El paquete de medidas que anunció el Presidente se enmarcan en un cambio en el rumbo de la gestión. Crédito: Nicolás Stulberg
¿Habrá sido Mirtha Legrand? ¿Las alertas de Carolina Stanley y Federico Salvai que le llegaron a través de la cada vez más importante María Eugenia Vidal? ¿Las encuestas de Jaime Duran Barba que comenzaron a decir que la luna de miel se había transformado en hiel? ¿Las charlas con la gente común que volvieron en Facebook? O quizás solo simplemente el enorme sentido de la percepción de las cosas que diferencia a un líder político del que no es lo es.
Lo real y concreto es que Mauricio Macri cambió. Así como en el medio del campaña electoral del año pasado tiró todo el discurso por la borda y lo cambió por uno más adaptable al votante independiente, esta semana archivó al gobierno Cambiemos de los cinco primeros meses para estrenar uno nuevo, en el que no hay tarifazos, no hay promesas vanas sobre el segundo semestre, no se discute la inflación, «Juanjo» Aranguren se volvió mudo, se reconoció la mala vibra con el papa Francisco, se le entreabrió la puerta a Hugo Moyano y hasta se dejó de mirar solo a los «inversores», esos seres extraterrestres que llegarían al país en masa para hacer realidad la Tierra Prometida y salvarnos de los pecados kirchneristas.
Probablemente lo que hubo fue un acto de sinceramiento de la realidad, en palabras del desarrollista Rogelio Frigerio. El Gobierno asumió a su modo que su verdad no era la realidad, parafraseando a Juan Domingo Perón.
Macri archivó al gobierno Cambiemos de los cinco primeros meses para estrenar uno nuevo
En este cambio del Presidente jugaron dos situaciones clave. La primera, las alertas amarillas que desde hace un mes le fueron llegando a través de María Eugenia Vidal, de que la situación el conurbano bonaerense, desde el punto de vista social podía comenzar a descontrolarse. No tanto por aquellos que están dentro del sistema de planes sociales, sino por aquellos que no lo están. El crecimiento exponencial de la delincuencia desorganizada e improvisada del mes de mayo, no solo en la provincia, fue la confirmación de aquellos informes. Los casi mil policías que la administración Vidal dejó en la calle en cinco meses encontraron mano de obra desocupada con más facilidad y costo de los esperados.
La preocupación de Vidal fue cómo llegar a esos que no están en los planes, no tienen documentos o directamente son extranjeros ilegales. Para eso la administración provincial utilizó dos caminos: las organizaciones sociales, muchas de ellas cercanas al kirchnerismo, y el gremio de la construcción, la UOCRA de Gerardo Martínez, única organización con registros con nombre y apellido de aquellos que «están fuera del sistema», por la naturaleza del trabajo de la construcción, «diario y por changa». Para apurar el régimen de contratación de la provincia, lento y burocrático, se optó por darle directamente las obras a los municipios.
El Gobierno asumió a su modo que su verdad no era la realidad
Por la construcción, hoy a través de la obra pública, creen en el Gobierno, no sin razón, que comenzará la recuperación de la economía. Como se verá, ya no son tiempos de los sueños de los ex CEOs y los inversores extranjeros. Ganó la realidad. Dato clave: nada de este plan de Vidal hubiera existido sin Federico Salvai, el ministro de Gobierno bonaerense, y su mujer Carolina Stanley, responsable social del gobierno nacional.
Lo segundo, las encuestas que no le daban al Gobierno lo bien dicen que le daban (tampoco hay que tomar en serio a las encuestas que no son del Gobierno, pero que para ser contratadas siempre hablan bien de la administración de turno). Recordar que lo que más importante para el criticado Durán Barba no son los números cuantitativos sino los cualitativos.
Los aumentos de tarifas salieron de los diarios y la televisión y llegaron a la calle. La virtual revuelta de los gobernadores patagónicos y el impacto social que el aumento de la luz y el gas tuvieron en organizaciones como los clubes de barrios tuvieron un resultado más negativo del esperado. Y por eso es que se apuntó a contestar a la medula de la preocupación de los argentinos: se entiende el ajuste de la economía y el mal momento social del macrismo como inevitable herencia del kirchnerismo, ¿pero para qué se está haciendo? ¿Cuál es el horizonte? ¿La publicación de una noticia de que alguna empresa japonesa invertirá en una nueva planta? ¿El dólar que baja? ¿La disminución del gasto público?
Se entiende el ajuste de la economía y el mal momento social como inevitable herencia del kirchnerismo, ¿pero para qué se está haciendo?
No. La respuesta de Macri fue contundente y con un enorme aroma K: un proyecto de mejoramiento a dos millones y medio de jubilados que siempre cobraron menos de lo que tenían que cobrar. La medida no solo se traduce desde el keynesianismo puro, porque apunta a mover el congelado consumo, sino que también tiene un significante moral: implica que desde el Estado se le reconoce a una porción de los argentinos que eran víctimas de una injusticia que ahora se repara. Una decisión de la del Presidente, que lo trasciende. De esas que le encantaban a Cristina.
«El sacrificio tiene un sentido. Cuando vas a pagar más cara la luz o el boleto de colectivo, mucha gente va a pensar, bueno, por lo menos el abuelo o el viejo van a cobrar más» explicaban el viernes el gobierno.
La reparación a los jubilados viene en un combo económico y político. En el primero va añadida de una amnistía impositiva que el Presidente tenía en mente antes de asumir. Tanto se discutió el tema en noviembre dentro de PRO que Alberto Abad estuvo a punto de no aceptar dirigir la AFIP si habría un blanqueo. Después lo convencieron de lo contrario: que asumiera y que habría perdón fiscal. Ahora el que se puso en contra y quedó solo dentro del gobierno con su negativa fue Alfonso Prat Gay. Dicen que por orden de su jefa política, Elisa Carrió, quien el viernes, como si nada, abusando de la generosidad y la paciencia de Macri, dijo que estaba «asustada» de que el Presidente tuviera una cuenta en Bahamas.
La preocupación del ministro de Hacienda por el blanqueo –recomendado hasta por la OCDE- compartida con hasta varios colegas periodistas es la negativa que tuvieron en su momento cuando el kirchnerismo avanzó con la misma idea. Prat Gay teme con razón que Axel Kicillof lo espere en el Congreso con los brazos abiertos de recuerdos. El kirchnerismo, como se sabe, es rencoroso y guarda los recortes de los diarios.
La otra ventaja es política. Emilio Monzó, Mario Negri y Nicolás Massot están brindando. Después del mal trago de la ley antidespidos, ahora tienen un proyecto ómnibus imposible de no acompañar, por lo menos a los bloques opoaliados, conducidos por dos expertos en la cuestión jubilatoria, Sergio Massa y Diego Bossio. ¿Qué hará el kirchnerismo? ¿Oponerse a una mejora a dos millones y medio de jubilados que no se le ocurrió?
El kirchnerismo, como se sabe, es rencoroso y guarda los recortes de los diarios
Mientras tanto, las malas noticias para el Gobierno llegaron, como era de preverse, de Roma. El papa Francisco no solo recibió a Hebe de Bonafini, sino que lo hizo por dos horas, es decir casi cuatro veces los 22 minutos que le dispenso a Mauricio Macri en febrero. Sin embargo la Casa Rosada, logró al menos avanzar en el problema: Gabriela Michetti sinceró la no buena relación entre el Papa y el Presidente («es distante», dijo) y después agregó un concepto interesante. «»No digo que no lo comprenda, digo que tal vez no hemos podido contarle hacia dónde estamos yendo. Mauricio no ha tenido una charla a fondo con el Papa para decirle mire ´yo, estoy yendo para allá´, y que la pobreza le parece un tema clave en la Argentina», explicó la vicepresidente.
Pregunta de periodista: ¿hasta el cambio del gobierno de esta semana, era claro que la pobreza era un tema clave para la Casa Rosada? ¿A todos los argentinos el Gobierno les ha podido contar a donde está yendo?.
Quizás Michetti también sea otra de las razones del cambio de Cambiemos. Era hora.
¿Habrá sido Mirtha Legrand? ¿Las alertas de Carolina Stanley y Federico Salvai que le llegaron a través de la cada vez más importante María Eugenia Vidal? ¿Las encuestas de Jaime Duran Barba que comenzaron a decir que la luna de miel se había transformado en hiel? ¿Las charlas con la gente común que volvieron en Facebook? O quizás solo simplemente el enorme sentido de la percepción de las cosas que diferencia a un líder político del que no es lo es.
Lo real y concreto es que Mauricio Macri cambió. Así como en el medio del campaña electoral del año pasado tiró todo el discurso por la borda y lo cambió por uno más adaptable al votante independiente, esta semana archivó al gobierno Cambiemos de los cinco primeros meses para estrenar uno nuevo, en el que no hay tarifazos, no hay promesas vanas sobre el segundo semestre, no se discute la inflación, «Juanjo» Aranguren se volvió mudo, se reconoció la mala vibra con el papa Francisco, se le entreabrió la puerta a Hugo Moyano y hasta se dejó de mirar solo a los «inversores», esos seres extraterrestres que llegarían al país en masa para hacer realidad la Tierra Prometida y salvarnos de los pecados kirchneristas.
Probablemente lo que hubo fue un acto de sinceramiento de la realidad, en palabras del desarrollista Rogelio Frigerio. El Gobierno asumió a su modo que su verdad no era la realidad, parafraseando a Juan Domingo Perón.
Macri archivó al gobierno Cambiemos de los cinco primeros meses para estrenar uno nuevo
En este cambio del Presidente jugaron dos situaciones clave. La primera, las alertas amarillas que desde hace un mes le fueron llegando a través de María Eugenia Vidal, de que la situación el conurbano bonaerense, desde el punto de vista social podía comenzar a descontrolarse. No tanto por aquellos que están dentro del sistema de planes sociales, sino por aquellos que no lo están. El crecimiento exponencial de la delincuencia desorganizada e improvisada del mes de mayo, no solo en la provincia, fue la confirmación de aquellos informes. Los casi mil policías que la administración Vidal dejó en la calle en cinco meses encontraron mano de obra desocupada con más facilidad y costo de los esperados.
La preocupación de Vidal fue cómo llegar a esos que no están en los planes, no tienen documentos o directamente son extranjeros ilegales. Para eso la administración provincial utilizó dos caminos: las organizaciones sociales, muchas de ellas cercanas al kirchnerismo, y el gremio de la construcción, la UOCRA de Gerardo Martínez, única organización con registros con nombre y apellido de aquellos que «están fuera del sistema», por la naturaleza del trabajo de la construcción, «diario y por changa». Para apurar el régimen de contratación de la provincia, lento y burocrático, se optó por darle directamente las obras a los municipios.
El Gobierno asumió a su modo que su verdad no era la realidad
Por la construcción, hoy a través de la obra pública, creen en el Gobierno, no sin razón, que comenzará la recuperación de la economía. Como se verá, ya no son tiempos de los sueños de los ex CEOs y los inversores extranjeros. Ganó la realidad. Dato clave: nada de este plan de Vidal hubiera existido sin Federico Salvai, el ministro de Gobierno bonaerense, y su mujer Carolina Stanley, responsable social del gobierno nacional.
Lo segundo, las encuestas que no le daban al Gobierno lo bien dicen que le daban (tampoco hay que tomar en serio a las encuestas que no son del Gobierno, pero que para ser contratadas siempre hablan bien de la administración de turno). Recordar que lo que más importante para el criticado Durán Barba no son los números cuantitativos sino los cualitativos.
Los aumentos de tarifas salieron de los diarios y la televisión y llegaron a la calle. La virtual revuelta de los gobernadores patagónicos y el impacto social que el aumento de la luz y el gas tuvieron en organizaciones como los clubes de barrios tuvieron un resultado más negativo del esperado. Y por eso es que se apuntó a contestar a la medula de la preocupación de los argentinos: se entiende el ajuste de la economía y el mal momento social del macrismo como inevitable herencia del kirchnerismo, ¿pero para qué se está haciendo? ¿Cuál es el horizonte? ¿La publicación de una noticia de que alguna empresa japonesa invertirá en una nueva planta? ¿El dólar que baja? ¿La disminución del gasto público?
Se entiende el ajuste de la economía y el mal momento social como inevitable herencia del kirchnerismo, ¿pero para qué se está haciendo?
No. La respuesta de Macri fue contundente y con un enorme aroma K: un proyecto de mejoramiento a dos millones y medio de jubilados que siempre cobraron menos de lo que tenían que cobrar. La medida no solo se traduce desde el keynesianismo puro, porque apunta a mover el congelado consumo, sino que también tiene un significante moral: implica que desde el Estado se le reconoce a una porción de los argentinos que eran víctimas de una injusticia que ahora se repara. Una decisión de la del Presidente, que lo trasciende. De esas que le encantaban a Cristina.
«El sacrificio tiene un sentido. Cuando vas a pagar más cara la luz o el boleto de colectivo, mucha gente va a pensar, bueno, por lo menos el abuelo o el viejo van a cobrar más» explicaban el viernes el gobierno.
La reparación a los jubilados viene en un combo económico y político. En el primero va añadida de una amnistía impositiva que el Presidente tenía en mente antes de asumir. Tanto se discutió el tema en noviembre dentro de PRO que Alberto Abad estuvo a punto de no aceptar dirigir la AFIP si habría un blanqueo. Después lo convencieron de lo contrario: que asumiera y que habría perdón fiscal. Ahora el que se puso en contra y quedó solo dentro del gobierno con su negativa fue Alfonso Prat Gay. Dicen que por orden de su jefa política, Elisa Carrió, quien el viernes, como si nada, abusando de la generosidad y la paciencia de Macri, dijo que estaba «asustada» de que el Presidente tuviera una cuenta en Bahamas.
La preocupación del ministro de Hacienda por el blanqueo –recomendado hasta por la OCDE- compartida con hasta varios colegas periodistas es la negativa que tuvieron en su momento cuando el kirchnerismo avanzó con la misma idea. Prat Gay teme con razón que Axel Kicillof lo espere en el Congreso con los brazos abiertos de recuerdos. El kirchnerismo, como se sabe, es rencoroso y guarda los recortes de los diarios.
La otra ventaja es política. Emilio Monzó, Mario Negri y Nicolás Massot están brindando. Después del mal trago de la ley antidespidos, ahora tienen un proyecto ómnibus imposible de no acompañar, por lo menos a los bloques opoaliados, conducidos por dos expertos en la cuestión jubilatoria, Sergio Massa y Diego Bossio. ¿Qué hará el kirchnerismo? ¿Oponerse a una mejora a dos millones y medio de jubilados que no se le ocurrió?
El kirchnerismo, como se sabe, es rencoroso y guarda los recortes de los diarios
Mientras tanto, las malas noticias para el Gobierno llegaron, como era de preverse, de Roma. El papa Francisco no solo recibió a Hebe de Bonafini, sino que lo hizo por dos horas, es decir casi cuatro veces los 22 minutos que le dispenso a Mauricio Macri en febrero. Sin embargo la Casa Rosada, logró al menos avanzar en el problema: Gabriela Michetti sinceró la no buena relación entre el Papa y el Presidente («es distante», dijo) y después agregó un concepto interesante. «»No digo que no lo comprenda, digo que tal vez no hemos podido contarle hacia dónde estamos yendo. Mauricio no ha tenido una charla a fondo con el Papa para decirle mire ´yo, estoy yendo para allá´, y que la pobreza le parece un tema clave en la Argentina», explicó la vicepresidente.
Pregunta de periodista: ¿hasta el cambio del gobierno de esta semana, era claro que la pobreza era un tema clave para la Casa Rosada? ¿A todos los argentinos el Gobierno les ha podido contar a donde está yendo?.
Quizás Michetti también sea otra de las razones del cambio de Cambiemos. Era hora.