Los economistas analizaron la situación económica en el ciclo que organizó el Banco Industrial. Advirtieron sobre la necesidad de solucionar la escasez de dólares.
Descifrando el futuro. Bein y Arriazu disertaron en el seminario del Bind.
Por Alejandra Groba (economia@lacapital.com.ar)
Para volver a crecer, hay que volver a endeudarse. Tal la conclusión de las presentaciones que los economistas Ricardo Arriazu y Miguel Bein hicieron en la vigésima conferencia anual «Descifrando el futuro», del Banco Industrial (Bind).
Arriazu repasó primero la historia «larga» y el presente y perspectivas de la economía mundial, destacando el «extraordinario» crecimiento que tuvo a partir de 1950 y el hecho de que en los últimos 70 años no hubo, prácticamente, ni una sola recesión global.
Hubo, sí, una crisis importante en 2009, que no fue más grave por la decidida acción de Ben Bernanke, el entonces titular de la Reserva Federal (Banco Central) de los EEUU. A partir de allí, la economía norteamericana volvió a crecer y ya «recuperó» todos los puestos de trabajo perdidos entre 2008 y 2009 y está en medio de una «revolución» energética gracias a la explotación de los hidrocarburos «no convencionales». La Unión Europea atraviesa una adaptación más lenta, pero registra progresos y éstos se acelerarán si Alemania deja de lado su excesiva ortodoxia.
Lo más importante de cara a los próximos años y a las perspectivas de economías «emergentes», como la argentina, es que desde la salida de la crisis hubo una «acumulación de ahorro» en los países desarrollados de nada menos que 7 billones (esto es, siete millones de millones) de dólares que disipan el riesgo de que la revaluación de activos de los últimos años sea una «burbuja» sostenida por las bajísimas tasas de interés, en particular en Estados Unidos.
Según Arriazu, la tasa de interés internacional de «equilibrio» es ahora entre dos y dos puntos y medio más baja de lo que era históricamente. En otras palabras, no habría riesgo de que, a corto o mediano plazo, las economías emergentes vuelvan a ser sorprendidas por un aumento del costo del crédito y una ralentización brusca de la economía mundial. Sí habrá un reacomodamiento, con las economías emergentes, en especial China, creciendo a tasas menores. En lo que iba del siglo XXI, dijo el consultor, las economías emergentes crecían el triple que las desarrolladas. En adelante, crecerán al doble. Pero, en conjunto, la economía mundial seguirá creciendo.
Al lado de esas buenas noticias Arriazu dejó un alerta sobre la baja de los precios de las materias primas, en especial el petróleo y los commodities agrícolas, de los que tanto depende la Argentina. Por contingencias climáticas (inundaciones en EEUU, sequías en Brasil) se mantendrá firme, pero sin agravarse, debido al fuerte crecimiento de la producción mundial. El consultor concluyó su exposición planteando una pregunta: ¿cómo hará la Argentina en los próximos dos años para compensar la pérdida de valor, de unos 11.000 millones de dólares, de su producción agrícola?
Bein recogió el guante celebrando, primero, el pronóstico sobre las tasas de interés. El aumento de tasas en EEUU, recordó, generó entre 1979 y 1982 la «crisis de la deuda» latinoamericana y nada menos que 42 «defaults» en todo el mundo, y el ciclo alcista de 1994 prohijó el famoso «efecto Tequila». Por eso, enfatizó, la prolongación de un escenario de tasas bajas por al menos dos o tres años más es una «muy buena noticia».
Para la Argentina, dijo, el desafío es «recuperar una moneda nacional». Llevará tiempo, enfatizó, pero es imprescindible para aprovechar la oportunidad y pasar «del crecimiento al desarrollo». El economista, que asesora al gobernador bonaerense Daniel Scioli, dijo que «sin dudas», la Argentina viene de una «década ganada». Allí están, dijo, la mejora de los salarios, las jubilaciones, el consumo y los «nuevos derechos».
Además, agregó, la oportunidad que la mejora de los términos de intercambio comercial le dio al país sigue vigente. Del 2000 a 2014 ese índice subió de 100 a 141. Ahora bajó a 130, un valor que sigue siendo históricamente alto. El problema de la economía argentina, dijo Bein, es que hace un par de años se quedó sin dólares para seguir creciendo, en parte por el «macrocidio» (suicidio macroeconómico) del bienio 2010/11, cuando los salarios nominales crecieron más del 60 por ciento y el dólar poco más del 10 por ciento. De resultas, precisó, el salario en dólares creció nada menos que 54 por ciento, llevando a la pérdida de competitividad de la economía y, junto con el déficit energético, al «cepo» cambiario.
«Todas las crisis argentinas desde 1914 _dijo Bein_ ocurrieron por escasez de dólares. Es la cuestión a resolver para volver a crecer».
De cara a 2015, Bein dio tres “escenarios”. Uno negativo, en el que se prolonga la situación de default, siguen escaseando los dólares y, como el valor de las exportaciones sigue cayendo, también lo hacen las importaciones. Así, el PBI se contraería por segundo año consecutivo: 2,2% este año y 3% el próximo. En el escenario intermedio, de “ni fu ni fa”, la apertura al crédito se produce lentamente y la economía logra crecer, pero poco, entre 1 y 2%. Y en el positivo, de rápida normalización financiera, la economía crece entre 3 y 4%. La cuestión clave, insistió, es que “si no aparecen los dólares” la inevitable contracción de las importaciones lleva al achique del PBI. “No hay atajos”, resumió.
El consultor pronosticó que a fin de año el dólar oficial estará en 8,75 pesos y que si se resuelve la “escasez de dólares” el año que viene los salarios podrían volver a ganarle al dólar y la inflación sería menor a la de este año, sobre la que se abstuvo de dar cifras. A la hora de las preguntas, ambos economistas coincidieron en el optimismo sobre las “oportunidades” de la Argentina y también en la crítica de la política tarifaria y de subsidios. Arriazu señaló que los 161.000 millones de pesos en subsidios de los primeros nueve meses de este año superan el déficit fiscal, incluso excluyendo las “rentas de la propiedad” (transferencias del Banco Central y de la Ansés por revaluación nominal de sus activos) que computa caprichosamente el gobierno. Bein, a su turno, señaló que en Capital Federal y Gran Buenos Aires 3,5 millones de familias pagan en promedio 200 pesos por bimestre de electricidad, una séptima parte de lo que cuesta abastecerlas. Solo ahí, dijo, hay un subsidio anual de 50.000 millones de pesos, que buena parte de esas mismas familias usan para comprar “dólar-ahorro” y gastar un poco más en el exterior. “Un sistema de administración de reservas así va a terminar mal si no se hace algo”, concluyó.
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