Las inconsistencias del modelo están a la vista

El freno de la economía y los vaivenes con el dólar han generado un debate acerca de los errores en que habría incurrido el Gobierno desde finales del año pasado. Sin embargo, las inconsistencias estuvieron presentes desde el inicio del modelo, hace casi una década, tapadas por la excepcional mejora en los indicadores externos relevantes para la Argentina (precio de las commodities y tipo de cambio de Brasil) y por la gran capacidad ociosa que había luego del colapso de la Convertibilidad (cuyos costos fueron pagados por los gobiernos anteriores).
Los rasgos centrales han sido:
n Populismo en la política de precios, utilizando controles directos e indirectos por medio de retenciones y cupos a las exportaciones. Si bien estos instrumentos se profundizaron con el tiempo, siempre estuvieron presentes desde 2003 a la fecha. Cabe recordar que las tarifas residenciales a la energía y al transporte estuvieron fijas a los valores nominales del 2001 por años, que las retenciones a las exportaciones existen desde 2002 y que los controles de precios empezaron en forma incipiente en 2005.
n Política industrial centrada en el mercado interno. En lugar de pensar la política industrial mirando al mundo, la decisión oficial fue hacer cada vez más rentables las ventas al mercado interno, por medio de un cierre cada vez más profundo de las importaciones. Si bien hubo algunas medidas que también favorecieron a los exportadores industriales (como los subsidios a la energía hasta que ésta se volvió escasa) el balance fue negativo para éstos. Recuérdese que desde 2002 a la fecha se castiga a los exportadores industriales con retenciones y, desde hace menos tiempo, se los penaliza con el atraso cambiario.
n Aumento desmedido en la participación del Estado en la economía. El tamaño del Estado no ha dejado de aumentar desde el 2002 en adelante como ilustra el cuadro adjunto, lo que ha convertido a la Argentina en el país con mayor participación del Estado en la economía de toda Latinoamérica. Para financiar ese gasto en constante aumento se incrementó la presión tributaria, abusando de malos impuestos y, desde el 2005 en adelante, se recurrió también al impuesto inflacionario por medio de una tasa de inflación de dos dígitos. Los resultados de tamaña expansión del gasto no han sido los esperados, al menos en materia de calidad de la educación, pobreza e indigencia y seguridad.
n Falta de respeto a las instituciones. El ejemplo más claro es la destrucción de la confiabilidad de las estadísticas oficiales, bajo la excusa de que con ello se reducía el peso de los servicios de la deuda. Al menos una paradoja, si se considera que el Gobierno se ha jactado de haber hecho una restructuración exitosa de la deuda en 2005.
Las inconsistencias del modelo estaban tapadas por la fortuna. El cuadro anexo ilustra la permanente mejora en el precio de la soja y la apreciación del real brasileño, que flexibilizaban permanentemente la restricción externa de la economía y aportaban recursos crecientes para el fisco. Por ejemplo, entre 2002 y 2005 la soja aumenta 27% y el real brasileño se aprecia 23% en términos reales, entre 2005 y 2007 se agrega otro 32% al precio de la soja y el real se aprecia otro 19% y finalmente entre 2007 y 2011 la soja aumenta otro 59% y el real vuelve a apreciarse otro 19%. En el acumulado del 2002 al 2011 el real se apreció 50% en términos reales y la soja aumentó 165% en dólares. Pero con gasto público y costos laborales volando en dólares se hacía necesaria una dosis cada vez más fuerte de suerte.
Sin los superávits gemelos de antaño y sin margen cambiario los errores de política económica saltan a la vista. Los costos del populismo no se visualizan sólo a futuro sino que también empiezan a impactar en el presente.
Es una exageración hablar hoy de riesgos de un “Rodrigazo”, más allá que el atraso tarifario acumulado desde 2002 pueda ser similar al que había en 1975. El desabastecimiento de productos es mucho menor y, más importante, el déficit fiscal actual (Nación-Provincias) del orden de 4% del PBI es un tercio del que había en aquella época. Todavía se pueden corregir los desequilibrios de flujos sin que se produzca una mega crisis porque nos ayuda el contexto externo favorable. Pero con costos en dólares que aumentan al 15% por año (o más) el riesgo aumenta si la solución se demora.
Lo que esta vez parece no estar disponible es una salida sin pagar costos políticos, apostando a que con los controles se gana tiempo para que los problemas se resuelvan solos. Claro que para que la salida sea viable se requiere confiar el manejo de la política económica a un grupo profesional que ponga los límites que prácticamente no han existido desde 2003 a la fecha. Sin abundancia es más urgente que nunca un manejo profesional de la economía.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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