El burocrático trámite de ir al Congreso a informar periódicamente sobre la marcha del Poder Ejecutivo al que están obligados los jefes de gabinete, se transformó esta vez en un hecho político por obra de Jorge Capitanich.
Esa formalidad, que impuso la reforma constitucional de 1994 que creó el cargo de jefe de gabinete o ministro coordinador, nunca se cumplió con rigor. Los que fueron a informar lo hicieron muy de tanto en tanto para contestar algunas de las preguntas que los legisladores debían enviarles por escrito con antelación. En general eran –y son– preguntas de las que ya saben las respuestas, pero, salvando las abundantes chicanas de baja monta, a los legisladores opositores les sirven para mostrarse versados en algún tema o dejar la sensación que acorralaron al funcionario del oficialismo de turno con incisivos cuestionamientos.
Esta vez fue diferente. Capitanich no pidió que le enviaran las preguntas antes y por lo tanto no hubo una selección previa de temas. Salió al descampado a contestar sin previo aviso. Y lo hizo durante más de 12 horas, del mediodía hasta que empezó el día siguiente. En sus respuestas y en su actitud, el ex gobernador de Chaco volvió a mostrar su volumen político.
Las preguntas, en general, apuntaron a destacar supuestas falencias del Gobierno o a resaltar esta etapa un tanto regresiva de la economía respecto al ritmo de crecimiento que mantuvo el kirchnerismo durante casi una década. Hubo excepciones a la regla, como la intervención de la senadora Norma Morandini, que provocó un poco de vergüenza ajena en sus colegas legisladores y en sus ex colegas periodistas. Respecto al funcionamiento de la reestatizada Aerolíneas Argentinas, la senadora preguntó si en los planes del Gobierno para la empresa “está contemplado que las azafatas tejan”, porque ella vio a una de ellas tejiendo en un viaje. La pregunta dejó azorado a Capitanich, como lo hubiera dejado al ministro de Defensa de Estados Unidos si en el medio de las preguntas sobre la presencia en Irak o la política respecto a Crimea, alguien comentara que vio a un soldado hojeando una Play Boy y si esto forma parte de la estrategia militar de Estados Unidos.
Las respuestas de Capitanich tuvieron solidez, pero quizás lo más destacado fue la exhortación a los políticos para que defiendan la política, para que asuman el rol para el que fueron electos y no se dejen llevar de las narices por el poder económico y su brazo mediático. Lo dijo de manera más sutil. Al día siguiente, el jueves, al ir a informar al Congreso sobre el acuerdo con Repsol, el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, también habló lateralmente de ese tema: “Los políticos deben tener cuidado de su adicción a los medios. Son como una droga”.
Ambas referencias no son antojadizas. Uno de los máximos logros del kirchnerismo fue volver a a sentar a la política a la mesa de discusión con el poder económico. La política y los políticos, la militancia y los militantes, volvieron a sentir que podían valer por sí mismos, luego de décadas donde la mayoría era un mero apéndice de las corporaciones y su existencia pública prácticamente no tenía vínculo con su actividad política, sino que se debía casi exclusivamente a su presencia mediática. El kirchnerismo no ganó plenamente esa batalla, pero la dio.
El poder sigue intentando, por supuesto, elegir sus candidatos. Hoy, a casi dos años de las elecciones, los grandes medios dan por hecho quienes serán los contendientes de 2015, induciendo a que el resto de los candidatos no tiene chances.
Gran Bretaña prefiere a Massa y a Macri por el tema Malvinas. En vínculo directo con lo que se decía líneas arriba –el poder elige sus candidatos– el ministro británico para América latina, Hugo Swire, dijo, en una visita oficial a Uruguay, que Sergio Massa o Mauricio Macri, tendrían “una visión más madura que el actual gobierno” respecto a la cuestión Malvinas.
Exactamente dijo: “En 2015 habrá un nuevo presidente y nosotros deseamos mucho que el próximo gobierno en Buenos Aires tenga una mirada distinta de la del actual gobierno. Nosotros y el resto de la región querríamos una relación amigable entre las Falklands y el resto de los países, incluida Argentina. Espero el día que eso pase. Massa y Macri son contendientes presidenciales que tendrán un acercamiento más realista y maduro a la cuestión de las Falklands. Un cambio en la actitud a Argentina le traería beneficios económicos”.
Desde el Gobierno, tanto el canciller Héctor Timerman, como el secretario de Asuntos Relativos a las islas Malvinas, Daniel Filmus, dijeron que la posición del Estado argentino respecto de su soberanía sobre las Islas Malvinas está por encima de cualquier partido o candidato.
Pero para Massa o Macri las palabras de Swire deberían ser un abrazo de oso. Sobre todo para Massa, que busca vincularse con los sectores populares más proclives a defender la soberanía argentina sobre las islas. Si las corporaciones mediáticas fueran kirchneristas, esa preferencia de Gran Bretaña dejaría a Massa en una muy mala posición para sus aspiraciones presidenciales. Es interesante ver cómo los grandes medios ocultaron o minimizaron semejante declaración de amor hacia Massa del enemigo histórico de Argentina.
Ordenando el frente externo. Se dijo muchas veces que la coyuntura económica lleva a priorizar el vínculo con los grandes jugadores del mundo financiero y económico. Un paso en ese sentido fue el acuerdo con Repsol por la reestatización de YPF. El jueves, el ministro de Economía, Axel Kicillof, Zannini y el presidente de YPF, Miguel Galuccio, fueron a informar al Congreso. Explicaron que Argentina pagará por la expropiación del 51% de las acciones 5.000 millones de dólares, con bonos a 30 años. Repsol había dicho que reclamaría 18.000 millones. Luego, ante la Ciadi, reclamó oficialmente por 10.000 millones. Por lo tanto, 5.000 millones no parece mal negocio, sobre todo teniendo en cuenta cómo creció la empresa en producción, rentabilidad e inversión en el poco tiempo que lleva en manos del Estado argentino. Sin embargo, a la oposición le pareció que se pagará de más. Para el debate en el recinto, previsto para el 26 de marzo, ya no tendrá el argumento de que desconocen los detalles del acuerdo, que fueron expuestos minuciosamente por los funcionarios. Si el Congreso no aprueba el acuerdo con Repsol sería un problema importante para el país.
No menos serio es el desenlace del juicio que los fondos buitre llevan adelante contra la Argentina en los tribunales de Nueva York. La Corte Suprema estadounidense debe decidir si acepta tomar el caso o lo rechaza. Si lo acepta, Argentina tendrá una chance más; si lo rechaza, quedaría firme la sentencia que obliga a nuestro país a pagarle a los buitres, lo que desbarataría la política de desendeudamiento con quita que Néstor Kirchner, primero, y Cristina, luego, acordaron con los tenedores de bonos en defaults, los famosos holdouts.
Es muy importante la posición que adopten los países más poderosos, empezando por Estados Unidos, que se había presentado como amicus curiae (amigo de la Corte) en una causa subsidiaria de la principal. Argentina espera que reciba el mismo apoyo para la causa que tendrá la sentencia de fondo. Las palabras del canciller John Kerry, negando que su país fuera a respaldar a la Argentina en este tema, son preocupantes. Pero en la Casa Rosada nadie da por cerrado el tema. El trabajo está centrado no sólo en Estados Unidos, sino también conseguir el aval del FMI y de algunos países europeos importantes.
Ése será uno de los temas que abordará Cristina el miércoles cuando se reúna en París con el presidente de Francia, François Hollande. Es una obviedad marcar la importancia que tendría el respaldo de uno de los dos grandes actores de la Comunidad Europea.
El otro tema que debería estar en la agenda entre ambos presidentes, es el de la negociación para saldar la deuda con el Club de París. Entre presiones y regateos, la negociación avanza pero aún falta bastante para considerarla cerrada, como aclaró Capitanich al negar que ese organismo ya habría aceptado la propuesta argentina.
El conflicto docente. Mientras, bajo el paraguas de la conciliación obligatoria, siguen las negociaciones por la paritaria nacional docente, en la provincia de Buenos Aires el paro de los maestros ya lleva ocho días.
Si bien la medida gremial es excesiva, el Gobierno bonaerense, lejos de acercar posiciones, llegó a un acuerdo con el resto de los gremios estatales que exacerbó el mal humor de los docentes. La nueva paritaria con los estatales conlleva una fuerte desproporción respecto a los salarios docentes. Las cosas quedaron establecidas de tal modo que ahora alguien que ingresa a trabajar como portero en una escuela cobrará de salario mínimo 5.300 pesos, mientras que un maestro que empiece a trabajar en la misma escuela cobraría 4.700 pesos si los gremios aceptaran la propuesta del Gobierno bonaerense. Esto sería equivalente a que en un hospital el sueldo inicial de un camillero sea superior al de un médico, ya que para acceder al cargo de portero no es necesario ningún requisito y para ser docente es necesario el título habilitante luego de cuatro años de estudios terciarios.
El acuerdo con los estatales subió mucho la vara, y ahora los docentes seguirán con el paro hasta lograr su objetivo de superar los 5.300 pesos de sueldo inicial de los porteros. El Gobierno bonaerense, por su parte, anunció que les descontará del sueldo los días en que estén de paro. Es difícil predecir hoy hasta donde escalará el conflicto.
En el ámbito de la negociación nacional hay un mejor clima. En la reunión del jueves pasado, avanzaron en algunos puntos, aunque no hubo acercamiento con los números que separan al Gobierno y a los cinco gremios que negocian (Ctera, Sadop, Uda, Amet y Cea).
En las negociaciones que encabezan el Ministro de Educación, Alberto Sileoni, y el de Trabajo, Carlos Tomada, se barajó la posibilidad de otorgar una suma puente hasta junio, para luego acordar una paritaria anual hasta el mismo mes de 2015, con lo que se lograría el objetivo deseado por ambos sectores de despegar las discusiones de cada año del comienzo de las clases.
Otro de los puntos que distendieron la relación fue que el Gobierno se comprometió a seguir negociando en vez de fijar el piso salarial por decreto, como está habilitado para hacerlo.
También el Gobierno podría aceptar el pedido gremial de hacer un monitoreo de la evolución de la inflación para abrir una ventana a un eventual acomodamiento salarial antes del vencimiento de la paritaria si la realidad económica así lo marca.
El conflictivo tema del pago de una suma por presentismo fue otro de los ejes de discusión. El Gobierno no va a bajar esa bandera, pero aceptaría trabajar en forma conjunta con los gremios para encontrar formas eficaces de combatir el ausentismo en las escuelas.
Aunque el foco de atención se haya trasladado a la provincia de Buenos Aires por la dimensión del paro docente en esa provincia, hay otro ochos distritos (Mendoza, Entre Ríos, Tucumán, Chaco, Jujuy, Chubut, La Rioja y Tierra del Fuego) donde aún no llegaron a un acuerdo. Todos ellos están a la espera de que se fije el piso salarial a nivel nacional.