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La campaña agrícola / Los máximos alcanzados en la Pampa Húmeda
Los topes de hasta 80 quintales quemarcaron las cosechadoras en tramos puntuales de los lotes revelan que el cultivo tiene potencial para rendir cada vez más
Los buenos rindes en las lomas cayeron en los bajos saturados de agua. Foto: Marcelo Manera
La soja volvió a correr su frontera de rendimiento.
En 2013, los productores que en la zona núcleo superaron los 60 quintales por hectárea en pequeños tramos de un lote parecían haber tocado su techo de rinde. Dos años después, los picos de 70 y 80 quintales y más que los monitores de las cosechadoras marcaron en sojas de primera del sur de Santa Fe, Córdoba y el centro bonaerense revelan que el techo de 2013 también podía estar más alto. La frontera se estiró.
Nuevos topes que a muchos productores, no obstante, casi les da vergüenza mostrar en el actual contexto de pérdida de rentabilidad del negocio por menores precios y suba de costos (ver aparte).
Pero, ¿qué ayudó a picos tan altos? El agua no faltó en casi todo el ciclo. Hubo zonas con 200 milímetros más que el año pasado y su distribución resultó muy buena. En suelos con buen drenaje y partes altas fueron decisivas. Las ganadoras fueron las sojas de siembras tempranas con grupos III largos y IV cortos. Distinta fue la suerte en los bajos con napa cerca. Muchos se anegaron, las sojas dejaron de llenar y rindieron la mitad.
En los puntos a favor también colaboraron temperaturas medias y máximas menores en los momentos clave. Además, dio una mano la radiación, con una alta heliofanía, horas de sol, que sirvió para una muy buena fotosíntesis.
También las variedades cada vez más rendidoras, incluso algunas con la nueva tecnología Intacta, acercaron lo suyo.
En este combo, Joaquín Lopetegui, gerente de soja de Don Mario, destacó algo más: los picos se lograron en lotes «bien manejados en cuanto rotación, fertilización y control de malezas».
En tanto, para Rodolfo Rossi, director de investigación global de Nidera, los rindes muy altos fueron una combinación de genética, manejo y ambiente. «Las variedades disponibles tienen ese potencial. Se pudo sembrar en época y las implantaciones permitieron lograr la estructura de cultivo adecuada. Hubo enfermedades pero no limitaron la expresión de rendimiento o fueron tratadas con fungicidas. Esos altos rindes se hicieron en lotes bien manejados, incluida la fertilización», reflexionó.
Casos
En Inriville, Córdoba, Nahuel Grazioli es uno de los productores que vio volar el monitor de rendimiento. Llegó a picos de 75/76 quintales. Fue en tramos de 50 a 100 metros. Y en partes homogéneas de los lotes donde no se acumuló agua vio promedios de 65 quintales. «En mi caso los rindes topes se lograron en lotes de grupo IV corto con tecnología IPRO Intacta con un antecedente de muchos años en siembra directa y con una alta rotación», contó.
Grazioli ilustró la contra cara. «La triste realidad la veíamos cuando se terminaba el lote, ya que donde se acumuló agua o en los bajos, donde el cultivo se perdió en su totalidad, la soja terminó prematuramente su ciclo y los rindes caían a la mitad o menos que en las partes buenas de cada lote». Así, de lomas de 6500 kilos se pasaba a bajos de 2500 kilos.
En esa zona hubo pérdidas por excesos hídricos que complicaron la situación económica de muchos productores.
Cerca de Venado Tuerto, en el sur de Santa Fe, Ademar Polo sembró una DM 4712 cuyo tope de rinde se inmortalizó en un video. Su asesor, Juan Ioele, grabó el momento en que el monitor tocó 84 quintales. Esa soja se había sembrado el 30 de octubre y se fertilizó con 60 kilos de superfosfato simple a la siembra.
«En uno de los lotes, de 40 hectáreas, aproximadamente en 11 de ellas el monitor marcó rindes de 70, 80 y casi 90 quintales en algunos puntos», señaló el productor.
Iole atribuyó el máximo a una combinación de lluvias, genética y fertilidad.»Las lluvias sin lugar a dudas fueron el factor preponderante ya que en el mismo campo y con iguales variedades no habíamos podido alcanzar estos valores», indicó.
En Isla Verde, Córdoba, Alejo Villar asesora un campo donde la soja estuvo arriba de los 65 quintales en las lomas. Fue con una DM 3810, grupo III largo. Esos 65 quintales se marcaron varias veces en un mismo tramo dentro de 10 a 15 hectáreas.
La sorpresa allí fue que en un año con tantas lluvias los lotes con napas altas este año tuvieron el menor rinde, con 44 quintales.
«En esta zona es normal tener rendimientos entre 40 y 45 quintales con techos de 50. Lo que no es normal es tener rindes tan altos en lotes con loma y sin napa», describió.
Para Villar, ayudaron las lluvias en todos los estadios y la escasez de enfermedades y plagas.
«A mí parecer la genética no fue la que más aportó este año, ya que no son variedades nuevas, salvo en lotes sembrados a fines de octubre con variedades cortas, como DM 3312 que sí dieron excelentes rindes de promedio», opinó.
En Junín, Ricardo Fernández tuvo picos de 6200 a 6300 kilos en un lote de 20 hectáreas. Fue con la variedad 4009, grupo IV corto, de Nidera.
Puso todo a ganador con un barbecho temprano para tener un lote bien limpio y con una fuerte apuesta por la fertilización. Ya en junio/julio aplicó 120 kilos al voleo de superfosfato triple y luego hizo lo mismo con 100 kilos de yeso. Además, en la siembra aplicó 50 kilos de fosfato monoamónico en la línea como arrancador. «Para mí, además de las lluvias, en estos rindes tuvieron que ver que se llegó a la siembra con un lote bien limpio y la fertilización. Además, en R3/R4 aplicamos fungicida para mantener la mayor cantidad posible de hojas sanas para el rinde», detalló Fernández.
Horacio Merialdo, productor de Suipacha, también vio picos nunca antes registrados. Fueron 84 quintales con las DM 4014 y DM 4614 Intacta. Los máximos se dieron varias veces en 50 metros. La soja se sembró el 25 de octubre. Se hizo una fertilización mezcla de fósforo-azufre en 70 kg por hectárea.
«Fue un año muy bueno en cuanto al régimen de lluvias y temperaturas no tan elevadas en los períodos críticos, además de temperaturas no tan altas luego de las lluvias de enero, lo cual favoreció el aprovechamiento por parte del cultivo», analizó.
Los topes abren un interrogante: ¿por qué es difícil tener estos súper rindes en escalas mayores?
Para Lopetegui, la respuesta es que es difícil que se repitan de una campaña a otra las condiciones climáticas, en este caso muy buenas. Además, influye que los lotes con la rotación adecuada y manejo de alta productividad «son una especie en extinción», según definió. Para el técnico, el desafío es entender como está actuando la soja en superficies pequeñas para adaptar su manejo y extender esos picos a una mayor superficie.
En primera persona
Alejo Villar
Asesor
«Al estar trillando desde un bajo hacia la loma se podía ver claramente en el monitor cómo aumentaba de 40 quintales a los 65 quintales a medida que subía la loma. Fue un año con sorpresas; los lotes con napas rindieron menos».
Horacio Merialdo
Productor
«Fue un año muy bueno en cuanto al régimen de lluvias y temperaturas no tan elevadas en los períodos críticos del cultivo. Todos los años se producen altos picos en el rinde, pero no tantos como en este en particular»
Ademar Polo
Productor
«Los picos se obtuvieron en lugares puntuales de los lotes. Es muy difícil obtener rendimientos promedio de esos valores, pero sin dudas hablan de la potencialidad del cultivo a campo cuando se dan las condiciones»
Joaquín Lopetegui
Técnico
«La campaña fue muy buena en cuanto a que no faltó agua en casi todo el ciclo y hubo temperaturas medias y máximas menores. También ayudó la radiación y en enfermedades y plagas fue una campaña tranquila».
La campaña agrícola / Los máximos alcanzados en la Pampa Húmeda
Los topes de hasta 80 quintales quemarcaron las cosechadoras en tramos puntuales de los lotes revelan que el cultivo tiene potencial para rendir cada vez más
Los buenos rindes en las lomas cayeron en los bajos saturados de agua. Foto: Marcelo Manera
La soja volvió a correr su frontera de rendimiento.
En 2013, los productores que en la zona núcleo superaron los 60 quintales por hectárea en pequeños tramos de un lote parecían haber tocado su techo de rinde. Dos años después, los picos de 70 y 80 quintales y más que los monitores de las cosechadoras marcaron en sojas de primera del sur de Santa Fe, Córdoba y el centro bonaerense revelan que el techo de 2013 también podía estar más alto. La frontera se estiró.
Nuevos topes que a muchos productores, no obstante, casi les da vergüenza mostrar en el actual contexto de pérdida de rentabilidad del negocio por menores precios y suba de costos (ver aparte).
Pero, ¿qué ayudó a picos tan altos? El agua no faltó en casi todo el ciclo. Hubo zonas con 200 milímetros más que el año pasado y su distribución resultó muy buena. En suelos con buen drenaje y partes altas fueron decisivas. Las ganadoras fueron las sojas de siembras tempranas con grupos III largos y IV cortos. Distinta fue la suerte en los bajos con napa cerca. Muchos se anegaron, las sojas dejaron de llenar y rindieron la mitad.
En los puntos a favor también colaboraron temperaturas medias y máximas menores en los momentos clave. Además, dio una mano la radiación, con una alta heliofanía, horas de sol, que sirvió para una muy buena fotosíntesis.
También las variedades cada vez más rendidoras, incluso algunas con la nueva tecnología Intacta, acercaron lo suyo.
En este combo, Joaquín Lopetegui, gerente de soja de Don Mario, destacó algo más: los picos se lograron en lotes «bien manejados en cuanto rotación, fertilización y control de malezas».
En tanto, para Rodolfo Rossi, director de investigación global de Nidera, los rindes muy altos fueron una combinación de genética, manejo y ambiente. «Las variedades disponibles tienen ese potencial. Se pudo sembrar en época y las implantaciones permitieron lograr la estructura de cultivo adecuada. Hubo enfermedades pero no limitaron la expresión de rendimiento o fueron tratadas con fungicidas. Esos altos rindes se hicieron en lotes bien manejados, incluida la fertilización», reflexionó.
Casos
En Inriville, Córdoba, Nahuel Grazioli es uno de los productores que vio volar el monitor de rendimiento. Llegó a picos de 75/76 quintales. Fue en tramos de 50 a 100 metros. Y en partes homogéneas de los lotes donde no se acumuló agua vio promedios de 65 quintales. «En mi caso los rindes topes se lograron en lotes de grupo IV corto con tecnología IPRO Intacta con un antecedente de muchos años en siembra directa y con una alta rotación», contó.
Grazioli ilustró la contra cara. «La triste realidad la veíamos cuando se terminaba el lote, ya que donde se acumuló agua o en los bajos, donde el cultivo se perdió en su totalidad, la soja terminó prematuramente su ciclo y los rindes caían a la mitad o menos que en las partes buenas de cada lote». Así, de lomas de 6500 kilos se pasaba a bajos de 2500 kilos.
En esa zona hubo pérdidas por excesos hídricos que complicaron la situación económica de muchos productores.
Cerca de Venado Tuerto, en el sur de Santa Fe, Ademar Polo sembró una DM 4712 cuyo tope de rinde se inmortalizó en un video. Su asesor, Juan Ioele, grabó el momento en que el monitor tocó 84 quintales. Esa soja se había sembrado el 30 de octubre y se fertilizó con 60 kilos de superfosfato simple a la siembra.
«En uno de los lotes, de 40 hectáreas, aproximadamente en 11 de ellas el monitor marcó rindes de 70, 80 y casi 90 quintales en algunos puntos», señaló el productor.
Iole atribuyó el máximo a una combinación de lluvias, genética y fertilidad.»Las lluvias sin lugar a dudas fueron el factor preponderante ya que en el mismo campo y con iguales variedades no habíamos podido alcanzar estos valores», indicó.
En Isla Verde, Córdoba, Alejo Villar asesora un campo donde la soja estuvo arriba de los 65 quintales en las lomas. Fue con una DM 3810, grupo III largo. Esos 65 quintales se marcaron varias veces en un mismo tramo dentro de 10 a 15 hectáreas.
La sorpresa allí fue que en un año con tantas lluvias los lotes con napas altas este año tuvieron el menor rinde, con 44 quintales.
«En esta zona es normal tener rendimientos entre 40 y 45 quintales con techos de 50. Lo que no es normal es tener rindes tan altos en lotes con loma y sin napa», describió.
Para Villar, ayudaron las lluvias en todos los estadios y la escasez de enfermedades y plagas.
«A mí parecer la genética no fue la que más aportó este año, ya que no son variedades nuevas, salvo en lotes sembrados a fines de octubre con variedades cortas, como DM 3312 que sí dieron excelentes rindes de promedio», opinó.
En Junín, Ricardo Fernández tuvo picos de 6200 a 6300 kilos en un lote de 20 hectáreas. Fue con la variedad 4009, grupo IV corto, de Nidera.
Puso todo a ganador con un barbecho temprano para tener un lote bien limpio y con una fuerte apuesta por la fertilización. Ya en junio/julio aplicó 120 kilos al voleo de superfosfato triple y luego hizo lo mismo con 100 kilos de yeso. Además, en la siembra aplicó 50 kilos de fosfato monoamónico en la línea como arrancador. «Para mí, además de las lluvias, en estos rindes tuvieron que ver que se llegó a la siembra con un lote bien limpio y la fertilización. Además, en R3/R4 aplicamos fungicida para mantener la mayor cantidad posible de hojas sanas para el rinde», detalló Fernández.
Horacio Merialdo, productor de Suipacha, también vio picos nunca antes registrados. Fueron 84 quintales con las DM 4014 y DM 4614 Intacta. Los máximos se dieron varias veces en 50 metros. La soja se sembró el 25 de octubre. Se hizo una fertilización mezcla de fósforo-azufre en 70 kg por hectárea.
«Fue un año muy bueno en cuanto al régimen de lluvias y temperaturas no tan elevadas en los períodos críticos, además de temperaturas no tan altas luego de las lluvias de enero, lo cual favoreció el aprovechamiento por parte del cultivo», analizó.
Los topes abren un interrogante: ¿por qué es difícil tener estos súper rindes en escalas mayores?
Para Lopetegui, la respuesta es que es difícil que se repitan de una campaña a otra las condiciones climáticas, en este caso muy buenas. Además, influye que los lotes con la rotación adecuada y manejo de alta productividad «son una especie en extinción», según definió. Para el técnico, el desafío es entender como está actuando la soja en superficies pequeñas para adaptar su manejo y extender esos picos a una mayor superficie.
En primera persona
Alejo Villar
Asesor
«Al estar trillando desde un bajo hacia la loma se podía ver claramente en el monitor cómo aumentaba de 40 quintales a los 65 quintales a medida que subía la loma. Fue un año con sorpresas; los lotes con napas rindieron menos».
Horacio Merialdo
Productor
«Fue un año muy bueno en cuanto al régimen de lluvias y temperaturas no tan elevadas en los períodos críticos del cultivo. Todos los años se producen altos picos en el rinde, pero no tantos como en este en particular»
Ademar Polo
Productor
«Los picos se obtuvieron en lugares puntuales de los lotes. Es muy difícil obtener rendimientos promedio de esos valores, pero sin dudas hablan de la potencialidad del cultivo a campo cuando se dan las condiciones»
Joaquín Lopetegui
Técnico
«La campaña fue muy buena en cuanto a que no faltó agua en casi todo el ciclo y hubo temperaturas medias y máximas menores. También ayudó la radiación y en enfermedades y plagas fue una campaña tranquila».