Con aval del Gobierno, se hizo una cena con 13 mandatarios; la idea es mostrar heterogeneidad interna para frenar a Massa; De la Sota estuvo presente
En Palermo, caída la noche y a puertas cerradas en un predio militar. Así, a resguardo y en sigilo, los gobernadores del PJ franquearon el portón enrejado del Comando de Remonta y Veterinaria, un predio perteneciente al Ejército, para enfilar rumbo al quincho del fondo, donde los aguardaba un asado y una misión clara: trazar los próximos pasos y poner en marcha el partido en la antesala de la batalla electoral.
Concebido como un gesto de apertura y, sobre todo, para contrarrestar el avance de Sergio Massa , el peronismo encara el diseño de una nueva cúpula del sello que incluya a dirigentes alejados del redil oficialista.
A los 13 gobernadores se sumó, para sorpresa de la mayoría, un comensal estelar de pura cepa K: el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, un funcionario resistido por el peronismo ortodoxo.
Las conversaciones, que se tejen con dedicación artesanal, dieron el primer resultado concreto anoche, con la presencia de José Manuel de la Sota . El cordobés, crítico de la Casa Rosada, volvió a trajinar ese ámbito, del que había sido excluido. Apenas desembarcó, se ubicó en una silla cómoda: entre el jujeño Eduardo Fellner, que cuenta con respaldo para asumir la conducción del PJ, y Daniel Scioli, un presidenciable cercano. Juran que no se lo vio contento al ver el ingreso de su coterráneo Zannini, un enemigo declarado.
La idea de los caciques, que consultaron la moción con Cristina Kirchner, es abroquelar a los 16 mandatarios peronistas bajo el paraguas del partido, aunque eso no implique un apoyo lineal de los díscolos al Gobierno. Esa diferencia la dejó explícita anoche De la Sota. El objetivo es el compromiso de que todos jueguen por dentro de la estructura en 2015.
La cita, al final, cosechó dos bajas imprevistas: el santacruceño Daniel Peralta y el puntano Claudio Poggi. El caso del sureño es particular. Arribó a una tregua con Olivos y el acercamiento es visible. Ayer recibió en Río Gallegos al ministro de Planificación, Julio De Vido, para firmar un convenio y mandó su «adhesión».
La sorpresa, con una carta durísima, la dio el gobernador de San Luis, heredero del clan Rodríguez Saá. Poggi alegó sentirse «discriminado» por el Gobierno, reclamó una deuda económica y reprochó a sus colegas que nunca enviaron un «gesto de solidaridad».
Al final, Poggi lanzó una sugerencia casi imposible de cumplir: que las nuevas autoridades del Consejo Nacional del PJ surjan de una elección interna. El plan original es evitar la realización de comicios -con la excusa de eludir una movilización de militancia y recursos- y convocar a un Congreso para habilitar el reparto consensuado de cargos.
La urgencia por la normalización obedece a que los mandatos están vencidos desde hace dos años y quieren prevenir una sanción judicial, como la intervención. Ayer, no se resolvió nada relevante: la definición del cronograma y el trámite formal podrían haberse arreglado por teléfono. El propósito fue dirigir un mensaje de unidad con los jefes territoriales de interior para frenar la expansión del líder del Frente Renovador. El diputado, que administra los fichajes de intendentes bonaerenses a sus filas, no alzó aún trofeos contundentes en las provincias.
«Jugaba a romper el partido», dijo a LA NACION, sobre Massa, uno de los más activos en la coordinación de la reunión. Ya es un hecho, según lo que se acordó, que Fellner, considerado «neutral» y sin plan presidencial, ocupe el sillón de mando del partido.
Cerca de las 22 llegó el último invitado: el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, de licencia en la gobernación de Chaco. A esa altura se habían amontonado para la foto, con la Luna de fondo, Francisco Pérez (Mendoza), Oscar Jorge (La Pampa), José Alperovich (Tucumán), José Luis Gioja (San Juan), Luis Beder Herrera (La Rioja), Martín Buzzi (Chubut), Lucía Corpacci (Catamarca), Gildo Insfrán (Formosa) y Juan Manuel Urtubey (Salta). Faltó, con aviso, el entrerriano Sergio Urribarri, de gira por Oriente, que retoma su agenda con una actividad menos pejotista: un plenario con los intelectuales K de Carta Abierta.
Atentan contra un concejal en San Martín
Desconocidos atacaron anteanoche a tiros la casa de Hernán Letcher, concejal kirchnerista del partido de San Martín, en un hecho que el dirigente atribuyó a las tensiones políticas con el oficialismo local, que encabeza el intendente Gabriel Katopodis, del Frente Renovador. Al momento del atentado, cometido por un individuo que bajó de un auto y efectuó seis disparos contra la vivienda, el concejal estaba en el interior de su casa con su hijo mayor, de 16 años.
«La forma que hemos elegido de hacer política molesta a las viejas corporaciones», dijo ayer Letcher, jefe de la agrupación Segundo Centenario, en una rueda de prensa en la que recibió el respaldo de referentes de Unidos y Organizados. El FR de San Martín repudió los hechos, pero respondió con dureza las acusaciones. «Usar la agresión en su propia casa para obtener réditos políticos es de una bajeza pocas veces vista», dijo en un comunicado.
En Palermo, caída la noche y a puertas cerradas en un predio militar. Así, a resguardo y en sigilo, los gobernadores del PJ franquearon el portón enrejado del Comando de Remonta y Veterinaria, un predio perteneciente al Ejército, para enfilar rumbo al quincho del fondo, donde los aguardaba un asado y una misión clara: trazar los próximos pasos y poner en marcha el partido en la antesala de la batalla electoral.
Concebido como un gesto de apertura y, sobre todo, para contrarrestar el avance de Sergio Massa , el peronismo encara el diseño de una nueva cúpula del sello que incluya a dirigentes alejados del redil oficialista.
A los 13 gobernadores se sumó, para sorpresa de la mayoría, un comensal estelar de pura cepa K: el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, un funcionario resistido por el peronismo ortodoxo.
Las conversaciones, que se tejen con dedicación artesanal, dieron el primer resultado concreto anoche, con la presencia de José Manuel de la Sota . El cordobés, crítico de la Casa Rosada, volvió a trajinar ese ámbito, del que había sido excluido. Apenas desembarcó, se ubicó en una silla cómoda: entre el jujeño Eduardo Fellner, que cuenta con respaldo para asumir la conducción del PJ, y Daniel Scioli, un presidenciable cercano. Juran que no se lo vio contento al ver el ingreso de su coterráneo Zannini, un enemigo declarado.
La idea de los caciques, que consultaron la moción con Cristina Kirchner, es abroquelar a los 16 mandatarios peronistas bajo el paraguas del partido, aunque eso no implique un apoyo lineal de los díscolos al Gobierno. Esa diferencia la dejó explícita anoche De la Sota. El objetivo es el compromiso de que todos jueguen por dentro de la estructura en 2015.
La cita, al final, cosechó dos bajas imprevistas: el santacruceño Daniel Peralta y el puntano Claudio Poggi. El caso del sureño es particular. Arribó a una tregua con Olivos y el acercamiento es visible. Ayer recibió en Río Gallegos al ministro de Planificación, Julio De Vido, para firmar un convenio y mandó su «adhesión».
La sorpresa, con una carta durísima, la dio el gobernador de San Luis, heredero del clan Rodríguez Saá. Poggi alegó sentirse «discriminado» por el Gobierno, reclamó una deuda económica y reprochó a sus colegas que nunca enviaron un «gesto de solidaridad».
Al final, Poggi lanzó una sugerencia casi imposible de cumplir: que las nuevas autoridades del Consejo Nacional del PJ surjan de una elección interna. El plan original es evitar la realización de comicios -con la excusa de eludir una movilización de militancia y recursos- y convocar a un Congreso para habilitar el reparto consensuado de cargos.
La urgencia por la normalización obedece a que los mandatos están vencidos desde hace dos años y quieren prevenir una sanción judicial, como la intervención. Ayer, no se resolvió nada relevante: la definición del cronograma y el trámite formal podrían haberse arreglado por teléfono. El propósito fue dirigir un mensaje de unidad con los jefes territoriales de interior para frenar la expansión del líder del Frente Renovador. El diputado, que administra los fichajes de intendentes bonaerenses a sus filas, no alzó aún trofeos contundentes en las provincias.
«Jugaba a romper el partido», dijo a LA NACION, sobre Massa, uno de los más activos en la coordinación de la reunión. Ya es un hecho, según lo que se acordó, que Fellner, considerado «neutral» y sin plan presidencial, ocupe el sillón de mando del partido.
Cerca de las 22 llegó el último invitado: el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, de licencia en la gobernación de Chaco. A esa altura se habían amontonado para la foto, con la Luna de fondo, Francisco Pérez (Mendoza), Oscar Jorge (La Pampa), José Alperovich (Tucumán), José Luis Gioja (San Juan), Luis Beder Herrera (La Rioja), Martín Buzzi (Chubut), Lucía Corpacci (Catamarca), Gildo Insfrán (Formosa) y Juan Manuel Urtubey (Salta). Faltó, con aviso, el entrerriano Sergio Urribarri, de gira por Oriente, que retoma su agenda con una actividad menos pejotista: un plenario con los intelectuales K de Carta Abierta.
Atentan contra un concejal en San Martín
Desconocidos atacaron anteanoche a tiros la casa de Hernán Letcher, concejal kirchnerista del partido de San Martín, en un hecho que el dirigente atribuyó a las tensiones políticas con el oficialismo local, que encabeza el intendente Gabriel Katopodis, del Frente Renovador. Al momento del atentado, cometido por un individuo que bajó de un auto y efectuó seis disparos contra la vivienda, el concejal estaba en el interior de su casa con su hijo mayor, de 16 años.
«La forma que hemos elegido de hacer política molesta a las viejas corporaciones», dijo ayer Letcher, jefe de la agrupación Segundo Centenario, en una rueda de prensa en la que recibió el respaldo de referentes de Unidos y Organizados. El FR de San Martín repudió los hechos, pero respondió con dureza las acusaciones. «Usar la agresión en su propia casa para obtener réditos políticos es de una bajeza pocas veces vista», dijo en un comunicado.
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