismo, ¿creen que existe en Argentina el riesgo de que aparezca un “populismo de derecha” que, en contraste con un supuesto populismo de izquierda, intente capitalizar políticamente las demandas insatisfechas y también ciertos resentimientos producidos por la ampliación de derechos?
CM: –En realidad yo quisiera, en respuesta a la pregunta, darte un ejemplo interesante donde hay justamente una lucha entre un populismo de izquierda y un populismo de derecha, que es el caso de Francia. Acá evidentemente sería un poco al revés, porque en América Latina existen populismos de izquierda. Tú me consultas acerca del peligro de que pueda desarrollarse un populismo de derecha. Por eso, hay un ejemplo interesante en Francia, pero al revés, porque en Francia lo que hay es un populismo de derecha fuerte, el de Marie Le Pen, y en realidad ese populismo de derecha estaba empezando a tener éxito porque no había en contra de eso una articulación populista de izquierda. Porque los partidos democráticos tradicionales, de centroderecha y centroizquierda, simplemente no se interesaban por esas demandas insatisfechas. Eso explica, en su origen, el suceso, el éxito, de Marie Le Pen. Pero afortunadamente, con Mélenchon, y su aparición, es una cosa nueva pero muy positiva en Francia, existe un partido de características populistas. Evidentemente, Mélenchon está atacado en Francia por ser populista, usan el concepto como una crítica. Pero a mí me parece muy bien lo que Mélenchon, justamente, está tratando de hacer: una articulación popular a la izquierda, en respuesta a las demandas que Marie Le Pen había logrado de manera bastante exitosa. Porque el discurso de Marie Le Pen, reciente, a diferencia del discurso que tenía su padre, ha tomado grandes temas que históricamente confluían para articular demandas socialistas. Yo he escuchado algunos de sus discursos y Marie Le Pen parecía Olivier Besancenot, del Nuevo Partido Anticapitalista. Está muy bien que en Francia exista esta contraofensiva del populismo de izquierda. Pero volviendo a América Latina, aquí evidentemente también hay un peligro de que surja un populismo de derecha en respuesta al populismo de izquierda.
EL: –En Grecia, por ejemplo, tú tienes los dos casos de populismo. Está el partido neonazi (Amanecer Dorado, NdR), que tiene un discurso fuertemente populista y que ha crecido ahora. Y, por el otro lado, está el partido de (Alexis) Tsipras (Syriza, que significa Coalición de la Izquierda Radical, NdR), que es un populismo de izquierda y que ahí está ganando la partida. Es mucho más mayoritario que el otro.
CM: –En Grecia además tienes, como en Francia, los dos partidos tradicionales, centroizquierda y centroderecha, Samaras y el PASOK, que son partidos que, hoy por hoy, no expresan ninguna alternativa al modelo neoliberal. Es como que expresan una resignación al modelo neoliberal.
EL: –Ese es un fenómeno que es muy general. Por ejemplo, en Alemania, después de la crisis económica mundial, de la depresión de comienzos de los años ’30, dos fuerzas políticas comienzan a crecer paralelamente: el Partido Comunista y los nazis. La socialdemocracia, que había sido el consenso de centro durante los años ’20, empieza progresivamente a perder terreno y a desintegrarse. En ese caso ganó el populismo de derecha, pero ese resultado es consecuencia muchas veces de lo que (Antonio) Gramsci llamaba una guerra de posiciones. Y, volviendo a la Argentina, y en relación al peligro que tú señalabas, yo no creo que sea un peligro demasiado grave en la Argentina. Porque aquí la posibilidad de que surja con fuerza un populismo de derecha es muy limitada. Si la derecha va a organizarse alrededor de su discurso, no va a ser bajo formas populistas, va a ser bajo formas de un institucionalismo liberal desteñido que va a tratar de restaurar el viejo Estado. Yo no veo que haya bases para un populismo radical de ellos.
–Es cierto que entre la derecha lo que más se escucha es el discurso institucionalista de restauración republicana. Pero también es verdad que hay sectores de la clase trabajadora, y pienso en uno de los secretarios generales de la CGT, Hugo Moyano, que ahora pareciera empezar a coordinar fuerzas con la derecha.
EL: –Moyano está entrando en eso. Moyano no es la fuente de ningún populismo alternativo. Él está, al contrario, tratando de formar un frente de fuerzas conservadoras con otros sectores similares. Yo no veo en la Argentina el impulso populista de derecha. Yo no lo veo en ninguna parte del continente americano en este momento. (Álvaro) Uribe puede haber intentado encabezar una alternativa en ese sentido. Teóricamente ese populismo de derecha podría existir. Pero culturalmente sí, el peligro está siempre allí. Todo gobierno que dirige un proceso de cambio desde el aparato del Estado tiene que mantener un equilibrio entre el radicalismo del propio proyecto y lo que la sociedad puede absorber. Si se va mucho más allá de lo que la sociedad puede absorber, evidentemente va a quedar completamente descolocado. Pero no me parece lo que está ocurriendo.
–Eduardo Rinesi suele decir que el kirchnerismo, en sus años de gobierno, estuvo muchas veces a la izquierda de la sociedad. Lo llama su composición “jacobina”. Y dice que esa característica, que permitió ejecutar medidas que parecían imposibles, amplió los niveles de reconocimiento social hacia el Estado. ¿Cómo relacionan esas reflexiones con la teoría sobre populismo que ustedes esgrimen?
EL: –Para que haya populismo tiene que haber una acumulación de demandas insatisfechas y una incapacidad del aparato institucional para vehiculizarlas. Ahora, que ellas cristalicen alrededor de un polo popular progresivo es el resultado de una lucha. En primer lugar, no hay ninguna garantía de que un conjunto de demandas democráticas vayan a cohesionarse alrededor de un polo popular progresista. El polo popular progresivo tiene que ser una construcción. Y esa construcción política puede ir también en direcciones diversas. No es un resultado automático. Eso es lo que diferencia a nuestra posición, por ejemplo, de las de (Toni) Negri y (Michael) Hardt. Para ellos, es mucho más automático ese proceso de convergencia popular. Para nosotros no es automático. Por el contrario, el momento de la mediación hegemónica es decisivo. Y ahí es donde se puede enlazar con lo que dice Eduardo Rinesi sobre el populismo del Estado. Creo que en los últimos años se viene dando esa transición por la cual el Estado empieza a tener mucha mejor prensa en los sectores progresistas que la que tenía hace diez años. El Estado empieza a ser visto como una sede de derechos, y muchas veces el esfuerzo estatal es el que va creando movilizaciones en la dirección adecuada.
–Rinesi decía que el kirchnerismo avanza con medidas que, hasta su puesta en funcionamiento, no parecían estar en la lista de prioridades de las mayorías. Pero esas medidas luego logran un importante reconocimiento social. Sin embargo, ¿no puede ser un riesgo este estilo vertical, que consiste en impulsar iniciativas desde el Estado sin consultar demasiado a la sociedad y sin dar un mayor protagonismo a los sectores que conforman su propia base social? ¿Esto no puede poner en riesgo al propio gobierno a la hora que necesite ser defendido?
CM: –Creo que Rinesi exagera un poco. A mí lo que me parece interesante del kirchnerismo es precisamente la sinergia entre iniciativas que vienen de parte del Estado y la convocatoria que hizo él (por Néstor Kirchner, NdR) desde el poder, como por ejemplo cuando llamó a ciertos sectores de los piqueteros y les dijo: “Vengan a trabajar conmigo”. Algunos no aceptaron pero otros sí. Y se dio entonces una sinergia, por lo menos, tal como yo veo la cosa, interesante, entre las iniciativas del gobierno y las políticas que, como la Ley de Medios, fueron el resultado de campañas previas, que venían de abajo. Aunque, con el ejemplo del matrimonio igualitario, Rinesi tiene razón (según las encuestas, antes de la sanción de la ley de matrimonio igualitario, una mayoría de la sociedad se oponía a establecer el casamiento entre parejas del mismo sexo. Tras la aprobación de la ley, esa mayoría se invirtió a favor de la igualdad de derechos, NdR). Algo parecido sucedió en Francia cuando François Mitterrand llegó al poder y suprimió por ley la pena de muerte. También es cierto que si en Francia se hubiera hecho un plebiscito, es muy probable que la eliminación de la pena de muerte no hubiera ganado. A veces sí es importante avanzar desde el Estado…
–¿Es el componente voluntarista del kirchnerismo?
EL: –Yo no interpreté que Rinesi niegue la sinergia. Él reconoce la sinergia. Lo que dice que es nuevo es que el Estado empieza a ser fuente de la construcción política de derechos. Que no es un proceso que venga totalmente de abajo, tampoco creo que estuviera pensando que viene totalmente de arriba. Tiene que haber, justamente, una correlación entre los dos momentos. Ese equilibrio muchas veces es difícil de lograr. «
en nuestro pais,yo veo un peligro en cuanto a un aumento de»populismo de derecha»por la ambicion de algunos sindicalistas resentidos,como H.Moyano y por la actitud de una clase media»cacerolera»(en parte generada por el ascenso social fomentado por el mismo gobierno)amen de la accion de los medios opositores directos de derecha,aunque por suerte resultan aun minoritarios.
Me parece bastante obvio el comentario del matrimonio político de que: «Porque aquí la posibilidad de que surja con fuerza un populismo de derecha es muy limitada.» No puede surgir lo que ya se ha configurado y está en el poder:el actual cristinismo, que no tiene como aliado al contestatario Moyano, sino al tradicional gremialismo funcional a cualquier gobierno, mientras le dejen hacer sus negocios.
Claro, si el matrimonio vincula a la derecha con quienes exigen el respeto de las instituciones, no solo está reconociendo que este gobierno no la respeta, sino que olvida toda la larga tradición democrática, que supieron representar Claude Lefort y sus discípulos, de que no se puede oponer la idea de la república a la de la democracia y que: «a través de su metamorfosis, la república se ha hecho democrática, no tiene otra definición posible; la democracia misma es republicana, o bien deja de designar una sociedad política.»
jaaaaa
el gobierno es de derecha?
avisales a tus amigos de la iglesia, a la SRA, al peronismo federal, al pro, al colorado colombiano y cía, que todavía no se dieron cuenta!!!
¿Qué raro que no se hayan dado cuenta, si son vecinos de Puerto Madero?
¿vecinos de puerto madero? ¿cómo?
si ningún republicano vive allí.
macri en barrio parque
los de la SRA en barrio norte, como la curia…
es toda gente demasiado bien como para vivir en ese terreno de neo ricos menemista…. solo los k pueden instalarse allí.
un asco
Aquí hay un vecino de Puerto Madero:
http://www.perfil.com/contenidos/2012/11/01/noticia_0033.html
Si esa no es la derecha, ¿la derecha donde vive?
y dale con el respeto a las»instituciones»..¿y el respeto al pueblo y a quienes eleigio?
Ja ja ja….
Muy bien Isabel….
Este Daio no se baja del mármol….
Me parece que los que no respetan al pueblo son los «representantes», que se creen dueños de lo público y lo utilizan en su provecho. Si fuere cierto, una desvergüenza total:
http://fortunaweb.com.ar/2012-10-31-107767-cristina-recibio-una-pension-siendo-presidenta/
Esperamos que lo desmientan y no se hagan los distraídos.
Como estás Daio.. pará por que vas a enloquecer…
Vos te me escapaste del otro posteo, pero bueno como consuelo, es mas o menos así como funciona la república ¿no?
De paso, aprovechando de su manejo de la lex, acá hay lyrics con traducción, me pa’ que ‘ta bien pero.. Ud. dirá
Hay, si que hay.
Estoy de acuerdo , si que hay.
En mi condicion de barra brava de Laclau & Chantal, debo confesar mi profunda desilusion con esta entrevista.
No me gusto como la llevo el periodista
No me convencio Laclau en su justificacion
La pregunta era clara (al principio) «que perspectivas para un populismo de derecha en Argentina?»
Ernesto se fue por las ramas hablando de Francia, Grecia y que se yo cuantos paises con realidades tan distintas a las nuestras.
En sintesis su respuesta fue : «no va a haber oposicion populista de derecha sino liberal» sin mas justificacion.
Ahi es donde estuvo flojo el periodista. Porque coño no le pregunta «y porque ?»
Muchachos de Tiempo Argentino, la proxima vez que tengamos la suerte de tener a Laclau, manden un cronista con un poco mas de luces
Como siempre: la culpa la tuvieron los periodistas.
Pobres entrevistadores: ¿cómo hacer para sacarle jugo a un par de adoquines? Más fácil -si hubiere recurso- es extraer petróleo de las rocas.
1) no solo el periodista, Laclau no respondio a la pregunta
2) sigo esperando que me nombren algun opositor con mayor prestigio academico que Laclau
Felipe:
«Prestigio académico», generalmente es una fórmula vacía, que carece de entidad.
Hay muchos investigadores de prestigio, críticos de este gobierno.
Recuerdo a Alfredo Pucciarelli; Hugo Quiroga: Isidoro Cheresky; Osvaldo Iazzzetta; Atilio Borón (*)y el lamentablemente recién fallecido, Guillermo O’Donnell, quien ha sabido subrayar las debilidades de esta clase de gobiernos,a los que ha caracterizado como democracias delegativas, como por ejemplo cuando afirma que esta clase de gobernante se pregunta: “¿por qué es necesario reconocer poderes distintos de los propios cuando uno está, supuestamente, tratando de lograr metas conducentes a ciertos aspectos del bien público? ¿Y por qué no procurarse beneficios personales o para la familia, la camarilla o los socios de negocio mientras se ejerce el cargo público, si al mismo tiempo uno está (al menos supuestamente) intentando concretar cierto aspecto del bien público.” (**)
Ademas nos advierte que “la democracia también puede morir lentamente, no ya por abruptos golpes miliares sino mediante una sucesión de medidas, poco espectaculares pero acumulativamente letales”.- (***)
(*) Excelente critico del pensamiento de Ernesto Laclau.
(**) 0’Donnell, Guillermo. Disonancias. Críticas democráticas a la democracia. Prometeo. Bs. As. 2007. Págs. 103/107.-
(***) 0’Donnell, Guillermo. La democracia delegativa. La Nación. Bs. As. 28-05-2009. Pág. 17.-
Daio.. seguí lustrando el mármol mientras otros andan buscando que carajo hacer..
Supongo que lo habrás leido a este que escribe en el libro de consulta tuyo por antonomasia ¿no?
Hace mucho que no escribía Escribano. Era el periodista más citado por Néstor, a cada rato se acordaba de él, especialmente en el 2003.
Es una nota corta, en la que trata muchos temas, o sea que termina haciéndose larga, extraería de ella una sola moraleja: así como Cuba, a pesar de las atrocidades de los Castros, se encuentra en el camino de iniciar una vida más democrática, también nosotros, si perdemos la democracia, no por ello debemos perder la esperanza. Nadie es eterno, aunque algunos duran más que otros.
Si seguí mirando mientras medio Valhalla se cae a pedazos y «El gran tema de estos días es, pues, el de la exploración de nuevas modalidades de gobierno que calmen a sociedades insatisfechas,….»
O
«La democracia representativa ha venido así a ser cuestionada por la democracia participativa, que reclama, por un lado, libertades insostenibles en el tiempo, y por el otro, hasta origina monstruos que invitan, en incomprensible contrasentido, a deslegitimar la libertad de prensa»
O
«la contemporaneidad abrir una vía intermedia entre las concepciones de Oriente y de Occidente como respuesta al descontento generalizado con la política»
Y así entre otros pa’ no aburrir
Lo poco que queda de la ¿república?
El lenguaje no es muy claro, pero no hay dudas de que se trata de los temas en discusión. El pueblo ya no se conforma con votar y volverse tranquilo a su casa hasta la próxima convocatoria, parafraseando al General, ya no acepta «De la casa, al comicio, y del comicio,a la casa». De ello tratan los estudios de Pierre Rosanvallon.
Las sociedades están insastifechas. Se busca una democracia más participativa. Se buscan nuevas modalidades de gobierno.
En cuanto a lo de deslegitimar a la libertad de prensa, me parece que bastante de ello existe, especialmente en los sistemas bonapartistas, hoy llamados populistas.Por supuesto que estos sistemas simulan sostenerla, ocultando el garrote.
Diao… quizás no pueda ser lo suficientemente frontal…
«La demanda de gratificación inmediata es propia de la cultura consumista, que paradójicamente -agrego- condena en teoría el populismo»
El Estado Fallido…
El academicismo no lo explica todo, fundamentalmente en incineraciones de «marcos ideológicos»
«…deslegitimar a la libertad de prensa, me parece que bastante de ello existe, especialmente en los sistemas bonapartistas..»
Ja y en los que vos admirás no pasa ¿no?….
Cerquita tuyo tenés un caso.. ahh no cierto que lo tuyo no es el socialismo pero hay muchos ejemplos por encima del Ecuador.
Lástima que la colonización de Marte está menos que en pañales
Daio cada día con vuelo mas bajito
Un vuelo bajo, es el indicado para cazar a las ratas.
Llevan cazadas 1,8. Yo que usté mejoro la puntería. O bajo el vuelo aún más.
Yo las estoy viendo, vivitas y coleando, por suerte no son 1,8, sino mucho menos. Un par de inundaciones más que se mande Macri y asunto terminado.