El día después de la segunda derrota electoral consecutiva del Frente Cívico, su líder, el senador nacional Luis Juez, admitió errores y equivocaciones. Dijo que es evidente que tiene que cambiar las formas con las que condujo el espacio político, pero reivindicó sus “convicciones”.
Señaló que más allá del resultado de la elección municipal, el 30 por ciento de los cordobeses lo votaron para que controle a José Manuel de la Sota, “cosa que Ramón Mestre no hará”, dijo.
–¿Vuelve el bipartidismo y el Frente Cívico deja de ser opción electoral en Córdoba?
–Creo que es una lectura equivocada. La UCR nunca dejó de poder estar primera, segunda o tercera. Hoy está tercera en la provincia y primera en la ciudad. Es lo que dijeron los votos. El 7 de agosto la gente puso a los radicales terceros en la provincia y el 18 de septiembre, primeros en las ciudad. La gente decidió que De la Sota gobierne, que Juez sea el opositor y que Mestre sea el intendente. La gente dividió el voto, y más allá del dolor y el costo que esto a uno le traiga aparejado, me parece inteligente: la gente le dio un pedazo de poder a cada uno.
–Pero a la luz de los hechos, parece que les dio más poder a De la Sota y a Mestre que a usted. Cuando usted era intendente de Córdoba era el verdadero opositor de De la Sota.
–Eso fue uno de mis errores. No creo que el radicalismo lo cometer. No creo que Mestre vaya a hacer oposición a De la Sota. Ese fue el error mío. Me tendría que haber opuesto desde la gestión municipal. No me arrepiento de haberme opuesto al juego, a la venta del ex Batallón 141, a los negocios inmobiliarios de De la Sota, pero sí me arrepiento de haber ejercido como intendente de Córdoba una feroz conducta opositora cuando no era mi tarea. Mestre no lo cometerá, con lo cual el rol en el que la gente me puso no habiéndome elegido gobernador está intacto, que es el de ser opositor. Esa va a ser mi tarea.
–¿Desde dónde la hará?
–Desde la estructuración de una herramienta política como lo es el Frente Cívico, desde mi banca de senador nacional, desde las bancas en Diputados, desde los 13 legisladores provinciales que son la primera minoría de la Unicameral, y desde la Vocalía del Tribunal de Cuentas de la Provincia que son los lugares donde nos puso la gente. Además, seguimos teniendo un plan de gobierno con valores que se oponen a los del delasotismo, por eso los vamos a seguir y a vigilar.
–En la Legislatura siempre le ha costado mantener unido a su bloque.
–Ese fue otro error mío. Ahora voy a empezar por darle bola. Porque entendía que era más fuerte el protagonismo mío que el de las bancas legislativas institucionales. Terrible error. La oposición debe ser institucional, sino se convierte en oposición personal y lo que la gente no quiere son oposiciones personales. La gente quiere que le Estado controle al Estado. Y no uno que tome la bandera de la oposición. La gente no quiere más salvatajes individuales y ese fue un error mío, haber creído estos últimos años que yo era el jefe y el único opositor.
–¿Cómo articulará esta función local con su responsabilidad nacional?
–En los próximos cuatro años seré un senador con altísimo nivel de protagonismo, que para eso fui elegido. Esto es parte, también, de mi autocrítica para replantear a partir de ahí nuestro nivel de posicionamiento. En el Congreso ejerceremos un fuerte nivel de protagonismo en defensa de los intereses del pueblo de Córdoba, como bloque opositor al Gobierno nacional.
–¿Qué reflexión hace acerca de que las mayorías han elegido a los que usted cuestionaba por corruptos –en el caso de De la Sota y el entorno kirchnerista–, y al que en alguna oportunidad menospreció como dirigente político, en el caso de Mestre?
–Nunca menosprecié a Mestre. Simplemente creo que hasta ayer estaba sobrevaluado. Hasta ayer era el hijo de Mestre, ahora va a ser Ramón Mestre y va a depender de él. Le deseo toda la suerte.
–Está bien, pero la autocrítica que usted ensaya ¿tiene que ver con que la gente prefirió a otros candidatos y no a los suyos?
–A ver. Yo no voy a ser delasotista porque De la Sota haya ganado el 7 de agosto. No voy a arreglar con algunos grupos económicos para tener una campaña como la que tuvo Mestre. Yo respeto la voluntad popular, pero no me pidan que renuncie a mis banderas porque mis banderas no han tenido la cantidad de votos suficientes. Yo puedo perder una elección pero no la convicción.
–Entonces, ¿qué tiene que cambiar, la forma con la que conduce su espacio?
–Eso es otra cosa. Es evidente que tenemos que cambiar.
Señaló que más allá del resultado de la elección municipal, el 30 por ciento de los cordobeses lo votaron para que controle a José Manuel de la Sota, “cosa que Ramón Mestre no hará”, dijo.
–¿Vuelve el bipartidismo y el Frente Cívico deja de ser opción electoral en Córdoba?
–Creo que es una lectura equivocada. La UCR nunca dejó de poder estar primera, segunda o tercera. Hoy está tercera en la provincia y primera en la ciudad. Es lo que dijeron los votos. El 7 de agosto la gente puso a los radicales terceros en la provincia y el 18 de septiembre, primeros en las ciudad. La gente decidió que De la Sota gobierne, que Juez sea el opositor y que Mestre sea el intendente. La gente dividió el voto, y más allá del dolor y el costo que esto a uno le traiga aparejado, me parece inteligente: la gente le dio un pedazo de poder a cada uno.
–Pero a la luz de los hechos, parece que les dio más poder a De la Sota y a Mestre que a usted. Cuando usted era intendente de Córdoba era el verdadero opositor de De la Sota.
–Eso fue uno de mis errores. No creo que el radicalismo lo cometer. No creo que Mestre vaya a hacer oposición a De la Sota. Ese fue el error mío. Me tendría que haber opuesto desde la gestión municipal. No me arrepiento de haberme opuesto al juego, a la venta del ex Batallón 141, a los negocios inmobiliarios de De la Sota, pero sí me arrepiento de haber ejercido como intendente de Córdoba una feroz conducta opositora cuando no era mi tarea. Mestre no lo cometerá, con lo cual el rol en el que la gente me puso no habiéndome elegido gobernador está intacto, que es el de ser opositor. Esa va a ser mi tarea.
–¿Desde dónde la hará?
–Desde la estructuración de una herramienta política como lo es el Frente Cívico, desde mi banca de senador nacional, desde las bancas en Diputados, desde los 13 legisladores provinciales que son la primera minoría de la Unicameral, y desde la Vocalía del Tribunal de Cuentas de la Provincia que son los lugares donde nos puso la gente. Además, seguimos teniendo un plan de gobierno con valores que se oponen a los del delasotismo, por eso los vamos a seguir y a vigilar.
–En la Legislatura siempre le ha costado mantener unido a su bloque.
–Ese fue otro error mío. Ahora voy a empezar por darle bola. Porque entendía que era más fuerte el protagonismo mío que el de las bancas legislativas institucionales. Terrible error. La oposición debe ser institucional, sino se convierte en oposición personal y lo que la gente no quiere son oposiciones personales. La gente quiere que le Estado controle al Estado. Y no uno que tome la bandera de la oposición. La gente no quiere más salvatajes individuales y ese fue un error mío, haber creído estos últimos años que yo era el jefe y el único opositor.
–¿Cómo articulará esta función local con su responsabilidad nacional?
–En los próximos cuatro años seré un senador con altísimo nivel de protagonismo, que para eso fui elegido. Esto es parte, también, de mi autocrítica para replantear a partir de ahí nuestro nivel de posicionamiento. En el Congreso ejerceremos un fuerte nivel de protagonismo en defensa de los intereses del pueblo de Córdoba, como bloque opositor al Gobierno nacional.
–¿Qué reflexión hace acerca de que las mayorías han elegido a los que usted cuestionaba por corruptos –en el caso de De la Sota y el entorno kirchnerista–, y al que en alguna oportunidad menospreció como dirigente político, en el caso de Mestre?
–Nunca menosprecié a Mestre. Simplemente creo que hasta ayer estaba sobrevaluado. Hasta ayer era el hijo de Mestre, ahora va a ser Ramón Mestre y va a depender de él. Le deseo toda la suerte.
–Está bien, pero la autocrítica que usted ensaya ¿tiene que ver con que la gente prefirió a otros candidatos y no a los suyos?
–A ver. Yo no voy a ser delasotista porque De la Sota haya ganado el 7 de agosto. No voy a arreglar con algunos grupos económicos para tener una campaña como la que tuvo Mestre. Yo respeto la voluntad popular, pero no me pidan que renuncie a mis banderas porque mis banderas no han tenido la cantidad de votos suficientes. Yo puedo perder una elección pero no la convicción.
–Entonces, ¿qué tiene que cambiar, la forma con la que conduce su espacio?
–Eso es otra cosa. Es evidente que tenemos que cambiar.