Por Abel Viglione / Fiel
12/10/12 – 11:50
La brecha entre el tipo de cambio paralelo y oficial es una “vieja conocida” en nuestro país si miramos la historia del tipo de cambio. Muchos argentinos, principalmente los viejos como yo, se formaron acostumbrados a su existencia. Para otros, los jóvenes como mis hijos, es algo nuevo, algo por experimentar. Ahora, ellos son los que se encuentran frente a la toma de decisiones empresarias, y conocerán los problemas que ocasiona.
¿Qué es la brecha cambiaria? Es la diferencia entre el precio al cual se consiguen dólares “constantes y sonantes” y el precio del dólar oficial. Puesto en forma sencilla, si el Gobierno determina que el precio máximo del kilo de lechuga es de tres pesos, seguramente no habrá lechuga para vender en las verdulerías a ese precio cuando la necesitemos para una ensalada para el asado. Pero el verdulero del barrio seguro nos consigue y nos vende el kilo de lechuga a seis pesos en el “mercado negro”, con lo cual la brecha entre el precio oficial y el negro de la lechuga es del 100 por ciento; sería otro verde que no se conseguiría al precio oficial.
La historia. El gráfico adjunto muestra la historia de la brecha del dólar desde enero de 1957. Dentro de los 56 años mostrados, en 18 se presentó una brecha superior al 10 por ciento anual, incluido el año 2012, con 22,8 por ciento. Es decir que el 32 por ciento de la historia argentina reciente se caracteriza por la existencia de brecha cambiaria, siendo el promedio ponderado de la brecha el 65 por ciento, un porcentaje de por sí elocuente. Para darse una idea, es como si actualmente el dólar paralelo cotizara a 7,79 pesos frente al oficial de 4,72.
Los controles de cambio en la Argentina se instalan en el período de post-guerra (1945). Algunas veces se aplicó con desdoblamiento cambiario: dos tipos de cambios oficiales, uno “comercial”, por donde se cursaban todas las operaciones de comercio exterior (exportaciones e importaciones), y otro “financiero”, más alto que el “comercial”, por donde se cursaban las operaciones financieras y de turismo. Aun en períodos con desdoblamiento cambiario existió un tipo de cambio “paralelo”, con un valor superior al “financiero”.
¿Qué otra conclusión se puede obtener de la historia de las brechas cambiarias desde 1945?
1. Que los períodos de tiempo en que existieron fueron extensos, siendo el menor período de 35 meses. Fue el transcurrido entre abril de 1964 y febrero de 1967.
2. Que acontecieron tanto con gobiernos democráticos como en los surgidos por golpes de Estado.
3. Que cuando gobernó el Partido Justicialista siempre hubo controles de cambio, excepto durante el período presidencial de Menem y Duhalde. Sí existió un paralelo en enero de 2002.
4. Que la brecha cambiaria no es estable, puede incrementarse o reducirse fuertemente de acuerdo con los acontecimientos económicos y políticos.
5. La mayor brecha cambiaria se registró en febrero de 1975, cuando alcanzó el 378 por ciento. A partir de ese año, comenzó la dolarización de la economía argentina, que hasta la fecha ha sido imposible de cambiar, o “pesificar”.
6. Los controles de cambio siempre fueron instrumentados por la autoridad monetaria, el Banco Central, excepto el actual, en el que la mayor intervención corresponde a la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).
De dónde viene y hacia dónde va. La brecha cambiaria es consecuencia de la ausencia de una política macroeconómica que busque preservar la estabilidad de precios, combatiendo la inflación. Para los argentinos, el desfase entre la inflación y devaluación del peso ha significado históricamente, y hoy también, un enorme incentivo a comprar dólares que se perciben como baratos. Este ha sido el comportamiento del argentino promedio desde hace 37 años.
A partir de 2010 se aceleraron las compras de divisas para atesoramiento, situación que continuó durante los primeros nueve meses de 2011. Las medidas instrumentadas por el Gobierno (control de las importaciones) no afectaba el atesoramiento de las personas y de las empresas dentro de los límites establecidos, de dos millones por mes por empresa.
Mientras se tomaban medidas restrictivas, la inflación continuaba su curso, por lo que el dólar era visto como barato, pero también comenzó a ser visto como escaso. Ello aceleró las compras de divisas.
Por ello, a tan sólo 72 horas de haber ganado las elecciones presidenciales de octubre de 2011 con el 54 por ciento de los votos se implementó el “Programa de Consulta de Operaciones Cambiarias” mediante el cual la AFIP pasó a supervisar todas las solicitudes de compras de divisas. En ese momento, se inició el control de cambios y, por lo tanto, apareció la maldita brecha cambiaria.
Desde octubre del año pasado, todas las medidas aplicadas fueron para ir “cerrando las puertas” de venta de dólares, a fin de frenar el drenaje de reservas del Banco Central. Es como la historieta Las Puertitas del Señor López, creada por Carlos Trillo: cuando el mundo real se le hace intolerable, López utiliza como escapatoria su imaginación, mediante la cual viaja a un mundo alterno e interior, al que accede simplemente por la puerta de cualquier baño. Para que López no viaje, había que cerrarle las puertas de los baños.
Aquí pasó lo mismo. Se fueron cerrando puertitas: validación de turismo y viajes, retiro de fondos en divisas en el exterior con tarjetas de débito, bloqueo de hecho primero y por reglamentación después de la compra de dólares para atesorar, eliminación de la posibilidad de comprar dólares con créditos hipotecarios, cupos en la compra de divisas, tipo de divisa a ser adquirida, recargo del 15 por ciento sobre las compras realizadas en el exterior, cierre en la venta de oro, etc., etc.
¿Por qué la gente quiere atesorar dólares? Porque el dólar en nuestro país es unidad de cuenta, medio de pago de las transacciones importantes y reserva de valor. O lo que es lo mismo, el dólar cumple con todas las funciones de la moneda oficial, el peso. Para los argentinos la función de reserva de valor es la más importante, principalmente cuando la inflación doméstica es alta. Siempre aumenta el ahorro en divisas cuando no existen alternativas seguras que permitan protegerse de esa inflación.
El control de cambios vino para quedarse. No se puede levantar a este precio del dólar oficial; sí a otro precio, más elevado. Se puede vivir con inflación alta y brecha cambiaria elevada durante algún tiempo, pero conlleva costos. Ignorar la inflación y tratar de corregir el problema apostando al control cambiario es equivocar el camino. El problema es la inflación, no la disponibilidad de divisas.
12/10/12 – 11:50
La brecha entre el tipo de cambio paralelo y oficial es una “vieja conocida” en nuestro país si miramos la historia del tipo de cambio. Muchos argentinos, principalmente los viejos como yo, se formaron acostumbrados a su existencia. Para otros, los jóvenes como mis hijos, es algo nuevo, algo por experimentar. Ahora, ellos son los que se encuentran frente a la toma de decisiones empresarias, y conocerán los problemas que ocasiona.
¿Qué es la brecha cambiaria? Es la diferencia entre el precio al cual se consiguen dólares “constantes y sonantes” y el precio del dólar oficial. Puesto en forma sencilla, si el Gobierno determina que el precio máximo del kilo de lechuga es de tres pesos, seguramente no habrá lechuga para vender en las verdulerías a ese precio cuando la necesitemos para una ensalada para el asado. Pero el verdulero del barrio seguro nos consigue y nos vende el kilo de lechuga a seis pesos en el “mercado negro”, con lo cual la brecha entre el precio oficial y el negro de la lechuga es del 100 por ciento; sería otro verde que no se conseguiría al precio oficial.
La historia. El gráfico adjunto muestra la historia de la brecha del dólar desde enero de 1957. Dentro de los 56 años mostrados, en 18 se presentó una brecha superior al 10 por ciento anual, incluido el año 2012, con 22,8 por ciento. Es decir que el 32 por ciento de la historia argentina reciente se caracteriza por la existencia de brecha cambiaria, siendo el promedio ponderado de la brecha el 65 por ciento, un porcentaje de por sí elocuente. Para darse una idea, es como si actualmente el dólar paralelo cotizara a 7,79 pesos frente al oficial de 4,72.
Los controles de cambio en la Argentina se instalan en el período de post-guerra (1945). Algunas veces se aplicó con desdoblamiento cambiario: dos tipos de cambios oficiales, uno “comercial”, por donde se cursaban todas las operaciones de comercio exterior (exportaciones e importaciones), y otro “financiero”, más alto que el “comercial”, por donde se cursaban las operaciones financieras y de turismo. Aun en períodos con desdoblamiento cambiario existió un tipo de cambio “paralelo”, con un valor superior al “financiero”.
¿Qué otra conclusión se puede obtener de la historia de las brechas cambiarias desde 1945?
1. Que los períodos de tiempo en que existieron fueron extensos, siendo el menor período de 35 meses. Fue el transcurrido entre abril de 1964 y febrero de 1967.
2. Que acontecieron tanto con gobiernos democráticos como en los surgidos por golpes de Estado.
3. Que cuando gobernó el Partido Justicialista siempre hubo controles de cambio, excepto durante el período presidencial de Menem y Duhalde. Sí existió un paralelo en enero de 2002.
4. Que la brecha cambiaria no es estable, puede incrementarse o reducirse fuertemente de acuerdo con los acontecimientos económicos y políticos.
5. La mayor brecha cambiaria se registró en febrero de 1975, cuando alcanzó el 378 por ciento. A partir de ese año, comenzó la dolarización de la economía argentina, que hasta la fecha ha sido imposible de cambiar, o “pesificar”.
6. Los controles de cambio siempre fueron instrumentados por la autoridad monetaria, el Banco Central, excepto el actual, en el que la mayor intervención corresponde a la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).
De dónde viene y hacia dónde va. La brecha cambiaria es consecuencia de la ausencia de una política macroeconómica que busque preservar la estabilidad de precios, combatiendo la inflación. Para los argentinos, el desfase entre la inflación y devaluación del peso ha significado históricamente, y hoy también, un enorme incentivo a comprar dólares que se perciben como baratos. Este ha sido el comportamiento del argentino promedio desde hace 37 años.
A partir de 2010 se aceleraron las compras de divisas para atesoramiento, situación que continuó durante los primeros nueve meses de 2011. Las medidas instrumentadas por el Gobierno (control de las importaciones) no afectaba el atesoramiento de las personas y de las empresas dentro de los límites establecidos, de dos millones por mes por empresa.
Mientras se tomaban medidas restrictivas, la inflación continuaba su curso, por lo que el dólar era visto como barato, pero también comenzó a ser visto como escaso. Ello aceleró las compras de divisas.
Por ello, a tan sólo 72 horas de haber ganado las elecciones presidenciales de octubre de 2011 con el 54 por ciento de los votos se implementó el “Programa de Consulta de Operaciones Cambiarias” mediante el cual la AFIP pasó a supervisar todas las solicitudes de compras de divisas. En ese momento, se inició el control de cambios y, por lo tanto, apareció la maldita brecha cambiaria.
Desde octubre del año pasado, todas las medidas aplicadas fueron para ir “cerrando las puertas” de venta de dólares, a fin de frenar el drenaje de reservas del Banco Central. Es como la historieta Las Puertitas del Señor López, creada por Carlos Trillo: cuando el mundo real se le hace intolerable, López utiliza como escapatoria su imaginación, mediante la cual viaja a un mundo alterno e interior, al que accede simplemente por la puerta de cualquier baño. Para que López no viaje, había que cerrarle las puertas de los baños.
Aquí pasó lo mismo. Se fueron cerrando puertitas: validación de turismo y viajes, retiro de fondos en divisas en el exterior con tarjetas de débito, bloqueo de hecho primero y por reglamentación después de la compra de dólares para atesorar, eliminación de la posibilidad de comprar dólares con créditos hipotecarios, cupos en la compra de divisas, tipo de divisa a ser adquirida, recargo del 15 por ciento sobre las compras realizadas en el exterior, cierre en la venta de oro, etc., etc.
¿Por qué la gente quiere atesorar dólares? Porque el dólar en nuestro país es unidad de cuenta, medio de pago de las transacciones importantes y reserva de valor. O lo que es lo mismo, el dólar cumple con todas las funciones de la moneda oficial, el peso. Para los argentinos la función de reserva de valor es la más importante, principalmente cuando la inflación doméstica es alta. Siempre aumenta el ahorro en divisas cuando no existen alternativas seguras que permitan protegerse de esa inflación.
El control de cambios vino para quedarse. No se puede levantar a este precio del dólar oficial; sí a otro precio, más elevado. Se puede vivir con inflación alta y brecha cambiaria elevada durante algún tiempo, pero conlleva costos. Ignorar la inflación y tratar de corregir el problema apostando al control cambiario es equivocar el camino. El problema es la inflación, no la disponibilidad de divisas.