Es curioso como funciona la política en la Argentina. Por un lado, la Presidenta y el grupo que la rodea quieren permanecer en el gobierno después de 2015 y realizan todas las acciones necesarias para lograrlo. Por el otro, dirigentes opositores -separados- manifiestan su oposición a este objetivo, pero establecen “límites personales” que les impide presentar candidaturas conjuntas.
Una de las características más notables de este cuadro es la falta de sentido práctico.
Porque el mensaje dice: impedir la re reelección es un acto de voluntad, el sistema electoral no tiene importancia. No todos viven en esta contradicción. Pero existe un grupo de entusiastas importante -de derecha a izquierda- que parece jugar al arroz con leche (“con este si, con este no”) mientras le pone límites a su propia derrota.
¿Por qué son importantes las elecciones de 2013? Por dos razones: (1) porque solo si la Presidenta consigue dos tercios de los senadores y diputados la Constitución puede reformarse y ser reelecta después del 2015, y (2) porque 28 senadores y 107 diputados, de distintos partidos se han comprometido en el último mes a no votar, con la composición actual del Congreso, ninguna ley que permita reformar la Constitución. Mirado de esta forma, las elecciones de 2013 son más importantes que las presidenciales de 2015.
Un ejemplo geográfico de lo que se puede hacer para volver a equivocarse es la Ciudad de Buenos Aires, en la que se advierte que el ausentismo y la dispersión distorsionan la realidad. Sobre un padrón de 2.500.000 votantes, votan efectivamente un poco menos de 2.000.000. Allí ya tenemos una perdida de medio millón de electores (son los que protestan pero no van a votar) . Como resultado de estas deserciones, y con menos de 550.000 votos, ganó en 2011 cinco de los 12 diputados en juego el Frente para la Victoria (FPV). También se ve que, como fruto de la división opositora, PRO (3) mas FAP (2) obtuvieron también 5 diputados, teniendo en conjunto más de 680.000 votos, que de haber estado unidos les hubiera significado un diputado más . Hubo tres fuerzas que totalizaron más de 380.000 votos y, por ir separadas, no lograron ninguna banca. Son los votos perdidos.
¿Quiénes son? Partido Unión Popular (Martín Redrado) 108.418, Partido Autonomista (Jorge Vanossi) 29.160 y Alianza Compromiso Federal (grupo Rodríguez Saa) 108.663. El PRO, con 373.566 votos, consiguió tres diputados y los otros tres partidos no consiguieron nada. Si PRO y esos tres partidos hubieran acordado, habrían superado los 600.000 votos, transformándose en la primera fuerza electoral (no el FPV) y logrado cinco o seis bancas.
Este ejercicio se puede aplicar a la mayoría de los distritos.
Las elecciones 2013 hay que mirarlas -los dirigentes y los que votan- con el ejercicio anterior en la cabeza . La repetida expresión “la oposición no existe” es una prueba, un desafío, a la inteligencia de los argentinos.
Una de las características más notables de este cuadro es la falta de sentido práctico.
Porque el mensaje dice: impedir la re reelección es un acto de voluntad, el sistema electoral no tiene importancia. No todos viven en esta contradicción. Pero existe un grupo de entusiastas importante -de derecha a izquierda- que parece jugar al arroz con leche (“con este si, con este no”) mientras le pone límites a su propia derrota.
¿Por qué son importantes las elecciones de 2013? Por dos razones: (1) porque solo si la Presidenta consigue dos tercios de los senadores y diputados la Constitución puede reformarse y ser reelecta después del 2015, y (2) porque 28 senadores y 107 diputados, de distintos partidos se han comprometido en el último mes a no votar, con la composición actual del Congreso, ninguna ley que permita reformar la Constitución. Mirado de esta forma, las elecciones de 2013 son más importantes que las presidenciales de 2015.
Un ejemplo geográfico de lo que se puede hacer para volver a equivocarse es la Ciudad de Buenos Aires, en la que se advierte que el ausentismo y la dispersión distorsionan la realidad. Sobre un padrón de 2.500.000 votantes, votan efectivamente un poco menos de 2.000.000. Allí ya tenemos una perdida de medio millón de electores (son los que protestan pero no van a votar) . Como resultado de estas deserciones, y con menos de 550.000 votos, ganó en 2011 cinco de los 12 diputados en juego el Frente para la Victoria (FPV). También se ve que, como fruto de la división opositora, PRO (3) mas FAP (2) obtuvieron también 5 diputados, teniendo en conjunto más de 680.000 votos, que de haber estado unidos les hubiera significado un diputado más . Hubo tres fuerzas que totalizaron más de 380.000 votos y, por ir separadas, no lograron ninguna banca. Son los votos perdidos.
¿Quiénes son? Partido Unión Popular (Martín Redrado) 108.418, Partido Autonomista (Jorge Vanossi) 29.160 y Alianza Compromiso Federal (grupo Rodríguez Saa) 108.663. El PRO, con 373.566 votos, consiguió tres diputados y los otros tres partidos no consiguieron nada. Si PRO y esos tres partidos hubieran acordado, habrían superado los 600.000 votos, transformándose en la primera fuerza electoral (no el FPV) y logrado cinco o seis bancas.
Este ejercicio se puede aplicar a la mayoría de los distritos.
Las elecciones 2013 hay que mirarlas -los dirigentes y los que votan- con el ejercicio anterior en la cabeza . La repetida expresión “la oposición no existe” es una prueba, un desafío, a la inteligencia de los argentinos.