“Soy un poco pesimista sobre todo por la situación de Europa y no veo que haya disposición política de los países más poderosos a intervenir, aparte que es cada vez más costoso hacerlo Uno puede reestructurar las deudas de uno o dos países, pero tiene que crear una barrera para evitar el contagio a otros. Y no veo disposición política a hacer eso”. Quien lo dice es José Luis Machinea, actual director de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), un lugar privilegiado desde el cual observar el impacto de la crisis internacional sobre la región, que se traduce en hechos concretos como, por ejemplo, la frustración de los planes de la Provincia de Córdoba de colocar deuda de corto plazo (ver “Letras: la Provincia…” ).
–¿Es posible que la crisis europea termine en una megaemisión de euros y en inflación?
–Sí, puede ser que al final el Banco Europeo termine comprando masivamente los bonos de los países, haciendo una muy fuerte emisión. Y que eso genere una alta inflación, dentro de ciertos límites. Digo cinco o seis por ciento, no 20, lo que ya sería otro problema. Esa inflación sería el mal menor.
–En cualquier caso ¿la capacidad de consumo europea está condenada a caer?
–Eso, definitivamente. Ya está sucediendo y lamentablemente me parece que va a seguir pasando.
–Todo un desafío para América latina.
–Yo creo que si a Europa le va mal, me parece que Estados Unidos, que está tambaleando, difícilmente le vaya a ir bien. Y a Japón no le está yendo muy bien. Y ya estamos hablando del 50 por ciento del producto mundial. Para muchos, China puede ser la solución, pero la verdad es que casi el 50 por ciento de las exportaciones chinas van a los países desarrollados, de manera que si esos países no crecen a China no le va a ir demasiado bien. No quiere decir que no vaya a crecer. No va a crecer al 9, va a crecer al 6. Pero eso es suficiente –lo vimos en 2008– para que tenga un impacto en el precio de las materias primas. Hay contagio, por vía de los mercados financieros y por vías comerciales. En Argentina, como no tenemos mucha relación financiera con el mundo, el primer impacto no llega. El segundo viene, aunque demora un poco más en aparecer. Lo vemos en la cotización de la soja. Y eso puede producir problemas no sólo de la balanza comercial sino desde el punto de vista fiscal. Y eso se suma a una coyuntura en la que la abundancia de dólares ya no es la de hace algunos años.
–Por ejemplo, ¿puede complicar el plan del Gobierno argentino para continuar pagando su deuda en dólares utilizando reservas del Banco Central?
– Bueno, hasta hace un tiempo se compraban reservas y las tenía en abundancia para pagar. Hubo críticas, pero así funcionaba. Ahora lo que vemos es que esas reservas están cayendo. Entonces, si encima queremos pagar mucha deuda con reservas, la gente va a tener expectativas algo peores.
–¿Argentina perdió un buen momento para normalizar su situación financiera?
–Sí, se perdió esa oportunidad que hoy nos vendría bien. En 2007 teníamos un riesgo país parecido al de Brasil y hoy ya no es el caso. Ese es un problema en una coyuntura en la que tener acceso a los mercados internacionales, aún a tasas un poquito más altas, ayudaría.
–¿La crisis mundial puede derivar en proteccionismo?
–Sí, puede pasar. Porque el desempleo es alto en muchos países y el riesgo de reacciones nacionalistas y xenofobias puede terminar en eso.
–¿Es posible que la crisis europea termine en una megaemisión de euros y en inflación?
–Sí, puede ser que al final el Banco Europeo termine comprando masivamente los bonos de los países, haciendo una muy fuerte emisión. Y que eso genere una alta inflación, dentro de ciertos límites. Digo cinco o seis por ciento, no 20, lo que ya sería otro problema. Esa inflación sería el mal menor.
–En cualquier caso ¿la capacidad de consumo europea está condenada a caer?
–Eso, definitivamente. Ya está sucediendo y lamentablemente me parece que va a seguir pasando.
–Todo un desafío para América latina.
–Yo creo que si a Europa le va mal, me parece que Estados Unidos, que está tambaleando, difícilmente le vaya a ir bien. Y a Japón no le está yendo muy bien. Y ya estamos hablando del 50 por ciento del producto mundial. Para muchos, China puede ser la solución, pero la verdad es que casi el 50 por ciento de las exportaciones chinas van a los países desarrollados, de manera que si esos países no crecen a China no le va a ir demasiado bien. No quiere decir que no vaya a crecer. No va a crecer al 9, va a crecer al 6. Pero eso es suficiente –lo vimos en 2008– para que tenga un impacto en el precio de las materias primas. Hay contagio, por vía de los mercados financieros y por vías comerciales. En Argentina, como no tenemos mucha relación financiera con el mundo, el primer impacto no llega. El segundo viene, aunque demora un poco más en aparecer. Lo vemos en la cotización de la soja. Y eso puede producir problemas no sólo de la balanza comercial sino desde el punto de vista fiscal. Y eso se suma a una coyuntura en la que la abundancia de dólares ya no es la de hace algunos años.
–Por ejemplo, ¿puede complicar el plan del Gobierno argentino para continuar pagando su deuda en dólares utilizando reservas del Banco Central?
– Bueno, hasta hace un tiempo se compraban reservas y las tenía en abundancia para pagar. Hubo críticas, pero así funcionaba. Ahora lo que vemos es que esas reservas están cayendo. Entonces, si encima queremos pagar mucha deuda con reservas, la gente va a tener expectativas algo peores.
–¿Argentina perdió un buen momento para normalizar su situación financiera?
–Sí, se perdió esa oportunidad que hoy nos vendría bien. En 2007 teníamos un riesgo país parecido al de Brasil y hoy ya no es el caso. Ese es un problema en una coyuntura en la que tener acceso a los mercados internacionales, aún a tasas un poquito más altas, ayudaría.
–¿La crisis mundial puede derivar en proteccionismo?
–Sí, puede pasar. Porque el desempleo es alto en muchos países y el riesgo de reacciones nacionalistas y xenofobias puede terminar en eso.