La candidata del Partido Socialista Brasileño dice que es víctima de una campaña de desprestigio del PT y PSDB
En empate técnico con Dilma Rousseff (PT) en intención de voto para la presidencia, Marina Silva (PSB) busca diferenciarse de su adversaria y también del candidato tucano, Aécio Neves, al presentarse como la mensajera de la nueva política. Silva dice que los partidos perdieron su vínculo con la sociedad. Según afirma en una entrevista con los columnistas de O’Globo, el PT y el PSDB practican un dualismo que ella se propone exterminar, aunque distingue políticamente entre buenos y malos, y asegura que gobernará sólo con los primeros. «El PT y el PSDB viven el síndrome de Estocolmo, se enamoraron de los secuestradores de sus sueños», afirma. Marina se dice víctima de una campaña de «deconstrucción» en la que el PT y el PSDB se han unido «como en un batallón de Goliats contra David».
-Usted dice que, como no tiene apoyo, va a gobernar con los «buenos». ¿Quiénes son los buenos del PSDB, el PT y el PMDB?
Cuando digo que quiero gobernar con los mejores, soy interpelada todo el tiempo como si estuviese diciendo una aberración, como si alguien fuese a decir que va a gobernar con los peores, por más que muchos hagan precisamente eso, después de ser electos. Parto del principio de que cualquier persona que aspire al más alto cargo del país debe comprometerse a gobernar con los mejores. Parto también del principio de que hay personas buenas en todas partes. Y elegir gobernar con los mejores, sin esa versión maniquea de que los mejores son sólo los que pertenecen a mi alianza política, es también una nueva forma de encarar la política.
-Usted deja los partidos de lado y se enfoca en las personas, lo que lleva a que los partidos pierdan importancia. ¿Piensa negociar con las personas y no con los partidos?
El problema es que se fueron al otro extremo. Se olvidaron de las personas y les hablaban a los partidos. Y los partidos, según entiendo, deberían de estar al servicio de las personas. Lo que estoy diciendo es que son las personas las que nos dan la chance de renovar los partidos. En este momento, esa institución tan importante de nuestra democracia, como son los partidos políticos como mediadores de los distintos intereses, perdieron su vínculo con la sociedad, porque me resulta inconcebible que la gente vaya a depositar su confianza en un partido que mantuvo 12 años a un director para saquear las arcas de Petrobras. ¿Es eso lo que están reivindicando? Espero que los partidos entiendan que el mundo está cambiando, que el sujeto político actual es otro, que no quiere ser más un espectador de la política, sino que quiere tener un papel de protagonista. Sinceramente, creo que ese cambio va a ser muy beneficioso para partidos como el PT y el PSDB, que parecen aquejados del síndrome de Estocolmo: se enamoraron de los secuestradores de sus sueños. Son partidos que ganaron y se fueron transformando en rehenes de una lógica de la que tienen que despegar.
-¿Piensa que esa renovación se va a producir ahora? ¿Cree que cuatro años son suficientes para poner en práctica algo tan ambicioso?
En cuatro años no se va a resolver el problema de la agenda estratégica de Brasil. Cuatro años deben ser la base de esa transición. Nadie puede imaginar que en cuatro años se pueda hacer todo lo que hasta ahora no se hizo. Es necesario generar una nueva calidad en el proceso político. Me quedo pensando en lo que significaría la reelección de Dilma, al día siguiente, y lo que puedan sentir los brasileños en relación con seguir con sus vidas con ese Congreso en la forma que está. Dilma está legitimada con su discurso ese de «vaya, negocie con los partidos, ellos le van a decir que no se puede hacer otra cosa y por qué las cosas tienen que ser así». Y yo pienso en el ánimo del ciudadano. Prefiero creer que podemos comenzar un nuevo camino de la siguiente forma: va a quedar claro de entrada que nadie adhiere a nadie. Un gobierno de cuatro años ya da un cierto alivio para aquellos que podrían tener una crisis de abstinencia ante la perspectiva de tener que esperar tanto para alcanzar el poder. La alternancia en el poder debe ser un presupuesto de la democracia.
-Aunque el Congreso no apruebe ese proyecto que termina con la posibilidad de la reelección, ¿usted mantiene su palabra de que gobernará sólo durante cuatro años?
-Sí, es un derecho individual. El partido no puede obligarme a ser candidata. Quiero que Brasil encuentre un nuevo camino.
-¿Defiende la propuesta del fin de la reelección como una enmienda aislada o dentro del contexto de una reforma política?
-Como ya me comprometí, independientemente del fin de la reelección, sea aprobada o no, a cumplir un solo mandato, para mí, debe ser en el contexto de una reforma política. El inicio de esa reforma ya lo está haciendo el ciudadano brasileño. Sé que ustedes saben que gran parte de la estructura está esparciendo rumores de que estoy en contra de la Bolsa Familia o del petróleo presal. Es una cosa tan avasallante. No es una lucha de Goliat contra David. Es un batallón de Goliats contra David. Es la artillería pesada del PT y el PSDB, que se unieron temporariamente para tirarme con todo.
Traducción de Jaime Arrambide.
En empate técnico con Dilma Rousseff (PT) en intención de voto para la presidencia, Marina Silva (PSB) busca diferenciarse de su adversaria y también del candidato tucano, Aécio Neves, al presentarse como la mensajera de la nueva política. Silva dice que los partidos perdieron su vínculo con la sociedad. Según afirma en una entrevista con los columnistas de O’Globo, el PT y el PSDB practican un dualismo que ella se propone exterminar, aunque distingue políticamente entre buenos y malos, y asegura que gobernará sólo con los primeros. «El PT y el PSDB viven el síndrome de Estocolmo, se enamoraron de los secuestradores de sus sueños», afirma. Marina se dice víctima de una campaña de «deconstrucción» en la que el PT y el PSDB se han unido «como en un batallón de Goliats contra David».
-Usted dice que, como no tiene apoyo, va a gobernar con los «buenos». ¿Quiénes son los buenos del PSDB, el PT y el PMDB?
Cuando digo que quiero gobernar con los mejores, soy interpelada todo el tiempo como si estuviese diciendo una aberración, como si alguien fuese a decir que va a gobernar con los peores, por más que muchos hagan precisamente eso, después de ser electos. Parto del principio de que cualquier persona que aspire al más alto cargo del país debe comprometerse a gobernar con los mejores. Parto también del principio de que hay personas buenas en todas partes. Y elegir gobernar con los mejores, sin esa versión maniquea de que los mejores son sólo los que pertenecen a mi alianza política, es también una nueva forma de encarar la política.
-Usted deja los partidos de lado y se enfoca en las personas, lo que lleva a que los partidos pierdan importancia. ¿Piensa negociar con las personas y no con los partidos?
El problema es que se fueron al otro extremo. Se olvidaron de las personas y les hablaban a los partidos. Y los partidos, según entiendo, deberían de estar al servicio de las personas. Lo que estoy diciendo es que son las personas las que nos dan la chance de renovar los partidos. En este momento, esa institución tan importante de nuestra democracia, como son los partidos políticos como mediadores de los distintos intereses, perdieron su vínculo con la sociedad, porque me resulta inconcebible que la gente vaya a depositar su confianza en un partido que mantuvo 12 años a un director para saquear las arcas de Petrobras. ¿Es eso lo que están reivindicando? Espero que los partidos entiendan que el mundo está cambiando, que el sujeto político actual es otro, que no quiere ser más un espectador de la política, sino que quiere tener un papel de protagonista. Sinceramente, creo que ese cambio va a ser muy beneficioso para partidos como el PT y el PSDB, que parecen aquejados del síndrome de Estocolmo: se enamoraron de los secuestradores de sus sueños. Son partidos que ganaron y se fueron transformando en rehenes de una lógica de la que tienen que despegar.
-¿Piensa que esa renovación se va a producir ahora? ¿Cree que cuatro años son suficientes para poner en práctica algo tan ambicioso?
En cuatro años no se va a resolver el problema de la agenda estratégica de Brasil. Cuatro años deben ser la base de esa transición. Nadie puede imaginar que en cuatro años se pueda hacer todo lo que hasta ahora no se hizo. Es necesario generar una nueva calidad en el proceso político. Me quedo pensando en lo que significaría la reelección de Dilma, al día siguiente, y lo que puedan sentir los brasileños en relación con seguir con sus vidas con ese Congreso en la forma que está. Dilma está legitimada con su discurso ese de «vaya, negocie con los partidos, ellos le van a decir que no se puede hacer otra cosa y por qué las cosas tienen que ser así». Y yo pienso en el ánimo del ciudadano. Prefiero creer que podemos comenzar un nuevo camino de la siguiente forma: va a quedar claro de entrada que nadie adhiere a nadie. Un gobierno de cuatro años ya da un cierto alivio para aquellos que podrían tener una crisis de abstinencia ante la perspectiva de tener que esperar tanto para alcanzar el poder. La alternancia en el poder debe ser un presupuesto de la democracia.
-Aunque el Congreso no apruebe ese proyecto que termina con la posibilidad de la reelección, ¿usted mantiene su palabra de que gobernará sólo durante cuatro años?
-Sí, es un derecho individual. El partido no puede obligarme a ser candidata. Quiero que Brasil encuentre un nuevo camino.
-¿Defiende la propuesta del fin de la reelección como una enmienda aislada o dentro del contexto de una reforma política?
-Como ya me comprometí, independientemente del fin de la reelección, sea aprobada o no, a cumplir un solo mandato, para mí, debe ser en el contexto de una reforma política. El inicio de esa reforma ya lo está haciendo el ciudadano brasileño. Sé que ustedes saben que gran parte de la estructura está esparciendo rumores de que estoy en contra de la Bolsa Familia o del petróleo presal. Es una cosa tan avasallante. No es una lucha de Goliat contra David. Es un batallón de Goliats contra David. Es la artillería pesada del PT y el PSDB, que se unieron temporariamente para tirarme con todo.
Traducción de Jaime Arrambide.
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