San Pablo. Corresponsal – 31/03/12
Perdió 16 kilos y continúa lampiño. La voz es más ronca y sueña con comer “pan con cáscara dura”. Hoy sólo consigue ingerir migas por la inflamación y el dolor de garganta, secuelas temporarias de un exitoso tratamiento contra el cáncer de laringe. Por esas razones, y por las consecuencias anímicas de la enfermedad, el ex presidente Lula da Silva regresa “más tranquilo” a la arena política, decidido a apoyar a la presidenta Dilma Rousseff “en forma más selectiva” porque “el mundo no se acaba la próxima semana”.
En una amplia entrevista publicada ayer en el diario Folha de Sao Paulo , Lula confesó en detalle sus sentimientos, desde el momento que le diagnosticaron el tumor maligno. “Es una dolencia avasalladora. Vine aquí (el hospital Sirio Libanés donde atendió a Folha) con un tumor de 3 centímetros y de repente me encontré recibiendo una bomba de Hiroshima dentro de mí.
Hubo momentos en que hubiera preferido entrar en coma ”. La desesperación fue tal que llegó a decirle a su médico que prefería “meterse en un freezer y quedar congelado”.
Su relato fue detallado. Más que el dolor, la peor parte del tratamiento fueron las náuseas provocadas por la quimioterapia. “ La boca no soporta nada . Muchas veces oí personas que contaban los tratamientos, pero uno no tiene dimensión de lo que sufren ”. Los periodistas de Folha preguntaron: “¿Tuvo miedo de morir?”. Lula reveló: “Mi mayor preocupación era perder la voz. Si la perdía entonces estaría muerto”. Agregó, también: “Hay gente que dice que no tiene miedo de morir. Yo sí tengo. Si supiera que la muerte está en China, corro a (resguardarme a) Bolivia”.
El martes último, los médicos dijeron que ya no existen rastros del tumor en el ex presidente. Pero todavía debe someterse a tratamiento para garantizar que no vuelva. “Tengo que mantener la disciplina. Aprendí que tan importante como los médicos o las inyecciones, la quimioterapia y la radioterapia, es cumplir con las normas, hacer las cosas correctamente y disciplinarse en el tratamiento. Son condiciones básicas para poder curar el cáncer”.
Sobre cómo será su vida a partir de ahora, el ex presidente sostuvo que tomará decisiones con el tiempo. “De algo estoy seguro y es que no vuelvo a la vida de antes. Nunca más iré detrás de una agenda enloquecida y alucinante que me llevó a visitar más de 30 países entre marzo y octubre del año pasado”.
En cuanto a sus intenciones de disputar la presidencia en el futuro, fue categórico: “Para mí ya no hay 2014, ni 2018 ni 2022. Pocos brasileños tuvieron la suerte de pasar la presidencia de forma exitosa, como en mi caso. Y repetir lo que hice, no me sería fácil. Siempre seré mi propio gran adversario. ¿Para que voy a buscar ese desafío si puedo ayudar a otras personas?”.
En ese mismo tono reflexivo, sostuvo que su voluntad “es ayudar” a la actual mandataria Dilma Rousseff a ser la mejor presidenta de Brasil. Es trabajar para la reelección de ella. “Siempre digo: no será candidata a la reelección únicamente si ella no quiere. Pero es su derecho constitucional el de aspirar a un segundo período. Y tendré el gran placer de ser su paladín”.
Perdió 16 kilos y continúa lampiño. La voz es más ronca y sueña con comer “pan con cáscara dura”. Hoy sólo consigue ingerir migas por la inflamación y el dolor de garganta, secuelas temporarias de un exitoso tratamiento contra el cáncer de laringe. Por esas razones, y por las consecuencias anímicas de la enfermedad, el ex presidente Lula da Silva regresa “más tranquilo” a la arena política, decidido a apoyar a la presidenta Dilma Rousseff “en forma más selectiva” porque “el mundo no se acaba la próxima semana”.
En una amplia entrevista publicada ayer en el diario Folha de Sao Paulo , Lula confesó en detalle sus sentimientos, desde el momento que le diagnosticaron el tumor maligno. “Es una dolencia avasalladora. Vine aquí (el hospital Sirio Libanés donde atendió a Folha) con un tumor de 3 centímetros y de repente me encontré recibiendo una bomba de Hiroshima dentro de mí.
Hubo momentos en que hubiera preferido entrar en coma ”. La desesperación fue tal que llegó a decirle a su médico que prefería “meterse en un freezer y quedar congelado”.
Su relato fue detallado. Más que el dolor, la peor parte del tratamiento fueron las náuseas provocadas por la quimioterapia. “ La boca no soporta nada . Muchas veces oí personas que contaban los tratamientos, pero uno no tiene dimensión de lo que sufren ”. Los periodistas de Folha preguntaron: “¿Tuvo miedo de morir?”. Lula reveló: “Mi mayor preocupación era perder la voz. Si la perdía entonces estaría muerto”. Agregó, también: “Hay gente que dice que no tiene miedo de morir. Yo sí tengo. Si supiera que la muerte está en China, corro a (resguardarme a) Bolivia”.
El martes último, los médicos dijeron que ya no existen rastros del tumor en el ex presidente. Pero todavía debe someterse a tratamiento para garantizar que no vuelva. “Tengo que mantener la disciplina. Aprendí que tan importante como los médicos o las inyecciones, la quimioterapia y la radioterapia, es cumplir con las normas, hacer las cosas correctamente y disciplinarse en el tratamiento. Son condiciones básicas para poder curar el cáncer”.
Sobre cómo será su vida a partir de ahora, el ex presidente sostuvo que tomará decisiones con el tiempo. “De algo estoy seguro y es que no vuelvo a la vida de antes. Nunca más iré detrás de una agenda enloquecida y alucinante que me llevó a visitar más de 30 países entre marzo y octubre del año pasado”.
En cuanto a sus intenciones de disputar la presidencia en el futuro, fue categórico: “Para mí ya no hay 2014, ni 2018 ni 2022. Pocos brasileños tuvieron la suerte de pasar la presidencia de forma exitosa, como en mi caso. Y repetir lo que hice, no me sería fácil. Siempre seré mi propio gran adversario. ¿Para que voy a buscar ese desafío si puedo ayudar a otras personas?”.
En ese mismo tono reflexivo, sostuvo que su voluntad “es ayudar” a la actual mandataria Dilma Rousseff a ser la mejor presidenta de Brasil. Es trabajar para la reelección de ella. “Siempre digo: no será candidata a la reelección únicamente si ella no quiere. Pero es su derecho constitucional el de aspirar a un segundo período. Y tendré el gran placer de ser su paladín”.
Un luchador inclaudicable, modelo y ejemplo para toda una generación de líderes que le están cambiando la cara a nuestra américa morocha.
A Lula se le quiere, es inevitable.