La consigna era simple. La única bandera que tenía que flamear en la Plaza de Mayo era la argentina. Pero la tentación de los colores propios fue demasiado para algunos. Sobre todo, para los trabajadores de CEAMSE, que –minutos antes de que se leyera el documento de las dos CGT– agitaban una enorme bandera propia, pese a los ruegos de uno de los locutores del acto. La escena se repitió varias veces. Afiliados de Camioneros de Salta sólo cedieron cuando por los altoparlantes se escuchó que el pedido provenía de Pablo Moyano.
La idea era abrir lo más posible la convocatoria para que los sectores independientes participaran de la marcha. Por eso, tal vez, se pensó en un presentador popular como Jorge Formento (que brilló en Feliz Domingo y ahora conduce el programa institucional de televisión de Gastronómicos) y habían decidido que no habría discursos. Pero la realidad marcó que casi nadie que no fuera en un micro pagado por un sindicato pisó la Plaza.
El acto empezó una hora después de lo pautado, cuando las columnas de la GCT oficial avanzaron por Diagonal Sur; las de la CGT Azul y Blanca lo hicieron por Avenida de Mayo y la Corriente Clasista y Combativa hiciera lo propio por Diagonal Norte. Hasta entonces, la Plaza –con el escenario montado a la altura de la Pirámide de Mayo– lucía semivacía.
La marcha se convocó “contra la inseguridad, la pobreza y la inflación”. Con esa premisa, los sindicatos q uerían seducir a los sectores medios e independientes, que no los acompañaron. Faltaron también colectivos de familiares de víctimas por la inseguridad. Los padres de Diego Lucena y Jonathan Bolig reclamaban Justicia por sus hijos asesinados.
En la primera fila aplaudían una veintena de jubilados, pero ellos tampoco se habían autoconvocado, pertenecían a la Mesa Nacional de Jubilados, Pensionados y Retirados, cercanos al Momo Venegas. A 5 metros trabajadores de Covelia cantaban: “Y ya lo ve, y ya lo ve, hay una sóla CGT”, a pesar de que el locutor –otra vez– proponía canciones que no fueran sectoriales.
Caminaban –independientes– los turistas que suelen pasear por el microcentro. Lo hacían entre las banderas celestes y blancas, cerca de los uniformes azules de los cerveceros y –sobre todo– los buzos verdes de Camioneros.
La idea era abrir lo más posible la convocatoria para que los sectores independientes participaran de la marcha. Por eso, tal vez, se pensó en un presentador popular como Jorge Formento (que brilló en Feliz Domingo y ahora conduce el programa institucional de televisión de Gastronómicos) y habían decidido que no habría discursos. Pero la realidad marcó que casi nadie que no fuera en un micro pagado por un sindicato pisó la Plaza.
El acto empezó una hora después de lo pautado, cuando las columnas de la GCT oficial avanzaron por Diagonal Sur; las de la CGT Azul y Blanca lo hicieron por Avenida de Mayo y la Corriente Clasista y Combativa hiciera lo propio por Diagonal Norte. Hasta entonces, la Plaza –con el escenario montado a la altura de la Pirámide de Mayo– lucía semivacía.
La marcha se convocó “contra la inseguridad, la pobreza y la inflación”. Con esa premisa, los sindicatos q uerían seducir a los sectores medios e independientes, que no los acompañaron. Faltaron también colectivos de familiares de víctimas por la inseguridad. Los padres de Diego Lucena y Jonathan Bolig reclamaban Justicia por sus hijos asesinados.
En la primera fila aplaudían una veintena de jubilados, pero ellos tampoco se habían autoconvocado, pertenecían a la Mesa Nacional de Jubilados, Pensionados y Retirados, cercanos al Momo Venegas. A 5 metros trabajadores de Covelia cantaban: “Y ya lo ve, y ya lo ve, hay una sóla CGT”, a pesar de que el locutor –otra vez– proponía canciones que no fueran sectoriales.
Caminaban –independientes– los turistas que suelen pasear por el microcentro. Lo hacían entre las banderas celestes y blancas, cerca de los uniformes azules de los cerveceros y –sobre todo– los buzos verdes de Camioneros.