Las fuerzas opositoras más grandes, la UCR y el Frente Amplio Progresista, tomaron distancia de la confrontación previa, a diferencia del PRO y Carrió. Legisladores y politólogos analizan las implicancias del cambio.
El amplio respaldo sobre el traspaso de los subtes a la Ciudad de Buenos Aires, la unanimidad en el conflicto por la soberanía de las islas Malvinas y ahora la inminente sanción por abrumadora mayoría de la expropiación de Repsol YPF marcaron un cambio de postura en buena parte de la dirigencia política, en particular en los grandes partidos de la oposición, y todavía más específicamente en los sectores mayoritarios de la Unión Cívica Radical. Lejos de la lógica predominante durante la corta vigencia del Grupo A, las grandes fuerzas opositoras como el radicalismo y el Frente Amplio Progresista se mantuvieron al margen del esquema binario de confrontación permanente instalado en el período 2009-2011. En soledad quedaron el PRO de Mauricio Macri, la líder del movimiento de Resistencia y Construcción, Elisa Carrió, junto a otros dirigentes con poca representación.
Hay un cambio de actitud de los dos lados. Por un lado el Gobierno, que ha planteado ejes de debate donde el plano de confrontación es muchísimo menor. Y por otro lado hay muchos sectores de la oposición, como nosotros, que acompañamos estos temas porque queremos que sean políticas de Estado, señaló en diálogo con Página/12 el titular del Partido Socialista, el senador Rubén Giustiniani. Si bien el socialismo acompañó otras iniciativas, como la eliminación de las AFJP, la estatización de Aerolíneas Argentinas y la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el FAP, conformado para la elección de 2011, incorporó a otras fuerzas que se inscribían dentro del esquema opositor más duro y que ahora acompañan la postura conciliadora del socialismo.
En esta oportunidad, el FAP votará a favor en Diputados y ya hizo lo mismo en el Senado, salvo por la cordobesa Norma Morandini, candidata a vicepresidenta de Hermes Binner, que se abstuvo a contramano de su propio bloque. El GEN, que lidera Margarita Stolbizer, había considerado la posibilidad de presentar directamente un proyecto propio, pero terminó acompañando luego de una cumbre encabezada por Binner y de la que participaron referentes de Libres del Sur, Unión Popular y Buenos Aires para Todos.
Sin dudas, el giro más notorio se produjo en la UCR, a pesar del intenso debate interno y de que aún persiste una resistencia de sectores de la derecha radical, encabezada por el diputado Oscar Aguad. Durante el debate en el Senado, legisladores como el jujeño Gerardo Morales denunciaron operaciones tanto de estos sectores minoritarios como de afuera para torcer su decisión. Aunque pasó inadvertido, el fundamento del cambio en la UCR fue explicitado durante la exposición en la Cámara alta del ex titular del Comité Nacional, Ernesto Sanz: Nuestro compromiso es hoy salir de la lógica del todo o nada, del blanco o negro, del A o B. Esa cultura de suma cero muchas veces ha sido promovida desde el oficialismo y la han comprado muchos no oficialistas desde otro lugar. Dejar colonizar nuestro pensamiento por esa lógica binaria sería de una pobreza política mayúscula e inadmisible, disparó Sanz durante su discurso, en una crítica hacia el Gobierno, pero también en un modo de reflexión y autocrítica.
El mensaje no apuntaba sólo a los dirigentes como Aguad, sino también a formadores de opinión y a algunos de los grandes medios. El pampeano Juan Carlos Marino, cercano a Sanz, habló explícitamente de los periodistas y de los medios. Un planteo similar había realizado el histórico dirigente Leopoldo Moreau: la UCR tiene que dejar de hacer antikirchnerismo bobo.
Pero la resistencia dentro del radicalismo viene en sintonía con una eventual alianza con el PRO, de Mauricio Macri, considerado por ellos mismos como el candidato por excelencia para enfrentar al kirchnerismo en 2015. Es por eso que, para salir de aquella lógica de kirchnerismo versus macrismo, el giro radical tomó forma a partir del tratamiento de los subtes, donde terminaron votando a favor del traspaso a la Ciudad.
La suma de los votos pertenecientes al FpV, la UCR y el FAP en las presidenciales alcanza un 82 por ciento. El peronismo disidente obtuvo, en sus dos variantes Duhalde/Rodríguez Saá, el 14. Esa rotunda derrota de los candidatos del PJ antiK en 2011 desarticuló la inestable unión que mantenían en el Congreso y en esa diáspora quedaron como una expresión muy reducida casi sin viabilidad a nivel nacional. Esa es, en parte, la explicación por la que mantienen su postura intransigente. Poco tienen para perder. En el mismo sentido, ni siquiera Elisa Carrió logró imponer su predicamento ultraopositor en los diputados de su propia bancada, que acompañarán la votación en general.
Fue el PRO el único partido que quedó completamente en la vereda de enfrente. Por un lado, acorde con sus convicciones neoliberales, y por el otro, lanzados a capitalizar una eventual mala gestión estatal de la empresa.
Consultado por este diario, el director de Ciencia Política en la Universidad de San Andrés, Marcelo Leiras, sostuvo que tanto la privatización de la petrolera como su venta de acciones posterior fueron medidas muy impopulares y que buena parte de la oposición rechazó siempre la desnacionalización. En este sentido, remarcó que la mala imagen de la administración Repsol produjo un consenso negativo muy importante, que se tradujo en una gran mayoría parlamentaria. Pero para el politólogo no es la primera vez que fuerzas de la oposición acompañan un proyecto del oficialismo, ya que sucedió algo similar con el matrimonio igualitario y, en menor medida, la ley de medios.
Desde otro ángulo, durante el debate de la expropiación de YPF en la Cámara alta, el senador y filósofo Samuel Cabanchik marcó un giro, no tanto en la relación entre Gobierno y oposición, sino respecto del vínculo de la dirigencia y la sociedad. Este es un consenso de la historia y de la sociedad, no es un consenso de la política. Quienes tienen consenso en su memoria histórica, en su expectativa y en sus intereses sociales y culturales son los ciudadanos de la sociedad argentina en su conjunto. Y ese consenso se va a dar por ello, no porque haya un acuerdo de la política para este paso que vamos a dar. El consenso está sostenido por una especie de interpretación que hacemos de un implícito mandato de la sociedad, sostuvo Cabanchik durante su discurso.
En lo que va del año, el escenario político parece consolidarse a favor de un vínculo más flexible entre la oposición y el oficialismo, a diferencia del esquema rígido de otros tiempos. Sin embargo, la dirigencia opositora, y en particular la radical, reclama un guiño por parte del Ejecutivo, que no se limite a la cuestión retórica del agradecimiento presidencial, sino a una mayor apertura y participación en el debate de los grandes temas aún pendientes: una reforma tributaria integral, la regulación de la minería a cielo abierto y la reforma del sistema financiero.