El Economista diálogo con Javier Madanes, presidente de Aluar-Fate, sobre las medidas arancelarias que Donald Trump anunciaría para la importación de acero y aluminio.
¿Fue un anuncio sorpresivo o se veía venir?
La medida venía siendo propuesta desde hace bastante tiempo, ya desde el gobierno de Barack Obama. Los sindicatos norteamericanos ya estaban pidiendo una política arancelaria en algunos sectores, entre ellos, el del aluminio. Nosotros, desde Aluar, seguimos el tema e hicimos una presentación legal, algo que creo que también hizo Techint. Luego, con Trump en la Casa Blanca e invocando la doctrina de seguridad nacional, que ya es otro nivel, le presentaron tres caminos alternativas: una política de aranceles, una de cupos y otra de restricción según orígenes.
¿Qué se sabe hasta ahora?
Con la información que tenemos ahora, sería una tarifa generalizada. Estamos en un momento interesante para saber cuál es la letra chica se. Hay que ver como se plasma en la implementación e, inclusive, algunos hablan de una generalización de esta medida a más productos que importa Estados Unidos.
¿Qué piensa del argumento de “seguridad nacional” que invoca Trump?
Este tipo de cambios en el juego mundial deberían leerse de una manera más inteligente. La primer reacción humana que causa es enojo. Sobre todo, por ser un cambio tan disruptivo en las reglas de juego por parte del país del libremercado y la mano invisible. Pero esa primera reacción debe quedar atrás y, ahora, hay que tener reflexiones de fondo porque esto puede proyectarse, más allá del acero y el aluminio, a cambios en las reglas del juego global. Estábamos convencidos de un mundo que se globalizaba progresivamente y empezamos a ver que eso no es tan así. El mundo está presentando frenos al modelo de libremercado y esto acarrea, seguramente, consecuencias inflacionarias y subas de tasas de interés
¿Qué significa esto para Argentina?
Más allá del acero y el aluminio, o lo que pasó con el biodiésel, implica que vamos hacia un mundo más proteccionista, con más inflación, con más costo del crédito y los modelos más democráticos comienzan a mostrarse más duros. Estados Unidos comienza a mostrar un Gobierno más cerrado en sus decisiones y en China se ve un líder que quiere proyectarse más allá de los períodos acordados. Es un combo interesante para analizarytomarnota. Y es necesario saber qué hacer al respecto.
En el escenario de máxima, ¿quedaría fuera de juego el acero y el aluminio argentino?
Hay que ver. Tenemos que observar cómo juega Argentina este partido en términos relativos con otros proveedores y ver a quién perjudica en términos relativos menos que a otros. El Gobierno debe tomar conciencia de que debemos manejarlo entre todos, y no utilizar el criterio de culpas de “tal líder es un idiota” o “el empresario que llora por su problema”. Son cambios importantes, y hay que sentarse a analizarlos con inteligencia. Muchas cosas están cambiando: vamos a tener dificultades comerciales, encarecimiento del crédito y una mayor inflación global.
Un escenario que el Gobierno todavía no incorpora a sus proyecciones…
Yo no leo esa reflexión todavía. Ni en el Gobierno ni entre los agentes privados.
Hubo mucha presión en los albores de la gestión de Trump para defender los beneficios del libre comercio, pero no parecen haber funcionado…
Uno tiene que actuar en un escenario en el que puede incidir. No tiene sentido hacer esfuerzos que no conducen a nada. ¿Vas a hacer un piquete en contra del Gobierno americano en la Embajada? No es la solución.
¿Que deberíamos hacer en este nuevo contexto?
Hay que pensar políticas conjuntas entre los países de la región, el Mercosur y demás, pero, ante todo, hay que hacer una lectura interna muy profunda y evaluar si el camino que estamos recorriendo es factible o hay que hacer cambios. No tenemos que perder el tiempo buscando soluciones desde afuera. Tenemos que ver cómo transitamos la tormenta desde adentro.
¿Estados Unidos puede autoabastecerse aluminio y acero?
No, por lo menos en el corto plazo, porque fue progresivamente desactivando plantas. Hoy las importaciones de aluminio superan el 15% de la producción mundial y entiendo que en el acero no es muy distinto. Más allá de imponer una protección, volver a poner un proceso en marcha no es tan simple. Una decisión de inversión en una planta tiene un proceso de varios años. ¿Han hablado con el Gobierno? Sobre este tema está pendiente hablar y todavía no hemos tenido ninguna convocatoria por ahora, lamentablemente.
¿Fue un anuncio sorpresivo o se veía venir?
La medida venía siendo propuesta desde hace bastante tiempo, ya desde el gobierno de Barack Obama. Los sindicatos norteamericanos ya estaban pidiendo una política arancelaria en algunos sectores, entre ellos, el del aluminio. Nosotros, desde Aluar, seguimos el tema e hicimos una presentación legal, algo que creo que también hizo Techint. Luego, con Trump en la Casa Blanca e invocando la doctrina de seguridad nacional, que ya es otro nivel, le presentaron tres caminos alternativas: una política de aranceles, una de cupos y otra de restricción según orígenes.
¿Qué se sabe hasta ahora?
Con la información que tenemos ahora, sería una tarifa generalizada. Estamos en un momento interesante para saber cuál es la letra chica se. Hay que ver como se plasma en la implementación e, inclusive, algunos hablan de una generalización de esta medida a más productos que importa Estados Unidos.
¿Qué piensa del argumento de “seguridad nacional” que invoca Trump?
Este tipo de cambios en el juego mundial deberían leerse de una manera más inteligente. La primer reacción humana que causa es enojo. Sobre todo, por ser un cambio tan disruptivo en las reglas de juego por parte del país del libremercado y la mano invisible. Pero esa primera reacción debe quedar atrás y, ahora, hay que tener reflexiones de fondo porque esto puede proyectarse, más allá del acero y el aluminio, a cambios en las reglas del juego global. Estábamos convencidos de un mundo que se globalizaba progresivamente y empezamos a ver que eso no es tan así. El mundo está presentando frenos al modelo de libremercado y esto acarrea, seguramente, consecuencias inflacionarias y subas de tasas de interés
¿Qué significa esto para Argentina?
Más allá del acero y el aluminio, o lo que pasó con el biodiésel, implica que vamos hacia un mundo más proteccionista, con más inflación, con más costo del crédito y los modelos más democráticos comienzan a mostrarse más duros. Estados Unidos comienza a mostrar un Gobierno más cerrado en sus decisiones y en China se ve un líder que quiere proyectarse más allá de los períodos acordados. Es un combo interesante para analizarytomarnota. Y es necesario saber qué hacer al respecto.
En el escenario de máxima, ¿quedaría fuera de juego el acero y el aluminio argentino?
Hay que ver. Tenemos que observar cómo juega Argentina este partido en términos relativos con otros proveedores y ver a quién perjudica en términos relativos menos que a otros. El Gobierno debe tomar conciencia de que debemos manejarlo entre todos, y no utilizar el criterio de culpas de “tal líder es un idiota” o “el empresario que llora por su problema”. Son cambios importantes, y hay que sentarse a analizarlos con inteligencia. Muchas cosas están cambiando: vamos a tener dificultades comerciales, encarecimiento del crédito y una mayor inflación global.
Un escenario que el Gobierno todavía no incorpora a sus proyecciones…
Yo no leo esa reflexión todavía. Ni en el Gobierno ni entre los agentes privados.
Hubo mucha presión en los albores de la gestión de Trump para defender los beneficios del libre comercio, pero no parecen haber funcionado…
Uno tiene que actuar en un escenario en el que puede incidir. No tiene sentido hacer esfuerzos que no conducen a nada. ¿Vas a hacer un piquete en contra del Gobierno americano en la Embajada? No es la solución.
¿Que deberíamos hacer en este nuevo contexto?
Hay que pensar políticas conjuntas entre los países de la región, el Mercosur y demás, pero, ante todo, hay que hacer una lectura interna muy profunda y evaluar si el camino que estamos recorriendo es factible o hay que hacer cambios. No tenemos que perder el tiempo buscando soluciones desde afuera. Tenemos que ver cómo transitamos la tormenta desde adentro.
¿Estados Unidos puede autoabastecerse aluminio y acero?
No, por lo menos en el corto plazo, porque fue progresivamente desactivando plantas. Hoy las importaciones de aluminio superan el 15% de la producción mundial y entiendo que en el acero no es muy distinto. Más allá de imponer una protección, volver a poner un proceso en marcha no es tan simple. Una decisión de inversión en una planta tiene un proceso de varios años. ¿Han hablado con el Gobierno? Sobre este tema está pendiente hablar y todavía no hemos tenido ninguna convocatoria por ahora, lamentablemente.