El 2 de noviembre del año pasado esta columna comenzaba así: Rocca, Pérez Companc, Bulgheroni, Eurnekian, Brito, Bagó, Werthein, Herrera de Noble, Elsztain, Costantini, De Narváez, Pescarmona, Eskenazi, Macri, Coto, Blaquier, Grobocopatel, López, Roemmers, Supervielle, Braun, Belocopitt, Sutton, Madanes, Sigman, Vila, Navajas Artaza, y 973 familias más hasta completar las mil con mayores ingresos, poseen el 2,49% del ingreso nacional. Eso equivale a unos u$s 12.500 millones, con lo cual esas familias ganan por año un promedio de u$s 12,5 millones. Era información de una excepcional base de datos denominada The World Top Income Database, un proyecto de cuatro economistas expertos en temas de distribución del ingreso: los franceses Tomas Piketty, Emmanuel Saez, el inglés Tony Atkinson y el argentino Facundo Alvaredo.
Eran datos sobre ingresos. Ahora se puede saber a cuánto asciende el patrimonio de esos mil; o para ser más preciso, cuánto suma la riqueza de los 1040 argentinos más acaudalados, entre los que seguramente están Lázaro Báez, los veintisiete mencionados y otros 1012 ciudadanos.
La empresa Wealth X acaba de publicar su informe anual sobre los Ultra High Net Worth Individuals (Individuos con riqueza neta super alta), que ellos definen como aquellos que poseen un patrimonio neto superior a u$s 30 millones, considerando la tenencia accionaria en todo tipo de empresas, sus residencias y otras inversiones inmuebles, colecciones de arte, aviones, efectivo y otros activos.
Wealth X tiene su central en Singapur y filiales en varias capitales del mundo. La información es compilada por más de doscientos investigadores, principalmente de fuentes bancarias, y entre los clientes se encuentran gerencias de banca privada, departamentos de marketing y especialistas en recolección de fondos para todo tipo de campañas (fundraisers).
En la Argentina hay 1040 Ultra High Net Worth Individuals (UHNWI), que suman u$s 140.000 millones de riqueza neta, es decir a un promedio de 134,6 millones. Es en el mismo país donde hay cerca de 20% de personas pobres.
En relación a la población total, la Argentina tiene una proporción de UHNWI similar a Brasil y México, donde hay 4640 y 3340 integrantes de esa elite adinerada que poseen u$s 865.000 y 430.000 millones, respectivamente. Comparado con el informe del año pasado de Wealth X, América Latina fue la región donde más aumentó la riqueza de ultraricos, con un alza del 12,1%.
La proporción de argentinos UHNWI es mucho menor que en los países desarrollados. En Estados Unidos hay 60.280 (suman u$s 8,3 billones de riqueza), en Alemania 15.770 (2,1 billones) y en Japón 12.830 (2,1 billones). En el mundo entero registraron 187.380 personas que poseen un total de u$s 25,8 billones, que equivale a 50 veces el Producto Bruto Interno argentino o el PBI sumado de Estados Unidos y China.
De los 187.380 UHNWI hay 2160 con un patrimonio neto de más de u$s 1.000 millones, y 990 en la franja de 750 a 999 millones.
Cuando uno observa estos números entra en shock, escribió en su blog la semana pasada el premio Nobel Paul Krugman. No se refería específicamente a los datos de Wealth X sino a los de los ya mencionados Piketty y Saez sobre Estados Unidos, que revelan que la porción en el ingreso nacional del 90% más pobre bajo de dos tercios en 1979 al 50% actualmente. Krugman sostiene enfáticamente que la desigualdad es el desafío determinante de la política económica, porque hunde a la clase media y obstaculiza el crecimiento, entre otros argumentos.
Krugman hace un llamamiento para que los economistas académicos prioricen el estudio de la problemática de la desigualdad, y a los políticos progresistas a focalizar mucha de la energía en este asunto. Dice que es más fácil hablarle al público de la desigualdad que de la macroeconomía impulsada por la demanda agregada (demand-side macroeconomics), pero como esas cuestiones son complementarias, no se debe sentir culpa de hablar mucho de desigualdad. Y termina con un canto de tribuna: En síntesis: go populism go.
En dirección con lo que recomienda Krugman, el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) de la Universidad Nacional de La Plata prioriza lo que él define como el desafío determinante de la política económica. En uno de sus más recientes trabajos titulado Tendencias recientes en desigualdad y pobreza en países en desarrollo que escribieron el ya mencionada Alvaredo junto con Leonardo Gasparini, hay un ejemplo que demuestra que la desigualdad es muchísimo mayor que la que revelan los índices Gini conocidos. Argumentan que el índice Gini (varía entre 0 y 1: toma valor 0 si el ingreso se distribuye a todos por igual y 1 en el caso extremo de que uno sólo se quede con todo) está sesgado porque no captura el real ingreso de los muy ricos. Hicieron un ejercicio sobre la distribución en Colombia reemplazando para el 1% más rico los datos del instituto de estadística con los que surgen de las declaraciones de impuestos: el Gini subió, es decir empeoró, de 0,55 a 0,61.
Alvaredo y Gasparini también opinan que la reducción de la desigualdad sigue siendo la principal preocupación en los países en desarrollo.
Lo mismo que Krugman, Alvaredo y Gasparini, creen muchos otros. Por ejemplo Robert Reich, el ex secretario de trabajo de Bill Clinton, que condujo el extraordinario documental Inequality for all dirigido por Jacob Kornbluth que se estrenó este año.
O el último premio Nobel Robert Schiller, que en sus primeras declaraciones tras conocer la distinción dijo que el problema más importante que estamos enfrentando actualmente es el aumento de la desigualdad en Estados Unidos y en todo el mundo.
No es lo que se escucha de la mayoría de los dirigentes políticos de la Argentina. Un país donde la brutal desigualdad es consecuencia, entre otras razones a que, tal como se reveló en esta columna el 13 de setiembre último, los mil contribuyentes que más ingresos declaran a la AFIP pagan de impuesto a las Ganancias una tasa efectiva de apenas el 16%.
Eran datos sobre ingresos. Ahora se puede saber a cuánto asciende el patrimonio de esos mil; o para ser más preciso, cuánto suma la riqueza de los 1040 argentinos más acaudalados, entre los que seguramente están Lázaro Báez, los veintisiete mencionados y otros 1012 ciudadanos.
La empresa Wealth X acaba de publicar su informe anual sobre los Ultra High Net Worth Individuals (Individuos con riqueza neta super alta), que ellos definen como aquellos que poseen un patrimonio neto superior a u$s 30 millones, considerando la tenencia accionaria en todo tipo de empresas, sus residencias y otras inversiones inmuebles, colecciones de arte, aviones, efectivo y otros activos.
Wealth X tiene su central en Singapur y filiales en varias capitales del mundo. La información es compilada por más de doscientos investigadores, principalmente de fuentes bancarias, y entre los clientes se encuentran gerencias de banca privada, departamentos de marketing y especialistas en recolección de fondos para todo tipo de campañas (fundraisers).
En la Argentina hay 1040 Ultra High Net Worth Individuals (UHNWI), que suman u$s 140.000 millones de riqueza neta, es decir a un promedio de 134,6 millones. Es en el mismo país donde hay cerca de 20% de personas pobres.
En relación a la población total, la Argentina tiene una proporción de UHNWI similar a Brasil y México, donde hay 4640 y 3340 integrantes de esa elite adinerada que poseen u$s 865.000 y 430.000 millones, respectivamente. Comparado con el informe del año pasado de Wealth X, América Latina fue la región donde más aumentó la riqueza de ultraricos, con un alza del 12,1%.
La proporción de argentinos UHNWI es mucho menor que en los países desarrollados. En Estados Unidos hay 60.280 (suman u$s 8,3 billones de riqueza), en Alemania 15.770 (2,1 billones) y en Japón 12.830 (2,1 billones). En el mundo entero registraron 187.380 personas que poseen un total de u$s 25,8 billones, que equivale a 50 veces el Producto Bruto Interno argentino o el PBI sumado de Estados Unidos y China.
De los 187.380 UHNWI hay 2160 con un patrimonio neto de más de u$s 1.000 millones, y 990 en la franja de 750 a 999 millones.
Cuando uno observa estos números entra en shock, escribió en su blog la semana pasada el premio Nobel Paul Krugman. No se refería específicamente a los datos de Wealth X sino a los de los ya mencionados Piketty y Saez sobre Estados Unidos, que revelan que la porción en el ingreso nacional del 90% más pobre bajo de dos tercios en 1979 al 50% actualmente. Krugman sostiene enfáticamente que la desigualdad es el desafío determinante de la política económica, porque hunde a la clase media y obstaculiza el crecimiento, entre otros argumentos.
Krugman hace un llamamiento para que los economistas académicos prioricen el estudio de la problemática de la desigualdad, y a los políticos progresistas a focalizar mucha de la energía en este asunto. Dice que es más fácil hablarle al público de la desigualdad que de la macroeconomía impulsada por la demanda agregada (demand-side macroeconomics), pero como esas cuestiones son complementarias, no se debe sentir culpa de hablar mucho de desigualdad. Y termina con un canto de tribuna: En síntesis: go populism go.
En dirección con lo que recomienda Krugman, el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) de la Universidad Nacional de La Plata prioriza lo que él define como el desafío determinante de la política económica. En uno de sus más recientes trabajos titulado Tendencias recientes en desigualdad y pobreza en países en desarrollo que escribieron el ya mencionada Alvaredo junto con Leonardo Gasparini, hay un ejemplo que demuestra que la desigualdad es muchísimo mayor que la que revelan los índices Gini conocidos. Argumentan que el índice Gini (varía entre 0 y 1: toma valor 0 si el ingreso se distribuye a todos por igual y 1 en el caso extremo de que uno sólo se quede con todo) está sesgado porque no captura el real ingreso de los muy ricos. Hicieron un ejercicio sobre la distribución en Colombia reemplazando para el 1% más rico los datos del instituto de estadística con los que surgen de las declaraciones de impuestos: el Gini subió, es decir empeoró, de 0,55 a 0,61.
Alvaredo y Gasparini también opinan que la reducción de la desigualdad sigue siendo la principal preocupación en los países en desarrollo.
Lo mismo que Krugman, Alvaredo y Gasparini, creen muchos otros. Por ejemplo Robert Reich, el ex secretario de trabajo de Bill Clinton, que condujo el extraordinario documental Inequality for all dirigido por Jacob Kornbluth que se estrenó este año.
O el último premio Nobel Robert Schiller, que en sus primeras declaraciones tras conocer la distinción dijo que el problema más importante que estamos enfrentando actualmente es el aumento de la desigualdad en Estados Unidos y en todo el mundo.
No es lo que se escucha de la mayoría de los dirigentes políticos de la Argentina. Un país donde la brutal desigualdad es consecuencia, entre otras razones a que, tal como se reveló en esta columna el 13 de setiembre último, los mil contribuyentes que más ingresos declaran a la AFIP pagan de impuesto a las Ganancias una tasa efectiva de apenas el 16%.