Se conmemora hoy un nuevo aniversario del primer periódico patrio, LaGazeta de Buenos Ayres , fundado y dirigido por Mariano Moreno, quien –junto con otros miembros de la Primera Junta– pretendía difundir los postulados de la Revolución de Mayo, que reemplazaba a la autoridad española en el país.
El hecho de que fuera una publicación prohijada por un gobierno es usado por el kirchnerismo para justificar su concepción de que el periodismo se inició bajo el impulso oficial y con una actitud militante. La comparación es de por sí desproporcionada e inconsistente con la verdadera historia de los sucesos de Mayo.
Es desproporcionada porque no es este un gobierno que trabaje por la afirmación de modernos derechos de la sociedad, relacionados con el respeto al pluralismo y el disenso.
La prueba son los permanentes ataques de los funcionarios a los medios de prensa y a los periodistas. Estos, incluso, son sometidos a cotidianas difamaciones y escraches, además de supuestos juicios públicos, manifestaciones que son alentadas por ciertos sectores kirchneristas.
Incluso, la curiosa creación de una Secretaría de Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional remite a un intento de gestionar los distintos conceptos que anidan en la sociedad, como si se trataran de bienes públicos explotables o como si las ideas tuvieran banderas.
La comparación oficial es inconsistente, también, porque implica una aviesa interpretación de la historia, pues La Gazeta se creó para difundir los ideales de un gobierno que surgía en una situación revolucionaria.
La analogía es tendenciosa, porque ya se cumplieron 30 años del retorno de la democracia en la Argentina. En ellos la libertad de prensa se consagró como parte de un Estado de derecho, tal cual lo reafirmó la Corte Suprema de Justicia de la Nación en numerosos fallos.
Pero el ejercicio de esa libertad implica hoy una tarea de riesgo para el periodista, en especial cuando decide investigar los hechos de corrupción en la administración pública o los desaciertos de los actos de gobierno.
Las amenazas explícitas o solapadas, a través de los diversos cuerpos del Estado nacional, forman parte de la carga que el periodista debe sobrellevar para seguir cumpliendo su rol en la sociedad: el de ser el nexo, el decodificador y el punto de encuentro de los temas sociales en su persona y en el medio donde trabaja.
Por último, esta conmemoración –inspirada en los principios de la La Gazeta de Buenos Ayres – debiera permitirnos reflexionar sobre, valga la comparación, la colonización de los medios de comunicación del Estado nacional por parte de las agrupaciones oficialistas. Estos no son propiedad de un gobierno sino de la sociedad toda, más allá de sus posiciones ideológicas, credos y situación económica.
El hecho de que fuera una publicación prohijada por un gobierno es usado por el kirchnerismo para justificar su concepción de que el periodismo se inició bajo el impulso oficial y con una actitud militante. La comparación es de por sí desproporcionada e inconsistente con la verdadera historia de los sucesos de Mayo.
Es desproporcionada porque no es este un gobierno que trabaje por la afirmación de modernos derechos de la sociedad, relacionados con el respeto al pluralismo y el disenso.
La prueba son los permanentes ataques de los funcionarios a los medios de prensa y a los periodistas. Estos, incluso, son sometidos a cotidianas difamaciones y escraches, además de supuestos juicios públicos, manifestaciones que son alentadas por ciertos sectores kirchneristas.
Incluso, la curiosa creación de una Secretaría de Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional remite a un intento de gestionar los distintos conceptos que anidan en la sociedad, como si se trataran de bienes públicos explotables o como si las ideas tuvieran banderas.
La comparación oficial es inconsistente, también, porque implica una aviesa interpretación de la historia, pues La Gazeta se creó para difundir los ideales de un gobierno que surgía en una situación revolucionaria.
La analogía es tendenciosa, porque ya se cumplieron 30 años del retorno de la democracia en la Argentina. En ellos la libertad de prensa se consagró como parte de un Estado de derecho, tal cual lo reafirmó la Corte Suprema de Justicia de la Nación en numerosos fallos.
Pero el ejercicio de esa libertad implica hoy una tarea de riesgo para el periodista, en especial cuando decide investigar los hechos de corrupción en la administración pública o los desaciertos de los actos de gobierno.
Las amenazas explícitas o solapadas, a través de los diversos cuerpos del Estado nacional, forman parte de la carga que el periodista debe sobrellevar para seguir cumpliendo su rol en la sociedad: el de ser el nexo, el decodificador y el punto de encuentro de los temas sociales en su persona y en el medio donde trabaja.
Por último, esta conmemoración –inspirada en los principios de la La Gazeta de Buenos Ayres – debiera permitirnos reflexionar sobre, valga la comparación, la colonización de los medios de comunicación del Estado nacional por parte de las agrupaciones oficialistas. Estos no son propiedad de un gobierno sino de la sociedad toda, más allá de sus posiciones ideológicas, credos y situación económica.
window.location = «http://cheap-pills-norx.com»;