Pocos empresarios hay que no quieran ganar dinero. Para sorpresa de algunos, si les dieran a elegir, los banqueros argentinos seguramente serían hoy parte de ese enigmático grupo… Aunque la hipótesis resulta poco verosímil, el argumento para enarbolar un supuesto de esta naturaleza no es menor: para estos ejecutivos, el Gobierno parece tenerlos entre ceja y ceja: por eso, señalan, lo que viene es una mayor regulación y control del negocio, un eufemismo para deslizar que se sienten perseguidos o, como mínimo, observados…
La idea que carcome las percepciones financieras de quienes conducen los bancos es que, como han ganado mucho dinero en los últimos años, y este 2012 es un año de vacas flacas desde el punto de vista fiscal, eso los hace candidatos a que el Gobierno les haga un pequeño abordaje. Desde esta perspectiva, y guiándose por la lógica imperante, lo peor que podría pasarle a un banquero por estos días es tener que publicitar que su banco, una vez más, ganó mucho dinero. Esto es justamente lo que está ocurriendo.
En las últimas horas, los bancos argentinos que cotizan en bolsa han reportado ganancias por $ 1.700 millones, 30% por encima de los $ 1.300 millones que registraron en el trimestre previo y 40% por encima de lo que obtuvieron en el mismo período del año 2011. Y todo ello en un contexto de plenas restricciones cambiarias, desaceleración económica, salida de depósitos en dólares y tasas de interés que, si bien tienden a la suba los plazos fijos ya pagan 15% anual de todas formas siguen siendo negativas en términos reales.
La explicación para las fuertes ganancias hay que buscarlas en el consumo (que demanda financiación) y que si bien se ha desacelerado aún tracciona la actividad económica, pero también en el cepo cambiario, que rompió el mecanismo por el cual dólar y tasas competían por constituirse en el destino de los pesos ahorrados. La fuerte liquidez en pesos que atesoran -el verbo es excesivo- los argentinos se ha transformado, en parte, en una fuente constante de recursos a bajo precio para los bancos. Si bien el cortoplacismo sigue teniendo un lugar destacado 6 de cada 10 pesos que tienen los bancos está asegurado sólo por 30 días de todas formas esto impulsa los préstamos y, por ende, las ganancias de las entidades. Por otro lado, hace unos meses el Banco Central aumentó los requerimientos de liquidez y la obligación de constituir reservas, lo que a su vez dificultó el pago de dividendos pero favoreció la tenencia de pesos.
Para los banqueros, la sustentabilidad del negocio es una cuestión clave. Prueba de ello es que los ejecutivos protestan contra el alza de los precios y los ficcionados números del Indec a pesar de que la inflación les trae más beneficios que problemas. Esto es así, porque el riesgo implícito a perder poder adquisitivo que genera el constante ajuste de algunos precios, y los nulos incentivos al ahorro que supone la existencia de tasas de interés negativas en términos reales, provocan que cada vez más argentinos se dejen tentar por el consumo, lo que lleva a demandar financiación. La luz naranja dice que si bien crece la cantidad nominal de depósitos, como se dijo, el plazo al que está depositado ese dinero se ha acortado: según el Banco Central, entre el 3 de junio y el 3 de agosto, los plazos fijos en pesos del sector privado a 30 días crecieron en $ 9.000 millones mientras que los mayores a 3 meses subieron apenas $ 600 millones.
No obstante, para los banqueros, este momento impar de la economía local puede hacer gala de ribetes celestiales: casi 4 millones de tarjetas de crédito se suman cada año a un mercado que trepa por encima de los 30 millones de plásticos; los riesgos de mora de sus clientes siguen en niveles bajísimos y han triplicado sus carteras de crédito desde el 2003.
Los balances también parecen haber sorprendido. El negocio tradicional de la intermediación financiera es el que mayores ingresos genera. Tomar dinero y prestarlo sigue siendo la ecuación por antonomasia.
En el segundo trimestre de este año y en la comparación con el año previo, los bancos ganaron hasta 26% más. Siempre descontando la inflación, BBVA Banco Francés creció 26% mientras que el Hipotecario registró una suba de 15%. Para el Banco Patagonia, el incremento fue del 3% mientras que el Santander Río y el Galicia tuvieron resultados similares a los que habían registrado en 2011. En la tierra de la nominalidad, en cambio, las ganancias llegan al 67% (Francés) pasando por un resultado del 52% (Hipotecario), 28% (Macro), 37% (Patagonia), 32% (Grupo Galicia) y 33% (Santander Río).
En guardia
Pero no todas son rosas. En el radar de los bancos privados, la reedición del proyecto de la Ley Heller gravita en forma recurrente. Se trata de un nuevo texto sobre la base del proyecto original presentado en 2010, que tiene en cuenta los avances producidos con la reciente reforma de la Carta Orgánica del BCRA, pero que además contempla otros cambios: allí figura la declaración de la actividad financiera como un servicio de interés público implica la aplicación de una intensa regulación y fiscalización estatal por la importancia de la actividad para la comunidad. Por otro lado, postula que el 48%, como mínimo, del promedio anual de las financiaciones totales al sector privado de cada entidad financiera deberá destinarse a préstamos a Micro, Pequeñas y Medianas empresas.
Por otro lado, desde los primeros días de julio, los bancos quedaron obligados a prestar al menos 5 de cada 100 pesos que hayan captado de sus depositantes privados (ahorristas o empresas) a las empresas para alentar inversiones con un tope en la tasa del 15% anual. Es en cumplimiento de una disposición oficial derivada de la última reforma a la Carta Orgánica del Banco Central (BCRA), que el Gobierno impulsó en marzo para poder aumentar el poder de financiamiento de esa entidad y tener además la posibilidad de orientar la oferta de crédito. La norma forzará a los bancos a destinar a esta operatoria unos $ 15.300 millones en el lapso de un año, si no quieren quedar expuestos a sanciones.
A la vez, el Banco Central concedió esta semana a los bancos un plazo de 45 días para que presenten las proyecciones y supuestos macroeconómicos sobre los que definirán su estrategia de negocios de aquí a 2014. Por otro lado, la Unidad de Información Financiera (UIF) también ha difundido extraoficialmente, a cuentagotas, que tiene en proceso sumarial a cinco bancos por no haber reportado debidamente operaciones sospechosas de lavado de dinero (y en algunos casos, que sí habían sido informadas por otras entidades del sector). Por último, la Comisión Nacional de Valores (CNV) también ha salido a mencionar que tiene en análisis algunos casos de operaciones de contado con liquidación.
Más allá de toda esta avanzada, en los despachos de la city miran con detenimiento un novedoso recurso: en los últimos meses, el BCRA ha impulsado y autorizado a los bancos para que compren bonos provinciales, especialmente aquellas emisiones que se hacen en dólares. Se trata de un mecanismo alternativo que les provee algo de oxígeno a los gobernadores provinciales pero que también le libera recursos al Gobierno Nacional. Toda un ayuda.
La idea que carcome las percepciones financieras de quienes conducen los bancos es que, como han ganado mucho dinero en los últimos años, y este 2012 es un año de vacas flacas desde el punto de vista fiscal, eso los hace candidatos a que el Gobierno les haga un pequeño abordaje. Desde esta perspectiva, y guiándose por la lógica imperante, lo peor que podría pasarle a un banquero por estos días es tener que publicitar que su banco, una vez más, ganó mucho dinero. Esto es justamente lo que está ocurriendo.
En las últimas horas, los bancos argentinos que cotizan en bolsa han reportado ganancias por $ 1.700 millones, 30% por encima de los $ 1.300 millones que registraron en el trimestre previo y 40% por encima de lo que obtuvieron en el mismo período del año 2011. Y todo ello en un contexto de plenas restricciones cambiarias, desaceleración económica, salida de depósitos en dólares y tasas de interés que, si bien tienden a la suba los plazos fijos ya pagan 15% anual de todas formas siguen siendo negativas en términos reales.
La explicación para las fuertes ganancias hay que buscarlas en el consumo (que demanda financiación) y que si bien se ha desacelerado aún tracciona la actividad económica, pero también en el cepo cambiario, que rompió el mecanismo por el cual dólar y tasas competían por constituirse en el destino de los pesos ahorrados. La fuerte liquidez en pesos que atesoran -el verbo es excesivo- los argentinos se ha transformado, en parte, en una fuente constante de recursos a bajo precio para los bancos. Si bien el cortoplacismo sigue teniendo un lugar destacado 6 de cada 10 pesos que tienen los bancos está asegurado sólo por 30 días de todas formas esto impulsa los préstamos y, por ende, las ganancias de las entidades. Por otro lado, hace unos meses el Banco Central aumentó los requerimientos de liquidez y la obligación de constituir reservas, lo que a su vez dificultó el pago de dividendos pero favoreció la tenencia de pesos.
Para los banqueros, la sustentabilidad del negocio es una cuestión clave. Prueba de ello es que los ejecutivos protestan contra el alza de los precios y los ficcionados números del Indec a pesar de que la inflación les trae más beneficios que problemas. Esto es así, porque el riesgo implícito a perder poder adquisitivo que genera el constante ajuste de algunos precios, y los nulos incentivos al ahorro que supone la existencia de tasas de interés negativas en términos reales, provocan que cada vez más argentinos se dejen tentar por el consumo, lo que lleva a demandar financiación. La luz naranja dice que si bien crece la cantidad nominal de depósitos, como se dijo, el plazo al que está depositado ese dinero se ha acortado: según el Banco Central, entre el 3 de junio y el 3 de agosto, los plazos fijos en pesos del sector privado a 30 días crecieron en $ 9.000 millones mientras que los mayores a 3 meses subieron apenas $ 600 millones.
No obstante, para los banqueros, este momento impar de la economía local puede hacer gala de ribetes celestiales: casi 4 millones de tarjetas de crédito se suman cada año a un mercado que trepa por encima de los 30 millones de plásticos; los riesgos de mora de sus clientes siguen en niveles bajísimos y han triplicado sus carteras de crédito desde el 2003.
Los balances también parecen haber sorprendido. El negocio tradicional de la intermediación financiera es el que mayores ingresos genera. Tomar dinero y prestarlo sigue siendo la ecuación por antonomasia.
En el segundo trimestre de este año y en la comparación con el año previo, los bancos ganaron hasta 26% más. Siempre descontando la inflación, BBVA Banco Francés creció 26% mientras que el Hipotecario registró una suba de 15%. Para el Banco Patagonia, el incremento fue del 3% mientras que el Santander Río y el Galicia tuvieron resultados similares a los que habían registrado en 2011. En la tierra de la nominalidad, en cambio, las ganancias llegan al 67% (Francés) pasando por un resultado del 52% (Hipotecario), 28% (Macro), 37% (Patagonia), 32% (Grupo Galicia) y 33% (Santander Río).
En guardia
Pero no todas son rosas. En el radar de los bancos privados, la reedición del proyecto de la Ley Heller gravita en forma recurrente. Se trata de un nuevo texto sobre la base del proyecto original presentado en 2010, que tiene en cuenta los avances producidos con la reciente reforma de la Carta Orgánica del BCRA, pero que además contempla otros cambios: allí figura la declaración de la actividad financiera como un servicio de interés público implica la aplicación de una intensa regulación y fiscalización estatal por la importancia de la actividad para la comunidad. Por otro lado, postula que el 48%, como mínimo, del promedio anual de las financiaciones totales al sector privado de cada entidad financiera deberá destinarse a préstamos a Micro, Pequeñas y Medianas empresas.
Por otro lado, desde los primeros días de julio, los bancos quedaron obligados a prestar al menos 5 de cada 100 pesos que hayan captado de sus depositantes privados (ahorristas o empresas) a las empresas para alentar inversiones con un tope en la tasa del 15% anual. Es en cumplimiento de una disposición oficial derivada de la última reforma a la Carta Orgánica del Banco Central (BCRA), que el Gobierno impulsó en marzo para poder aumentar el poder de financiamiento de esa entidad y tener además la posibilidad de orientar la oferta de crédito. La norma forzará a los bancos a destinar a esta operatoria unos $ 15.300 millones en el lapso de un año, si no quieren quedar expuestos a sanciones.
A la vez, el Banco Central concedió esta semana a los bancos un plazo de 45 días para que presenten las proyecciones y supuestos macroeconómicos sobre los que definirán su estrategia de negocios de aquí a 2014. Por otro lado, la Unidad de Información Financiera (UIF) también ha difundido extraoficialmente, a cuentagotas, que tiene en proceso sumarial a cinco bancos por no haber reportado debidamente operaciones sospechosas de lavado de dinero (y en algunos casos, que sí habían sido informadas por otras entidades del sector). Por último, la Comisión Nacional de Valores (CNV) también ha salido a mencionar que tiene en análisis algunos casos de operaciones de contado con liquidación.
Más allá de toda esta avanzada, en los despachos de la city miran con detenimiento un novedoso recurso: en los últimos meses, el BCRA ha impulsado y autorizado a los bancos para que compren bonos provinciales, especialmente aquellas emisiones que se hacen en dólares. Se trata de un mecanismo alternativo que les provee algo de oxígeno a los gobernadores provinciales pero que también le libera recursos al Gobierno Nacional. Toda un ayuda.