A 31 días del cierre de inscripción de candidaturas, Sergio Massa padece el síndrome de Marcelo Tinelli. Sin canal propio, el intendente de Tigre todavía no resuelve si regresará este año a las ligas nacionales de la política y tampoco tiene definido a través de qué pantalla exhibirse. Sin mostrarse, Massa y el jefe de Ideas del Sur se convirtieron en dos de los principales actores políticos de una campaña electoral que por ahora late casi imperceptible.
El último encuentro entre Massa y Tinelli fue hace unos 20 días. Almorzaron juntos en el Palacio Duhau Park Hyatt de la Capital Federal. El conductor de TV venía de mantener una áspera reunión con la gerencia de Canal 13, explícitamente enfrentada con la gestión de la Presidente. También había sido contactado por el Grupo Telefé, que lo tentó para un regreso a la pantalla chica a través de un programa políticamente híbrido, anestesiado de críticas en el año electoral. En el almuerzo, Tinelli confesó que ninguna de las dos opciones lo hacía sentir cómodo y que maduraba la posibilidad de tomarse un año sabático alejado de la exposición mediática. «Me dejó contagiado el síndrome del año sabático», habría confesado Massa a sus colaboradores al salir de esa reunión con el presidente de Ideas del Sur.
Massa, al igual que Tinelli, apunta a quebrar la lógica binaria kirchnerismo versus antikirchnerismo. No quiere quedar de rehén de una pelea que no siente propia y que le traería más costos que beneficios. No está dispuesto a convertirse en el trofeo de la oposición y tampoco quiere convertirse en la tabla de flotación de un Gobierno que, de acuerdo con las palabras de Cristina de Kirchner, finalizará su ciclo en 2015, ya que la Presidente admitió en reiteradas oportunidades que no impulsará una reforma constitucional.
«Chau, chau, chau»
No fue un «chau, chau, chauuu» de VideoMatch. Pero ayer Massa se sacó una vez más de encima el compromiso de definir sus planes políticos de cara a las elecciones legislativas de octubre. Fue al visitar el Puerto de Frutos donde se habían incendiado al menos cuatro locales. Allí, interrogado sobre una eventual candidatura a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, el exjefe de Gabinete respondió: «¿Le parece que en un incendio da para preguntar eso? No, no da, chau, hasta luego…».
Para opositores como Mauricio Macri, Francisco de Narváez o Hermes Binner, el país se asoma a una crisis político-institucional-económica similar a un incendio, en términos metafóricos. Y Massa surfea esa tormenta perfecta que le ofrece un tentador escenario para lanzar una candidatura a través de su Frente Renovador. Veamos:
Ni el oficialismo ni la oposición logran consolidar un candidato competitivo en el principal distrito electoral del país a tan sólo un mes del cierre para inscribir postulantes. Una zona liberada que Massa ya percibió y sigue observando minuciosamente.
Son cada vez más remotas las chances de que Daniel Scioli sea candidato, testimonial o real, de la Casa Rosada en la provincia de Buenos Aires. El gobernador, que al igual que Massa también aspira a suceder a Cristina de Kirchner, permanecerá dentro del kirchnerismo, tanto que desautorizó la incursión de la agrupación sciolista La Juan Domingo en una cumbre del peronismo disidente con José Manuel de la Sota, De Narváez y Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas), entre otros.
Al igual que el año pasado en la Universidad de Harvard, el martes en la Universidad de La Matanza, Cristina de Kirchner descartó nuevamente una eventual reforma constitucional que habilite un tercer período de gobierno.
La economía atraviesa zonas de turbulencia, con congelamiento de precios a vencer a fin de mes, paritarias que no terminan de cerrar, una minicorrida financiera a partir del cepo al atesoramiento de dólares e índices de inflación contradictorios.
Frente a ese escenario, y luego de dos teleconferencias entre la Presidente y el intendente de Tigre, la Casa Rosada se muestra mansa frente a su exjefe de Gabinete. Es que con De Narváez plantado como un furibundo opositor al Gobierno nacional, con planteos excluyentes como «Ella o Vos», acuerdos con Hugo Moyano y Gerónimo Venegas, quien promete cárcel y confiscación de los bienes de los actuales funcionarios corruptos, Massa emerge como un opositor más racional. Tanto que su desembarco en la Cámara de Diputados, ya sea como un legislador más o como presidente de esa institución -cargo que lo deposita en la línea de sucesión del poder- es leído por la Casa Rosada como un mal menor. Aun siendo candidato por fuera del Frente para la Victoria, Massa sería un opositor más afín al cristinismo, despojado de la lógica binaria kirchnerista/antikirchnerista. Y a diferencia del Grupo A surgido en la Cámara luego de las legislativas de 2009, con la boleta de Unión PRO encabezada por De Narváez, Felipe Solá, con la bendición de Mauricio Macri, el intendente de Tigre podría garantizarle al cristinismo apoyo para leyes claves del Gobierno. Incluso la obtención del quórum, un ejercicio que ya resulta complicado en el recinto, quedando liberado para oponerse en temas de carácter institucional, como fue el caso de la reforma judicial.
Massa se convertiría así en el mejor opositor al que podría aspirar la Casa Rosada. No sólo desangraría el caudal electoral de De Narváez y ofrecería una oposición racional en la Cámara, por ejemplo, que le permita a la Presidente la aprobación de los presupuestos 2014 y 2015, sino que funcionaría también como un dique de contención para los planes expansionistas de Scioli, no sólo en la provincia de Buenos Aires, sino también en la Nación. El Gobierno evitaría tragos amargos como la imposibilidad de aprobar el Presupuesto en 2010, luego del nacimiento del Grupo A a partir del triunfo de De Narváez-Solá y Macri en 2009, y la imposición de leyes como el 82 por ciento móvil a las jubilaciones, que obligó a Cristina de Kirchner a vetar esa iniciativa.
Sin fecha para cumbre
Sin fecha para la postergada cumbre con sus intendentes afines, como Joaquín de la Torre (San Miguel), Sandro Guzmán (Escobar), Luis Andreotti (San Fernando), José Esverri (Olavarría) y Gabriel Katopodis (San Martín), el intendente de Tigre sigue evaluando todos los escenarios y no adoptaría ninguna decisión hasta el 12 de junio, cuando vence el plazo para inscribir frentes electorales. Sin embargo, los exégetas de Tigre repiten la frase de Massa en la cena de Conciencia junto con Macri y Scioli al terminar la teleconferencia con la Presidente y con Luiz Inácio Lula da Silva: «Mi definición depende lo que decidan los intendentes con los que formamos un grupo de trabajo que piensan en el presente y no especulan con el futuro». Estos jefes comunales, temerosos de una mayor injerencia de grupos ultrakirchneristas como La Cámpora o de opositores como De Narváez en sus concejos deliberantes, son el principal motor de Massa para ser candidato a diputado nacional por fuera del Frente para la Victoria. En el norte del conurbano, incluso, dan por hecho que Alicia Kirchner no modificará los padrones para ser candidata por la provincia de Buenos Aires y que la lista cristinista estará encabezada por Sergio Berni, quien ya habría empezado a emprolijar papeles para dejar el Senado bonaerense en los próximos días.
En caso de confirmar canal en el regreso a la pantalla política 2013, Massa todavía debería definir si adopta el axioma que le propuso uno de los intendentes de su mesa chica: «Massismo sin Massa». Una lista del Frente Renovador con un candidato que capitalice la imagen e intención de voto del exjefe de Gabinete en el principal distrito electoral del país. Más allá de su esposa, Ma-lena, portadora de apellido, esa opción no cristaliza, aunque Felipe Solá podría ser parte de ese armado. Y al jefe comunal de Tigre no le agrada la portación de apellido como instrumento para hacer campañas o políticas públicas.
En cambio, se potencian los contactos con Roberto Lavagna, recién divorciado antes de llegar al altar de los frentes electorales de la mano del PRO de Macri. Ni macrista ni kirchnerista, el intendente de Tigre quiere la tercera vía. Y a la vez nutrirse transversalmente de todos los bolsones electorales, peronistas radicales e independientes. Lavagna, excandidato presidencial de la UCR en 2007, aparece como el socio ideal para hacer campaña, compartir marca y encabezar recorridas conjuntas en la Ciudad Autónoma y en la provincia de Buenos Aires. Dos nestoristas de la primera hora, peronistas y protagonistas de una presunta renovación del PJ. Un exjefe de Gabinete y el ministro de Economía que capitaneó la tormenta de la salida de la convertibilidad. Casi una fórmula para 2015.
El último encuentro entre Massa y Tinelli fue hace unos 20 días. Almorzaron juntos en el Palacio Duhau Park Hyatt de la Capital Federal. El conductor de TV venía de mantener una áspera reunión con la gerencia de Canal 13, explícitamente enfrentada con la gestión de la Presidente. También había sido contactado por el Grupo Telefé, que lo tentó para un regreso a la pantalla chica a través de un programa políticamente híbrido, anestesiado de críticas en el año electoral. En el almuerzo, Tinelli confesó que ninguna de las dos opciones lo hacía sentir cómodo y que maduraba la posibilidad de tomarse un año sabático alejado de la exposición mediática. «Me dejó contagiado el síndrome del año sabático», habría confesado Massa a sus colaboradores al salir de esa reunión con el presidente de Ideas del Sur.
Massa, al igual que Tinelli, apunta a quebrar la lógica binaria kirchnerismo versus antikirchnerismo. No quiere quedar de rehén de una pelea que no siente propia y que le traería más costos que beneficios. No está dispuesto a convertirse en el trofeo de la oposición y tampoco quiere convertirse en la tabla de flotación de un Gobierno que, de acuerdo con las palabras de Cristina de Kirchner, finalizará su ciclo en 2015, ya que la Presidente admitió en reiteradas oportunidades que no impulsará una reforma constitucional.
«Chau, chau, chau»
No fue un «chau, chau, chauuu» de VideoMatch. Pero ayer Massa se sacó una vez más de encima el compromiso de definir sus planes políticos de cara a las elecciones legislativas de octubre. Fue al visitar el Puerto de Frutos donde se habían incendiado al menos cuatro locales. Allí, interrogado sobre una eventual candidatura a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, el exjefe de Gabinete respondió: «¿Le parece que en un incendio da para preguntar eso? No, no da, chau, hasta luego…».
Para opositores como Mauricio Macri, Francisco de Narváez o Hermes Binner, el país se asoma a una crisis político-institucional-económica similar a un incendio, en términos metafóricos. Y Massa surfea esa tormenta perfecta que le ofrece un tentador escenario para lanzar una candidatura a través de su Frente Renovador. Veamos:
Ni el oficialismo ni la oposición logran consolidar un candidato competitivo en el principal distrito electoral del país a tan sólo un mes del cierre para inscribir postulantes. Una zona liberada que Massa ya percibió y sigue observando minuciosamente.
Son cada vez más remotas las chances de que Daniel Scioli sea candidato, testimonial o real, de la Casa Rosada en la provincia de Buenos Aires. El gobernador, que al igual que Massa también aspira a suceder a Cristina de Kirchner, permanecerá dentro del kirchnerismo, tanto que desautorizó la incursión de la agrupación sciolista La Juan Domingo en una cumbre del peronismo disidente con José Manuel de la Sota, De Narváez y Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas), entre otros.
Al igual que el año pasado en la Universidad de Harvard, el martes en la Universidad de La Matanza, Cristina de Kirchner descartó nuevamente una eventual reforma constitucional que habilite un tercer período de gobierno.
La economía atraviesa zonas de turbulencia, con congelamiento de precios a vencer a fin de mes, paritarias que no terminan de cerrar, una minicorrida financiera a partir del cepo al atesoramiento de dólares e índices de inflación contradictorios.
Frente a ese escenario, y luego de dos teleconferencias entre la Presidente y el intendente de Tigre, la Casa Rosada se muestra mansa frente a su exjefe de Gabinete. Es que con De Narváez plantado como un furibundo opositor al Gobierno nacional, con planteos excluyentes como «Ella o Vos», acuerdos con Hugo Moyano y Gerónimo Venegas, quien promete cárcel y confiscación de los bienes de los actuales funcionarios corruptos, Massa emerge como un opositor más racional. Tanto que su desembarco en la Cámara de Diputados, ya sea como un legislador más o como presidente de esa institución -cargo que lo deposita en la línea de sucesión del poder- es leído por la Casa Rosada como un mal menor. Aun siendo candidato por fuera del Frente para la Victoria, Massa sería un opositor más afín al cristinismo, despojado de la lógica binaria kirchnerista/antikirchnerista. Y a diferencia del Grupo A surgido en la Cámara luego de las legislativas de 2009, con la boleta de Unión PRO encabezada por De Narváez, Felipe Solá, con la bendición de Mauricio Macri, el intendente de Tigre podría garantizarle al cristinismo apoyo para leyes claves del Gobierno. Incluso la obtención del quórum, un ejercicio que ya resulta complicado en el recinto, quedando liberado para oponerse en temas de carácter institucional, como fue el caso de la reforma judicial.
Massa se convertiría así en el mejor opositor al que podría aspirar la Casa Rosada. No sólo desangraría el caudal electoral de De Narváez y ofrecería una oposición racional en la Cámara, por ejemplo, que le permita a la Presidente la aprobación de los presupuestos 2014 y 2015, sino que funcionaría también como un dique de contención para los planes expansionistas de Scioli, no sólo en la provincia de Buenos Aires, sino también en la Nación. El Gobierno evitaría tragos amargos como la imposibilidad de aprobar el Presupuesto en 2010, luego del nacimiento del Grupo A a partir del triunfo de De Narváez-Solá y Macri en 2009, y la imposición de leyes como el 82 por ciento móvil a las jubilaciones, que obligó a Cristina de Kirchner a vetar esa iniciativa.
Sin fecha para cumbre
Sin fecha para la postergada cumbre con sus intendentes afines, como Joaquín de la Torre (San Miguel), Sandro Guzmán (Escobar), Luis Andreotti (San Fernando), José Esverri (Olavarría) y Gabriel Katopodis (San Martín), el intendente de Tigre sigue evaluando todos los escenarios y no adoptaría ninguna decisión hasta el 12 de junio, cuando vence el plazo para inscribir frentes electorales. Sin embargo, los exégetas de Tigre repiten la frase de Massa en la cena de Conciencia junto con Macri y Scioli al terminar la teleconferencia con la Presidente y con Luiz Inácio Lula da Silva: «Mi definición depende lo que decidan los intendentes con los que formamos un grupo de trabajo que piensan en el presente y no especulan con el futuro». Estos jefes comunales, temerosos de una mayor injerencia de grupos ultrakirchneristas como La Cámpora o de opositores como De Narváez en sus concejos deliberantes, son el principal motor de Massa para ser candidato a diputado nacional por fuera del Frente para la Victoria. En el norte del conurbano, incluso, dan por hecho que Alicia Kirchner no modificará los padrones para ser candidata por la provincia de Buenos Aires y que la lista cristinista estará encabezada por Sergio Berni, quien ya habría empezado a emprolijar papeles para dejar el Senado bonaerense en los próximos días.
En caso de confirmar canal en el regreso a la pantalla política 2013, Massa todavía debería definir si adopta el axioma que le propuso uno de los intendentes de su mesa chica: «Massismo sin Massa». Una lista del Frente Renovador con un candidato que capitalice la imagen e intención de voto del exjefe de Gabinete en el principal distrito electoral del país. Más allá de su esposa, Ma-lena, portadora de apellido, esa opción no cristaliza, aunque Felipe Solá podría ser parte de ese armado. Y al jefe comunal de Tigre no le agrada la portación de apellido como instrumento para hacer campañas o políticas públicas.
En cambio, se potencian los contactos con Roberto Lavagna, recién divorciado antes de llegar al altar de los frentes electorales de la mano del PRO de Macri. Ni macrista ni kirchnerista, el intendente de Tigre quiere la tercera vía. Y a la vez nutrirse transversalmente de todos los bolsones electorales, peronistas radicales e independientes. Lavagna, excandidato presidencial de la UCR en 2007, aparece como el socio ideal para hacer campaña, compartir marca y encabezar recorridas conjuntas en la Ciudad Autónoma y en la provincia de Buenos Aires. Dos nestoristas de la primera hora, peronistas y protagonistas de una presunta renovación del PJ. Un exjefe de Gabinete y el ministro de Economía que capitaneó la tormenta de la salida de la convertibilidad. Casi una fórmula para 2015.