Economía Viernes 6 de Junio de 2014
UNEN no va, tras dar su documento
• Gobierno logró subir sólo al PRO y a massistas.
• Tres días de entrevistas en el Capitolio que servirán a futuro.
Por: Rubén Rabanal
Cecilia Nahón y John Kerry
El Gobierno logró armar ayer una delegación de diputados y senadores que partirá el domingo a Washington a entrevistarse allí con republicanos y demócratas durante tres días, antes de que la Corte Suprema de ese país se expida sobre la admisión del caso argentina en la pelea con el fondo NML Capital.
El objetivo del viaje (que dada la fecha y los protocolos del caso no tiene chance alguna de impactar en la decisión que el tribunal tomará desde el jueves sobre la pelea con ese fondo contra el país) apunta a mejorar la defensa de la Argentina dentro del mundo político de la capital estadounidense, especialmente en los núcleos más críticos del partido Republicano. La apuesta, entonces, es que el jueves la pelea judicial no termina y que podrá continuar en el terreno de la Corte Suprema.
La agenda en Washington, armada por Cecilia Nahón, incluye tres días de encuentros con senadores y representantes y un día más, el jueves, que la delegación se tomará para esperar el inicio de las deliberaciones de la Corte. El Gobierno pidió subir a opositores y lo logró sólo a medias: junto a Julián Domínguez, Roberto Feletti, que encabezan y organizaron la delegación, irán Gerardo Zamora, Marcelo Fuentes y Ruperto Godoy, todos kirchneristas. Miguel Pichetto, con invitación en mano, seguía anoche demasiado lejos de la puerta de embarque de ese avión. Feletti aparecía ayer como el máximo impulsor de la estrategia: «Es una iniciativa para dialogar con pares del Congreso estadounidense a fin de explicar la posición argentina», decía por la tarde.
El cupo opositor que logró el kirchnerismo fue toda una novedad. Tras el rechazo inicial de UNEN a participar en la delegación que paseará el caso argentino por el Capitolio, la idea del viaje se había caído. Los radicales, Elisa Carrió, el GEN, los socialistas y la izquierda del grupo prefirieron firmar una declaración de apoyo al país, casi la misma que les había pedido el Gobierno suscribir en conjunto, la enviaron a EE.UU. vía embajada y cortaron negociaciones con el kirchnerismo recordando primero que nunca estuvieron de acuerdo con la estrategia, el lenguaje y los desplantes judiciales con que se manejó el caso en los estrados, primero de Nueva York y luego en la Corte.
Ayer, desde la mañana, el Gobierno intentó rearmar otro grupo y allí logró subir al massista Darío Giustozzi y al macrista Federico Sturzenegger.
Hubo dos intentos más hasta último momento: Martín Lousteau, que se negó a aceptar el convite y se mantuvo dentro de la postura de UNEN y Claudio Lozano, quien por la noche argumentó no compartir un peregrinaje a Washington de ese tipo por motivos de la deuda.
Hubo tres días de negociaciones que terminaron con una declaración de la oposición sobre la deuda y con otra que el kirchnerismo hizo firmar ayer en Diputados y en el Senado que reproduce casi con comas la que elaboró UNEN. Fue, quizás, el único éxito hasta ahora: que dos declaraciones parlamentarias de apoyo al país no fueran firmadas por unanimidad, pero al menos dijeran lo mismo.
La cosecha de opositores fue magra y lejos de lo que había pedido . La pregunta, entonces, es Siempre fue clave que bloques de la oposición se subieran al avión; fue lo único que le interesaba a la Presidente en este caso y por eso el pedido de unidad, la apelación contra los y el elogio que compartió con a los parlamentarios británicos que firmaron la declaración de apoyo al país. insistía .
La historia de cómo se armó este viaje aporta muchos más datos sobre la idea que tiene el Gobierno de lo que está sucediendo en Washington con la causa por los fondos buitre que sobre los percances con las declaraciones y delegaciones.
Ese vuelo a Washington, con todos los riesgos que implica en balance de éxitos y fracasos, apareció en principio armado en el Congreso y medio a contramano de las relaciones políticas que se dan por estos días en el recinto de Diputados. Pero la realidad es que la idea no comenzó allí, sino por una orden de Cristina de Kirchner.
La Presidente se basó en esto en el informe actualizado que giró Nahón al país sobre la situación política en Washington en torno de los apoyos y rechazos a la posición argentina en el caso de los reclamos de NML Capital y el resto de los buitres como le gusta al kirchnerismo llamar a esos fondos.
Ese diagnóstico dice que tanto el departamento del Tesoro como el de Estado no muestran una actitud en contra de la posición argentina sino todo lo contrario. Esto se sabe desde hace tiempo por las posiciones que viene tomando el Gobierno de Barack Obama. No es el amor y sí quizás la certeza de la conveniencia de no alentar default en emergentes lo que mueve a esa estrategia, pero como sea, la Argentina sale ganando con ese saldo.
Tampoco se detectan, más allá de los discursos de barricada (escuchados en estos días frente al cierre del acuerdo para el pago al Club de París), animosidades políticas o técnicas contra el país con relación a los reclamos de holdouts por parte del FMI o el resto de los organismos multilaterales de crédito.
«La presión dura contra el país viene del lobby republicano en el Congreso», razonaba ayer un kirchnerista a este diario. Habría que sumar a ese pensamiento la posición de algunos demócratas que no ven con buenos ojos alguna mano blanda de la administración Obama con rebeldes como la Argentina.
Está claro que ese lobby del Capitolio hoy no tiene influencia directa en la decisión que pueda tomar la Corte Suprema desde el jueves.
Pero ya sea que el tribunal pida un pronunciamiento del procurador general, lo que aportaría todo el tiempo que el país necesita para llegar al cambio de reglas que operará en diciembre, o que admita el caso (más improbable) o se tome tiempo para hacerlo, el Gobierno cree que la instancia Washington no se cierra esta semana y que la pelea allí seguirá. Y de ahí la necesidad de avanzar con una estrategia política.
Con esas certezas es que hubo consultas con el Departamento del Estado. La recomendación del propio John Kerry fue directa: «Generen una contraopinión en el Congreso», se les dijo a los argentinos. Pero hubo una condición imprescindible: «Tienen que venir con opositores».
En cuestiones de Estado o en política exterior, el Congreso estadounidense tiene un peso específico donde en algunos casos la opinión de la oposición tiene más peso que la del oficialismo. El kirchnerismo le puso una ficha extra al tema: como Kerry es católico, creen que la mano del papa Francisco también puede llegar hasta allí.
Cristina de Kirchner siguió el consejo y salió a la caza de opositores para subir a una delegación que la Argentina mostrará en Washington. UNEN le dijo que no, que quizás algo se pueda volver a hablar en el futuro, pero no ahora, como le aclaró ayer el cordobés Mario Negri a Domínguez y a Feletti. Con Carrió también se cerraron los contactos. Sólo logró el Gobierno que, hasta ahora, Mauricio Macri y Sergio Massa le dieran una mano en la cruzada.
La historia del viaje confirma la información que este diario publicó en la edición del lunes pasado. Allí se daba cuenta de negociaciones que comenzaron en el Congreso hace un mes y que incluyeron reuniones de Domínguez con la oposición, en especial Elisa Carrió, Mario Negri y Federico Pinedo para terminar de armar la estrategia que pedía la Casa Rosada. La negativa de UNEN a convalidar la política del Gobierno en materia de deuda obligó a resetear en dos ocasiones el armado.
UNEN no va, tras dar su documento
• Gobierno logró subir sólo al PRO y a massistas.
• Tres días de entrevistas en el Capitolio que servirán a futuro.
Por: Rubén Rabanal
Cecilia Nahón y John Kerry
El Gobierno logró armar ayer una delegación de diputados y senadores que partirá el domingo a Washington a entrevistarse allí con republicanos y demócratas durante tres días, antes de que la Corte Suprema de ese país se expida sobre la admisión del caso argentina en la pelea con el fondo NML Capital.
El objetivo del viaje (que dada la fecha y los protocolos del caso no tiene chance alguna de impactar en la decisión que el tribunal tomará desde el jueves sobre la pelea con ese fondo contra el país) apunta a mejorar la defensa de la Argentina dentro del mundo político de la capital estadounidense, especialmente en los núcleos más críticos del partido Republicano. La apuesta, entonces, es que el jueves la pelea judicial no termina y que podrá continuar en el terreno de la Corte Suprema.
La agenda en Washington, armada por Cecilia Nahón, incluye tres días de encuentros con senadores y representantes y un día más, el jueves, que la delegación se tomará para esperar el inicio de las deliberaciones de la Corte. El Gobierno pidió subir a opositores y lo logró sólo a medias: junto a Julián Domínguez, Roberto Feletti, que encabezan y organizaron la delegación, irán Gerardo Zamora, Marcelo Fuentes y Ruperto Godoy, todos kirchneristas. Miguel Pichetto, con invitación en mano, seguía anoche demasiado lejos de la puerta de embarque de ese avión. Feletti aparecía ayer como el máximo impulsor de la estrategia: «Es una iniciativa para dialogar con pares del Congreso estadounidense a fin de explicar la posición argentina», decía por la tarde.
El cupo opositor que logró el kirchnerismo fue toda una novedad. Tras el rechazo inicial de UNEN a participar en la delegación que paseará el caso argentino por el Capitolio, la idea del viaje se había caído. Los radicales, Elisa Carrió, el GEN, los socialistas y la izquierda del grupo prefirieron firmar una declaración de apoyo al país, casi la misma que les había pedido el Gobierno suscribir en conjunto, la enviaron a EE.UU. vía embajada y cortaron negociaciones con el kirchnerismo recordando primero que nunca estuvieron de acuerdo con la estrategia, el lenguaje y los desplantes judiciales con que se manejó el caso en los estrados, primero de Nueva York y luego en la Corte.
Ayer, desde la mañana, el Gobierno intentó rearmar otro grupo y allí logró subir al massista Darío Giustozzi y al macrista Federico Sturzenegger.
Hubo dos intentos más hasta último momento: Martín Lousteau, que se negó a aceptar el convite y se mantuvo dentro de la postura de UNEN y Claudio Lozano, quien por la noche argumentó no compartir un peregrinaje a Washington de ese tipo por motivos de la deuda.
Hubo tres días de negociaciones que terminaron con una declaración de la oposición sobre la deuda y con otra que el kirchnerismo hizo firmar ayer en Diputados y en el Senado que reproduce casi con comas la que elaboró UNEN. Fue, quizás, el único éxito hasta ahora: que dos declaraciones parlamentarias de apoyo al país no fueran firmadas por unanimidad, pero al menos dijeran lo mismo.
La cosecha de opositores fue magra y lejos de lo que había pedido . La pregunta, entonces, es Siempre fue clave que bloques de la oposición se subieran al avión; fue lo único que le interesaba a la Presidente en este caso y por eso el pedido de unidad, la apelación contra los y el elogio que compartió con a los parlamentarios británicos que firmaron la declaración de apoyo al país. insistía .
La historia de cómo se armó este viaje aporta muchos más datos sobre la idea que tiene el Gobierno de lo que está sucediendo en Washington con la causa por los fondos buitre que sobre los percances con las declaraciones y delegaciones.
Ese vuelo a Washington, con todos los riesgos que implica en balance de éxitos y fracasos, apareció en principio armado en el Congreso y medio a contramano de las relaciones políticas que se dan por estos días en el recinto de Diputados. Pero la realidad es que la idea no comenzó allí, sino por una orden de Cristina de Kirchner.
La Presidente se basó en esto en el informe actualizado que giró Nahón al país sobre la situación política en Washington en torno de los apoyos y rechazos a la posición argentina en el caso de los reclamos de NML Capital y el resto de los buitres como le gusta al kirchnerismo llamar a esos fondos.
Ese diagnóstico dice que tanto el departamento del Tesoro como el de Estado no muestran una actitud en contra de la posición argentina sino todo lo contrario. Esto se sabe desde hace tiempo por las posiciones que viene tomando el Gobierno de Barack Obama. No es el amor y sí quizás la certeza de la conveniencia de no alentar default en emergentes lo que mueve a esa estrategia, pero como sea, la Argentina sale ganando con ese saldo.
Tampoco se detectan, más allá de los discursos de barricada (escuchados en estos días frente al cierre del acuerdo para el pago al Club de París), animosidades políticas o técnicas contra el país con relación a los reclamos de holdouts por parte del FMI o el resto de los organismos multilaterales de crédito.
«La presión dura contra el país viene del lobby republicano en el Congreso», razonaba ayer un kirchnerista a este diario. Habría que sumar a ese pensamiento la posición de algunos demócratas que no ven con buenos ojos alguna mano blanda de la administración Obama con rebeldes como la Argentina.
Está claro que ese lobby del Capitolio hoy no tiene influencia directa en la decisión que pueda tomar la Corte Suprema desde el jueves.
Pero ya sea que el tribunal pida un pronunciamiento del procurador general, lo que aportaría todo el tiempo que el país necesita para llegar al cambio de reglas que operará en diciembre, o que admita el caso (más improbable) o se tome tiempo para hacerlo, el Gobierno cree que la instancia Washington no se cierra esta semana y que la pelea allí seguirá. Y de ahí la necesidad de avanzar con una estrategia política.
Con esas certezas es que hubo consultas con el Departamento del Estado. La recomendación del propio John Kerry fue directa: «Generen una contraopinión en el Congreso», se les dijo a los argentinos. Pero hubo una condición imprescindible: «Tienen que venir con opositores».
En cuestiones de Estado o en política exterior, el Congreso estadounidense tiene un peso específico donde en algunos casos la opinión de la oposición tiene más peso que la del oficialismo. El kirchnerismo le puso una ficha extra al tema: como Kerry es católico, creen que la mano del papa Francisco también puede llegar hasta allí.
Cristina de Kirchner siguió el consejo y salió a la caza de opositores para subir a una delegación que la Argentina mostrará en Washington. UNEN le dijo que no, que quizás algo se pueda volver a hablar en el futuro, pero no ahora, como le aclaró ayer el cordobés Mario Negri a Domínguez y a Feletti. Con Carrió también se cerraron los contactos. Sólo logró el Gobierno que, hasta ahora, Mauricio Macri y Sergio Massa le dieran una mano en la cruzada.
La historia del viaje confirma la información que este diario publicó en la edición del lunes pasado. Allí se daba cuenta de negociaciones que comenzaron en el Congreso hace un mes y que incluyeron reuniones de Domínguez con la oposición, en especial Elisa Carrió, Mario Negri y Federico Pinedo para terminar de armar la estrategia que pedía la Casa Rosada. La negativa de UNEN a convalidar la política del Gobierno en materia de deuda obligó a resetear en dos ocasiones el armado.
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