Usted conoce a la Presidenta: ¿por qué se llegó a esta crisis?
Por necedad. Un primer mandatario no puede conocer todos los temas. Debe armar un equipo y confiar en él. Pero en este Gobierno, el ministro rankea alto o bajo según lo que la Presidenta quiere escuchar. Y por eso no se le dice lo que está ocurriendo en su real magnitud. Las medidas se postergan y a la larga se manifiestan crudamente como pasó este verano.
¿Qué hay que hacer para resolver la inflación?
En primer lugar, ordenar el panorama. Reconocer el problema de inflación galopante, algo que hicieron con el nuevo índice, y demostrar que hay voluntad de resolverlo, algo que no hicieron. El Gobierno malgasta muchísimo dinero en sectores que no lo necesitan, una parte en subsidios en empresas públicas y privadas, y otra en gastos de infraestructura que no se sabe dónde están. Y lo financia emitiendo dinero. Eso genera inflación y hay que ordenarlo. Hay que definir un rumbo claro y paulatino. Están haciendo un ajuste importante de la peor manera posible, sin coordinar expectativas. El ajuste es tan fuerte y tan desordenado que vamos a cerrar el año con recesión e incluso, desempleo.
¿Qué opina del acuerdo con Repsol?
Si un Gobierno se desdice de tantas cosas y cierra el acuerdo sin tener la tasación de Tribunal de Tasaciones, a mi me hace sospechar que tiene una urgencia que no me está contando. Y creo que eso tiene que ver con necesidades de gestión, como conseguir dólares pronto o solucionar el problema energético, y con el apuro por cerrar este capítulo, que tiene un montón de grises en su transparencia. Es positivo que el Gobierno arregle un diferendo con España, pese a que todo se debería haber hecho de manera distinta. Pero la visión estratégica sobre Vaca Muerta no debe resolverse a los ponchazos. Ahí está enterrado 10 veces el PBI de la Argentina. Si se administra bien, podemos terminar como Noruega y si no, como Venezuela o Nigeria.
En este punto, o con Venezuela, las fuerzas del Frente Progresista no son coincidentes: ¿cómo harán para articular un discurso coherente hasta el 2015?
Se le exige a este espacio visiones únicas que no se le exigen al peronismo ni al kirchnerismo. Porque está claro que Luis DÉlía no opina lo mismo sobre Venezuela que Julián Domínguez o Florencio Randazzo.
Es probable que tenga que ver con la mala experiencia de la Alianza…
Sí, pero ese es un antecedente que no tiene que ver con muchos de los que participamos ahora. El verticalismo tampoco es bueno. Con el verticalismo terminamos con Boudou de vicepresidente. Yo prefiero debatir. Nuestro espacio tiene que abrirse a la discusión, plantear los matices y sentarse a discutirlos porque son más coincidentes de lo que parece. Se pueden sintetizar y si no se logra una postura en común, la sociedad decidirá con las PASO.
Lo que usted llama matices, genera internas, fotos y contrafotos que no son una buena señal…
Coincido. Creo que la UCR debería definir su interna entre (Ernesto) Sanz y (Julio) Cobos pronto. Por muchos motivos, en primer lugar para definir las candidaturas a gobernador en varias provincias importantes. Y por otro lado, porque me parece que sería una debilidad para la UCR llevar dos candidatos: podría dividirse el voto radical. Esa es una discusión que debe dar el radicalismo hacia adentro. En mi opinión, creo que este frente no debería tener más de tres precandidatos presidenciales para ordenar la discusión y concentrar la atención del electorado. A mi me gustaría un candidato representativo del radicalismo, otro del socialismo y un tercero de la Coalición Cívica. Las alternativas deben ser claras. Y hay que definirlas lo antes posible, después del Mundial, y ponerlas en la cancha, mostrando lo que nos une y los matices, dentro de la misma ética y los mismos principios fundantes.
¿Y usted se va a postular como Jefe de Gobierno porteño?
Yo vengo de la gestión pública y me gusta gestionar. Pero ahora tenemos que concentranos en la construcción colectiva. Tenemos que construir entre todos un espacio que tenga candidatos competitivos a nivel nacional y en las provincias.
El agujero negro es la provincia de Buenos Aires…
Comparto. Este frente tiene dos desafíos: terminar de hacer el trabajo institucional para definir ya a tres candidatos a presidente, y elegir un candidato competitivo en la provincia de Buenos Aires.
Usted ya tuvo protagonismo en la Provincia como ministro de Producción y titular del BancoProvincia. ¿Cruzaría el charco?
No puedo. Yo nací en Capital Federal y tengo domicilio en la Ciudad; no en la Provincia.
<< Nota Anterior Nota Siguiente >> Opinion
En un escenario crítico los empresarios asumen el desafío de ingresar a las negociaciones de salarios con una estrategia que trate de disminuir el impacto de los reclamos y graviten en forma razonable sobre el costo laboral y sobre el precio final. En muchos convenios que han quedado con salarios básicos convencionales cercanos a la canasta familiar y al Salario Mínimo Vital y Móvil, opera por primera vez un factor ausente en negociaciones anteriores: el valor relativo del ingreso de bolsillo. En efecto, en estos momentos es difícil pensar en un ingreso diario real de menos de $120 a $150, que no es ni más ni menos que el valor por día corrido del Salario Mínimo Vital y Móvil, si tomamos en el primer valor que es el vigente a partir de enero de 2014, o el segundo valor que sería el que debería regir en el presente año si adicionamos el 25%. Si analizamos el concepto y alcances del Salario Mínimo como la menor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión. Reitero, si tomamos el concepto legal (art. 106 LCT) ésta es la suma que corresponde al trabajador soltero/a y sin cargas de familia (sin esposa, pareja o hijos). En rigor, y en primer lugar, cuál sería el Salario Mínimo Vital y Móvil de un trabajador con cargas de familia, de modo tal que pueda alcanzar para cubrir las necesidades mínimas de la pareja y dos hijos por ejemplo. Esta respuesta es la necesaria para todos los que han sido rezagados y por ende, piden hoy un porcentaje que resulta desproporcionado, porque de lo contrario el salario sería insuficiente para atender necesidades mínimas. Estos valores ayudarán a comprender porqué muchos que tienen trabajo están por debajo del nivel de pobreza o lo que es lo mismo, están por debajo del nivel de subsistencia.
En segundo lugar tenemos el porcentaje final de los acuerdos, para lo cual debemos partir de las inquietudes iniciales, que como sabemos, el Gobierno ha instalado en el 23/25%, los sindicatos moderados en el 25/28%, los tradicionales entre el 28/32% y los combativos en el 35%. Esta apertura entre 23 y 35% tiene que ver con serias restricciones presupuestarias del Gobierno Nacional y de las provincias, y las previsiones presupuestarias, que fueron del 16/18% y que ahora enfrentan una ola precedida por los reclamos de los docentes, que han decidido avanzar sobre viejas postergaciones, salarios bonificados, sumas al margen del sistema previsional y, sobre todo, el valor de la canasta familiar.
En tercer lugar tenemos las restricciones y dificultades de las empresas, que son las que en definitiva pagan el alto costo laboral que se avecina. Todos saben que necesariamente todos afrontaremos aumentos salariales sustantivos a cambio de nada, por el solo hecho irrefutable de que hay que suplir la pérdida del valor venal del dinero, como efecto directo de la inflación. No habrá posibilidades de demandar mejoras en la productividad, en el creciente ausentismo, en las innumerables interrupciones en la actividad normal y habitual por asambleas y otras manifestaciones espontáneas contrarias a la legalidad y a la actividad regular. Las empresas han llegado a límites importantes alcanzadas por muchas medidas que son en sí contradictorias, o por lo menos, imprevistas, y con ello, el resultado para este año está estrechamente ligado a los aumentos de costos que se experimenten durante el 2014. Es por eso que frente al darse a conocer los porcentajes de inflación del INDEC oficial, florecieron las inquietudes de los sindicatos en sus distintas vertientes, contrapuesto al sector empresario que procura preservar cierto nivel de actividad y la rentabilidad indispensable para invertir y reinvertir. Para enfrentar una vorágine como la que se aproxima, debemos tener en cuenta que el Gobierno Nacional debe adoptar un papel protagónico fundamental, si es que se trata de concientizar a los dirigentes sindicales de que las acciones indiscriminadas, las medidas de fuerza irrestrictas, sobre todo en las actividades en las cuales el poder de daño es significativa con muy pocas acciones hostiles. Las empresas solo pueden asumir los costos si los mismos se instalan después de la inflación confirmada, y no ahora, basándonos en proyecciones.
La percepción empresaria es desconcertante, carece de fórmulas para resolver los conflictos, no cuenta con una estrategia de conflicto ni de confrontación frente a los reclamos que se consideran excesivos o intolerables, y a su vez, está profundamente dividida no solo por sectores sino también dentro de cada uno de los sectores. Ya la opción entre oficialistas y opositores ha perdido vigencia. El sector empresario puede hacer una importante contribución para que el Gobierno Nacional salga de la actual encrucijada, y no existe una decisión política para contribuir a aportar las mejoras. Es cierto que existe poca receptividad, la que seguramente cambiaría si cambia la actitud, además de que se exhiba una nueva forma de focalizar la aptitud.
Estoy convencido de que las determinaciones anticipadas, los pronósticos de lo que vendrá, son gratuitos para quienes los hacen, sean éstos desinteresados o interesados, pero son muy caros para los efectos anómalos o perturbadores que provocan. Muchas de esas determinaciones, profetizadas como inexorables, nunca se verificaron en la realidad. Por ende, parece razonable que en momentos tan delicados como los actuales, la serenidad y la prudencia se apodere de los apreciados gurúes, que abandonen el oráculo de Delfos o similares que como cuenta la historia han sido siempre un fraude, y que se ciernan sobre el contexto, aportando datos que no distorsionesnni direccionen los deseos, las necesidades y las expectativas. Es posible entonces que se logre un resultado positivo, por más complejas que sean las circunstancias y esta particular coyuntura.
Por necedad. Un primer mandatario no puede conocer todos los temas. Debe armar un equipo y confiar en él. Pero en este Gobierno, el ministro rankea alto o bajo según lo que la Presidenta quiere escuchar. Y por eso no se le dice lo que está ocurriendo en su real magnitud. Las medidas se postergan y a la larga se manifiestan crudamente como pasó este verano.
¿Qué hay que hacer para resolver la inflación?
En primer lugar, ordenar el panorama. Reconocer el problema de inflación galopante, algo que hicieron con el nuevo índice, y demostrar que hay voluntad de resolverlo, algo que no hicieron. El Gobierno malgasta muchísimo dinero en sectores que no lo necesitan, una parte en subsidios en empresas públicas y privadas, y otra en gastos de infraestructura que no se sabe dónde están. Y lo financia emitiendo dinero. Eso genera inflación y hay que ordenarlo. Hay que definir un rumbo claro y paulatino. Están haciendo un ajuste importante de la peor manera posible, sin coordinar expectativas. El ajuste es tan fuerte y tan desordenado que vamos a cerrar el año con recesión e incluso, desempleo.
¿Qué opina del acuerdo con Repsol?
Si un Gobierno se desdice de tantas cosas y cierra el acuerdo sin tener la tasación de Tribunal de Tasaciones, a mi me hace sospechar que tiene una urgencia que no me está contando. Y creo que eso tiene que ver con necesidades de gestión, como conseguir dólares pronto o solucionar el problema energético, y con el apuro por cerrar este capítulo, que tiene un montón de grises en su transparencia. Es positivo que el Gobierno arregle un diferendo con España, pese a que todo se debería haber hecho de manera distinta. Pero la visión estratégica sobre Vaca Muerta no debe resolverse a los ponchazos. Ahí está enterrado 10 veces el PBI de la Argentina. Si se administra bien, podemos terminar como Noruega y si no, como Venezuela o Nigeria.
En este punto, o con Venezuela, las fuerzas del Frente Progresista no son coincidentes: ¿cómo harán para articular un discurso coherente hasta el 2015?
Se le exige a este espacio visiones únicas que no se le exigen al peronismo ni al kirchnerismo. Porque está claro que Luis DÉlía no opina lo mismo sobre Venezuela que Julián Domínguez o Florencio Randazzo.
Es probable que tenga que ver con la mala experiencia de la Alianza…
Sí, pero ese es un antecedente que no tiene que ver con muchos de los que participamos ahora. El verticalismo tampoco es bueno. Con el verticalismo terminamos con Boudou de vicepresidente. Yo prefiero debatir. Nuestro espacio tiene que abrirse a la discusión, plantear los matices y sentarse a discutirlos porque son más coincidentes de lo que parece. Se pueden sintetizar y si no se logra una postura en común, la sociedad decidirá con las PASO.
Lo que usted llama matices, genera internas, fotos y contrafotos que no son una buena señal…
Coincido. Creo que la UCR debería definir su interna entre (Ernesto) Sanz y (Julio) Cobos pronto. Por muchos motivos, en primer lugar para definir las candidaturas a gobernador en varias provincias importantes. Y por otro lado, porque me parece que sería una debilidad para la UCR llevar dos candidatos: podría dividirse el voto radical. Esa es una discusión que debe dar el radicalismo hacia adentro. En mi opinión, creo que este frente no debería tener más de tres precandidatos presidenciales para ordenar la discusión y concentrar la atención del electorado. A mi me gustaría un candidato representativo del radicalismo, otro del socialismo y un tercero de la Coalición Cívica. Las alternativas deben ser claras. Y hay que definirlas lo antes posible, después del Mundial, y ponerlas en la cancha, mostrando lo que nos une y los matices, dentro de la misma ética y los mismos principios fundantes.
¿Y usted se va a postular como Jefe de Gobierno porteño?
Yo vengo de la gestión pública y me gusta gestionar. Pero ahora tenemos que concentranos en la construcción colectiva. Tenemos que construir entre todos un espacio que tenga candidatos competitivos a nivel nacional y en las provincias.
El agujero negro es la provincia de Buenos Aires…
Comparto. Este frente tiene dos desafíos: terminar de hacer el trabajo institucional para definir ya a tres candidatos a presidente, y elegir un candidato competitivo en la provincia de Buenos Aires.
Usted ya tuvo protagonismo en la Provincia como ministro de Producción y titular del BancoProvincia. ¿Cruzaría el charco?
No puedo. Yo nací en Capital Federal y tengo domicilio en la Ciudad; no en la Provincia.
<< Nota Anterior Nota Siguiente >> Opinion
En un escenario crítico los empresarios asumen el desafío de ingresar a las negociaciones de salarios con una estrategia que trate de disminuir el impacto de los reclamos y graviten en forma razonable sobre el costo laboral y sobre el precio final. En muchos convenios que han quedado con salarios básicos convencionales cercanos a la canasta familiar y al Salario Mínimo Vital y Móvil, opera por primera vez un factor ausente en negociaciones anteriores: el valor relativo del ingreso de bolsillo. En efecto, en estos momentos es difícil pensar en un ingreso diario real de menos de $120 a $150, que no es ni más ni menos que el valor por día corrido del Salario Mínimo Vital y Móvil, si tomamos en el primer valor que es el vigente a partir de enero de 2014, o el segundo valor que sería el que debería regir en el presente año si adicionamos el 25%. Si analizamos el concepto y alcances del Salario Mínimo como la menor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión. Reitero, si tomamos el concepto legal (art. 106 LCT) ésta es la suma que corresponde al trabajador soltero/a y sin cargas de familia (sin esposa, pareja o hijos). En rigor, y en primer lugar, cuál sería el Salario Mínimo Vital y Móvil de un trabajador con cargas de familia, de modo tal que pueda alcanzar para cubrir las necesidades mínimas de la pareja y dos hijos por ejemplo. Esta respuesta es la necesaria para todos los que han sido rezagados y por ende, piden hoy un porcentaje que resulta desproporcionado, porque de lo contrario el salario sería insuficiente para atender necesidades mínimas. Estos valores ayudarán a comprender porqué muchos que tienen trabajo están por debajo del nivel de pobreza o lo que es lo mismo, están por debajo del nivel de subsistencia.
En segundo lugar tenemos el porcentaje final de los acuerdos, para lo cual debemos partir de las inquietudes iniciales, que como sabemos, el Gobierno ha instalado en el 23/25%, los sindicatos moderados en el 25/28%, los tradicionales entre el 28/32% y los combativos en el 35%. Esta apertura entre 23 y 35% tiene que ver con serias restricciones presupuestarias del Gobierno Nacional y de las provincias, y las previsiones presupuestarias, que fueron del 16/18% y que ahora enfrentan una ola precedida por los reclamos de los docentes, que han decidido avanzar sobre viejas postergaciones, salarios bonificados, sumas al margen del sistema previsional y, sobre todo, el valor de la canasta familiar.
En tercer lugar tenemos las restricciones y dificultades de las empresas, que son las que en definitiva pagan el alto costo laboral que se avecina. Todos saben que necesariamente todos afrontaremos aumentos salariales sustantivos a cambio de nada, por el solo hecho irrefutable de que hay que suplir la pérdida del valor venal del dinero, como efecto directo de la inflación. No habrá posibilidades de demandar mejoras en la productividad, en el creciente ausentismo, en las innumerables interrupciones en la actividad normal y habitual por asambleas y otras manifestaciones espontáneas contrarias a la legalidad y a la actividad regular. Las empresas han llegado a límites importantes alcanzadas por muchas medidas que son en sí contradictorias, o por lo menos, imprevistas, y con ello, el resultado para este año está estrechamente ligado a los aumentos de costos que se experimenten durante el 2014. Es por eso que frente al darse a conocer los porcentajes de inflación del INDEC oficial, florecieron las inquietudes de los sindicatos en sus distintas vertientes, contrapuesto al sector empresario que procura preservar cierto nivel de actividad y la rentabilidad indispensable para invertir y reinvertir. Para enfrentar una vorágine como la que se aproxima, debemos tener en cuenta que el Gobierno Nacional debe adoptar un papel protagónico fundamental, si es que se trata de concientizar a los dirigentes sindicales de que las acciones indiscriminadas, las medidas de fuerza irrestrictas, sobre todo en las actividades en las cuales el poder de daño es significativa con muy pocas acciones hostiles. Las empresas solo pueden asumir los costos si los mismos se instalan después de la inflación confirmada, y no ahora, basándonos en proyecciones.
La percepción empresaria es desconcertante, carece de fórmulas para resolver los conflictos, no cuenta con una estrategia de conflicto ni de confrontación frente a los reclamos que se consideran excesivos o intolerables, y a su vez, está profundamente dividida no solo por sectores sino también dentro de cada uno de los sectores. Ya la opción entre oficialistas y opositores ha perdido vigencia. El sector empresario puede hacer una importante contribución para que el Gobierno Nacional salga de la actual encrucijada, y no existe una decisión política para contribuir a aportar las mejoras. Es cierto que existe poca receptividad, la que seguramente cambiaría si cambia la actitud, además de que se exhiba una nueva forma de focalizar la aptitud.
Estoy convencido de que las determinaciones anticipadas, los pronósticos de lo que vendrá, son gratuitos para quienes los hacen, sean éstos desinteresados o interesados, pero son muy caros para los efectos anómalos o perturbadores que provocan. Muchas de esas determinaciones, profetizadas como inexorables, nunca se verificaron en la realidad. Por ende, parece razonable que en momentos tan delicados como los actuales, la serenidad y la prudencia se apodere de los apreciados gurúes, que abandonen el oráculo de Delfos o similares que como cuenta la historia han sido siempre un fraude, y que se ciernan sobre el contexto, aportando datos que no distorsionesnni direccionen los deseos, las necesidades y las expectativas. Es posible entonces que se logre un resultado positivo, por más complejas que sean las circunstancias y esta particular coyuntura.
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