Alejandro Bercovich
La cita fue a unos pocos metros del aristocrático hipódromo de San Isidro, lejos del bullicio de la City y de los edificios gubernamentales donde el martes al atardecer se oyeron tímidos pero sentidos aplausos de empleados que celebraban la sorpresiva eyección de Guillermo Moreno. Era una reunión secreta organizada por la Asociación de Industrias de Marca (ADIM), una cámara casi ignota y sin siquiera página web pero que agrupa a monstruos del consumo masivo como Unilever, Procter&Gamble, Molinos, Arcor, Bimbo y Coca Cola. ¿El tema en debate? La “desmorenización” de las góndolas y una posible remarcación generalizada para recomponer la rentabilidad perdida antes de sentarse a discutir con el sucesor del Napia. El futuro Ministro Plenipotenciario de Primera Clase en la embajada argentina en Roma envió mensajes contradictorios a sus interlocutores empresariales y dio aire a esas confabulaciones, mientras el desbande de su tropa empieza a dejar heridos. En simultáneo, Axel Kicillof puso a trabajar contrarreloj a su equipo en una serie de medidas para la primera fase de su plan: frenar la sangría de reservas del Banco Central. Y el nuevo jefe de la autoridad monetaria, Juan Carlos Fábrega, debutó con artillería pesada para calmar la sed de dólares de los bancos. Ayer también encabezó su primera reunión de directorio, que sólo logró quórum porque su vice desobedeció el reposo al que lo obligaba una fisura de costilla.
El mundo corporativo entró en ebullición por lo que considera prácticamente un cambio de gobierno. A la mayoría de los ejecutivos lo entusiasmó el desembarco en la Rosada del chaqueño Jorge Capitanich, en quien confían más que en Axel Kicillof por sus antecedentes y a quien conocerán en persona hoy, cuando se retome el diálogo social con empresarios y sindicalistas. Pero también sorprendieron los aplausos de varios jefes de empresas de servicios públicos cuando el enfant terrible juró por la Patria como ministro.
Sus accionistas celebraron ayer con disparadas de hasta el 14% sus primeras declaraciones sobre la necesidad de recortar subsidios y terminar con la ridícula baratura de la luz y el gas para los usuarios pudientes del área metropolitana. Incluso hubo elogios para Kicillof desde Techint, la siderúrgica que lo demonizó hace tres años por intentar forzarla a invertir en el país una parte de sus utilidades.
Salieron de la boca del CEO de TerniumSiderar, Martín Berardi, quien en un torneo de golf en Pilar les dijo a sus gerentes que la empresa “pierde un director, pero gana un ministro”.
Haya sido irónico o no lo de Berardi, en el cuartel general de la T admiten haber revisado sus prejuicios iniciales sobre el ex profesor de Macroeconomía de la UBA. “Nosotros tenemos una mirada crítica sobre cómo se avanzó con las acciones de la ANSES en las empresas, pero la verdad que él como director nunca nos puso palos en la rueda”, dijo a BAE Negocios otro de sus popes. Los hechos lo avalan: Siderar prevé poner en marcha en diciembre un nuevo horno de colada continua para el que invirtió u$s 248 millones, en gran medida a instancias de Kicillof.
Marqueros remarcadores
En San Isidro, varios de los directivos de las multis de consumo masivo que reunió en secreto ADIM dijeron haber recibido un guiño subrepticio de Moreno para enviar a los supermercados listas con precios más caros de los 300 productos más vendidos del país. “Se va, no va a hacer nada, nos liberó”, soltó uno de ellos. Conscientes de que el solo hecho de reunirse los hace sospechosos de cartelización, los ejecutivos mantienen esos contactos en la más estricta reserva y hasta los niegan cuando se les pregunta. Pero la reunión no sólo existió sino que incluso hubo consultas desde allí a varios CEOs de cadenas de súper e híper sobre cómo recibirían ellos los aumentos.
Desde las empresas que dominan el retail les respondieron que Moreno les había dicho a ellos todo lo contrario. “No saquen los pies del plato porque esto sigue igual después del 2 de diciembre”, les anunció, según la versión supermercadista que también recogió este diario.
¿Mienten los empresarios o Moreno les hizo señas distintas a cada sector para dejarle un presente griego a su sucesor, el ex becario Chevening Augusto Costa? El ánimo del hombre que destruyó la credibilidad de las estadísticas públicas fue fluctuante en las últimas horas. Ayer, la reunión que compartió con Costa y con Kicillof fue parca y cortante, de apenas diez minutos. El nuevo ministro salió tan enojado que hasta se olvidó el saco.
Los dólares de los jubilados
En los pisos altos de las torres corporate de la City se celebró la salida de Marcó del Pont casi con el mismo entusiasmo que la llegada de Fábrega. Los banqueros ven con buenos ojos el fin del desendeudamiento y la perspectiva de que el plan de Kicillof incluya devaluar más rápido en el mercado oficial y volver a tomar deuda de algún tipo para recuperar reservas. Ayer se quedaron con la intriga de quién será el nuevo gerente general del Central en lugar de Matías Kulfas, aunque la mayoría apuesta por Juan Carlos Isi, de confianza del nuevo banquero central mendocino. Fue al término de una reunión de directorio que estuvo a punto de suspenderse por el parte de enfermo del radical Miguel Pesce, todavía vicepresidente de la institución, quien se fisuró una costilla al caerse de una escalera.
Independientemente de que el Central cierre un swap de reservas con China o refuerce sus reservas con inversiones en infraestructura financiadas por prestamistas no tradicionales, la ANSES guarda una carta que podría aportar unos u$s 5.000 millones más a las reservas. La propuesta la acercó Diego Bossio a Olivos y contaría con el aval de Kicillof, con quien el tandilense mejoró su tirante relación en las últimas semanas a instancias de Máximo Kirchner. ¿La idea? Una operación denominada repo, donde el ente previsional aportaría los bonos en dólares que el Banco Nación (o cualquier otro) podría canjear por billetes verdes a cambio de un aforo, que en el mercado local suele ser del 10%. Lo dicho, el fin del desendeudamiento.